– Concretamente eso…no, no sabia.
– Pues… ya llevan varias semanas. Se estan pudriendo hasta las azadas. Incluso en las ganaderias de reses bravas se hace huelga.
Cesar parpadeaba.
– Asi, pues, si dura mucho no habra ni siquiera corridas de toros.
– ?No digas eso, que Raimundo el barbero se desmayara!
Luego Ignacio continuaba:
– ?Y lo de Cataluna, te das cuenta de lo que puede significar?
– Pues… algo de la autonomia.
– ?Si, si! Quieren la independencia completa antes de fin de ano. Veras cuando la gente regrese de las vacaciones.
– ?Y por que la independencia?
– Mira. Son asi. Ahora piden el traspaso de las contribuciones territoriales a la Generalidad y que la policia sea de la Generalidad.
Cesar movia la cabeza. ?Que diferencia habia en que las contribuciones fueran de un lugar o de otro?
A veces a Ignacio le entraba un sentimiento de superioridad y se complacia anonadandole con datos y asustandole. Le decia que en Asturias y Madrid las organizaciones obreras repartian armas a todos sus afiliados.
– Si, Cesar. Se habla de revolucion…
Entonces Cesar miraba a Ignacio con fijeza, a la estrella del belen que pendia de los barrotes de la cama, y como quien hace un descubrimiento decia:
– Todo esto es logico, ?no te parece? Mira, mira aqui. Vas a ver. -Y tomaba la Biblia de la mesilla de noche, hojeandola con familiaridad. Finalmente la abria en las Lamentaciones de Jeremias o en el Apocalipsis de San Juan-. Escucha, fijate:
«Yo, Juan, vuestro hermano y companero en la tribulacion, y en el reino de los cielos, y en la tolerancia de Cristo Jesus; estaba en la isla llamada Patmos por causa de la palabra de Dios, y del testimonio que daba de Jesus. Un dia de domingo fui arrebatado en espiritu, y oi detras de mi una gran voz, como de trompeta, que decia: 'Lo que ves, escribelo en un libro, y remitelo a las siete iglesias de Asia… Diles que se veran en gran afliccion si no hicieran penitencia de sus obras'. Y a la iglesia de Sardis: 'Se vigilante, porque yo no encuentro tus obras cabales en la presencia de Dios'. Vi, pues, como salia otro caballo bermejo; y al que lo montaba, se le concedio el poder de desterrar la paz de la tierra y de hacer que los hombres se matasen unos a otros, y asi se le dio una grande espada.»
Ignacio se sentia algo molesto. ?Por que aquel lenguaje? Caballos bermejos, espadas… Cesar entonces abria en las paginas de los Salmos o en la Carta Catolica de Santiago el Menor:
«Bienaventurado aquel hombre que sufre la tentacion, o tribulacion, porque despues que fuere probado, recibira la corona de!a vida, que Dios ha prometido a los que le aman.»
David, Olga y sus alumnos se marcharon el 20 de julio. Un mes en la playa, en San Feliu de Guixols.
El notario Noguer se fue a Camallera, don Santiago Estrada a Mallorca con la familia. «La Voz de Alerta» a Puigcerda, donde junto con unos amigos queria fundar un club de
Ignacio se reuniria con David y Olga en San Feliu de Guixols, en el edificio entre pinos, el primero de agosto, fecha en que comenzaria las dos semanas de vacaciones que le correspondian.
En Gerona quedaria poca gente: Carmen Elgazu, Matias Alvear, Cesar, Pilar, los locos de Sali, los enfermos del Hospital, los chicos del Hospicio. Y todo el barrio de la Barca en pleno, sin recursos para viajar.
Tambien por este motivo Pilar empleaba la palabra revolucion. La muchacha queria armar una revolucion en casa, porque Ignacio se iba quince dias al mar y ella no; pero Ignacio le paro los pies. «?De que te quejas? El ano pasado estuviste tu, con el pretexto de los granos y demas.»
Otra de las personas que se quejaban era dona Amparo Campo. Julio tampoco queria llevarla a ningun sitio. Julio le dijo: «No puedo abandonar Jefatura. Destituiran al Comisario de un momento a otro y he de permanecer aqui». Dona Amparo Campo, que en la playa hubiera podido exhibir la redondez de sus brazos, se llevo un berrinche.
– ?Que hare, pues, todo el verano? ?Salir con la tortuga?
Encontro a
– ?Que hace Ignacio…? No le veo casi nunca. Digale que me aburro. Que venga a verme alguna vez.
Y, sin embargo, dona Amparo Campo y todos los que se quedaran en Gerona y quisieran exhibir sus brazos, podrian hacerlo: el 30 de julio se inauguraria la Piscina Municipal.
Gran acontecimiento. Habia gente que consideraba aquello una profanacion y la perdida definitiva del silencio en la Dehesa. Porque la piscina, situada al norte, en el llamado Campo de Marte, ademas de agua corriente, trampolin y duchas… ?dispondrian de pista de baile, con altavoz!
Y no obstante, a Ignacio todo esto le tenia sin cuidado. Lo que ocurriera en la piscina no le interesaba para nada. El uno de agosto tomo el tren pequeno, despues de despedirse de todos y de oir mil consejos de Carmen Elgazu. Matias, en la estacion, le dio una pequena suma de dinero diciendole: «Tu mismo, hijo. Sin hacer el ridiculo, devuelve lo que puedas». Ya se encontraba en San Feliu, en el edificio cedido por el Ayuntamiento a David y Olga, junto a la torre del Salvamento de Naufragos.
Los hallo a todos muy bien instalados. Los ninos en un ala del edificio, las ninas en la otra, los maestros arriba. El hotel era blanco, con una terraza que dominaba la bahia entera, pues por aquel lado el bosque de pinos clareaba.
El orden interno de la Colonia -la colectividad habia adoptado este nombre-, era perfecto. Al toque de diana eran levantadas las camas y en su lugar se instalaban las mesas que luego servirian de comedor. Todo por turno riguroso: ayudar a la cocinera, limpieza, bajar al pueblo a comprar. Los propios alumnos cuidaban de todo, excepto de la administracion y la cocina. Para servir la mesa, las ninas reclamaron la exclusiva.
Lo primero que hizo Ignacio fue esperar a que llegara la noche para irse solo al rompeolas y contemplar el mar, que apenas habia visto desde que se marcho de Malaga, y escucharlo hasta que su corazon se sintiera satisfecho. Asi lo hizo. Y apenas llegado a el, reclinado en la barandilla, bajo el faro que giraba silencioso, le parecio tan hermosa el agua que le rodeaba por todas partes, y la quietud, y el cielo que se extendia de punta a punta sobre su cabeza, que tuvo la impresion de que rompia con su pasado, con el Banco, con Gerona, casi casi con su Bachillerato. Se dijo que ya nunca mas tendria preocupaciones de sociedad, de dinero, de trabajo, de conciencia. Su vida iba a ser, ya para siempre, aquel rompeolas, aquella quietud, aquel faro que giraba silenciosamente. Con la espuma que le llegaba se mojo la frente y las sienes. Y respiro hondo. Y alla quedo al paso de las horas, isla humana, pensamiento, volviendo de vez en cuando la mirada hacia el pueblo, cuya bahia, a lo lejos, resplandecia de luces porque era la Fiesta Mayor. Una de estas luces titilaba al viento junto a la Torre del Salvamento de Naufragos. Era el faro del edificio en que el viviria aquellas dos semanas, en compania de los alumnos y sus maestros.
David le habia dicho:
– Llevate el