habia secado (de miedo, sin duda) la garganta, pero el hombrecillo me animo a que descorchara una botella de champan.
– Nunca bebo -le dije telepaticamente.
– No es para ti, es para mi -respondio el.
Tras dudar unos instantes, abri la botella, de la que me servi dos dedos en una copa alta. Mi garganta agradecio la entrada del espumoso, cuyos efectos note enseguida tambien en la cabeza. No es que me pusiera euforico, pero el sentimiento de culpa se redujo. El hombrecillo, por su parte, se mostraba radiante, feliz, poseido como estaba por una excitacion envidiable. Tome otro trago y recorde la experiencia con la reina de los hombrecillos.
– ?Cuando volveremos a ver a la reina? -pregunte.
– Ahora estamos en esto -dijo el-, ponte un poco mas de champan.
Intente concentrarme en lo que el hombrecillo sentia, y note como las burbujas atravesaban su garganta y explotaban a lo largo de su tubo digestivo para llegar al estomago convertidas en fragmentos de felicidad liquida. Al mismo tiempo, su imaginacion anticipaba las cosas que hariamos con la chica (no todas correctas desde mi punto de vista), provocando tanto en el como en mi una ereccion que intente combatir desviando mi atencion hacia otros asuntos. Entonces ocurrio algo realmente sucio y es que el hombrecillo, que se encontraba dentro de un cenicero colocado sobre la mesa de la habitacion, comenzo a masturbarse (a masturbarme por tanto) y en cuestion de minutos (pocos) eyaculamos con furia sin que me hubiera dado tiempo siquiera a bajarme los pantalones.
Apurado, corri al bano para limpiarme y no sabiendo muy bien que hacer, pues habia empapado los calzoncillos y humedecido los pantalones, decidi desnudarme del todo y ponerme una bata de bano que encontre alli, sobre un taburete, a disposicion de los clientes. Para dar la impresion de que acababa de salir de la ducha, me moje el pelo y salpique la superficie de la banera. El hombrecillo, que continuaba en el cenicero, jadeaba entre tanto de placer. El no necesitaba cambiarse ni limpiarse, pues su ropa, como ya ha quedado anotado, era organica, formaba parte de su cuerpo, de modo que absorbio misteriosamente los jugos de la eyaculacion.
Le previne que cuando llegara la chica no tendriamos ganas de nada, pues yo ya me sentia colmado, exhausto, y lo unico que me apetecia era volver a casa cuanto antes.
– Ya veras como si, ya veras como si -dijo el al tiempo que me pedia que bebiera un poco mas de champan.
Enano de mierda, volvi a pensar para mis adentros, sin saber si me escuchaba o no, pues a veces desconectabamos, acentuandose la impresion de que eramos dos. En esto, sonaron unos golpes en la puerta.
11
Fui a abrir y aparecio al otro lado una chica que podria haber sido mi hija. Lo cierto es que, mas que de un burdel, parecia que venia de la universidad. Vestia un abrigo azul, de grandes botones, que evocaba el de las colegialas de otras epocas. Era rubia, como habiamos pedido, con el pelo muy corto, y llevaba un bolso que hacia juego con el color de su cabello. El conjunto resultaba elegante, pero no excentrico, lo que me hizo pensar que todo estaba preparado para no llamar la atencion de los empleados del hotel. Con aquel atuendo podria haber pasado tambien por una secretaria. Contra lo que me habia temido, apenas llevaba maquillaje ni carmin, ni los necesitaba. Su aspecto me conmovio, sinceramente, pero reaccione enseguida porque el hombrecillo me grito por telepatia que la invitara a pasar. Ella entro dejando sobre la moqueta las marcas de unos zapatos de tacon de aguja en los que no habia reparado y que observe en extasis, sintiendo de nuevo un trastorno entre las ingles.
