La busqueda de aquel segundo sarcofago acabo convirtiendose en obsesion para Quintero y Atauri, que en vano entretuvo la ilusion de su descubrimiento hasta su muerte, ocurrida en 1946.

Tenia este Quintero y Atauri un chalet por la parte de extramuros, y sus herederos acabaron vendiendolo. Una vez demolido el chalet, a la hora de realizar las excavaciones arqueologicas que por ley son preceptivas, se produjo la sorpresa: justo en la parte del solar en que estuvo el dormitorio del afanoso Quintero y Atauri, aparecio el segundo sarcofago, aquel sarcofago con el que habia sonado despierto, aquel sarcofago que habia poblado sus duermevelas como la imagen de un tesoro perseguido.

Quintero y Atauri tuvo, en fin, un sueno, pero nunca supo que dormia sobre ese sueno.

«?Me explico?» Me quede caviloso antes de darle una respuesta. «Creo que si, no se.» Pero ella no tardo en hacerme otra pregunta: «?Si o no?».

Mi respuesta no podia ser rotunda. Me acorde de los planetas hechos de diamante, ya que todos vivimos oteando el horizonte para vislumbrar los barcos que lleguen cargados de tesoros o la ruta que conduzca a un tesoro, pero jamas se nos ocurre mirar la tierra que pisamos cada dia de nuestra existencia, aunque la mayoria de las veces esa tierra pisoteada es el unico tesoro accesible: un lugar insignificante en el universo.

Nos habian hecho ir a Colonia para buscar algo que teniamos al alcance de la mano. Pero ?por que? «Porque tu padre lo dispuso de ese modo.» Preferi no preguntar. «?No me preguntas nada, tu, que eres el jefe de los signos de interrogacion?» Negue con la cabeza. «?Estas enfadado?» Y me encogi de hombros. «Te conozco. Si no me haces preguntas, es que estas enfadado.» Puede que tuviera razon, pero, como tampoco se trataba de eso, le comente que lo mas desconcertante de todo, al menos para mi, era que la combinacion estuviese grabada en la empunadura de aquel baculo que viajo desde El Cairo hasta nuestra casa sin que supiesemos quien me lo hizo llegar. «No lo sabras tu, querido», y sonrio.

Aquello me cogio desprevenido por todos los flancos. «?Quien?» Demoro un poco la respuesta. «Quien menos te imaginas… ?Queda cafe?… Pues yo misma.» Y no quedaba cafe.

«Como comprenderas, no iba a dejarte solo en El Cairo, con lo que tu eres, y contrate a un detective de alli para que te siguiera los pasos.» Le agradeci aquel maternalismo, pero tambien me parecio un insulto a estas alturas de la vida. «No estaba tranquila. Comprendelo.» Y procure comprender, aunque sin entusiasmo. Por lo visto, el detective, mientras me esperaba a la puerta del hotel, le compro el baculo al vendedor callejero -que no era mas que eso- para quitarselo de encima, pues no paraba de incordiarle con la historia proverbial del mago de Africa, que es historia que exige paciencia por parte de la razon. El detective debio de soltarle cuatro piastras y media, como suele decirse, y el marchante lo dejo en paz.

Cuando el detective llamo a tia Corina para darle el informe del dia, le comento que habia tenido que comprar el baculo, lo que suponia un gasto extra que reflejaria en la minuta, y ella, para tenderme una broma, le indico que me lo mandara por correo, con el anadido de la nota caligrafiada: RECUERDO DE EL CAIRO. El envio llego, como recordaran ustedes, cuando estaba ingresada en el hospital, de modo que el baculo quedo olvidado por la casa. O eso creia yo… «No, no me olvide. Se lo lleve a un joyero para que grabara en el la combinacion de apertura de la caja fuerte.»

Y en ese preciso instante me declare desterrado de la realidad.

«Yo conocia la combinacion. Pero no podia decirte nada, porque te hubieras puesto pesado, ?comprendes?» (?Pesado? ?En que sentido?)

Cuando andaba yo por Cordoba intentando venderle el lote de chatarra egipcia al argentino Casares, tia Corina llamo al Falso Principe y le conto el plan que me habia propuesto Sam Benitez en El Cairo. El principesco Simone, segun parece, realizo algunas pesquisas y le aconsejo finalmente que nos dejasemos llevar, ya que no apreciaba ningun peligro en la operacion, al considerarla inviable: una mera «maniobra espejismo», que es como solemos designar aquellas operaciones que se quedan en nada, pero no por fracaso, sino porque su planteamiento no es otro que ese: amagar una accion que -por la razon que sea- jamas va a llevarse a cabo, al ser mas importante -por la razon que sea- su preparacion que su ejecucion.

