mi? Mira al fantoche, dandoselas de senorito. ?Fantoche! ?Como no salgas de aqui echando leches te saco las tripas por la boca! Ademas, ?como has entrado en mi casa?, ?enganando a mi mujer? ?Donde esta ella? ?Por que no buscamos su cuerpo muerto por ahi?
– Frena, frena… Si hay que matar a alguien, aqui estoy yo… La cuestion no es si tu has matado o no has matado, cosa que me importa un huevo, sino si la realidad es que has matado o si la realidad es que no has matado. ?Como puede llamarse real el hecho de que tu no hayas matado? Las realidades se ven o se oyen; si no se ven o no se oyen, no son. Esas cadenas se ven, y se oirian si las agitamos. Esas cadenas que nos ha traido el librero son de lo mas real que uno se puede echar a la cara. Segun el, los cuellos de dos personas estuvieron atados a ellas, el tuyo y el de tu hermano. ?Es o no fantasia del librero?
Eladio Altube tarda en asentir pesadamente con la cabeza, porque esta centrado en clavar sus ojos en los mios, no ha hecho otra cosa desde que llego. Dos unicos antagonistas tiene la escena: el y yo. El tercero es un simple ruido.
– Tu hermano la dino en la pena y a ti te sacaron con medio oceano en los pulmones, pero vivo. ?Que paso? ?Un error? ?De quien? ?Del rojoseparatista que os ato? ?O no fue un error?
Eladio Altube mide muy bien las palabras:
– Tu lo acabas de decir: me salve del cabron por los pelos. La suerte tuvo que elegir entre mi pobre hermano y yo…
– Segun lo que llevo visto y mi entender, te libraste porque tu cadena era la larga… ?y aun asi resulto corta! Algo le fallo a alguien.
Inesperadamente, Eladio Altube se revuelve contra el:
– ?Le crees al loco? ?La puta leche! ?Buen amigo de los cojones tengo!
– No te asustes, que solo estoy escribiendo una novela con un criminal escondido en alguna parte. Calma, chico. Si, al final, la realidad te senala con la punta de la daga, seras el malo, si, pero solo en la novela. No sere yo quien te arrastre de los pelos tras unas rejas.
?Que cree, que puede utilizar la realidad para luego desprenderse de ella? Este advenedizo aun no ha entendido nada. Aunque todo esto es muy aprovechable, incluida la amenaza que representa para mi este falangista al que le trae sin cuidado la justicia y que hara causa comun con Eladio Altube cuando entienda que ya no necesita mas materia novelable.
– Pregunta a tu socio si habia visto antes las cadenas. Te mentira y dira que no. Entonces le preguntas quien las oculto en el camarote de este caserio despues de robarlas de su propia ferreteria.
– ?Donde esta mi mujer?
Mas que pregunta es alarido. Eladio Altube se precipita al pasillo gritando su nombre, recorre habitaciones y regresa con la expresion despavorida.
– ?Te esta enganando con el librero? -rie el falangista.
– Simplemente, ha huido. De ti. -Senalo al gemelo levantando las cadenas-. Sabe que eres el asesino de tu hermano. Las cadenas nos estan diciendo lo mismo.
– ?Jodidos novelistas! -brama Eladio Altube- ?Y que decis de mi infierno tirando de la cadena para escapar de la mar que subia y subia? ?No es tambien una realidad de los cojones?
Me suena fuera de lugar, no tenia que haber mencionado su coartada. ?Por que lo ha hecho? Cabe pensar que, a lo largo de estos diez anos, ha ido borrando de su conciencia -debemos concedersela- todo lo que Getxo recibio, es decir, las dos partes de su coartada: la dispuesta por el y la falseada por los avatares, que la elevaron a insuperable, y asi pudo llegar a creer en la intervencion de fuerzas tales como el destino, la fatalidad, los dioses o Dios, transfiriendo a cualquiera de ellas toda la responsabilidad.
No, no tenia que haberla mencionado. O si, considerando la extrema situacion en que le ha puesto el fantoche. Muy desesperado ha de estar para traer a colacion esa coartada que jamas necesito de voceros porque siempre se expreso por si misma. De ella ha vivido diez anos. Pero ahora siente temblar la tierra bajo sus pies y esta empezando a sospechar que su hada madrina, esa coartada, ha cumplido su ciclo y no tiene otra a mano, de modo que ahora ha de fabricarse precipitadamente una segunda.
