Le contemplaba ahora, acrecentada su prudencia y sabiduria por los anos, fuerte y vigoroso todavia, famoso guerrero cuya espada era justamente temida. Mostraba honda alegria al encontrarme salvo, por lo que me abrazaba y besaba y humedecia mis mejillas y manos con sus lagrimas. Mucho me conforto, pues seguia amandole como a un padre.
Enterado por Teobaldo de cuanto ocurriera quiso levantar mi animo y el de Ethelvina, informandonos de que contaba con una extensa red de espias en el Reino del Norte, a los que ayudaba el pueblo, que odiaba a los vikingos. Sabia que Thumber poseia un refugio para invernar en un lugar escondido y protegido de la costa, donde quedaban las tropas que no regresaban a su pais. Raegnar le apreciaba, como es sabido, por la ayuda recibida para la conquista del reino. Cenryc estaba seguro de que se habia marchado al refugio sabiendo que Avengeray, con toda la tropa, le perseguiria si se mantenia al descubierto y era localizado. No asi en el secreto refugio, bien disimulado, donde los barcos quedaban ocultos desde el mar por unos promontorios que encerraban una profunda ensenada. Podiamos reunir la mesnada y atacarle para acabar con Thumber y su horda, y rescatar a la princesa.
Tan evidente era su proposito de infundirnos una ilusion como la dificultad de llevarlo a cabo. Pero se los agradeci, bajo promesa de considerarlo, y mucho insisti en que sus noticias me daban la vida. Lo que resultaba cierto, pues de nuevo retorno la esperanza, haciendome resurgir desde las profundidades de mi cavilacion.
Quedo Ethelvina cuando todos salieron. Nos contemplamos. Era el primer momento en que nos encontrabamos solos desde el suceso que nos atormentaba. Se me acerco amorosa y murmuro que, al existir esperanzas de recobrar a Elvira, levantase el animo, pues era llegado el momento de poner en marcha nuestro plan secreto, ya que todo estaba dispuesto, incluso la justificacion de nuestra invasion. Dificil fuera encontrar motivo mas convincente para levantar en armas a todo el Reino de Ivristone, unidos todos en espiritu. Debiamos contar con recuperar a Elvira, pues, caso contrario, de nada valdria sumirse en la desesperacion, aunque siempre me ayudaria a olvidar con la inmensidad de su amor. Con Elvira o sin ella podiamos ser felices. Ahora tomariamos ventaja de la ocasion para formar el Pais de los Dos Reinos y llegar a convertirme en el rey mas poderoso del territorio.
Ethelvina era efusiva en sus besos y caricias mientras me hablaba, con la intencion de contagiarme su entusiasmo y seguridad. Nos aguardaba una tarea ingente que bien merecia el esfuerzo de sobreponerme a la adversidad, pues que el final se nos ofrecia glorioso.
Me parecia que no deseaba la aparicion de su hija, aunque disimulase y lo supeditara al futuro. En el fondo de su intencion adivinaba sus ambiciosos proyectos circunscritos a nosotros dos, si bien nombrase a Elvira para tranquilizarme. O quizas los proyectos los concebia para ella sola, y me incluia como un colaborador imprescindible para lograrlos. ?Estaria al fin en lo cierto Elvira, cuyas terribles sospechas considere siempre producto de su debilidad e inocencia?
Volcanica y ambiciosa se me aparecia Ethelvina, poseida de pasion. A duras penas lograba contenerse, disfrazar el fondo de sus intimos pensamientos, limitados en el punto que la astucia le aconsejaba para no poner en peligro su consecucion. Aunque lo peor era, y ahora en la distancia del tiempo me doy cuenta, la desaparicion de los ideales conforme al paso de los anos, combatidos por la cruel disyuntiva de comer o ser comido. Cuerpo y alma, elegir era mi problema. Sostenia un combate supremo entre los instintos de mi cuerpo y las inclinaciones de mi alma, para descubrir con pesadumbre, y hasta con horror, que todavia era mas fuerte la ambicion que el deber mismo.
Estuve sumido todo el dia en profunda meditacion. Cuando aparecio Ethelvina hube de reconocer que sus cuidados habian contribuido mas que los de cualquier otro a fortalecerme y animarme. Le hice presente que era sospecha de la corte, asi como de mis fieles tanes y aun no mintiera anadiendo que de mi mismo lo era tambien, que participara en la traicion y fuera ella quien la acordara con Thumber. Nunca la encontre mas convincente. Antes que impresionarse reacciono mas amorosamente que nunca, con la mayor expresion de sinceridad y dulzura en sus palabras. «?Como pensais tal monstruosidad, Avengeray? Lo comprendo en los demas, pero me duele escucharlo en vos. Si hubiera sido mi proposito mataros, Thumber no os hubiera perdonado. Olvidais que yo os necesito y os amo mas que a nada en mi vida. Creedme. Os soy fiel. Y os deseo. Quisiera permanecer siempre a vuestro lado. ?Como podeis explicar tal sospecha?»
