alguna exageracion los peligros que corria el reino, la amenaza de sus enemigos, la justificacion de nuestro rearme y el fortalecimiento del ejercito real, la colaboracion que se esperaba de todos los nobles y el apoyo debido para cubrir las necesidades del Estado, que se desvelaba en un esfuerzo continuo. Anuncio que mantenia su absoluta confianza en el Gran Senescal de Guerra y, pues la seguridad del reino se hallaba en sus manos, en vista del gran amor que profesaba a su hija, la princesa Elvira, segun era notorio en la corte y en todo el reino, habia decidido ligar al caballero Avengeray a la Corona, mediante el matrimonio con la princesa, enlace que se celebraria al concluir el periodo de luto habido por la muerte del glorioso y nunca bastante llorado rey Ethelhave.

Gran habilidad tuvo para escoger el momento apropiado de exponer la situacion que cumplia a nuestros planes, cuando el peligro exterior explicaba todo el esfuerzo que se llevaba a cabo para reforzar al ejercito y las fortificaciones, con lo que se pretendia no despertar sospechas en los enemigos exteriores y justificarse ante los subditos propios, a la vez que se lograba el apoyo economico de la nobleza, y sus aportaciones en hombres, armas y viveres. De igual modo estaba calculado aprovechar otra oportunidad para alegar la necesidad de invadir el Reino del Norte, obligado por aquel Raegnar viejo e inhabil, combatido internamente por sus propios nobles, a los que sin duda pensaria mantener ocupados.

El anuncio de la boda no calmo los temores de Elvira, terne en sospechar maquinaciones de su madre, por lo que se debatia en una constante fiebre de noches convulsas en mis brazos, unico refugio a sus pesadillas y terribles presagios.

En la corte, la noticia obro la renovacion de sus ilusiones para una fiesta que ya vaticinaban desde antes. Aunque ahora los preparativos de cada dama se veian acelerados. Era llegado el momento estelar de aquel Monsieur Rhosse, quien jamas cinera espada ni embrazara escudo, ni se ocupara de mas artes que las femeniles, mimado y querido por las damas tanto como vilipendiado por los caballeros. Pese a lo cual ascendiera a dignatario cortesano, que hasta despachaba con Ethelvina en su camara, honor a pocos reservado, por lo que se preciaba ser su mas ferviente servidor, y ademas de confeccionarle vestuario con tanta pompa y lujo como ninguna otra dama pudiera alcanzar, alardeaba de merecer su amistad, de prestarle destacado interes y considerarla la mas bella. Como esta ultima razon resultaba cierta, pensaba si con ella se ofenderian las damas. Aunque tenia aquel hombre la virtud de no levantar despechos femeninos, pues presumian que respondian sus palabras a obligada lisonja hacia la senora. Si alguna vez embrome a Ethelvina me replico con un mimo, e intentaba apaciguar unos celos que yo no sentia pero que ella se gozaba en suponer, declarando que el galan era tan delicado, sensible e inofensivo como cualquiera de sus doncellas. Pero un genio que convenia cultivar, pues se bastaba para mantener distraidas a todas las damas de la corte, con lo que les impedia, al desarrollar su frivolidad, pensar en cuestiones de mayor importancia que pudieran envenenar la mente de sus esposos, a los que nosotros procurabamos mantener ocupados. A los que al evitarles el ocio se impedia tambien lo dedicasen a robar y saquear, o asesinaran a quienes les estorbaban, y cometieran tropelias con sus huestes.

Peor todavia si se ocupaban en perseguir doncellas, promover traiciones y complots. O embriagarse en los banquetes, lo que era fuente de mil conflictos, pendencieros y revoltosos, asaltantes de caminos emboscados para sorprender a sus enemigos y matarles y robarles, violar a sus mujeres, o asesinarlos durante una partida de caza, por los bosques y los caminos. Que todo ello servia de divertimento de nobles holgazanes.

Aprovechaba yo alguna ocasion, ahora que las damas tan ocupadas parecian, para salir al bosque con una docena de escuderos, sin olvidar mis halcones y perros para perseguir al corzo y al jabali, cazar el zorro, ejercitar el caballo y realizar ejercicios de armas. Entre tanto aguardaba noticias del sur, donde enviara mensajeros con la esperanza de aclarar la situacion. Preocupaciones desconocidas para casi todos; apenas si las comentaba con mi fiel Teobaldo y el obispo, pues ambos me guardaban la reserva, y con Ethelvina, que siempre me esperaba.

Mas dificil resultaba ahora Elvira, ocupada con sus doncellas, bordadoras y modistas en la confeccion de sus vestidos y toda su ropa, que cuidaba no fuera vista por nadie, y menos todavia por mi, a quien no estaba permitida la entrada en evitacion de los danos que pudieran originarse. Aunque Monsieur Rhosse entraba y salia a su antojo, exultante de satisfaccion ante mi por su facilidad de movimientos y mi veda. Elvira, con amorosa mirada, decia ser necesario para que no cayese sobre nosotros maleficio alguno, aunque le apenara. La unica condescendencia que se permitio conmigo Monsieur Rhosse, sin duda para endulzar mis dificultades, consistio en confesarme que el vestido de novia prometia ser el mas famoso y bello que jamas luciera una princesa.

