conocer el plan, sino que eran propias de su deseo de salvaguardar mis intereses, que habrian de convertirse en suyos por el matrimonio. La que hasta entonces habia sido una tierna hija, flor y crisalida al propio tiempo, de subito se transformaba, sin transicion, en una reina. Serena, majestuosa, reflejaba un influjo heredado quizas de su propia madre, dormido en su sangre hasta aquel momento. Rivalizaba contra ella, quien mantenia la autoridad de su gesto, la dignidad de su cargo.
«Este pacto permanecera secreto, y habremos de jurarlo con las manos sobre los Evangelios. Tambien vos, mi senor Avengeray.»
Impusimos las manos como queda dicho, y pronuncie con clara voz:
«Consiento.»
Igualmente lo repitieron ellas.
Ethelvina requirio la pluma y procedio a redactar el documento, pues su mismo caracter de secreto no permitia encargar su escritura a amanuense ni escribano alguno.
VI
Lucha en dos frentes, sometido a gran tension de animo: la ambicion me empujaba hacia Ethelvina; el amor, iman poderoso, me atraia hasta Elvira. En ambos me complacia luchar.
Era la de Ethelvina una convivencia grata; concebia y desarrollaba en su compania los planes de Estado y los mil proyectos que su imaginacion fertil discurria. Sazonado todo ello con la pasion que salia de la alcoba y le circulaba como fuego por las venas hasta encenderle el corazon, entusiasmada con los preparativos, ya casi concluidos, para el ataque.
Como Raegnar tanteaba esporadicamente nuestras defensas en los Pasos de Oackland, y los piratas no cesaban en sus incursiones merced a bandas reducidas que asolaban los territorios, causaban la muerte de los paisanos y la desolacion de sus casas y las cosechas, nuestros movimientos de tropas quedaban justificados: despliegue defensivo, reforzar guarniciones y cubrir puntos estrategicos sin levantar sospechas en el enemigo, ignorante de los verdaderos propositos que nos guiaban.
La felicidad despertaba la imaginacion de Ethelvina, que urdia planes sin cesar, unidos los tres en un destino. El poder y la gloria habrian de agigantarse conforme las tropas engrandecieran el reino.
Me contagiaba su entusiasmo. Contribuia a que acudiese a ella con mayor ardor, pues encontraba una regidora inflamada por el arrebato de sus planes de Estado, y una mujer sabiamente caldeada de pasion. Lo que habia acrecentado su belleza, pues ahora irradiaba luz.
Mas, seria ambicion lo que me impulsaba hacia ella. Pues amor, que brotaba poderoso en mi interior y me renovaba, me llevaba hasta los brazos de Elvira. Quien vivia en tal excitacion que apenas si el sueno le cerraba los parpados alguna vez; pasaba las noches entre congojas y temores. Tenia por cierto el dano que podia recibir y recelaba. Pues de morir, explicaba, Ethelvina tendria resuelto el porvenir que ansiaba.
Insistia yo en que ningun dano le sobrevendria de su madre, que la amaba. Apenas si concedia credito a estas palabras, pues juzgaba que mi proposito era solo consolarla. Suspiraba y se estrechaba entre mis brazos. El problema, pues el dano era ineludible, consistia en conocer hasta donde seria capaz de alcanzar. Para concluir que Ethelvina no reconocia limite: acabaria aniquilandola. Y su gran sentimiento era pensar que entonces me veria privado de su amor, y mi existencia sin oriente. Sacrificaria gustosa su vida por favorecerme, si estuviera en su mano. Porque Ethelvina era fria, audaz, inteligente, maquinadora y realizadora en la sombra de astutos planes. Todo lo cual ya me era sabido. Mas, conocia su complacencia con la situacion derivada de nuestro acuerdo. Mientras Elvira se perdia por el vericueto de la adivinacion, intranquila por ignorar los proyectos, el modo y momento en que su madre desencadenaria la venganza, con lo que vivia en un permanente terror. Pues inutiles resultaban mis esfuerzos para tranquilizarla, refiriendole los planes de Ethelvina que nos incluian a los tres. Elvira llegaba a decir que, en casandonos, cuando fuera a la guerra se refugiaria en un monasterio hasta que pudieramos reunimos en una nueva corte, lejos y a cubierto de su madre.
Me confortaba pensar que su estado era propio de su juventud y desconocimiento de los tortuosos caminos de la vida. Aunque me causaba gran sufrimiento. Lo que me empujaba a participar de corazon y con calor en los planes de Ethelvina, que colmaban mi ambicion. Y he de confesar, pues me prometi escribir esta historia con sinceridad, que su rendido amor me halagaba, lo que me inducia a participar de su entusiasmo por el futuro glorioso que estabamos construyendo. Nos compenetrabamos hasta incardinarse en mi su ambicion.