«Porque Thumber no obro como vos deseabais. No pensabais matarme, sino a Elvira.» «Volved en vos, Avengeray -replico paciente y sin perder el tono dulce de su voz y el gesto amoroso, que me parecia mas bella que nunca en aquel instante- Elvira no fue muerta, recordadlo. Y fue ella quien decidio el casamiento con Thumber. Quizas se dio cuenta de que no os amaba lo suficiente.» «No es asi, sino que al creer que pretendiais matarme se sacrifico comprando mi vida con su matrimonio. Esa fue la causa de que Thumber os traicionase, pues se cino a sus deseos y no a los vuestros. Lo que debiais sospechar desde el principio a poco que le conocierais.»
No se altero su semblante, mas parecio meditar. Y pasados unos instantes dijo: «Voy a demostraros mi inocencia, Avengeray. Os jurare sobre los Santos Evangelios que ignoraba totalmente la traicion y nunca tome parte en ella. La maldicion de Nuestro Senor Jesucristo caiga sobre mi alma si miento. ?Me creereis entonces?».
«Creere. Pero el juramento debe ser hecho en la capilla, en presencia del obispo y mis fieles tanes Cenryc y Teobaldo.»
El semblante bello, sonriente y afable, no demostraba preocupacion alguna aunque estuviese ocupada en cuestiones graves que afectaban al Estado y a su alma. «Lo hare, pues que me lo pedis. Pero algo debeis darme a cambio: un juramento secreto ante mi, sobre los Sagrados Libros: si una vez reconquistado el Reino del Norte no hallaramos a Elvira, nos uniremos en matrimonio y seremos proclamados reyes de los Dos Reinos.»
Trajo los Evangelios e hicimos el juramento, que quedo entre los pactos secretos que presidian nuestras relaciones desde el principio. Informe al obispo y a los tanes de la jura que habia de hacernos la senora. Una semana despues tuvo lugar, cuando ya los medicos me autorizaron a abandonar la habitacion. Satisfizo a los tanes, quienes mantenian su expectacion sobre la propuesta que me hicieran de atacar el refugio de Thumber con nuestra mesnada, pues para nada contaban con las fuerzas de Ivristone. Me reclamaban, de tal modo, que olvidase los lazos que me ataban y me ocupase de nuestras propias obligaciones, a las que estabamos sujetos por el juramento hecho a mi padre, el rey, antes de morir.
Gran contento recibieron ambos tanes y el obispo cuando conocieron en presencia de Ethelvina y en reunion privada en la camara de la senora, que no solamente recordaba el compromiso, que me era sagrado, sino que ni por un solo momento habia dejado de procurar su mejor realizacion. Asi, ademas de nuestra mesnada, contabamos con todas las fuerzas de Ivristone pues era la senora nuestra aliada, ya que tanto como a mi mismo le importaba recobrar a su hija.
Cenryc me abrazo emocionado y me confeso que su alegria resultaba mas crecida que la de los demas por cuanto habia sospechado que la blandura de la vida cortesana tenia relajados mis deberes. Comprobar lo infundado de la sospecha le reforzaba en el orgullo que sentia de hallarse ligado a un senor tan fiel para sus amigos como para sus enemigos.
Afrontadas las tropas y la escuadra que mandaramos construir, y los barcos aportados por los nobles, solo importaba discurrir la tactica apropiada. Y como eran mis tanes expertos en concebir campanas guerreras, pronto maduramos un plan. No escatimaban su satisfaccion al disponer de una tan numerosa fuerza, bien equipada y con abundante intendencia en depositos de alimentos distribuidos por el pais para subvenir a las necesidades de una tan grande concentracion. Ademas, contarian los viveres que pudieramos recoger sobre el terreno. Que no iban a faltarnos dentro del Reino del Norte, pues me aseguraba Cenryc la colaboracion de los paisanos y campesinos, que nos aguardaban siempre como libertadores, pues jamas perdieron la esperanza de mi regreso, que era una leyenda entre aquel pueblo que recordaba su historia.
Dispuse que los dos millares de hombres concentrados en las proximidades del castillo fueran embarcados para atacar el refugio de Thumber. Mandamos desplazar tropas hacia los Pasos de Oackland y se enviaron mensajeros al genial Aedan, como cabeza de la mesnada, para que se procediera en la siguiente forma: reservada suficiente guarnicion para custodiar los pasos, el resto debia adentrarse en el Reino del Norte al mando de Alberto y, emboscados por la zona montanosa, dirigirse al refugio secreto del pirata para cerrarle el paso hacia el interior del territorio cuando fuera atacado desde el mar. Llegado el momento, y a tal fin se dispuso la sincronizacion necesaria, podriamos atajarle desde un principio mediante un ataque simultaneo. Excusado quedaba recomendar gran secreto. Cenryc encarecio mucho se valiese Aedan de la red de espias para propalar noticias convenientes, a fin de conseguir que el pueblo llano colaborase matando a los de Raegnar, para impedir