combatirles, perseguirles, transportar tropas y viveres donde fuere preciso? Me parecia suicida aquella impunidad.

Todos los proyectos realizados y los concebidos, asi como modificaciones en la estrategia defensiva del reino, los llevaba bien detallados en los mapas para mostrarlos a la senora. Tenia amplio informe que rendirle para darle cuenta de las gestiones realizadas en su nombre, y la buena disposicion de todos los vasallos que nunca regatearon esfuerzos. Quienes lejos de manifestar extraneza por mi cargo, al ser extranjero, comprobaban complacidos lo que sobre mi proclamaba la fama. No menos efecto les producia examinar mi escolta de bravos y disciplinados guerreros, cuya sola vision denotaba la valentia de sus animos, la fuerza de sus brazos, la fidelidad de su corazon. Legitimamente me enorgullecia de mis hombres, y al ser estos senores buenos conocedores del arte militar apreciaban su arrojo y experiencia en la lucha, sabedores de ardides que la fama ensalzaba, pues los juglares recorrian todas las mansiones del reino. Era para ellos regocijo y satisfaccion, y asi lo proclamaban, conocer que nos ocupabamos de organizar un ejercito, pues nuestra presencia, decian, hacia menos peligrosa la dificil coyuntura.

Llegue por la noche a Ivristone. Me asee en mi camara y cambie mis ropas por otras de corte, sin polvo del camino. Tan rapidamente como pude me presente a la senora, que a la sazon se encontraba en el comedor acompanada de sus damas y del obispo innominado, todos los cuales mostraron su regocijo al verme. El obispo continuaba rodeado por el nimbo luminoso, lo que renovaba mi esperanza. Aunque ni la senora ni las damas pudieran observarlo, lo que no obstaba para que le considerasen santo, por lo que le tenian en mucha reverencia. Creo que el obispo se ufanaba en su corazon.

Muchas horas hacia que no habia tomado alimento. Por ello vinome bien que la senora insistiera en acomodarme a su lado, para dedicarnos a los asuntos de Estado despues que acabaramos de yantar. Conociera antes otras cortes, si bien gobernadas por hombres, donde en la mesa servian ciervos enteros, gamos y jabalies, gansos y ocas asadas, que eran partidos en trozos usando sus propias dagas, arrancados de sus huesos con los propios dedos, que empujaban despues en la garganta con tragantadas de rojo vino tomado en enjoyadas copas. Todo en Ivristone resultaba mas refinado. Quizas fuera el predominio de las mujeres. Sin duda influido por un cierto caballero llamado Monsieur Rhosse que marcaba la moda, apropiada para damas, asi en habitos de mesa como en costumbres y vestidos de tan altas senoras. Me parecian deseosas de entretenimientos, pues la ausencia de caballeros ocupados en tareas fuera del castillo, y de diversiones debido al luto de la corte, las tenian sumidas en el aburrimiento. Por ello embromaban al senor obispo todo el tiempo y se entrometian con Monsieur Rhosse, que no se alteraba por las ingenuas bromas de sus pupilas, empenado en implantar los usos de las cortes extranjeras, de lo que era maestro. Causaba risa pensar que el tal arbitro y juez nos llamara barbaros, mientras nosotros calificabamos con el mismo adjetivo a los habitantes de aquellas cortes tomadas por Monsieur Rhosse como arquetipos del refinamiento y la elegancia.

Al concluir la cena animo la senora a sus damas para que entretuvieran la velada sin excesos; quedaba con ellas el senor obispo para garantizarlo, pues la juventud es propicia al olvido. Y nos retiramos a deliberar.

Junto con los informes de mi viaje le expuse las noticias llegadas de mi buen Cenryc, bien asentado con la mesnada en los Pasos de Oackland, cuya invulnerabilidad quedaba garantizada. Manifestaba no haber sufrido ataque alguno hasta entonces; solo la presencia de algunos exploradores que huyeron para informar a Raegnar.

Al coincidir mis informes con las noticias que le habian llegado por sus mensajeros y correos, la senora asentia de buena gana a mis proposiciones y criterios. Muy complacida quedaba del gran avance logrado en tan corto plazo, y en verdad resultaba asombroso en un reino que poco antes aparecia desvalido y a merced de cualquier enemigo lo suficientemente osado.

Un clima de entendimiento se abria entre ambos. Una corriente de confianza y simpatia emanaba de aquella mujer tan prodigiosa, evidente en la exposicion de los planes que iba concibiendo, segura de que entre los dos podriamos alcanzar grandiosas metas que sin duda nos quedarian vedadas por separado. Adivinaba que todas aquellas ideas eran fruto de una meditacion profunda. Y como era la hora avanzada y la exegesis de cuanto apuntaba llevaria tiempo, manifeste que tenia el proposito de ponerme en camino de nuevo al rayar la aurora.