Si alguna noche logre reunirme con ella fue por poco tiempo, y relajada de la tension volvianle los recelos sobre su madre. Me insistia en la amenaza de alguna maquinacion, me pedia que no retirase la centinela apostada para defenderla, y exigia a su camarista probar cualquier alimento y bebida antes de tomarlos. A la vez que persistia en que llevase la cota de mallas y fuese armado, pues que en ropas de cortesano me encontraria indefenso contra los sicarios.

Inquietudes que estaban lejos de coincidir con las mias. Sospechaba que los bastardos y nobles provocadores desplazados en las guarniciones del sur tramaban alguna traicion. No olvidaba en el Estuario del Disey me habia ganado su enemistad, aunque despues simularan amigable reconocimiento y pacificos deseos de colaboracion. ?Estarian vendidos y me enviarian falsos mensajes? Thumber les era buen aliado, todos deseosos de perderme. Podia estar sucediendo todo de modo diferente a como lo mostraba la informacion que me llegaba.

Conclui decidiendo que mi buen tane con los sesenta guerreros marchase a la frontera sur, para recorrer las guarniciones y el territorio y enviarme noticias fidedignas. Teobaldo y el obispo coincidieron en el riesgo que suponia dejar Ivristone sin su proteccion. Estimaban preferible que se avisara a Cenryc para que lo hiciera desde Oackland. Esto hubiera consumido el doble de tiempo, ya que Oackland se encontraba al norte del reino. Y la situacion no hacia aconsejable ninguna demora. ?No se encontraba bien entrenada la guarnicion del castillo, obediente al mando? Teobaldo asintio. Insisti en que era suficiente. No conociamos movimiento alguno de tropas enemigas tan cercanas que constituyeran peligro. Se trataba ademas de una expedicion que apenas llevaria tres o cuatro semanas. Requeria una pronta resolucion para no demorar los preparativos del ataque contra Raegnar, de lo que no podia hablarles. Tan adelantados se encontraban ya, que la fecha de la invasion habia sido fijada. Mas no podiamos aventurarnos hacia el norte sin conocer exactamente la situacion en el sur. Tampoco podia retrasar la boda con Elvira, pues de no celebrarse antes del ataque, ignoraba por cuanto tiempo se dilataria. Nadie podia prever si la guerra se resolveria con rapidez o tendria una duracion superior a lo esperado.

Elvira no soportaria por mucho tiempo la tension a que se encontraba sometida. Me imponia, pues, aceptar el necesario margen de riesgo si queria se realizase conforme a lo previsto. La guerra me ligaba tanto con Ethelvina como con Elvira, pero esta confiaba en la salvaguarda que le supondria nuestro matrimonio. Proyectaba reunimos con la mesnada, de la que tanto tiempo llevaba separado, para iniciar la invasion; ella decidio que si era obligado separarnos se refugiaria en el monasterio mas cercano a Oackland, escondido en la montana, en espera de mi regreso. O de reunimos alli donde la llamase.

Los anos, al borrar la ceguedad de las pasiones, permiten distinguir la trascendencia de cuanto antes quedo incierto. Al repasar ahora mi preterito reconozco que fuera mi mayor error desoir los consejos prudentes de mi buen Teobaldo y del obispo. Pues ello significo condicionar mi porvenir y el de cuantos de mi dependian. Que cada cual somos pequena parte de un engranaje general y cualquier accion se propaga modificando el entorno en el espacio y en el tiempo. Muchas cosas serian diferentes si el mas humilde de los hombres no hubiera nacido nunca.

Momento supremo fue aquel en que nos presentamos en la capilla para la ceremonia, rodeados de la fastuosa corte. El rostro de Elvira irradiaba felicidad, olvidados por el momento sus temores y presagios. Tambien Ethelvina aparecia encalmada, bella; destacaba entre el cortejo de sus damas, que aun siendo mas jovenes y todas hermosas, ninguna la igualaba. Lejos de parecer preocupada, mantenia, como toda la corte, aire de fiesta.

Debia de ser yo, con seguridad, el mas preocupado, aunque tambien procuraba disimularlo: todavia no me habian llegado noticias concretas de Teobaldo.

Las damas mostrabanse esplendidas con los vestidos y adornos disenados por Monsieur Rhosse, quien resplandecia de vanidad como ninguno, gozandose en su obra. El numero de caballeros era proporcionalmente reducido, limitado a los ancianos consejeros y algun noble venido desde sus territorios para ser testigo de tan magna ocasion. Tampoco esperaba mas, pues todos atendian cargos y obligaciones que les retenian lejos.

Por ello me sorprendio la repentina entrada en la capilla de los bastardos y nobles que les eran adictos, si bien penetraron con discrecion, y se situaron al fondo. Lleve mi mano a la empunadura de la espada en movimiento instintivo, aun cuando me domine al observarles el semblante pacifico. Solo leia en sus rostros como un reproche por no haberles llamado, invitado a la ceremonia, cuando eran familiares y se hallaban presentes sus

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