enseguida, antes de que la imagen de Julia con los ojos abiertos perdiera fuerza o se deformara mucho. Los doctores hacian la visita a los enfermos de nueve a once de la manana y no podia ni creia que debiera esperar tanto. Si ahora Romano se encontraba en el hospital vagaria con sus caracteristicos pasos cortos y rapidos por esos destartalados despachos de todos y de ninguno. Era un misterio el lugar en que se cambiaria de ropa. Para el personal sanitario los pasillos constituian su entorno natural y parecia que no hubiese para ellos escapatoria posible de ese laberinto formado por habitaciones y pasillos.

Se le ocurrio que podrian indicarle algo en la enfermeria y se dirigio alli para preguntar por Hortensia en el mostrador. Dijo que era urgente sin muchas esperanzas de que surtiese efecto, que es precisamente cuando lo surte porque Hortensia salio al rato con un vaso de cafe en la mano y cara de pocos amigos. Evidentemente la habia pillado en un descanso. Ella, nada mas verle, automaticamente, se relajo. Felix le caia bien. Caia bien a casi todo el mundo, poseia ese don, que ni el mismo sabia en que consistia. Habia algo en sus facciones y en sus gestos que agradaba a la gente de cualquier pelaje. El porque era un misterio, aunque el intuia que tenia que ver con que de su forma de hablar y de comportarse se deducia una completa falta de ambicion, de envidia y de competitividad y de apasionamientos desestabilizadores. El no sobresalir por su aspecto y el ser paciente le daban credibilidad e infundian confianza. Ahora mismo llevaba unos vaqueros azul oscuro sin desgastar y un polo granate y unos mocasines marrones. Desde pequeno le habia tranquilizado pasar desapercibido, ser uno de tantos y no levantar envidia ni recelos. Su especialidad de camuflarse en el monton, de no llamar la atencion le habia restado alguna buena nota en el colegio o ser popular, pero en comparacion le habia ahorrado muchas mas molestias y problemas. No era ni gordo ni delgado, ni alto ni bajo. Su color de pelo era el mas corriente, castano oscuro como los ojos y lo llevaba corto, pero no rapado como Torres, que habia decidido acentuar asi su aspecto de sospechoso.

Torres, su companero mas allegado en la empresa, era un buen tipo que inspiraba desconfianza a raudales hiciera lo que hiciera. Sus senas de identidad eran unos ojos mas pequenos de lo normal y el tabique de la nariz desviado por un pelotazo. Seguramente la gente asociaba los ojos pequenos con el alcohol y la nariz torcida con la gresca y la violencia. Cuando iban juntos a visitar a algun cliente, tanto una empresa como un particular, todos evitaban mirar a Torres y se dirigian a Felix. Torres habia acabado aceptando la situacion hasta tal punto que cuando alguien lo elegia como interlocutor y se volcaba con el, se sentia incomodo. El mismo se observaba en el espejo del retrovisor con cara de pensar que no era de fiar. Era justo reconocer que sin embargo si tenia un cierto exito con las mujeres. Se hacian la ilusion de que se habia roto la nariz en una pelea y que llegado el momento sabria defenderlas.

Asi que Felix sabia que aunque Hortensia estuviera cansada y arisca, en cuanto le mirara, no podria mantener el mal humor. Con el anadido irresistible de Tito. Un nino que no sabe que su destino esta siendo dramatico siempre enternece. Y asi fue, a pesar de los pesares, Hortensia casi sonrio.

– ?Ocurre algo? -pregunto pasandose el vaso de una mano a otra como si quemase.

– Tendria que hablar urgentemente con el doctor Romano -dijo Felix dando unos pasos lejos del mostrador.

Ella le siguio sin dejar de mirarle y esperando mas informacion. Se puso las gafas que le colgaban del cordoncillo para dar un sorbo al cafe, no era una mujer que quisiera hacer la vista gorda ante nada.

– Se que ahora estara ocupado con otras cosas, pero me hare el encontradizo. Este es un caso muy especial.

– No tanto -dijo Hortensia-. Los hay mas especiales y extranos en esta misma planta.

Era el momento de que Felix echase mano de su don para manejar la situacion.

– Lo comprendo. Cuando uno esta desesperado cree que es el unico, no ve el sufrimiento de los demas.

Hortensia asintio.

– Y ustedes son muy pocos para atendernos a todos en situaciones que no son normales, que son muy delicadas -anadio.

Hortensia volvio a asentir repetidamente.

– Julia ha abierto los ojos durante un minuto -dijo Felix y permanecio esperando la reaccion de Hortensia que tardo en llegar lo que duro otro sorbo de cafe.