«Simone fue una de las ultimas personas a las que visito tu padre, y eso no podia ser casualidad.» Y, en efecto, no lo era: el Falso Principe le confeso a tia Corina que mi padre le habia confiado la combinacion de la caja fuerte, con la especificacion de que viniese a casa, recuperase su contenido y resolviera las cuestiones pendientes con los veromesianicos de Catania, con los congregantes de Abdel Bari y con los hermanos de Heliopolis. El dinero que el Falso Principe obtuviese con aquellas operaciones serviria para saldar una deuda que mi padre tenia contraida con el, pues parecia confirmarse que mi progenitor acabo en la ruina. «Pero Simone siempre ha sido un caballero y no vino a vaciarnos la caja fuerte. El principe de Lampedusa nunca hubiese hecho una cosa asi, y el Falso Principe no haria algo que repugnase a su colega y maestro», y se rio. «?Entiendes ahora por que tenia yo tanto interes en ir a verle a Paris? ?O me tomas ya por una vieja maniatica que tiene siempre la cabeza a las tres de la tarde?» Me explico que el Falso Principe se nego al principio a darle la combinacion de la caja, con el argumento de que era el en cualquier caso quien tendria que gestionar su contenido, pues esa fue la palabra que dio a mi padre, y la palabra dada etcetera, y no por el dinero etcetera, sino por el honor y todo eso etcetera, lo que obligo a tia Corina a recurrir al mataharismo: «Tuve que medio acostarme con el para que me la diera. Casi nos cuesta la vida a los dos». Segun parece, el Falso Principe insto a tia Corina a que no abriera la caja hasta que el se lo indicase, pues preferia tener dispuesto el rumbo de las mercancias heteroclitas que alli se guardaban, y ella habia cumplido la promesa.

«Como es logico, tenias que conocer la clave de apertura, por si me daba por morirme de repente. La anote enseguida en todos los tomos de mi diario, porque espero que leas ese blablabla cuando yo falte. Solo lo escribo para eso. De todas formas, me parecio bonito el detalle de grabarla en el baculo. Ya sabes, un poco de entresijo, porque dejar una estela de misterio prestigia mucho a los difuntos.»

El hecho de que tia Corina tuviese secretos para mi me produjo tristeza, ya que daba yo por sentado que eramos complices incondicionales. «Y eso no es todo. Mira esto», y me tendio uno de los papeles que habian aparecido en la caja fuerte. Estaba escrito en frances. Debajo de un escudo historiado que enmarcaba el lema UBER CAMPA AGNA, lei lo que podria traducirse mas o menos como sigue:

YO, MIGUEL VINUESA CEJADOR, MIEMBRO ORGULLOSO DE LA FRATERNIDAD DE HELIOPOLIS, ACEPTO LA CUSTODIA DE LOS TESOROS ETERNOS QUE MIS HERMANOS EN LA FE DE LA CIENCIA MAS SECRETA Y LUMINOSA ME ENCOMIENDAN PARA SU PRESERVACION Y JURO POR MI VIDA MANTENERLOS A SALVO DE IMPOSTORES, TERGIVERSADORES Y AVENTUREROS.

El documento estaba fechado el 3 de abril de 1997. «?Vas comprendiendo ya?» Le dije que menos que nunca. Porque da la casualidad de que Miguel Vinuesa Cejador soy yo. «No importa. Tienes todo el resto de tu vida para comprenderlo.»

Pero me temo que ni siquiera tres vidas me harian comprender ni la mitad.

Le exprese mi inquietud por el destino de todo aquello que se habia llevado Sam Benitez, ente que participa de la categoria de los impostores, de los tergiversadores y de los aventureros. «Tenia que ser asi. No te preocupes. Todo eso estara ya donde tiene que estar, aunque no puedo decirte donde», y sonrio con dulzura. «El dia 3. Abril es el mes cuarto. 1997. Todos esos numeros suman treinta y tres. ?Lo entiendes? Esa es la clave numerica. Busca la respuesta en esa cifra. No pienso decirte nada mas.» Treinta y tres… Segun los seguidores del gnostico Pablo de Samosata, ese guarismo indica el inicio del proceso de muerte en los varones, al coincidir con la edad en que fue asesinado Jesucristo: a los treinta y tres anos, el cuerpo mortal de todo hombre empieza a prepararse para morir, y comienza su putrefaccion organica para poder ascender algun dia, en situacion de fantasma purificado, junto al Padre. (Pero ?y que?) «Te he dicho que no pienso decirte nada mas. Averigualo.» (Segun el iluminado decimononico apellidado Benchimol, vecino que fue de la ciudad de Vaduz, el treinta y tres es el numero que representa la inversion de los identicos para formar un unico ser: si giras el primer tres del guarismo y lo unes con el otro tres, te dara como resultado un ocho, que es un numero cerrado: dos circulos hermeticos, hermanos del cero y de la nada, y asi sucesivamente.) (Pero ?y que?)

Desde aquel instante hasta el dia de hoy, me duele confesar que entre tia Corina y yo se ha abierto una especie de foso de niebla, una tierra incognita, un abismo disimulado con hojarasca. No se trata, por supuesto, de una cuestion de esencia sentimental, porque mi corazon la reconoce con la intensidad de siempre, sino mas bien de un factor de extraneza sentimental, digamos.

«Tu padre tenia muchos secretos. Piensa en el. Reconstruyelo. Devuelvelo a la vida. Convierte a alguien que fue siempre un extrano para ti en un amigo invisible. Aun estas a tiempo.» Y me faltaba suelo bajo los pies.

?Pensar en mi padre? ?Reconstruirlo? ?Devolver a la vida a un ser que jamas me hizo sitio en su vida?

(Y las preguntas se suceden en este instante: ?de que esta hecho el pasado?, ?de que estamos hechos?)

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