– Entonces he acertado -dije yo.

– Si te apetece que comamos o cenemos juntos estos dias, llamame, conozco los mejores restaurantes. Tambien puedo llevarte a visitar la ciudad, soy ideal para eso.

Le di las gracias y charlamos aun durante unos minutos al cabo de los cuales fue ella la que miro el reloj y dijo que tenia que irse, despidiendome con un beso fugaz en los labios. La experiencia, pese a su falta de sustancia, me habia dejado agotado y funebre, ademas de inquieto. Sin haber ganado nada con ella, tenia la impresion de haber perdido algo que atania a mi dignidad.

12

Tras comprobar que el hombrecillo continuaba fuera de combate, abri la cama y revolvi las sabanas con la idea de aparentar que la habiamos ocupado. El problema fue que una vez abierta no resisti la tentacion de dejarme caer. Estaba aturdido por la bebida, que no formaba parte de mis habitos, y por el tabaco, cuyo consumo habia abandonado diez o quince anos antes. Aquella subita combinacion de alcohol, sexo, nicotina y remordimientos me habia dejado mal cuerpo y mala conciencia.

Agotado, cerre los ojos, me dormi y sone que llegaba a un hotel donde la recepcionista, que era la prostituta a la que acababa de despedir, me asignaba la habitacion 607, que era aquella en la que me encontraba en la vida real, en la vida en la que sonaba este sueno. Con la llave en la mano entraba en el ascensor, subia al sexto piso y me internaba por sus pasillos en busca de la 607. Pero no conseguia dar con ella. Con incredulidad creciente, cada vez que llegaba al punto de partida, volvia a efectuar el recorrido con identicos resultados. En esto, tropezaba con una camarera que me decia que la 607 estaba alli mismo, donde el pasillo giraba a la derecha. Pero tampoco estaba alli y, cuando iba a quejarme, la camarera habia desaparecido. Entre tanto, en estas idas y venidas me habia cruzado ya con varios clientes del hotel que me observaban con desconfianza, por lo que pense que mi actitud podia estar empezando a resultar sospechosa. Decidia entonces bajar a recepcion, donde la chica que me habia atendido, tras escuchar mis explicaciones, decia:

– Eso no puede ser, nene, todas las habitaciones existen.

Aunque me molesto que me llamara nene, hice como que no lo habia oido e insisti en mis protestas. Entonces la chica tomo el telefono, hablo con alguien y tras colgar me pidio que volviera al sexto piso, donde me esperaba un empleado del hotel que me acompanaria hasta la puerta de la habitacion. Regrese al ascensor y subi al sexto piso, donde no me esperaba nadie. Por miedo a hacer el ridiculo, volvi a buscar la habitacion por mi cuenta con resultados identicos a los anteriores. Desalentado, me sente en una butaca que encontre en una especie de hall y pense que aquello solo podia ser un sueno o una broma de camara oculta. La segunda posibilidad, dado que habia acudido a aquel hotel con la intencion de citarme con una prostituta, me parecio terrorifica, por lo que baje de nuevo a recepcion y abandone el hotel discretamente.

Al tiempo de abandonar el hotel en el sueno, me desperte en la vida real, es decir, en la habitacion 607 de un hotel donde habia tenido tratos con una prostituta. Me incorpore con desasosiego y nauseas, viendo aun como mi encarnacion onirica se separaba de la real quiza para no encontrarse nunca con ella. ?No habria sido mas reparador que el yo sonado hubiera encontrado la habitacion 607 y hubiera entrado en ella para luego introducirse en mi cuerpo y asi despertar juntos?

Fui al cuarto de bano y combati las nauseas bebiendo agua del grifo. Luego, para despejarme, me lave la cara y finalmente aplique el secador a la humedad provocada en los calzoncillos por la eyaculacion que habiamos tenido el hombrecillo y yo antes de la llegada de Vanessa (con dos eses, que ridiculo). Todos los movimientos a los que aquella aventura me obligaba resultaban asi de sordidos. Pense que el sexo, aun practicado en las mejores condiciones, conduce al desconsuelo, al desamparo. El sexo era un asunto triste.