– Parece una buena noticia -dijo arrepintiendose al instante de haberlo dicho-, aunque puede que no sea relevante. El turno del doctor termina en media hora. No tiene mas remedio que tomar el montacargas que hay frente a la cafeteria para bajar al parking.

Volvio a la habitacion medio corriendo por los pasillos. El traqueteo alegraba a Tito. Se lo puso a Angelita en los brazos y dijo que estaba buscando a Romano y que no se preocupara si se retrasaba.

Al cuarto de hora de que se apostara frente a los ascensores, que el mismo usaba para bajar y subir del aparcamiento, vio aparecer al doctor por el pasillo. La ropa verde y blanca del hospital era bastante mejor que los pantalones de pinzas y la camisa de rayas que ahora llevaba puestos. Romano vestido de calle resultaba mas insignificante, aunque conservara un aire cientifico. Apenas tardo un segundo en situar a Felix como el marido de la paciente de la 407. Era un hombre rapido y listo que seguramente cuidaba su cerebro como los entrenadores fisicos cuidaban los musculos y las articulaciones.

– Manana pasare a ver a Julia y hablaremos -dijo cortando cualquier intento de conversacion.

– Querria comentarle algo -anadio Felix ya metidos en el ascensor-. Esta tarde Julia ha abierto los ojos.

Romano observaba las austeras y macizas paredes valorando la situacion.

– Los ha tenido abiertos casi un minuto -dijo Felix mientras paraban con un bote.

Salieron y echaron a andar hacia algun coche. La grave voz de Romano llenaba el parking. Atravesaba el frescor de las columnas de cemento y la soledad que reinaba en aquellos momentos.

– Comprendo que le impresione, pero en un caso como este puede haber alarmas, actos reflejos. A veces lo mas espectacular puede no ser significativo y en cambio si serlo algo que resulte menos apreciable.

Romano ya estaba abriendo el coche, un tanto destartalado y con una pelicula de polvo sobre las lunas y el salpicadero. El mando a distancia y el tunel de lavado no eran su estilo, separaba tajantemente lo importante de lo accesorio.

Felix permanecio de pie, sin intentar nada, sin forzar mas tristeza. Mostrandose tal como se sentia, sabia que bastaria.

– Suba si quiere. Voy a Las Rocas. Hablaremos por el camino.

Estuvo a punto de subir sin mas antes de que Romano se arrepintiera, pero Las Rocas estaba a diez kilometros por lo menos, lo que significaria que una vez alli no lo tendria facil para regresar al hospital y sabia por experiencia que lo que no habia que hacer jamas era complicar las situaciones sin necesidad. Si algo necesitaba en estos momentos era soluciones y no mas problemas.

– Le seguire en mi coche -dijo Felix sin dar opcion a replica.

Las Rocas estaban en direccion al faro y era la parte de costa mas abrupta e incomoda para los banistas, que se herian los pies con piedras cortantes al entrar en el agua. Los pocos que estaban sentados en sus enormes rocas grises tenian un aire meditativo.

Dejaron los coches juntos, y Romano sin mirarle siquiera abrio el capo y saco un caballete y un maletin. Se cambio los zapatos por unas chanclas y se quito los pantalones. Debajo llevaba una prenda mitad banador mitad pantalon corto. Las piernas eran algo mas fuertes que los brazos, como si de pequeno hubiera hecho mucha bicicleta. Al quitarse la camisa de rayas blancas y rojas quedo a la vista una camiseta de manga corta. Doblo cuidadosamente pantalones y camisa y cogio el caballete y el lienzo. Felix le ayudo con el maletin. Se instalo de cara al paisaje que estaba pintando. No lo hacia mal ni tampoco bien. Se puso una gorra con visera que llevaba en el bolsillo del banador-pantalon.

– ?Los vende?

– Bastante bien, pero no pinto por dinero.

La brisa movia los reflejos del sol y las sombras en rafagas.

– Me encanta esta luz -dijo mirando el cielo con ojos de experto-. ?Ha decidido ya lo de Tucson? No quiero ser reiterativo, pero alli sabrian aprovechar mejor estos picos en su evolucion. El que abra los ojos un instante y vuelva a cerrarlos y continue en el mismo estado aqui no sabemos como valorarlo.

– Tengo un plan -dijo Felix contemplando el cuadro mientras pensaba en Julia-. Parece evidente que Julia suena.

– Es muy posible -dijo Romano.

– Podria ser que en su sueno estuviera luchando por encontrar la salida que la traiga de nuevo al

Вы читаете PresentimientoS
Добавить отзыв
ВСЕ ОТЗЫВЫ О КНИГЕ В ИЗБРАННОЕ

0

Вы можете отметить интересные вам фрагменты текста, которые будут доступны по уникальной ссылке в адресной строке браузера.

Отметить Добавить цитату