Cuatro semanas transcurrieron, unas lentas, otras vertiginosas, entre la entrevista y el plazo senalado para nuestra boda. Representaron una escalera por donde ascendian todas las expectativas. Y pues cuanto estaba sucediendo entre nosotros lo desconocian en el castillo, por el obispo innominado supe las dudas que los ancianos consejeros plantearon a la senora: notorio era que en su momento no me guio ambicion por el trono, sin embargo ?no parecia mi actual conducta un intento de llegar a el a traves de la princesa Elvira? ?No podia juzgarse, entonces, que desarrollaba un calculado proyecto, tanto mas peligroso cuanto poseia el mando supremo de todo el ejercito? ?Hasta donde era prudente arriesgarse a tal posibilidad?
Replico la senora que eran razonables sus dudas, pero al no ser posible prescindir de mi sin grave quebranto para el reino, usaba de todos los recursos que el Estado puede esgrimir para conducir los acontecimientos en su provecho. Con lo que concluyo la reunion sin revelarles sus ideas. Y me quedo la preocupacion de si se debia a esperar el momento apropiado para descubrirles nuestros proyectos, o si, como se temia Elvira, obedeciera a otras razones que hasta yo mismo ignoraba, pese a la extremada confidencia de nuestras relaciones. Incierto resultaba, mas tenia cuidado en no declarar mis pensamientos al obispo, y los ocultaba tambien a Elvira. Pero vestia cota de mallas y portaba espada y punal. La guardia permanecia dia y noche en los accesos a la camara de mi amada, y estrechaba los cuidados con Teobaldo, pues visitaba con el la guarnicion del castillo, a la que se mantenia en permanente entrenamiento, todo a punto.
Las ideas de la corte recorrian otro sendero. La proximidad del fin de aquel periodo de luto acrecentaba la animacion de la cortesania. Las cenas cada vez eran mas lucidas, mayor el animo de las damas reflejado en el creciente ritmo desplegado en sus talleres de modistas y bordados, donde las criadas trabajaban sin descanso para dejar dispuestos los modelos disenados por Monsieur Rhosse, quien andaba mas ocupado que yo mismo. Con lo que parecia muy feliz.
Lograba convencer a Elvira alguna noche para acudir a la cena. Aunque accedia solo por contentarme. Entonces brillaba con el candor y la belleza que la ensalzaban sobre todas las otras damas, lo que les despertaba la envidia. Se hacian lenguas del amor que me mostraba, asi al contemplarme con los ojos entreabiertos de ensueno o mientras danzabamos o conversabamos, que lo haciamos sin palabras, y era entonces cuando mas unidos nos sentiamos. Hasta olvidarnos de todos y sentir la pura expresion de la felicidad.
Mis preocupaciones en nada se parecian a las que imperaban en la corte. Si los ataques de Raegnar no revestian peligro, las noticias procedentes de la frontera sur me causaban inquietud. Nunca he sentido temor por la guerra. Enfrentarme a un ejercito, aunque fuera numeroso y fuerte, me estimulaba siempre. Pero desconocia ahora la clase de enemigo que nos estaba atacando. Un panorama confuso. ?Cual era el numero y quienes sus lideres? ?Cuales sus planes y ambiciones? Parecia como si nuestras guarniciones resultasen incapaces de controlar la situacion en sus territorios, de facilitarnos, cuando menos, informaciones ciertas y fidedignas. En tal incertidumbre me debatia cuando recibi noticias mas concretas que, si iluminaron mi desconcierto, aumentaron mi intranquilidad: entre las hordas aparecia Thumber, maestro en la estrategia, zorro astuto, Oso Pagano. Los partes revelaban que de un dia para otro atacaba a 100 millas de distancia. ?Como resultaba posible desplazarse a tal velocidad? Demostraba su habitual astucia y lograba esplendidos botines. La region estaba siendo asolada a hierro y fuego, lo que no era usual en el vikingo, quien respetaba el territorio y a los habitantes si lograba buen recaudo, pues, ?de donde iba a obtener botin la siguiente vez, si no? ?O estaria preparando la invasion de algun aliado?
Se evidenciaba la ineficacia de los informadores o de sus fuentes, los capitanes de las guarniciones; alguna de ellas estuviera en peligro de exterminio. Me asalto la sospecha de que todo pudiera obedecer al proposito de confundirme. Lo suponia enterado de mi estancia en Ivristone y la tarea que me ocupaba. Al empobrecer el reino con aquella tactica lograba a la vez un efecto mas inmediato: las guarniciones habian de ser avitualladas desde lejos.
Ethelvina convoco una asamblea con los ancianos consejeros y cuantos nobles pudieron acudir. Describio con