Una vez vestido, y como el hombrecillo continuara desmayado o dormido detras del televisor, lo tome entre mis manos y pense que en ese momento podria acabar con el. ?Como? Aplastandolo, pisandolo como a una cucaracha, arrojandolo al retrete… Pero no sabia en que medida, al morir el, moriria yo tambien. Ya he dicho que a veces eramos uno y a veces dos. A veces estabamos conectados y a veces desconectados, como cuando tienes, a traves del movil, una de esas conversaciones discontinuas provocadas por una cobertura deficiente. Ahora pareciamos desconectados, pues yo no compartia su sueno ni sus sensaciones corporales. Pero ?y si en el momento de arrojarlo al retrete y tirar de la cadena volviera la cobertura y me ahogara yo tambien?

No podia acabar con el, no al menos hasta que fueramos mas independientes el uno del otro. De modo que lo lleve al bano, lo coloque sobre la toalla del bide y deje caer sobre su rostro unas gotas de agua fria. Al poco, empezo a moverse, luego abrio los ojos y pregunto que habia pasado.

– ?Como que que ha pasado? -dije yo-, ?es que no te has enterado?

Tras observarme con desconfianza, confeso que habia disfrutado mucho con la chica rubia del pelo corto, pero que no estaba seguro de que no hubiera sido un sueno.

– De sueno nada -menti-, yo tambien me he quedado para el arrastre.

El hombrecillo insistio en preguntar si le habia hecho esto o lo otro a la mujer, tal como habia visto en sus suenos, y yo le aseguraba que si, que habiamos llevado a cabo todas las perversiones que atravesaron su cabeza diminuta, incluida la del culo (estaba obsesionado con este orificio organico). La cobertura habia regresado de manera parcial, pues aunque se habia restablecido la comunicacion telepatica, yo no sentia su aturdimiento. Bastante, por otra parte, tenia con el mio.

Cuando saliamos del hotel (el dentro del bolsillo superior de mi chaqueta), dijo:

– Tienes que beber y fumar.

– Pero si te has puesto a morir -dije yo.

– Eso es lo que tu te crees -respondio-, me he trasladado al paraiso.

Esa noche, a la hora de cenar, abri una de las botellas de vino que nos regalaba la vecina y tome media copa.

– ?Y eso? -pregunto mi mujer con gesto de sorpresa.

– No se, me ha apetecido -dije yo-. Dicen que es bueno para la circulacion.

Lo cierto es que aquella media copa me sento bien; al menos no me sento mal. Me fui a la cama mas entregado al sueno que otras noches y dormi siete horas seguidas.

13

Al dia siguiente, despues de que mi mujer se fuera a la universidad, y tras recoger pausadamente la cocina, anduve buscando un nexo insolito entre algunos mercados de futuro y los huevos de gallina sin fecundar, pero no se me ocurrian mas que majaderias que ni siquiera resultaban ingeniosas. El hombrecillo, al advertir mi desaliento, sugirio telepaticamente que bajara a la calle y comprara unos cigarrillos para estimular mi creatividad. Le respondi que el tabaco era malo para la salud.

– Sera malo para tu salud -dijo el-, porque a mi me sienta estupendamente.

Volvi a mis notas, pero ya no me podia quitar de la cabeza la idea del cigarrillo. La memoria olfativa me habia devuelto el dulce olor del tabaco rubio, lo que impedia que me concentrara en nada, excepto en la tentacion de fumar. Al mismo tiempo, el peligro de volver al tabaco me espanto. Como he senalado en otra parte, llevaba sin probar un cigarrillo diez o quince anos, pero habian bastado los dos que habia encendido con la prostituta para que mi sangre, adicta a la nicotina, recuperara una necesidad dormida.

Imagine por un momento que volvia a fumar y me pregunte como se lo explicaria a mi mujer, que me habia conocido abstemio y que detestaba a los fumadores. Nadie, nunca, que yo recordara, se habia llevado a la boca

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