– Te pregunto por nosotros, no por mi. -No hemos sido vulgares gracias a ti.

– ?Tu eres vulgar entonces?

– Yo quiero ser vulgar desde hace mucho tiempo -respondio Enrique con un tono que estaba entre la amargura y el resentimiento.

– ?Porque? -insistio Elena. -Porque deseo ser feliz.

Elena se levanto y se dirigio al mueble bar. Evito la botella de cona y cogio una de whisky. Le ofrecio uno a Enrique. Estuvo a punto de confesar el descubrimiento del diario de su madre, pero penso que su marido no merecia esa confidencia. Volvio a sentarse en la butaca, dio un par de sorbos y hablo dirigiendose al techo:

– Esta noche he descubierto por que no soy vulgar. Veras, de pequena sone que hacia un hoyo en la playa y descubria una moneda. Pense que si conseguia mantener el puno cerrado, con la moneda dentro, al amanecer seguiria en mi mano. Cuando desperte habia desaparecido, pero esa misma manana, en la playa, cave un hoyo y volvi a encontrarla. Por eso no me he sometido, como mis hermanos, a las imposiciones de la realidad, porque todavia creo que los suenos son realizables.

– Eso fue una casualidad -respondio

Enrique al tiempo que se incorporaba y encendia la television-. Voy a ver las noticias.

Elena permanecio en la butaca con las piernas cruzadas, apurando su whisky, hasta que sintio hambre. Entonces se incorporo y fue a la cocina con la intencion de prepararse un bocadillo.

Cinco

A lo largo de los dias siguientes la primavera alcanzo un grado de penetracion que influyo en el espiritu de Elena. No era infrecuente que por las tardes se nublara e incluso que llegara a llover con la violencia de lo que no dura, pero las mananas eran soleadas. Elena se sentia mejor, aunque no ignoraba que se trataba de un equilibrio muy precario. Sus sintomas, sin desaparecer, se habian atenuado y la presion de aquella fuerza desconocida sobre el intestino solo actuaba bajo los efectos del hachis. En general, su cuerpo parecia recorrido por pequenos desarreglos fantasmales, como si la enfermedad buscara un lugar apropiado en el que asentarse y durar. Fue al medico en un par de ocasiones, pero acudio sin fe y no llego a hacerse los analisis que le recomendaron.

En ocasiones recordaba el suceso de la guarderia y pensaba que en aquellos momentos habia llegado a la frontera de algo sin retorno, pero el hecho de haber sabido detenerse en el limite le daba una seguridad que a veces le parecia gratuita y a veces no. Como pasaba mucho tiempo en casa, decidio despedir a la asistenta, pues comenzo a parecerle un testigo incomodo, una presencia molesta que se movia por el hogar como la enfermedad por su cuerpo: sin producir grandes estragos pero haciendose sentir en cada uno de los organos, en cada una de las habitaciones por donde pasaba, como un dolor que se oculta temporalmente bajo los efectos de un farmaco, pero cuya presencia -aunque escondida- posee cierta capacidad de actuacion. La casa, sin la asistenta, sufrio un deterioro perceptible, pero Enrique no dijo nada aunque comenzo a mirar con cierta aprension las camisas apresuradamente planchadas por su mujer.

Elena habia telefoneado a la agencia de detectives a los pocos dias de aquel primer informe. Cogio el telefono la misma persona de la vez anterior, con quien mantuvo una conversacion estimulante.

– Su informe -dijo Elena- nos parecio bien, aunque excesivamente descriptivo.

– ?Que quiere decir? -pregunto la voz. -Hablaba mucho de los movimientos de

la persona investigada, pero no entraba a valorar sus actitudes. Por ejemplo, cuando el informe dice que el sujeto objeto de la investigacion leia un libro, nosotros queremos saber que libro leia. Nos interesan cosas de su caracter y no solo una relacion de movimientos. El informe, por ejemplo, acierta cuando se atreve a aventurar que la disputa entre los supuestos adulteros es de caracter amoroso. ?Me comprende?

– En principio -respondio la voz algo insegura- nuestro trabajo no consiste en emitir juicios; no obstante, si seguimos adelante con la investigacion, hablare con el detective para que sea mas explicito.

– No queremos que sea mas explicito, queremos que sea mas atrevido, aunque el investigador se implique personalmente en lo que cuenta. Un detective no es solo una voz; tendra cuerpo y edad y sentimientos respecto a lo que ve. ?Comprende?

– Podemos intentarlo -anadio la voz con un tono de seguridad que sonaba a hueco.