– ?Que necesitas para convencerte, que yo tambien debi morir aquella noche? Sabes que falto un pelo: un segundo mas y la espicho.
Es lo que Getxo supo siempre sin que nadie se lo resaltara. El aire del comedor parece desplazarse por un acelerado fuelle respiratorio: el de Eladio Altube.
– Pero no llegaron a contarte ese ultimo segundo -digo-, asi que no lo utilices, porque ni en suenos pensaste en el, tu calculo de los tiempos se detenia mucho antes… Por cierto, mi mas sincera enhorabuena por tu brillante coartada… sobre todo, ahora que apareces como su unico inventor. Hasta ahora crei que el plan fue obra de dos cerebros: un merito anadido.
Eladio Altube da unos pasos hasta su companero y tira con ambas manos de la pechera de su camisa, exigiendole:
– ?Quitamelo de encima!
El falangista se libra suavemente de las manos. Le divierte la escena, se siente por encima de ella.
– Te gustaria que lo matara, ?verdad? -pregunta con antipatica suficiencia-. Lo podria hacer tranquilamente, te esta insultando. Pero ?seria bueno para la novela? No dejaria de ser un hecho real y, por tanto, imprescindible. Cuanto ocurre ante nuestras narices es materia de realidad. ?No es asi, librero? Tu mueres y yo sigo adelante con la novela. Escribire que el otro investigador erro el tiro, apunto equivocadamente, y yo tengo al Etxe, el verdadero asesino. Mas paginas, mas densidad. Por otra parte, meter un cadaver no le viene mal a cualquier novela negra.
– ?Matar un investigador a otro? Muy original.
– No morira de bala sino de infarto debido a una doble emocion: al acusar, primero, y al tener que tragarse su error despues. Demasiada tension para un tipo debil.
– Mentirias. Inventarias. ?Y no te da miedo imaginar? Contaminarias todo el relato.
– Recuerda, librero, que, ademas, soy poeta. Resolveria el episodio a traves de un solitario poema sin fronteras.
Alzo las pesadas cadenas lo mas que da la longitud de mis brazos.
– ?Esto es el verdadero final de la novela, maldita sea!
Mi grito se cierra con un grito ronco de Eladio Altube:
– ?Matalo!
El unico que parece conservar la ecuanimidad es el risueno camisa azul.
– Por otra parte, librero, ?con que bagaje afrontas esta situacion? Tan desarmado como una paloma. Primero: es tu palabra contra la suya. Un investigador serio jamas lanzaria una acusacion tan fuerte sin pruebas. ?Donde estan? Muestrame una sola y apostare por tu novela. Segundo: aunque apareciera milagrosamente esa prueba, ?como reducirias al culpable?, ?con las manos? A la vista esta que Eladio es mas hombre que tu, y ademas no es cojo.
– ?Eso, prueba lo que dices, cabron! -sigue gritando Eladio Altube.
El peso me ha obligado hace minutos a devolver las cadenas a la mesa. ?Constituyen la prueba definitiva? ?Debo pensar que tengo algo con ellas o solo indicios? ?Cuantos? Dicen que un indicio es solo un indicio; que dos indicios son dos indicios; pero que tres indicios son ya una prueba.
– No sufras, librero, que yo te sustituire en la investigacion. Habra novela. Tu tambien formaras parte de ella como cadaver.
– ?Que haras cuando desemboques en Eladio Altube, como ocurrira indefectiblemente? -Son solo palabras. Al parecer, no soy de roble, como ellos. Ahora soy yo quien esta fallando a las cadenas.
– Has jodido bien al cabron -rie un Eladio Altube transformado-. ?No tiene una puta prueba porque no puede tenerla! ?Estoy limpio!
Necesito tiempo para convertir esos indicios en pruebas.
Una silenciosa figura se recorta de pronto en el umbral de la puerta. He de hacer un esfuerzo de concentracion para recibir a Bidane Zumalabe. ?Como ha entrado? Es su casa, tiene llave. ?Que hace aqui? Les ordene a las dos que… ?Que hacen aqui? Porque detras de ella esta Koldobike. Sus pasos por el pasillo han sido de fantasmas.
– Tengo la prueba -oigo a Bidane Zumalabe. Su voz no es firme, como corresponderia a tal noticion.
– Si, tiene la prueba -asegura Koldobike, y ella si que habla con firmeza. Y anade-: Es una mujer muy