mesa una cinta sin nada dentro. El director creeria que le tomaba el pelo. Era mal pensado. Volvio a tocar el timbre del convento. Estaba nervioso. Estaba ansioso por ver a sor Teresa y acabar la historia cuanto antes. Se controlo. Puso cara de fraile de orden mendicante. Una monja bastante mas joven que sor Teresa abrio la puerta. La monja creyo en el primer momento que Juan habia olvidado algo. Pero era mucho peor. Juan le suplico que avisara a sor Teresa porque era preciso volver a hablar un momento con sor Teresa. La monja movio la cabeza.
No era posible. No podia molestar a la madre priora. La madre priora duerme la siesta. Ya es una persona de edad. Necesita dormir la siesta. El medico les dijo a todas las monjas de la comunidad que hagan lo posible para que sor Teresa duerma todos los dias un par de horas despues de comer. Come muy poquito pero la siesta es sagrada ?Podria volver manana por la manana?
A pesar de la insistencia de Juan la monja no cedio. Juan se despidio de la maldita monja. La monja cerro la puerta del convento. Se sentia ofuscado. Estaba repentinamente agotado. Hundido. Su avion salia en menos de tres horas. En aquella cinta que volvio a poner no se oia ni la respiracion de sor Teresa.
?Era un castigo del cielo?
?Que puedo hacer?
Entonces Juan hizo lo unico razonable que podia hacer. Se metio en un bar. Se sento en un rincon. Pidio un conac. Se bebio el conac. Luego pidio otro conac. Se lo bebio. Luego saco el bloc de notas donde tenia las preguntas que le habia hecho a sor Teresa. Las leyo una a una. Se dio animo. Y empezo a inventarse una preciosa entrevista. Estaba sorprendido de que eso resultara tan facil. Era mas facil inventar que copiar. Y mas divertido. Lo del manto en las rodillas le quedaba mucho mejor. Ahora veia el manto y antes cuando la monja hablo del manto no llegaba a ver el manto. Cerro el cuaderno. En el mismo bar se comio un huevo duro. Riquisimo. Era el mejor huevo duro que Juan se habia comido en su vida. Se lo comio en dos bocados. Ni siquiera le puso sal. Estaba euforico. Pletorico. Triunfal. Cogio un taxi y fue al aeropuerto.
El director de
Es preciosa. Insuperable. Conmovedora. Lo que necesitabamos. No esperaba una entrevista tan buena. La publicaremos el domingo. Reproduciremos el recordatorio. Deje ahi la cinta. Si tengo un momento la oire. Enhorabuena.
Juan dejo la cinta encomendando su alma a la monja de Marsella y al Rey de Espana para que el director no tuviera tiempo de oirla. De todas formas penso que siempre podria decirle que no se lo explicaba. Algo habria hecho mal. ?La habria borrado creyendo que unicamente la rebobinaba? Pondria cara de sorpresa. De contrariedad. Miraria con desconfianza el magnetofono. Lo sabia hacer bien. Sus manos temblarian un poco al probar las teclas. Eso siempre ayudaba y en su caso no tenia que esforzarse demasiado. Le pediria disculpas al director aunque sin excederse. Lo importante era que la entrevista le habia encantado. Incluso se iba a reproducir el recordatorio. La voz de la monja era algo secundario. Esperaba el domingo con ansiedad. Una vez publicada ya no tendria por que preocuparse.
Grabando aquellos aplausos que recibio Juan en la cena de entrega del Premio
?Temblar delante de esa gente al dar lectura a sus palabras de agradecimiento? Eso no.
Aprendio de memoria las cuatro estupideces que tenia que decir previas a la entrega del cheque de 50.000 pesetas entre el cafe y los licores.
Senores ministros. Senor director de
Juan temia olvidar alguna palabra de su discurso. Temia olvidar entero su discurso. Temia marearse. Desmayarse. Lo temia todo menos temblar porque ya habia estudiado que durante su intervencion que seria de pie mantendria los brazos unas veces cruzados y por tanto con ambas manos apretadas a los brazos y otras veces meteria una mano en el bolsillo de la chaqueta del esmoquin y apoyaria el puno cerrado sobre la mesa. Lo habia ensayado en casa por la manana de ese mismo dia dos veces. Y por la tarde una vez mas. Hablaria mirando a los ministros y a sus esposas. Mirando a su director al mencionar al director. Mirando a los invitados de cuando en cuando. Y por supuesto mirando al busto del fundador de
Uno dos. Uno dos.
Grabando.
Grabando los gemidos de los agonizantes de la Casa de los Moribundos de la Madre Teresa de Calcuta. Con el premio
Vaya usted a Calcuta. Pase algunos dias cerca de los moribundos. Hable con la Madre Teresa. Siga sus movimientos. Impregnese de aquella miseria. Nuestros lectores quieren acompanarle. Mas de doscientos mil lectores estaran con usted en Calcuta. Usted no va a estar solo en Calcuta.
Todavia faltaban algunos anos para que le concedieran el premio Nobel de la Paz a la Madre Teresa de Calcuta. Sin embargo ya era famosa en todo el mundo. Muchos periodistas deseosos de visitar la India veian en la Madre Teresa de Calcuta y en sus moribundos de Calcuta un buen pretexto para el viaje. La Madre Teresa aparecia en programas de television. En revistas femeninas. En publicaciones religiosas. Su rostro de campesina albanesa estaba en todas partes. Era como un sello pegado en todas las cartas del correo apostolico internacional. Era el simbolo catolico de la madre sagrada de la India frente al simbolo hindu de la vaca sagrada. Se sabia que cuando la Madre Teresa viajaba en avion al final del viaje recogia las sobras de las comidas servidas a bordo y se llevaba esas sobras para repartirlas entre los mas pobres de los mas pobres de Calcuta. Naturalmente Juan tambien tenia mucha curiosidad por conocer personalmente a la Madre Teresa de Calcuta en la Casa de los Moribundos que encontro en el numero 54 de Lower Circular Road donde revoloteaban los cuervos y merodeaban las ratas desde el amanecer. Juan llamo a la puerta. La abrio una monja descalza vestida con sari blanco. Junto a la puerta habia una tablilla que decia
Lanzas de los guardias suizos papales. Penachos de los mismos guardias suizos papales. Incluso prendas