Simultaneamente, una corriente de austeridad se habia apoderado de todos. En la barberia se suprimio todo cuanto fue juzgado lujoso o no estrictamente necesario. Nada de masajes ni agua de colonia. Los sillones giratorios fueron vendidos en subasta. Sillas escuetas, y una escupidera en un rincon. Los espejos se conservaban porque los militantes acudian alli con sus mujeres.
Victor habia asistido a todo aquello pasandose lentamente la mano por su cabeza plateada. Muchas veces se sentia orgulloso de lo que estaba creando y se decia: «?Bah, el Responsable va a quedarse atras! Si tarda en salir del calabozo, se llevara una sorpresa». Por lo demas, el era un hombre extrano. Sus ideas le habian penetrado a traves de la soledad. Vivian en la calle de la Barca, en una habitacion que habia alquilado -?veinticinco anos hacia ya!- a una vieja grunona. La tristeza de esta habitacion, el eterno mal humor de la vieja, el contacto con los ninos del Hospicio en el taller y la mugre del barrio le habian llevado insensiblemente a creer que la sociedad en que vivia estaba en trance de descomposicion. Esto y la audiencia que se le concedio el primer dia que habia entrado en aquella barberia decidieron su destino. El comunismo le parecia una solucion como sociedad nueva, joven, «Nada de viejas grunonas, nada de mugre. Todo nuevo y joven.» El ejemplo lo tenia en la fotografia. En las revistas sovieticas, asi como en el cine, el arte fotografico ruso le parecia de un realismo impresionante. Con igual tecnica que los alemanes, pero con mas pasion. «Naturalmente, es gente nueva, joven. Lo mismo que ocurre con la fotografia ocurre alla con todo.» La destruccion de la imprenta y el taller tuvo en la barberia gran repercusion, porque el contacto mas intimo con Victor descubrio al barbero y al grupo de fanaticos que en el fondo Victor era un hombre debil. Y que si alguien habia no joven alli, era precisamente el propio Victor. Y por lo demas, sus manias artisticas empezaban a desconcertarlos. Que retratara a Ernesto recogiendo excrementos en la procesion, de acuerdo. Pero ?a que fotografiar el campanario de la Catedral, y decir luego, mostrando una ampliacion: «?Que os parece? Se ve que la luna resbala por la fachada»? ?Es que los obreros y campesinos rusos permitirian que la luna le diera masaje a una catedral? Por lo visto la palabra «joven» era magica. Porque la teoria de inyectar juventud a las organizaciones sociales -adoptada ya por la CEDA- no era exclusiva, en el campo izquierdista, de los comunistas. Lo mismo ocurria en la UGT, ya desde mucho tiempo antes. Ahora
?Matias opinaba lo contrario, que lo que faltaba en el mundo era madurez y experiencia! Entendia que el propio Julio Garcia era demasiado joven para ocupar el puesto que ocupaba. Decia de el: «Tiene muchos hilos en la mano y me temo que al final se arme un lio».
Ignacio, desde las manifestaciones del subdirector, pensaba mas que nunca que uno de estos hilos era la masoneria. Por ello su curiosidad era grande para saber en que pararia el asunto anarquista y si Julio verdaderamente protegeria al Responsable o si el castigo seria duro. La noticia de que faltaban pruebas para condenarlos fue recibida en el Banco con cierta perplejidad. El subdirector dirigio a todos una sonrisa que ahorraba todo comentario.
Y cuando el grupo de asaltantes fue puesto en libertad provisional, aunque sujeto a expediente, las sospechas de Ignacio se pusieron al rojo vivo y su consideracion por el subdirector aumento. La actitud de los liberados empeoraba las cosas, pues Blasco entro en el Cataluna con aires de triunfador. Dijo a los demas limpiabotas: «Pues, ?que os creiais? Todos dormiamos. Yo aquel dia me levante a las nueve, y el Responsable a las diez».
David y Olga le decian a Ignacio: «Lo mejor que puedes hacer es olvidar todo eso y prepararte para los examenes. ?Te das cuenta de que falta escasamente un mes?»
Ignacio comprendia que los maestros tenian razon. Pero no se le ocultaba que David y Olga habian adoptado una actitud muy definida ante cada uno de aquellos acontecimientos. En primer lugar, eran partidarios de la inyeccion de juventud. En segundo lugar, se alegraban de la destruccion de
– ?Estudia, y contempla nuestro surtidor! -rubricaba Olga.
