humilde. Entendia que la Religion creaba este tipo de ser, previamente derrotado. Un dia le habia dicho a Ignacio, hablando del incremento del atletismo: «Vas a ver dentro de unos anos. Un grupo de esos obreros morenos, fuertes, con buenos punos y conociendo la tecnica del jiu-jitsu. ?Que podran en contra esos palidos muchachos de la Congregacion Mariana o los de Accion Catolica?» En presencia de Cesar se reia. Las orejas de este y sus movimientos de asombro le hacian tanta gracia como al Responsable los pelos como lanzas del senor Corbera. Le daban ganas de sentarse encima de su rapada cabeza y de dar varias vueltas sobre si mismo. «Dele cafe a su hijo -le decia a Carmen Elgazu-. Mucho cafe.»

Ignacio notaba que su hermano habia cambiado, que era mas hombre.

– ?Es que has estudiado mucho? -le pregunto.

– Si. Bastante.

Era cierto. Habia dado un gran salto. Hasta aquel curso tenia ideas muy vagas sobre las cosas. De repente, se hubiera dicho que el profesor de latin le habia iluminado el cerebro. Empezaba a tener una vision precisa de la configuracion del Universo y se habia formado un cuadro sinoptico embrionario, pero exacto, de la historia de los cinco continentes, en los planos fisico y humano. Respecto al pensamiento, sin haber llegado aun a los cursos de Filosofia, que empezarian con el quinto de la carrera, por reflexion, conversaciones oidas y alguna lectura, parecia estar en condiciones de defenderse discretamente. De Apologetica andaba preparado.

Probablemente Julio se hubiera llevado una sorpresa si le hubiera hablado del libre albedrio o de la legitimidad de la confesion. Y si Cosme Vila le hubiera preguntado: «Bueno, ?como es posible que los angeles se rebelaran si eran espiritus puros?», probablemente Cesar habria desplegado ante el, con sorprendente facilidad, una teoria verosimil y cenidamente ortodoxa.

De todos modos, lo importante en Cesar continuaba siendo no su cerebro, sino su corazon. Mas grande si cabe. En el Collell se habia convertido en una institucion. Los internos de pago habian acabado por rendirse a su sencillez, y excepto el pelirrojo, que continuaba destrozando la almohada cada noche, y algunos cinicos por costumbre, todos le trataban con afecto.

Poco a poco les fue contando su vida en aquel invierno. Resulto que un buen dia -en noviembre creia que fue- las Hermanas le reclamaron para que las ayudara en la enfermeria. Dos dias por semana tuvo que ir. Tuvo que vencer muchas repugnancias: los tumores daban nauseas, la sangre le mareaba y cuando alguien tosia de cierta manera le parecia que le iba a contagiar todos los microbios. Pero el ejemplo de las monjas lo estimulo. Aquel ano hubo muchos enfermos. Aprendio a jugar a las damas para entretenerles, y un poco al ajedrez. Un detalle en contra suya: jamas aprenderia a poner inyecciones. Torcio no sabia cuantas agujas, arranco muchos ayes que hubieran podido ser evitados. Varios enfermos habian levantado la cabeza y le habian llamado «monstruo».

El dia del cumpleanos de Ignacio lo habia celebrado con otro de los criados, jugando una partida de pelota a mano. Perdio -21-18-. Dieciocho, los anos de Ignacio…

El cumpleanos de Pilar -quince, ?no era eso?- lo celebro tambien, comiendose un pastel magnifico que le preparo la directora de la enfermeria. Por cierto que la monja jugaba a las damas como nadie.

Etcetera.

Todo lo que contaba era importante para la familia. Carmen Elgazu le escuchaba viendo en cada una de sus palabras la gracia de Dios, la lengua del Espiritu Santo. Se convencia cada vez mas de que, de parecerse todo el mundo a Cesar, no ocurriria todo lo que estaba ocurriendo, no se celebrarian en Barcelona aquellas terribles manifestaciones de protesta, ni empezaria a sonar la palabra «revolucion», ni el campo entero andaluz se declararia en huelga, dejando pudrirse tos frutos al sol, dejando morir de sed al ganado en las cuadras.

Cesar hablaba lentamente, y de repente se retiraba a su cuarto a rezar. Rezaba y procedia a su cotidiano examen de conciencia. Y se decia que debia establecer su plan de accion para el verano.