Elena encargo entonces un informe global sobre Enrique que recogio a los pocos dias en el apartado de correos. Lo leyo en la cama, con placer, a la hora de la siesta. Decia asi:

El sujeto objeto de la investigacion tiene cuarenta y seis anos, los mismos que este investigador, aunque podria aparentar cuarenta y uno, al contrario que este investigador, que representa cuarenta y nueve. Se llama Enrique Acosta Campos y es directivo de una empresa de «consulting» que ha cambiado tres veces de nombre en los ultimos cinco anos sin modificar por eso su domicilio social. Todo parece indicar que se trata de una empresa fantasma, ligada a determinados circulos del poder, politico, que tras efectuar operaciones de gran envergadura economica desaparece para emerger al poco bajo unas nuevas siglas. En el ultimo ano han hecho dos operaciones importantes, una con el Ministerio de Industria y otra con el de Sanidad y Medio Ambiente. En ambos casos se trato de estudios de mercado, o algo parecido, a los que este investigador no ha tenido acceso. En el caso de que nuestro cliente necesitara mas informacion sobre esta empresa, que ahora se llama Nuevos Mercados, S.A., seria preciso subcontratar los servicios de una agencia especializada, pues ya decimos que posee numerosas ramificaciones -algunas de ellas con una multinacional de publicidad- dificiles de probar y a traves de las cuales el dinero circula de forma subterranea hasta desaparecer, aunque ignoramos donde y en que cantidades. El sujeto llamado Enrique Acosta vive bien, aunque sin ostentaciones, y pasa mucho tiempo de su jornada laboral en la calle, realizando contactos que lo llevan de un ministerio a otro. Es posible que tenga intereses economicos en Venezuela y Mexico, adonde ha viajado con alguna frecuencia en los ultimos meses. Raro es el dia que no tiene un almuerzo de trabajo, siempre en restaurantes de elite frecuentados por empresarios y politicos.

Esta casado con Elena Rincon Jimenez, de cuarenta y tres anos, los que representa. Se trata de una mujer delgada, frecuentemente ojerosa, de la que apenas conocemos relaciones. Pasa mucho tiempo en casa, aunque en otro tiempo trabajo en el area creativa de una pequena empresa de publicidad, ya desaparecida, que debio de ser filial de la de «Consulting» que entonces dirigia su marido. En cualquier caso la mencionada Elena Rincon abandono su trabajo antes de que esta empresa cerrara por quiebra aparente y posiblemente por razones de orden personal que no nos ha parecido de interes averiguar por el momento, aunque, como ignoramos a que fines va dirigida esta investigacion, es posible la comision de errores en la valoracion de lo que es importante y lo que no.

Ambos conyuges poseen cuentas bancarias separadas, aunque la tal Elena no parece tener ingresos regulares, excepto los derivados de una serie de paquetes de acciones de diversas empresas cedidas posiblemente por el mencionado Enrique Acosta. En la cuenta de Elena Rincon se ha producido recientemente un ingreso sin cuantificar que procede de la venta de un piso que pertenecio a su madre, ya fallecida.

Las relaciones entre ambos conyuges son aparentemente de libertad e independencia mutuas. De hecho, el lleva una vida amorosa bastante irregular, aunque ultimamente parece haber alcanzado algun grado de estabilidad sentimental con su secretaria. Es consumidor habitual de hachis y posiblemente de cocaina, pero combate estos excesos acudiendo regularmente a un gimnasio cercano a su despacho donde practica los cuidados corporales de moda.

El matrimonio tiene una hija de veintidos anos, llamada Mercedes, casada desde hace dos anos y con residencia en Madrid. La mencionada Mercedes Acosta apenas se relaciona con su madre, pero se ve frecuentemente con su padre, de quien recibe dinero de forma mas o menos habitual, y con quien parece mantener unos lazos de afecto que no guardan relacion, en apariencia, con estas ayudas economicas. Por cierto, el libro que leia Enrique Acosta en Alicante se titulaba La Metamorfosis.

Elena habia guardado el informe en el cajon de la mesilla, junto al diario de su madre y despues habia intentado dormir inutilmente. Estaba excitada y divertida por el horizonte que se abria ante su vida con esta investigacion. Dio varias vueltas en la cama y al cabo se incorporo y tomo el ultimo cuaderno -el numerado con el seis- del diario de su madre. Habia pensado leer el final, pero decidio no hacerlo, como si todavia no hubiera llegado el momento, como si se encontrara inmersa en una cadena de sucesos significativos en los que era importante conservar la calma y atender cada cosa en su momento para que en el orden de la cadena no se

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