discrecion mantenida ante el camarero que acaba de llegar con las consumiciones: un cafe para Bastian y un vino para Julian. Luego, el ex policia parece buscar el lugar donde acomodar el baston, que sostiene aun entre los dedos. Bastian piensa que podria agarrarlo sorpresivamente por la punta y descargarlo contra el, un golpe mortal de la empunadura metalica contra la sien. Solo se enteraria el camarero. Y los fantasmas que espian bajo la lluvia. Pero el no se encuentra indefenso, sigue llevando entre las ropas el revolver que nunca ha utilizado y sigue sin saber manejar, ese revolver que, segun intuye sombriamente, ha viajado con el como un copiloto con ideas propias, tal vez para ser por fin utilizado aqui, en el escenario del siguiente capitulo de su vida. Bastian cree que llegado el momento no podra disparar, pero le estremece la ocurrencia repentina de que sera el propio destino quien apriete el gatillo. ?Es Julian la victima en la que esta pensando el revolver?

– Jugabais a policias y ladrones -continua el anciano.

La frase puede parecer una broma, pero Bastian, aunque desconcertado, sabe muy bien que Julian no ha venido a bromear.

– Tu disparabas con una metralleta. Rat-ta-ta-ta-ta… -el ex policia toma el baston y lo mueve a derecha e izquierda, como un cadaverico nino viejo-. Erais seis o siete chicos, ?recuerdas? Imitabais con la garganta el ruido de las rafagas. Yo os veia desde este bar, puede que desde esta misma mesa, cuando salia del ayuntamiento, aqui al lado. Que suerte, pensaba, se permiten jugar con esa alegria a cosas tan serias en el mundo adulto: disparos, muerte… venganza.

– ?Me veias de nino? ?Sabias quien era? -se atreve a preguntar Bastian. La imagen evocada por Julian surge con facilidad de su memoria. Se ve tiroteandose con otros chavales infinito tiempo atras, cuando era inmortal como cualquier nino y como a todos los ninos le parecia ajena, inconcebible, la idea de la muerte. Le resulta imposible emparejar aquellos tiroteos inocentes con la imagen de Amir o Amin ensangrentado. La muerte autentica, solemne, tan irreversible y tan seria, no es compatible con la evocacion de aquellos ninos que morian ametrallados pero se levantaban en el acto para seguir matandose entre chillidos euforicos. Rat-ta-ta-ta-ta… No, no han nacido la realidad y la fantasia para casarse y permanecer unidas y felices. ?Y el joven y poderoso policia Julian nos miraba tras el cristal? Bastian siente una breve corriente de simpatia hacia el viejo. Los fantasmas son solidarios con otros fantasmas, igual que los alcoholicos no pueden evitar ponerse del lado de otros alcoholicos en su pugna contra el universo.

– No es que me fijara en ti por nada especial, entiendeme, pero te situaba, sabia quien eras. Conocia de vista a tus padres, que en paz descansen. Es lo que tienen los pueblos pequenos, conoces a todo el mundo… En el fondo, todos los ninos son muertos aplazados, ?no crees? Cadaveres esperando turno… Dime una cosa -la mirada de Julian retorna de su leve ensimismamiento. Ha terminado la tregua-. Te fuiste con mucha precipitacion de Padros, ?no? Hace cuatro anos, me refiero.

Con un golpe seco de las comisuras de los labios, Julian estira el tajo que en su cara quiere parecer sonrisa afable sin lograrlo. Bastian lleva todo el tiempo removiendo el cafe sin parar, fragilmente escudado tras el leve susurro de la cucharilla al rozar la loza, mientras se pregunta cuando va a irrumpir el viejo de lleno, sin circunloquios, en los sucesos del pasado, cuando comenzara a hablar de Vera y si lo hara con la misma angustia que trato sin exito de disimular en las viejas llamadas telefonicas que le hizo al comienzo de su huida. Aquella extrana angustia que a Bastian le parecio de hombre enamorado. Pero la otra presencia masculina en la pareja que formaban Vera y Sebastian, el nunca probado tercer vertice del tal vez inexistente triangulo, habia sido siempre el fantasmal Humberto, con sus maquiavelismos planificados al milimetro y sus alfileres relucientes.

?Donde encaja Julian en mi pasado?

– Asi que sabes con exactitud que dia me fui… -opta Bastian por plantear tambien directo a los ojos, repentinamente envalentonado por la conciencia de que no hay marcha atras.

