posible.

Sin embargo, no es probable que hurtara ninguna de estas prendas intimas, pues ademas de estar magnetizadas (lo que pone en marcha una alarma al pasar con ellas junto a determinados controles) suelen estar controladas por las senoritas dependientas, estrategicamente situadas a la entrada de los probadores.

Elena Rincon salio finalmente del establecimiento comercial sin haber adquirido ningun producto, lo que junto a su actividad general, ya senalada, la envuelve definitivamente en sospechas que, es cierto, carecen de direccion por el momento. He llegado a pensar si su visita a los grandes almacenes podria relacionarse con el establecimiento de algun contacto clandestino relacionado con la parte subterranea de los negocios de su marido, contacto que, por las razones que fueran, no se pudiera realizar la tarde del seguimiento. Tampoco hay que descartar la posibilidad de que el objetivo final de sus movimientos se relacionara con la recepcion o entrega de drogas o de dinero proveniente de la venta de drogas. No es raro que negocios del tipo de los que maneja Enrique Acosta se utilicen para blanquear dinero obtenido en esta clase de economias sumergidas.

La averiguacion de estos extremos, si mi cliente lo considera necesario, exigiria efectuar seguimientos menos esporadicos de los realizados hasta el momento y quiza algun tipo de investigacion complementaria que, por su complejidad, exigiria el cobro de tarifas mas altas que las establecidas para una mera vigilancia.

El seguimiento se dio por concluido a las 20,15, hora en que la tal Elena regreso andando de nuevo a su domicilio sin que en este trayecto de vuelta se produjera nada resena-ble, a excepcion de esta actitud de busqueda, ya senalada, que se podria interpretar tambien como la sospecha de que esta siendo sometida a vigilancia. Ello hizo extremar mis precauciones y convirtio esa tarea, aparentemente rutinaria y sencilla, en un trabajo lleno de pequenas pero numerosas dificultades.

Pese a la firmeza de mis propositos, llevo varios dias sin acudir a este diario y eso me proporciona la rara sensacion de no existir. ?Le pasaria lo mismo a mi madre? La idea del diario, desde que lo comence, me ha invadido como una obsesion. Yo se que un diario de este tipo es una suerte de mapa esquematico en el que se relatan los aspectos mas sobresalientes de la propia vida. Sin embargo, en mi imaginacion, el diario es la vida misma. Alguna vez lei algo acerca de quienes confunden el territorio con la representacion del territorio (el mapa); tal vez eso es lo que me sucede, tal vez por eso tengo la impresion de no haber existido los dias pasados.

Pero no ha sido asi. He vivido un infierno del que quiero salir, pero al que se aferra una parte de mi que no domino. Tras el optimismo de las primeras lineas de este diario, donde expresaba la rara y agradable sensacion de haber tornado las riendas de mi vida, alcance un precario equilibrio que se quebro en pedazos hace seis o siete dias. Enrique habia salido a cenar y yo me quede levantada para ver una pelicula que daban por la television. En el descanso, y como la pelicula me estaba gustando mucho, cometi el error de liar un canuto para disfrutar mas de ella. Al principio todo fue bien; la pelicula adquirio relieves especiales y yo disfrute de esa sensacion de plenitud intelectual que produce el hachis cuando se lleva algun tiempo retirado de el. Sin embargo, al cabo de un rato, quiza por la postura, comence a sentir una gran opresion en el pecho. Lo atribui a una excesiva acumulacion de gases en la zona del diafragma, pero cambie de postura sin que por ello se aliviara la presion, que inmediatamente se vio reforzada por la angustia de quedarme sin aire. Sali a la terraza y respire con la boca abierta, pero el aire tenia un espesor humedo y dulzon que dificultaba su paso a traves de los bronquios. Respiraba como si mis pulmones se hubieran diluido y mis segundos estuvieran contados.

Sin reparar en que me acababa de fumar un canuto, recurri a un ansiolitico para tranquilizarme y al poco presenti que la tension se iba a resolver con un desmayo. Afortunadamente, me dio tiempo a alcanzar el dormitorio, donde cai sobre la cama unos momentos antes de perder el sentido. Desperte a las dos horas empapada en sudor y con un acceso doloroso en los intestinos. Enrique no habia vuelto y por la television, que se habia quedado encendida, daban una pelicula en version original. Fui al bano, pero no consegui vaciar el vientre. Recorde entonces que mi madre, en su diario, se referia a esta situacion de tener que expulsar sin poder hacerlo llamandola colico cerrado y deduje que era lo que me pasaba a mi. Basto que nombrara el dolor para que se atenuara un poco y de este modo consegui llegar al salon para apagar el televisor y cerrar la puerta de la terraza. Luego me desnude y me meti en la cama con una sensacion de desamparo insoportable. Pense en Mercedes, mi hija, y en Enrique, mi marido, como si fueran dos fragmentos de mi existencia definitivamente separados de ella. Mi vida, pues, parecia mutilada e inutil. Creo que durante los ultimos veinte anos he estado defendiendome de los afectos sin pensar que cada una de estas defensas significaba una mutilacion. La tristeza me golpeo en alguna parte, pero no consegui llorar. Entonces encendi la luz, cogi uno de los cuadernos de mi madre y encontre un pasaje que me emociono especialmente; parecia escrito para mi y para aquella noche, porque decia asi:

Mucho se ha escrito sobre el cuerpo humano sin que por eso sepamos todo acerca de su origen o de sus mecanismos. Hay quienes dudan entre definirlo como un continente o como una isla, y ello se debe a que posee las complicaciones de los continentes y la soledad de las islas. El cuerpo es tan antiguo que podriamos compararlo con un continente maltrecho que ha logrado sobrevivir a glaciaciones, terremotos y estallidos internos que lo han inutilizado para todo, excepto para las funciones mecanicas, que repite sin entusiasmo. Miro mi propio cuerpo, desnudo sobre la cama, y que veo: una superficie hostil que se deteriora en la direccion del vientre, alla abajo, entre las piernas, observo un matojo de hierba bajo el que se oculta un agujero, una caverna que a veces conduce al placer, a veces al dolor y siempre a la desesperacion. Cerca de la mirada, esta una de las zonas deserticas del continente, que llamamos pecho. El mio esta habitado por un bulto secreto que succiona uno de los pezones hacia el interior de si mismo. No se lo he dicho a nadie todavia. Y si excavaramos, si nos abrieramos paso hacia el interior de este cuerpo, descubririamos unos organos tambien antiguos y excesivamente especializados, tanto que bastaria que uno de ellos fallara para que perecieran todos. ?De quien es este continente? ?Quien lo habita? Lo habitan el dolor y los fantasmas y el miedo, pero tambien las visceras que lo hacen tan complicado y solitario.

Tras leer este parrafo, guarde el cuaderno en el cajon de la mesilla y encendi un cigarro que me supo bien. Eso era el cuerpo que, al igual que mi rostro, se parecia tanto al de mi madre. Los espasmos intestinales cedieron y fui relajandome hasta quedar dormida. No oi a Enrique cuando volvio.

Al dia siguiente, el colico cerrado parecio abrirse y me vacie sin esfuerzo. Mis intestinos llevan algunos meses comportandose de este modo: o retienen o explotan. Pero incluso cuando explotan parecen dejar algo dentro. He llegado a pensar que quiza tenga un bulto o una llaga -una rareza intestinal, en fin- que proporciona a mi cuerpo esta sensacion incomoda de tener un elemento extrano en su interior.

En cuanto a Enrique, mi marido, creo que empieza a mirarme de otro modo, como si hubiera advertido la transformacion intima que padezco y cuya direccion ignoro. No creo que este preocupado, pues lleva una vida personal tan intensa que quiza no le permita prestar atencion a estos sucesos de orden domestico. No quiero decir con ello que no sienta nada por mi, pero pienso que sus afectos estan colocados en otros lugares (su trabajo, sus amantes, nuestra hija) y que no queda mucho espacio para mi en esa trama. Tampoco yo, es cierto, me he ocupado mucho de el en los ultimos anos y eso ha acabado configurando un tipo de relacion rara, una relacion que no es molesta, pero que resulta inutil como apoyo en los momentos decisivos de la vida. Aunque nunca hemos hablado de ello, creo que espera con ilusion que Mercedes, nuestra hija, se quede embarazada.

Desde que ha comenzado el buen tiempo suelo levantarme temprano y a veces desayunamos juntos. Lo normal es que no hablemos o que hablemos de cuestiones practicas; pero a veces el intenta sacar temas de conversacion distintos para ver si averigua mi secreto. El otro dia me propuso hacer un viaje, pero no le respondi en ninguna direccion. Siempre que se acerca el verano se pone un poco nervioso, pues se siente en la obligacion de planificar cosas que no le interesan. Yo creo que le apeteceria veranear con Mercedes y su marido y que por eso mi presencia constituye un problema en estas epocas.

– Faltan mas de dos meses para el verano- le dije.

– Es que me temo que este ano no podre coger ni una semana de vacaciones -respondio-. Por eso te proponia hacer ahora un viaje.

– No te preocupes -respondi-. Tampoco yo tengo muchas ganas de salir este ano.

– De todos modos, el viaje este al que me referia tengo que hacerlo por razones de trabajo. Si te vienes conmigo, podemos descansar los dos un poco.

– No se -dije-, adonde es.

– A Bruselas, tengo que resolver un par de asuntos, pero me quedara tiempo para hacer excursiones. Podemos ir a Brujas y Amberes y a Holanda. El tiempo ahora sera bueno, aunque humedo.

– No se, dejame pensarlo.

Le pregunte despues que que era lo que tenia que hacer alli, pero no consegui entenderle. Se trataba de

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