ninguno de los dos.

La puerta estaba cubierta por una serie de cintas con cuentas que colgaban hasta el suelo, y el lugar apestaba a cerveza pasada y marihuana. El tufo lo golpeo como un bate de beisbol y estuvo a punto de desmayarse. Tardo un rato en acostumbrarse. Entro en el Buho Fermentado atravesando las cuentas. Oscuridad equivalia a seguridad. Busco a Willy pero no pudo encontrarlo entre las sombras. Su mano temblaba cuando saco la cartera. Nunca hubiera creido que lo diria pero necesitaba desesperadamente un trago. Era hora de emborracharse.

El gorila podia haber aparcado un Mazda en su ombligo de no tenerlo tan lleno de hebras de lino de su camiseta Harley Rules. Su velluda tripa cervecera asomaba desnuda por encima de su cinturon. La hebilla era en realidad un pequeno cuchillo que podia sacar si las cosas se ponian demasiado feas. Comprobo el carne universitario de Cal y esbozo la tipica sonrisa que le ofrecian todos los palurdos gorilas cuando veian que era un chico del campus. Formaba parte del factor de anonimato, seguro y tranquilo, aunque en un lugar asi uno siempre corria el riesgo de acabar diciendo «sip» y omitiendo la ultima consonante de las palabras. Cal recupero su carne, tratando por todos los medios de contener el temblor de la mano que sujetaba la cartera. El maton se aparto con un renuente encogimiento de hombros y lo dejo pasar.

Estaba sonando la entrada de contrabajo de una melodia de Nocturnal Emission, que hacia vibrar el suelo de madera. Las sacudidas del ritmo empezaron en su pecho y ascendieron por su garganta. Por el rabillo del ojo entrevio billetes de a dolar sacudiendose en medio del aire humeante. Su vision periferica capto los extremos de las bailarinas concentradas en lo que les tocaba, languidas y viciosas, siguiendo el ritmo, pero se encamino en linea recta hacia la barra de la pared opuesta.

Una camarera le salio al paso antes de que la chica de la barra tuviera ocasion de levantarse de su banquillo. Las dos andaban a la caza de una propina y las dos eran tan seductoras como las bailarinas del escenario. Posiblemente mas, pues dejaban algo a la imaginacion. Un denso reguero de humo floto en pos de su cuerpo mientras se movia lateralmente a lo largo de la barra entera y se le acercaba tanto que lo obligaba a encogerse. En los tugurios como aquel la velocidad era indispensable, especialmente cuando todo el mundo estaba dispuesto a matar.

Tenia labios carnosos y gruesos, con un cierto exceso de pintalabios de color cereza d, y el rostro tan lleno de sombra de ojos que parecia una de esas egipcias que utilizaban cenizas y kohl para mantener los ojos a salvo de la muerte. Puede que supiera algo que el ignoraba.

– Eh, tu, bombon, ?que puedo traerte?

– Un hirviente doble con whisky.

– Un mal dia en la escuela, ?eh? -pregunto, con un cimbreo adicional que hizo que pareciera que estaba hablando del colegio, y el fuera un nino pequeno de zapatos lustrosos, con su tartera, practicando para un concurso de deletreo, el pelo pegado a la frente y un beso de mama fresco en la mejilla. Los dedos ya le temblaban. Algunas veces le pasaba, cuando lo embargaba la necesidad. Se traslado al otro lado de la barra y pidio alli su bebida. La chica le sirvio un doble de Four Roses y una jarra de cerveza de barril.

– Ahi tienes. -Tenia una bonita sonrisa, una de esas en las que te gustaria confiar si pudieras-. ?Quieres una cerilla para encenderlo, carino?

– No gracias. -Vertio el licor en la jarra y engullo la mezcla antes de que la espuma de la cerveza hubiera tenido tiempo de formarse. Actuar asi delante de ella fue una estupidez pero no pudo contenerse.

Ella doblo la cabeza como lo habria hecho un perro al oir un ruido raro.

– Para eso no pidas un hirviente, ?no? -dijo-. Despues de todo, se supone que tiene que hervir.

– Yo creia que se suponia que tenia que emborrachar.

– Y eso es lo unico que buscas, ?verdad? Muy bien. Entonces… ?otro?

– Sip.

– Te han suspendido un examen importante, ?no? -Susurro las palabras entre dientes, con un cierto sarcasmo pero no de forma especialmente amarga, solo lo bastante alto para que el pudiera oirla. Seguia sonriendo y seguia mirandole a los ojos con interes. Eso le quito toda la punta al comentario. A Cal le gustaba lo que le hacia el maquillaje egipcio-. Ni siquiera has parado para echar un fiche a las chicas.