– A las doce de la manana del dia 13 de junio de hace cuatro anos -precisa Julian, milimetrico como una estocada mortal-. Te vi aqui, en esta plaza, conduciendo tu coche camino de la salida del pueblo. No es dificil saber la fecha exacta. Dos dias antes, el 11 de junio, pasaron unos hechos violentos dificiles de olvidar. Parte de ellos ahi afuera, en la plaza. Y aquel dia, cuando te fuiste, ya no jugabas a policias y ladrones, ya la cosa iba en muy serio. Fue la ultima vez que te vi. Sin embargo, no fue la ultima vez que hable contigo. -Julian, parsimonioso, aproxima sus dedos a la taza de cafe humeante que Bastian sigue removiendo, toma del platito el sobre de azucar que por los nervios olvido echar al cafe, lo abre y lo vuelca en el interior de la taza. Bastian detiene el movimiento de la cucharilla, como un colegial sorprendido en falta. Su inseguridad ha quedado en evidencia, mientras el gesto simple del ex policia acaba de demostrar quien lleva las riendas de la situacion. Julian acerca el cuerpo a la mesa, clava los codos sobre la superficie de marmol y apoya la barbilla sobre las manos cruzadas. Sus ojos llamean y Bastian se pregunta si comenzaran a arder o van a echarse a llorar-. ?Recuerdas que hablamos por telefono, cuando estabas ya en Madrid? Por cierto, un inciso. Otra vez que huyas de alguien, deja que hable el, y tu ten cuidado de no dar ningun dato. ?Sabes que yo no tenia ni puta idea de que estabas en Madrid?

Bastian, pasmado, tiene que hacer un esfuerzo para que la boca no se le abra estupidamente por el asombro. Julian lo capta, y se encoge de hombros, casi carinoso con su ingenuidad.

– Te pregunte donde querias que nos citaramos, ?recuerdas? Y tu sentiste que llevabas la voz cantante al elegir el sitio, el hotel Palace. Pensaste que eso te daba ventaja sobre mi. Pero en realidad, lo que hiciste fue informarme de que estabas en Madrid. Querias que quedaramos en ese momento, pero yo te cite tres dias mas tarde. Necesitaba ese tiempo para organizarme y llegar a Madrid. Fue la unica razon. Si no, habria ido a verte en el acto. Pero no tenia ni puta idea de donde estabas. Gracioso, ?no?

Ya no hay suposiciones, solo cartas boca arriba. Todas, excepto las que Julian haya, de momento, decidido ocultar bajo la manga.

– Estuve horas esperandote. ?Puedo saber por que no apareciste? Me lo he preguntado todos estos anos. -Y un alivio inmenso le inunda, es una nausea de felicidad pura imponiendose incluso sobre el mismisimo miedo: han sido cuatro anos con esa pregunta mordiendole las tripas, como una tenia insaciable que acaba por fin de expulsar.

Julian respira hondo. Hay en su inhalacion furibunda agresividad contra Bastian, aunque tal vez no solo contra el. Crispa la diestra alrededor del baston, tal vez dispuesto ahora al ataque mortal, pero por ultimo se limita a alzarlo por encima de la cabeza, mirandolo como si fuera el trofeo de alguna competicion con inimaginables reglas siniestras.

– Por este baston no fui al Palace -masculla con rabia digna, extranamente tenida de inesperada solemnidad-. Y tambien por culpa vuestra. De Vera y tuya. Si, en realidad por vuestra culpa. ?Por que echarle la culpa al pobre baston? Ha sido muy buen companero estos cuatro anos… Gracias a el pude volver a caminar. Gracias a el y tambien a mis ganas de pillaros algun dia. Mientras tu estabas en el Palace, supongo que comodamente instalado delante de un cafe, yo me encontraba encadenado en un garaje de las afueras de Padros, en manos de un tipo con un serrucho. El me destrozo la rodilla. No hace falta decir que no estaba alli por mi voluntad, supongo. Yo habria querido estar en el Palace, manteniendo la conversacion que vamos a tener ahora. Pero me interceptaron antes de que saliera hacia Madrid. Conocian de sobra mi relacion con Vera, por supuesto, y vinieron directos a por mi. Querian que les dijera lo mismo que queria yo que tu me dijeras a mi: donde estaba Vera y donde estaba el dinero. A ellos les importaba mas lo segundo. A mi, lo primero.

– Yo no lo se… Yo…

– No me jodas, chico -dice con lentitud aplastante el viejo. La utilizacion de la palabra «chico» ha desbaratado la imagen de dos adultos hablando que Bastian habia logrado componerse, trayendo otra version mas ajustada a la realidad: el viejo experimentado en la vida y en la violencia que todavia no quiere abofetear al ninato cobarde que tiene enfrente-. Te llevaste el diez por ciento del dinero. Como pago a tus servicios. No pretendas negarlo, porque entonces si me voy a cabrear. Vera, antes de desaparecer, me dijo que te lo iba a dar, asi que no me jodas. Yo proteste, le dije que darle tanta pasta a un gilipollas al que se follaba era un exceso.

Pero en realidad no era asunto mio. Entonces todavia no. Pero ella insistio, le caias bien. Y ademas, decia que habias sido esencial para que pudiera vengarse de Humberto. Te estaba muy agradecida por eso. ?Como odiaba a ese cabron! Creo que lo odiaba todavia mas que yo.

– ?Yo, ayudarla a vengarse? -Bastian traga saliva, desvalido, ante el alud de realidad insospechada provocado por la conviccion de Julian.

– Por partes, chico. Te llevaste la pasta, ?verdad? El diez por ciento. Unos seiscientos mil euros. Reconocelo, vamos a hacer las cosas bien. Quiero oirtelo decir.

– Cogi la bolsa del suelo -balbucea Bastian-. La habian dejado alli, en mi casa…

– Asi me gusta, oirtelo a ti. ?Y que pasaria si ahora yo te exijo que me lo devuelvas? Si no lo traes en

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