Lastima no haber grabado aquellos gritos de su madre cuando pedia que la mataran. Aquel cacareo.
A usted no podemos matarla. Entiendalo. Usted no es una gallina. A usted no vamos a matarla. No nos lo diga mas veces. Haga el favor. Bastante dificil es su caso como para que encima nos pida que la matemos. Usted es una persona con alma. No olvide su nombre. Dolores. Nuestra Senora de los Dolores. ?Recuerda que tiene alma dona Dolores? ?Un alma eterna que ha de salvarse eternamente? Asi que no diga esas cosas. No nos haga perder la paciencia. Tenga un poco mas de paciencia.
No tenia paciencia. Nunca tuvo paciencia. ?Que es la paciencia? ?Sabia esta canalla medica del hospital catolico lo que era la paciencia de su madre?
Ella negaba tener alma. Se cagaba en el alma inmortal. En su alma y en todas las almas incluidas las benditas almas del Purgatorio. Se cagaba en la eternidad. En las tres personas de la Santisima Trinidad. Se carcajeaba de la divinidad dividida en las tres personas y multiplicada por cuatro.
Queria que la mataran.
Que lo hiciera Juan.
Juanito tu puedes hacerlo. No se enterara nadie. No lo sabra nunca nadie. Con pastillas. Con un bisturi. Trae un bisturi y clavame el bisturi en el cuello. Yo te ayudare Juanito. No seas malnacido. ?Vas a dejarme aqui con las gallinas? Tirame de la cama. Dame un empujon. Empujame para que me caiga de la cama.
Lo decia con los ojos fuera de sus orbitas. Los mismos ojos con los que le miro hace anos cuando le dijo Juanito metete en la cama conmigo y veras como no vale la pena ese momentito de placer. Pruebalo. Te convenceras de que no vale la pena. Es solo un momentito. Cuando lo pruebes veras como me das la razon. No te casaras nunca. No tendras hijos. ?Para que quiere uno tener hijos?
Los mismos ojos que entonces.
?Por que no se metio en su cama? ?Por que no obedecio a su madre? ?Que habria ocurrido si llega a meterse aquella noche en su cama?
Empujame por un lado y tirame de la cama.
Un bisturi.
Mal nacido.
Pruebalo.
No se enterara nadie.
Clavame el bisturi en el cuello.
Pastillas.
No vale la pena.
No tengas hijos.
Ella creia que era facil empujarla a un lado. Dejarla caer al suelo. Desnucarla. Y no era facil. Con ella nada era facil.
?Se desnucaria o se romperia unicamente la cadera?
No era una cosa facil matar a su madre en un hospital catolico. La muerte de su madre estaba resultando tan complicada como habia sido su vida. O tal vez mas.
Primero murio ella. Luego murio el.
?Que diferencia!
Su padre dialogaba dia y noche con todo el reino celestial. Nunca le habia oido hablar tanto en toda su vida. Hablaba y hablaba sin parar. Hablaba con los vivos. Con los muertos. Con los inmortales.
Y daba muy buenos consejos. Recitaba plegarias. La llamaba a ella. Dolores.
Dolores.
Querida Dolores.
Ya no puedo tardar mucho en reunirme contigo. Ya voy. Esperame ahi.
Ve abriendome la puerta.
Veo la puerta.
La luz.
Juan recordaba el rostro ceniza de su padre y viendole ahora muerto le costaba creer que hubiera sido capaz de zarandearle un dia de aquel modo.
Fueron unos segundos. Una eternidad.
Su cuerpo iba a un lado y otro como un muneco de trapo.
Uno dos. Uno dos.
Grabando.
Grabando ya tendria que haber llamado Berta. ?No dijo que estaba a punto de salir?
Un retraso indefinido no es un retraso eterno.
En el Algonquin estaba nervioso porque era la primera vez. Pero aqui no tiene ningun sentido ponerme nervioso. Sin embargo acabare poniendome tan nervioso o mas que entonces.
En el Algonquin Berta se bano. Vino a su cama. Juan la beso por todo el cuerpo. Sobre todo la beso en los pechos. Le gustaban sus pechos. Y tambien la beso en el vientre con la pasion contenida de muchos anos.
El olor de su piel le hacia creer que aquel cuerpo no era el cuerpo actual de Berta sino que todavia era el cuerpo huidizo de aquella nina de 13 anos.
Berta le sumergia en la confusion de todos los recuerdos.
Tan pronto estaba con ella en una playa sin atreverse a tocarla como estaba en el oleaje de la cama de un hotel de Nueva York donde Berta ya no era en absoluto una nina ingenua.
Lo mismo ocurrio con la muerte de sus padres. Verlos primero a una y luego al otro metidos en sus respectivas cajas le produjo a Juan la curiosa impresion de haber encontrado por puro azar viejos objetos extraviados mucho tiempo antes.
?Por que zarandeo a su padre de aquel modo? ?Cual fue el motivo?
Habian gritado hasta desganitarse. Se habian insultado sin ahorrar un solo improperio. Se habian amenazado. La perfecta pareja matrimonial habia tenido otra perfecta trifulca matrimonial. Ni siquiera era de las peores. Una mas. Y Juan estaba como siempre entre los dos. Era el arbitro de sus peleas.
Pero sin saber por que de repente la cabeza de su padre se convirtio en la cabeza de un muneco de trapo. Un muneco de trapo al que tal vez podria zarandear. ?Por que no probarlo? Eso era algo nuevo. Eso le daba amenidad y frescura a este combate aburrido. Rancio. Interminable.
Podia lanzar al muneco contra el armario. Contra la pared. Contra el suelo. Contra la puerta. Incluso contra su esposa. El enemigo.
?Habia probado alguien a hacer algo asi con un padre cuando el padre se convierte repentinamente en un muneco de trapo?
Sus pupilas estaban dilatadas.
Su cara era de espanto.
Su gesto era de incredulidad.
Abria la boca como un ahogado.
?Aire?
?Le faltaba aire a su padre?
?Su padre estaba ahogandose?
Imposible.
Aquella mueca seguia pareciendole demasiado extrana. Artificial. Forzada. En el fondo lo que veia en los ojos de aquel muneco de trapo era un horror placentero. No era el horror autentico. El horror y el espanto sinceros. Lo que Juan veia en el rostro de trapo de su padre mientras lo zarandeaba solo era la apariencia del horror ya que debajo de ese horror se asomaba el goce de un padre de trapo al ser zarandeado por un maldito hijo.
Su padre balbuceaba.
?Sabes lo que estas haciendo?
?Como te atreves a hacerle esto a tu padre?
?Sabes que estas golpeando a tu padre?
Por fin habia comprendido como era su hijo.
Peligroso. Violento.
Todavia queria decir algo. Hacia aspavientos. Era un maestro de los aspavientos. Un genio de los aspavientos.