?Valgame Dios! Algunos de los proyectos que tenia eran faciles de llevar a cabo: volver al cementerio, a la calle de la Barca, agrupar de nuevo a los ninos en aquel vestibulo fresco, de ladrillos rojos -4 x 4, 16-. Facil todo eso, porque ya rompio el hielo el ano anterior. Facil ir al Museo, a esperar algun turista ingles con pantalon corto. Pero llevar a cabo otro de sus proyectos… Dar con las catacumbas, por ejemplo… Volver a Ignacio al buen camino…

Esto ultimo era lo principal. No bastaba con que Ignacio guardase su compostura y hubiera aprobado el ultimo de Bachillerato. Era preciso sanear su corazon. Su madre le habia contado en una carta la tremenda escena que tuvo con mosen Alberto, en la que Ignacio dijo cosas tan graves, y en otra lo nefasta que resultaba para el la influencia de David y Olga, «maestros que en vez de decir Dios decian no se que substancia cosmica o fuerza, una substancia que ellos consideraban muy grande, pero que ella, Carmen Elgazu, consideraba muy pequena».

Pensaba en los consejos de su profesor de latin, siempre gran conocedor de las almas. En primer lugar, rezaria. ?Como no confiar en la plegaria? Era infalible. Luego… daria ejemplo. Los actos. Hablar hablaria poco. Ya casi se arrepentia de haber hablado tanto en el comedor. Ademas de que con Ignacio llevaria las de perder, pues destruir una teoria es siempre mas facil que construirla. Ahi estaba Julio como ejemplo vivo. Luego… no sabia. Ya veria. Pero era preciso salvar a Ignacio. Y a Pilar. Porque aquella revista de cine…

Habia que cuidar de la familia, era lo basico. Y luego… el proyecto intimo, secreto, sobre el que todavia no se habia confiado con nadie: aprender el oficio de imaginero.

?Exacto! Esto era importante. Entranable proyecto, que no obedecia a impulso temperamental, pero si a algo rigurosamente meditado. Cesar se decia: «Aparte de consagrar, ?que cosa podia existir mas hermosa que crear con las propias manos imagenes religiosas, de santos, de martires, de la propia Virgen, del mismisimo Cristo en la Cruz?» ?Cuantas veces habia pensado en ello! Sentiase incapaz de crear el original, pero no de trabajar en su ejecucion. ?Y pintar las copias luego, la tunica de tal color, las sandalias de tal otro, mucho cuidado con los ojos, oro en la corona! Tenia ideas muy personales a este respecto. Se habia informado. La mayor parte de las imagenes que circulaban por el mercado eran indignas de lo que representaban. En la provincia habia grandes fabricas, en Olot, que, al lado de modelos decorosos, lanzaban series sin ningun respeto. El pensaba entrar en uno de los dos pequenos talleres existentes en Gerona, y proponer una reforma total. ?Atencion a la Hagiografia y a la Liturgia! Se pueden interpretar simbolicamente la verdad, sobre todo cuando hay que erigirla en simbolo. ?Pero, cuidado, cada caso es arte mayor! ?Cuidado con aquellas imagenes del Nino Jesus tierno, regordete, de ojos azules abiertos de par en par y una piernecita al aire! Mosen Alberto le ayudaria para que le admitieran en un taller de Gerona, durante las vacaciones.

CAPITULO XX

Ignacio, liberado de la preocupacion del Bachillerato, se sentia libre y fuerte. Su pensamiento volaba… Tambien el acariciaba un proyecto: pasar las vacaciones en el mar, con David y Olga…

Los maestros iban a partir de un momento a otro, con dieciocho alumnos, chicos y chicas, a San Feliu de Guixols, cuyo Ayuntamiento les habia cedido generosamente un edificio situado en un promontorio al oeste de la bahia, junto a la Torre del Salvamento de Naufragos. Una especie de hotel deshabitado, entre pinos.

Le habian propuesto a Ignacio: «?Por que no te vienes con nosotros? Si tus vacaciones coincidieran…» Aquello tenia una ventaja: le saldria muy barato, entraria en el presupuesto colectivo. Muy importante teniendo en cuenta que la incorporacion de Cesar desequilibraba todos los veranos la economia familiar.

Ignacio hablo de su proyecto con Cesar. Porque, de repente, al ver a su hermano tan servicial y atento, le entraba una rafaga de carino por el, y entonces le hacia confidencias de todas clases, a veces innecesarias. Cesar, en estos casos, se sentia poseido de una gran responsabilidad y media mucho sus palabras. En realidad, a el le resultaba mas comodo rezar y dar ejemplo.

El dia en que Ignacio le comunico que buscaba novia, Cesar se aturdio. Sonrio y se toco las gafas. «En eso, ?sabes…? Yo…» Ignacio se echo a reir. Le tiro de la oreja. «?Ah, tunante! ?Estas seguro de que no has pensado nunca en eso?» Luego se arrepintio de esta insolencia.

Otras veces le hablaba de los acontecimientos politicos y sociales, para ver hasta que punto llegaba su incapacidad de adaptacion en este terreno.

– Ya sabes que hay gran agitacion, ?no?

– Si, eso decian en el Collell.

– ?Sabes lo de Andalucia, la huelga…?

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