multitud dominguera. Es preferible escribir en los cafes, como los escritores que escriben, pues yo apenas soy un novelista potencial que comienza a escribir…

Me acabo de acordar de la idea que no pude anotar ayer, de una de las dos, pues de la segunda todavia no me acuerdo. Se trataba de Balzac, de Dostoyewski y de Proust. El primero buscaba sus temas en las noticias truculentas de los periodicos. El segundo encontraba sus personajes en la Perspectiva Newsky, que aun en pleno regimen comunista imagino poblada de estudiantes que van a cometer un crimen o vienen de cometerlo como Raskolnikow. Marcel Proust, afeminado y oportunista, extraia del fondo de su memoria escenarios, temas, intrigas, el sombrero de la Duquesa de Guermantes, la sonata de Vinteuil, los cuadros de Elstir, etc. La idea que se me habia perdido y acabo de encontrar es que yo construire mi novela con materiales puramente imaginarios, pues la imaginacion es mucho mas fuerte y convincente que la realidad: la prefigura, la condiciona, la determina, la predispone y la impone como una necesidad interior.

– ?Una cerveza?

– Una cerveza, gracias.

Ademas, en cuanto novelista, poco me interesa el pasado de mis personajes. Un momento. Estoy a punto de incurrir en una contradiccion conmigo mismo al afirmar que no me interesa el pasado de mis personajes sino su presente imaginario y su porvenir novelesco. Ayer, en una pagina que debe andar por ahi…

– La cerveza es para mi, gracias.

…A proposito de los escritores de la nueva ola escribi textualmente: 'Detras de esas novelas no hay nada. No hay una historia, ni una memoria, ni una realidad personal, ni una sociedad, ni una tierra ni un pais por detras'. Luego, a pesar de todo, tambien me interesa que los personajes para ser humanos tengan debajo de ellos un suelo donde poner los pies. Los de generacion espontanea, como los mendigos de Beckett, son abortos abominables. No son espiritus, sino cuerpos que se corrompen, se pudren, se supuran, se deslien en una prosa demencial que se pega a los dedos y deja olor a muladar y a tarro de la basura. Son personajes que apestan.

Estas digresiones me aburren porque yo no soy critico literario ni lo quisiera ser. Seria declarar implicitamente mi impotencia para la creacion literaria. Anotar esta idea que me parece importante, aunque no sabria decir si es mia y original. No hay ideas originales. Las ideas flotan en el aire como pelusas en un rayo de sol. Muchas personas pueden coger a un tiempo la misma idea en sitios diferentes. La mia es esta: Critico es el hombre que dice como debe hacerse una cosa que el es incapaz de hacer.

Ya esta otra vez ahi la turista americana. Tiene que ser americana porque sus bellas ancas de animal joven solo pueden ser un producto de la inmigracion nordica y el desayuno con cereales…

– Por favor, una cerveza.

La vi esta manana en Notre-Dame donde permaneci mas de dos horas admirando los vitrales iluminados por el sol. En medio de un grupo de cacatuas americanas -ingles nasal, guia parlante a la cabeza del grupo y una tarjeta postal en la mano de cada una- descollaba la muchacha que esta sentada a la mesa de al lado. Me miro y abrio los ojos sorpresivamente -?oh!- cuando me descubrio deslumbrado por los vitrales malvas, azules, rojos, anaranjados, de colores heraldicos y de Libro de Horas. Hervian al sol y se evaporaban en un rayo de luz. Juro

que me miro. No son ideas mias pero ahora me esta mirando escribir.

Comenzaba a decir que aunque detesto la critica literaria… Esta era la segunda idea que se me escapo ayer… Una bella americana me mira al traves de unas gafas negras de montura aerodinamica… No puedo perder mi idea. No la volveria a encontrar nunca… La olvidaria de buena gana a cambio del atractivo ejemplar humano que es esta muchacha, si tuviera algo mas que ochenta y nueve francos en el bolsillo. Las aventuras sin dinero, de arranque automatico y a primera vista, solo resultan en las comedias musicales, genero cinematografico que personalmente detesto. Ademas me temo que no quepo dentro de ese genero, pues no soy fotogenico.

– La cerveza no es para mi, sino para la senorita…

Un furtivo cambio de sonrisas. No quiero dejar escapar la idea, pero me pongo de perfil del lado que me favorece. Del otro tengo una verruga que es una triste herencia familiar.

– A mi tambien una cerveza, hagame el favor.

En la palabra tambien nos barajabamos y confundiamos ella y yo, sus largas piernas elasticas y mi verruga que es de color azul oscuro, tirando al vino tinto. La palabra tambien me da una impresion de intimidad.