Y como al disponerme a retirarme le dije que podian pormenorizarse tales proyectos en ocasion mas propicia, sonriendo comento que si me marchaba a mis aposentos ambos permaneceriamos solos en nuestras camaras, con lo que resultariamos los mas sacrificados, mientras los demas pobladores del castillo buscaban compania. Pues nada sucedia entre los muros que lo desconociera, y hasta el senor obispo se acompanaba de una buena moza. Acabo preguntandome si me aguardaba alguna enamorada. A lo que replique negando. Alego que al no existir obstaculo para ninguno, bien podrian entonces exponerse aquellos planes si me quedaba. «Me honrais, senora, y bien quisiera complaceros y complacerme, pues lo que me ofreceis bien tentador es al ser vos tan hermosa. Mas, pensad que el respeto al rey difunto me causa incertidumbre.» Se acerco para replicar: «Aunque siguiera vivo el rey, ya desde muchos anos trascendia el frio de sus huesos, mi buen caballero Avengeray. Quedaos, si tanto os place como decis y si deseais que sellemos la alianza que voy a proponeros. Y no sintais temor, que uso recibir en mi camara a todos los dignatarios y asi nadie extrana que permanezcan conmigo tiempo. Aun mas, solo queda dentro, aparte nosotros, mi fiel camarista, que fue mi nodriza: antes se dejaria arrancar la lengua que murmurar una sola palabra que pudiera comprometerme».

Al rayar el alba me reuni con Teobaldo y los guerreros, preparados en el patio, para iniciar otro viaje que nos llevaria a la zona todavia no visitada. Durante cuatro semanas me acompano el recuerdo de la gentil Ethelvina, en quien, sobre su cualidad de Regidora del Estado, prevalecian grandes tesoros femeninos. Me despidiera aquella manana recordandome que esperaba mi regreso, pues tenia mucho que ofrecerme como mujer. Y tan seductora como ella misma aparecian los proyectos expuestos, pues coincidian con los que guardaba en el animo desde tiempo hacia, en vista de la constante y tenaz esquiva de Thumber, al que me ligaban los dos juramentos sagrados de conseguir la venganza y reconquistar mi reino, que me eran reclamados constantemente por el espiritu asendereado de mi padre.

Era el caso que mi senora Ethelvina, aunque en vida de su esposo no mantuviera otras aspiraciones que las de preservar la paz, concebia ahora los mas ambiciosos planes: valemos de la fuerza que acumulariamos en Ivristone para atacar a nuestro comun y odiado enemigo, Raegnar, para acabar con su perenne ansia de expansion que representaria una amenaza incesante. Ademas de vengar las ofensas que nos tenia hechas, representaba entretener ocupados en la guerra a los bastardos y discolos nobles que ahora caminaban por los polvorientos senderos con los despojos de los obispos. Aquellos que sobrevivieran a las batallas podian ser dominados posteriormente, eliminando el peligro que siempre constituian. Ningun inconveniente serio se oponia aunque era preciso planearlo cuidadosamente, y escoger el momento mas favorable. Consideraba asi el aforismo de que la mejor defensa es el ataque. Preveia la necesidad de erigir dos fortalezas en los Pasos de Oackland para mantener una guarnicion permanente, y habia dictado las ordenes al efecto. Quedaba la amenaza de la mar, y mi senora estuvo de acuerdo en la necesidad de construir una flota, que nos aseguramos se hiciera en los lugares mas convenientes. Tanto nos serviria para defendernos contra Raegnar y cualquier horda pirata, como para atacarles.

La imaginacion sugeria multitud de ideas perfeccionadoras de este plan, secreto entre ambos; importaba, pues la sorpresa resultaria provechosa para el buen fin de la empresa. Ahora cumplia organizar el Reino de Ivristone como trampolin para atacar el Reino del Norte, mi amada y anorada patria, usurpada por Raegnar con la ayuda de Thumber como sicario. Ambos pagarian ante Dios, y por mi espada, su crimen.

Al expresarle mis dudas aquella dulce noche, donde se vieron colmados el amor y mis mas intimas esperanzas, mi senora Ethelvina concluyo que aunque era cierta y probada mi predestinacion, no constaba el medio especifico de su cumplimiento, y siendo asi, ?no podia realizarse en la forma propuesta por ella? Dios Nuestro Senor confia en que actuemos con fe y energia en defensa de lo que nos importa. Y si encajaba nuestro plan en la logica de los acontecimientos sin apartarse un apice de lo que el honor me reclamaba, ?a que concebir dudas? La esperanza se abria ante mi imaginacion con esplendor. Hasta me parecia una intervencion providencial que conducia los pensamientos de todos a un fin. Y ademas de recuperar el trono que por legitima me correspondia, podriamos constituirnos, unidos, en reyes de ambos reinos, que desde ahora me ofrecia su corazon y su mano, pues se congratulaba en ser mi reina, ya que el amor le habia nacido en el momento en que me presente ante ella por vez primera al llegar al castillo.

Al regresar a Ivristone me aguardaban sus dulces brazos, y en su rostro el resplandor de la felicidad. Aquel semblante sereno y de expresion comedida que le conocian los demas se tranformaba en fuego en la intimidad.

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