Ignacio acabo haciendoles caso. Al diablo todo aquello. Estudiar, el titulo de bachiller estaba ahi. Los maestros ejercian influencia sobre el. En realidad, tenian gran sentido practico. Bien claro lo veia, con solo comprobar lo que ocurria con su Manual Pedagogico. No, aquel librito no era letra muerta. No se trataba de una lucubracion en el aire. Aquellos meses de frecuentar la Escuela le habian demostrado que David y Olga, en sus clases con los pequenos, lo habian puesto en practica con resultados sorprendentes. Los chicos y las chicas salian de alli con aire mas precoz, mas emancipado que los alumnos de los Maristas o de la Doctrina Cristiana.
– Por eso creemos en la juventud, ?comprendes? -le decia David-. Porque los jovenes seran algun dia de otra manera.
Debia de ser cierto. ?Como no renovarse ante aquellos procedimientos? Las pizarras en las paredes de la clase eran verdes, a tono con el campo uberrimo que se divisaba desde los ventanales, prolongandose hasta la falda de Montilivi y el rio. Los jueves y los domingos los alumnos cultivaban una huerta situada a un par de kilometros, ante el alborozo del propietario. Cada semana, un tribunal de alumnos deliberaba y dictaba sentencia contra los autores de desaguisados cometidos en clase. Media docena de cometas cruzaban el cielo a la hora del recreo, mientras David explicaba a los chicos las teorias de la velocidad del viento y toda suerte de fenomenos meteorologicos. Alguna noche se habian reunido para estudiar el firmamento y conocer los nombres de las estrellas. Planeadores, mas de uno habia aterrizado en la calva de algun pacifico vecino del barrio. ?Pozos petroliferos, ninguno descubierto por el momento, y era una lastima! Iniciacion sexual. Se habia constituido un fondo economico y todos los sabados llevaban parte de el a una persona necesitada de los contornos. Su popularidad era mucha gracias a ello, y los ninos tenian la sensacion de ser utiles. Para las vacaciones estaba prevista una estancia colectiva de un mes en algun pueblo de la costa, donde se ejecutarian trabajos manuales que permitirian, para el curso proximo, adquirir un acuario.
Las noticias que se recibian de las familias Alvear-Elgazu tambien acusaban malestar. Jose, en Madrid, decia «que actuaba de lo lindo» sin especificar en que sentido; y el hermano de Matias, Santiago, junto con su companera, la mecanografa del Parlamento, preveia «acontecimientos para otono». Desde Burgos se anunciaba que la UGT se abria paso, y que la sobrina de Matias tenia relaciones con un joven valor del Sindicato. Una posdata anadia que en Castilla unos estudiantes metian mucha bulla con un partido «fascista» que habian fundado unos meses antes, a las ordenes de un hijo de Primo de Rivera, y en el que se declaraban partidarios «de la dialectica de los punos y las pistolas».
El partido se llamaba Falange Espanola. «La mayoria de afiliados eran hijos de papa, pero en los mitines hablaban como Dios, esto habia que reconocerlo.»
Los de Bilbao se quejaban de que la primavera era lluviosa. El tio de Ignacio, encargado de una fabrica de armas de Trubia, «trabajaba horas extraordinarias». El ex «croupier», en San Sebastian, iba a casarse. La abuela se mantenia tiesa. Todos los dias se hacia acompanar al mar por sus dos hijas solteras. Cuando el aire del Cantabrico se ponia humedo, regresaba a su casa, con un enorme panuelo negro sobre los hombros, parecido al que usaba la madre de mosen Alberto. En la ultima carta ponia: «Si Ignacio aprueba le mandare como regalo una pluma estilografica».
Pero se veia que la preferida de la abuela era Pilar. Continuamente pedia retratos de ella pues decia que a la edad de la muchacha todos los dias se cambia. Por eso Pilar reclamaba siempre una maquina fotografica. «Aunque sea de esas de doce pesetas», decia. Pero Matias opinaba que el gasto de la compra era lo de menos, que luego venian los carretes y el revelado y las copias.
Pilar andaba muy misteriosa aquellos dias. Siempre tenia que permanecer en las monjas mas de la cuenta, para preparar no se que de fin de curso y una especie de homenaje a sor Beethoven. Un dia Matias le dijo: «Bueno… ?y que pasa? ?Para ese homenaje teneis que ir a documentaros al cine?»
Pilar casi se desmayo. ?Descubierta! Su padre sabia que ella, Nuri, Maria y Asuncion iban al cine dos veces por semana. ?Con las precauciones que habia tomado! La culpa era de que los cines estuvieran instalados en la Plaza de la Independencia, alli mismo, al lado de Telegrafos.
Matias le habia dicho aquello en ausencia de Carmen Elgazu. Pero ?que iba a pasar?