La segunda idea que no puedo dejar escapar es la de que la falsedad y artificiosidad de la nueva literatura es evidente. Si los personajes de Beclkett fueran autenticos, no podrian describir lo que pintan con tanta fidelidad, y si lo pudieran, dejarian de ser amorfos y fragmentarios como aparecen. Se trata, pues, de mera supercheria.

Esta manana, entre las siete y las ocho, llegue a Notre-Dame en el estado crepuscular de exaltacion que produce el encontrarse en ayunas. Para reducir a dos las comidas del dia prescindo del desayuno y almuerzo lo mas tarde posible un sandwiche de jamon y una botella de cerveza. De las seis de la tarde en adelante, despues de caminar horas enteras por las calles y los bulevares, y asistir a los espectaculos gratuitos, y analizar las vitrinas de las tiendas, y ver jugar petanca en la explanada de los Invalidos, y hojear los libros de las librerias, entro en un cafe y comienzo mi comida espaciada o escalonada que consiste en uno o dos sandwiches y tres o cuatro botellas de cerveza. A Notre-Dame llegue, pues, ligeramente exaltado y hambriento. No habia nadie en la Catedral. Mis pisadas desiguales por la desaparicion casi total del tacon del zapato izquierdo, resonaban lugubremente en los canones de las bovedas. Parpadeaba una lampara entre las sombras. La Catedral era una construccion disparatada, perteneciente a una epoca fabulosa en que senoreaba el mundo una raza de bondadosos gigantes. Los vitrales brillaban en sordina, a una altura vertiginosa. Comence a escribir:

'Cuando el primer disparo del sol pega en el roseton azul y gualda de Notre-Dame, echa a volar una pareja de palomas que se arrullan en la cabeza de Salomon, en el portal de los Reyes…' Tendre que ver amanecer, sentado en la terraza de un cafe de la Plaza de Saint-Michel, para comprobar si en alguna epoca del ano el sol bana a Notre-Dame por ese lado. Me temo que no. Tache integramente el parrafo. Me lance en una especulacion sin compromisos con la climatologia, la meteorologia, la cosmografia y otras ciencias exactas.

Si las campanas de Notre-Dame se lanzaran a vuelo, se romperia en pedazos la bola de cristal que era Paris aquella manana sin hora, ni dia, ni fecha determinada, pues la cronologia novelesca no tiene la menor importancia. Pero las campanas de Notre-Dame no pueden echarse a volar como en las ciudades y los pueblos de provincia en otras partes del mundo. Lei en alguna parte que un acuerdo del ayuntamiento de Paris prohibe cantar, tocar, taner y doblar a las campanas de Notre-Dame. Si se echaran a volar de pronto, y les respondiera la campanita dorada de la Sainte-Chapelle -que debe ser dorada como la inicial de un codice medieval-, si con las de Notre-Dame comenzaran a cantar las de Saint Julien le Pauvre, rusticas y aldeanas, y las de San Eustaquio, y las de Saint-Germain L’Auxerrois, y las negras de San Agustin, y las de… y las de…

Habria que ver, habria que seguir, habria que adjetivar. Campanas de bronce, de cobre, de plata, verdes, negras, blancas, doradas… Me estoy enredando. La persecucion del complemento directo me impide la caza mayor de la verdad. El gazapo me distrae de la captura del leon…

En fin: si todas las campanas de Paris tocaran a un tiempo… Una gran campana en la Torre Eiffel. ?Por que no se le ocurriria a alguien instalar una enorme campana en la Torre Eiffel para despertar a Paris?

Los vidrios de todas las casas se romperian en mil pedazos, y a mi, personalmente, me estallarian los oidos. Automaticamente deje de escribir. Pues escribo automaticamente tengo que dejar de escribir para comenzar a pensar. Hacia tiempo no venia a Notre-Dame. Estuve una noche, en una deslumbrante presentacion de la Novena Sinfonia de Beethoven, invitado por Miguel. Claro esta que dentro de una novela que se escribe en Paris, por fuerza alguno de los personajes tiene que pasar por este lugar, o hacer una alusion a Notre-Dame a lo largo de cuatrocientas paginas. Pero si uno de mis personajes viviera en Paris, ?tendria necesidad de visitar la Catedral como si fuera un turista? ?Cuantos millones de parisienses desconocen el Louvre, no han subido a la Torre Eiffel, ignoran a Saint Julien le Pauvre, no han visto iluminarse la lampara de Aladino de la Sainte-Chapelle cuando el sol del verano derrite el plomo de las mansardas de Paris? Los turistas conocen mejor estas cosas que los parisienses. Si alguien es oriundo de una ciudad, o vive en ella despues de muchos anos, no necesita ver minuciosa y concienzudamente todas esas cosas. Le basta saber que estan ahi y que cuando va de su casa al trabajo -suponiendo que tenga casa y que tenga trabajo- pasa al lado del Louvre, o cruza por el Petit-Pont sumido

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