Al alcanzar el centro de la habitacion se quito el abrigo, debajo del cual aparecio un cuerpo algo grosero, embutido en un traje rojo, de escote exagerado. Adverti enseguida con disgusto que no llevaba sujetador, quiza tampoco llevara bragas. Me dieron ganas de pedirle que volviera a ponerse el abrigo, pero no dije nada por temor a parecer un perverso. Al ver mi copa de champan, la chica pregunto si pensaba invitarla en un tono que intentaba resultar seductor, pero que acabo con la breve excitacion que me habian procurado sus tacones. El hombrecillo, por el contrario, oculto tras el televisor, permanecia boquiabierto, como si se estuvieran colmando todas sus expectativas. Para estropearlo del todo, la chica dijo que se llamaba Vanesa.
– ?Con una o dos eses? -pregunte sin venir a cuento.
– Con dos, por eso soy tan cara -dijo soltando una carcajada desagradable.
Yo le dije que me llamaba Rafael, que era en realidad el nombre de un hermano mio fallecido hacia anos.
– ?Lo hacemos sin prisa? -pregunto.
– Si -respondi yo acercandole la copa, con la que fue a sentarse en una de las dos butacas de la habitacion, donde se desprendio de los zapatos y se subio la falda, con aire casual, hasta donde le fue posible.
No llevaba medias, pero si una liga roja en medio del muslo. Me parecio todo por un lado excesivamente hueco y por otro exageradamente biologico. Comprendi entonces que habia estado cayendo sin darme cuenta de que caia y que ahora me encontraba ya en el suelo. Yo no soy asi, me dije, sintiendo verguenza y miedo y ganas de huir. Tras tomar un sorbo de la copa, la chica pregunto como pensaba pagarle y respondi que en metalico.
– Pues pon el dinero ahi -dijo senalando la mesita que habia entre las dos butacas.
Coloque el dinero donde habia pedido y note la ereccion en el cuerpo del hombrecillo, pero no en el mio. La chica saco un cigarrillo rubio, invitandome a tomar otro. Cuando iba a rechazarlo, el hombrecillo me insto telepaticamente a que lo aceptara y le hice caso en el convencimiento de que la nicotina le haria mas dano a el que a mi. A la primera calada, cuyo humo me trague intencionadamente, el hombrecillo, mareado por aquella mezcla de tabaco y alcohol, se desmayo en efecto detras del televisor. La chica, suponiendo que yo venia de fuera, pregunto si me encontraba en la ciudad por razones de trabajo. Le dije que si, pero me faltaron reflejos para improvisar una profesion distinta de la mia, de modo que confese que era profesor de universidad.
– Estoy aqui circunstancialmente porque formo parte de un tribunal de oposiciones -dije.
– Yo -dijo ella- voy a estudiar enfermeria, pero no ahora.
– ?Por que no ahora? -pregunte.
– Tengo a mi padre enfermo y todo son gastos. Pero cuando las cosas se arreglen continuare los estudios.
Intente imaginar al padre de la chica, y a la madre. Senti ganas de continuar preguntando, pero ella ya se habia levantado, viniendo a donde estaba yo para sentarse en mis rodillas.
– ?Que es lo que le gusta hacer a papa? -dijo mientras introducia la mano por la abertura de mi bata.
Me pregunte por que me llamaba papa y me conteste enseguida, pero la respuesta no me gusto.
– No me llames papa -dije.
– ?Prefieres ser mi nene? -anadio entonces acariciandome el pecho.
– Mira -respondi obligandola a levantarse-, prefiero que charlemos nada mas.
– Como quieras, nene -dijo ella regresando a su butaca-, pero te va a costar lo mismo.
Mientras hablabamos de esto y de lo otro, bebimos un par de copas mas y encendimos otro cigarrillo. El hombrecillo seguia durmiendo la mona detras del televisor. Menos mal, me dije, pues habria sido una tortura meterme en la cama con aquella mujer. Parecia mentira que debajo de un abrigo tan sutil se ocultara una forma tan grosera. Pero tambien cuando se rompe la cascara del huevo, pense, sale de su interior un ser algo grotesco, el pollo. Hare un poco de tiempo, me dije, para que la chica no se ofenda, y la despedire. Y cuando el hombrecillo despierte le dire que nos hemos acostado.
– Fundamentalmente -dijo entonces la mujer-, yo me dedico a hacer trabajos de compania, sin sexo.
Subrayo el «fundamentalmente», como si le pareciera un termino culto que le interesara destacar de cara a futuros encuentros.