Fiche. No habia oido la palabra fiche en toda su vida.

– Solo tengo ojos para ti, querida.

– Oh, dulce mentiroso.

Sus negros ojos lo golpearon. Se habian dado cuenta de que era un juego y ya estaban cansados de el. Si mostrabas el menor interes, salian huyendo como alma que lleva el diablo. Le puso la bebida, pero esta vez no se molesto en prepararsela. Cal engullo el whisky y lo remato con un largo trago de cerveza. Apuro la jarra y dejo las ultimas gotas unos segundos en su boca antes de tragarselas, igual que hacia la madre de Jodi.

– ?Otra? -dijo Cal, a pesar de que era consciente de que estaba yendo demasiado deprisa y que tambien el gorila de la puerta se habia fijado. Penso en todos los espejos del local haciendose anicos, el mobiliario volando y rompiendose, las chicas riendo y chillando y corriendo desnudas por la nieve-. Por favor.

Ella estaba pensando lo mismo.

– Claro, pero, ?por que no te vuelves y miras un rato a las chicas mientras todavia te queda un poco de fuelle, ?vale, carino?

– Sip, trato hecho.

Para la ultima copa le permitio encender una cerilla y prender el whisky antes de meterlo en la cerveza y dejar que se formara la espuma. Yuuupi, un hirviente de whisky. Le sorprendio ver que ella parecia extraer una especie de excitacion contemplando como se lo bebia asi. Lo engullo dejando que el ultimo trago se posara en su lengua un instante, a fin de que el licor adormeciera sus papilas gustativas. Dejo un billete de veinte en la barra, se volvio y se dirigio a las mesas que habia al pie del escenario.

Las luces estroboscopicas y los tristes neones proyectaban destellos de sudorosa sexualidad en la oscuridad, junto a centelleos de cabellos negros y humedos. Sobre las paredes se deslizaban sombras torridas y seductoras, chicas que se adherian a los postes y, con las piernas muy abiertas, friamente, subian y bajaban y volvian a subir, cimbreandose adelante y atras. Sintio un cierto fastidio al darse cuenta de que se lo habia perdido hasta el momento. Un instante de cegador blanco abrio la oscuridad, seguido por un par de destellos anaranjados, antes de que todo se pusiera negro. Era imposible saber cuantas chicas habia con las luces parpadeando de aquella manera furiosa. Las bailarinas parecian desplazarse con movimientos mecanicos, convulsos, sacudiendo los cuerpos por el escenario, los tios hipnotizados, las tetas bamboleandose, las chicas deslizandose, ahora aqui, luego alla, junto a otros hombres, la musica sin parar.

La accion lesbica significaba normalmente una buena propina y las chicas complacian a la audiencia siempre que podian. Se besaban con lengua unas a otras, pero lo hacian con un aire hastiado -y sin embargo lamian pezones, y chupaban lenguas como si fueran pollas-, poniendo solo el entusiasmo justo para hacerlo. A pesar de lo cual, a los tios los volvia locos.

Los tacones altos levantaban chispas de electricidad estatica en el suelo, estallidos azulados y amarillos que iluminaban los tobillos femeninos. Apenas se entreveian por instantes las ligas, una pierna voluptuosa que se alzaba sobre una cabeza rubia, algunos pezones perforados, montones de culos prietos. Movimientos cremosos, deslizantes y giratorios, costillas que aparecian un instante mientras se escabullian a un rincon a esnifar un poco de coca.

Tambien se veian las magulladuras y los cardenales, y las amarillentas marcas de mordiscos. El tiempo empezo a lubricarse, como le gustaba, el sexo a exaltarse, como debia ser, mientras los minutos se alargaban y se iban desgranando. Escuchando los profundos halitos de los fantasmas, los animados silbidos, los asquerosos eructos cuando alguien terminaba una cerveza. No les importaba una mierda, no era mas que un negocio, querian meter un pezon en esa cerveza y luego salir de alli. Dos chicas cubiertas de aceite luchaban por mantenerse en pie mientras se trababan en un alcoholico duelo de lenguetazos no del todo fingido; el dinero flotaba hacia sus pies. Se pusieron de rodillas, luego en el suelo. Se levantaron rugidos antes de que finalmente abandonaran. Las cabelleras alborotadas se elevaron un poco mas en el aire y desde el suelo se alzaron los vitores de jovenes y viejos que gritaban y reian como asesinos satisfechos.

Las luces estroboscopicas se apagaron y los focos relucieron en un momento de brutal claridad que mareo a Caleb. Tardo un minuto en acostumbrarse a ello, y entonces empezo a vislumbrar la anemia de la tez de todos, la desnudez de la sala, las carencias de su propia miseria.

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