Desde el primer momento, mostro su determinacion en defender la institucion a cuyo frente se habia puesto. Su primera gestion fue lograr que el ministro de la Gobernacion cursase ordenes terminantes a los gobernadores civiles para que fuesen drasticamente prohibidas todas las manifestaciones contrarias al cuerpo y para que se entregara a los tribunales, para su persecucion, a quienes atentaran de obra o palabra contra sus miembros. Respetuoso en general con la obra de su antecesor (de quien quiza lo distanciaran el caracter y la posicion coyuntural, pero con cuyo progenitor, no estara de mas subrayarlo, compartia avatares biograficos e ideales de juventud, en la lucha contra el frances y contra el absolutismo) introdujo en ella algunas modificaciones significativas. La mas visible y simbolica, la que dispuso en relacion con la uniformidad. La hizo mas sencilla, suprimiendo la casaca de gala, el pantalon de punto blanco y el botin azul turqui para la infanteria, y para la caballeria, ademas, las costosas botas de montar. Las levitas serian de una sola fila de botones, con cuello abierto encarnado, como bocamangas, hombreras y vivos, y el pantalon gris oscuro de pano marengo. La capota fue sustituida por esclavina de pano verde con hombreras de vivos rojos y cuello alto. En conjunto, estas modificaciones, y otras que no resenamos, contribuian a darle al uniforme un aspecto mas practico, restandole algo de la prestancia que le habia querido otorgar el duque con el diseno inicial, congruente con el espiritu que perseguia infundir al cuerpo, a cuyo tenor el guardia civil debia estar «muy engreido de su posicion» (art. 21 del Capitulo 1o de la Cartilla) y no olvidar que «el desalino en el vestir infunde desprecio» (Ibid, art. 10). Pero Facundo Infante sabia que era el momento de hacer economias, por una parte, y de acercar a los guardias al pueblo mas que de alejarlos. Entre otras cosas, porque pasados los ardores revolucionarios, el Gobierno los necesitaba para imponer el orden, sesgo que dio a su politica entre finales de 1854 y comienzos de 1855.
Este viraje encontro en el Parlamento su oposicion, que escogio como blanco predilecto a la Guardia Civil. Llamativa fue la controversia que enfrento al inspector general con el diputado de tendencia republicana Estanislao Figueras, que pretendia (fue acaso el primero) la desmilitarizacion del Cuerpo. El tambien presidente de la camara se opuso a ello por considerarlo «el primer paso para su disolucion». Tuvo asi el cuestionado caracter militar de la Guardia Civil en un mason, conspirador y revolucionario su primer, vehemente y algo paradojico paladin. No menos curioso fue el debate que sostuvo Infante con el diputado Llanos, tambien progresista y mason, que se quejaba de que la Guardia Civil era demasiado cara y mas barato saldria reponer lo robado a las victimas de delitos con cargo al erario publico. Alegaba Llanos: «Tenemos una Guardia Civil de 10.000 hombres que cuesta a la nacion 40 millones de reales. Esa Guardia Civil esta muy bien disciplinada, es muy subordinada, aprende a leer y escribir y presta muy buenos servicios, pero en medio de todo eso el guardia civil es un soldado muy caro». Se extendio Llanos sobre los lujos y dispendios que suponia su equipamiento y manutencion (entre otros, que llevaran botas y no alpargatas, lo que a su juicio les restaba la ligereza necesaria para el servicio), para acabar proponiendo que se utilizara a sargentos, cabos y guardias para formar la reserva del ejercito.
La respuesta de Infante fue tan memorable como demoledora. Comenzo por la ultima cuestion: «Si los sargentos y cabos de la Guardia Civil van a formar parte de la reserva, cuando esta reserva o los batallones de ella tengan que ponerse sobre las armas, ?que hace la Guardia Civil? ?Se va con los batallones de reserva? […] Si se va con la reserva quedan los caminos abandonados y los malvados podrian hacer lo que no hacen desde que hay Guardia Civil en Espana. Por consiguiente no es admisible la idea que propone, en razon a que en la Guardia Civil hay necesidad de que los hombres honrados, honradisimos, que la componen y que tanto esmero en elegirlos tuvo mi digno antecesor, a quien me complazco en elogiar, no se diseminen; porque seria un perjuicio grande para el orden publico el que los sargentos y cabos de la Guardia Civil se marchasen». Tras defender la necesidad y la justificacion del equipo de los guardias, incluida su dotacion de botas en vez de alpargatas, se lanzo a hacer una encendida reivindicacion del cuerpo: «La Guardia Civil si no ha excedido, ha igualado a los mas valientes, a los mas andadores, a los mas celosos por defender la causa de la libertad y el trono de nuestra Reina». Y tras repasar varias acciones recientes, en las que quedaban de manifiesto la abnegacion y la honestidad de los guardias, rehusando sustanciosos sobornos y plantando cara a enemigos mas numerosos, anadio: «Digo mas: por economia se ha disminuido a la Guardia Civil, que no tiene 10.000 hombres, como ha dicho el senor Llanos, sino nada mas que 8.000, y que tendra nueve dentro de poco; pero como fuera necesario retirarla de algunos puestos, no ha habido ni un solo pueblo de donde se haya retirado que no me haya escrito para que vuelvan; y son poquisimos los pueblos de Espana de todas las provincias en que no esten pidiendo diariamente la Guardia Civil. Vease, pues, como aunque llevan botas y no se pongan alpargatas y tengan baul con mucha ropa, son apreciados por todo el mundo y nadie les encuentra los defectos que les ha encontrado mi antiguo amigo y companero, el senor Llanos».
Los diarios de sesiones no registran la reaccion del diputado critico frente al sutil pero inequivoco venablo que suponia aquel
Este discurso parlamentario condensa de manera cumplida el espiritu de la gestion del general Infante al frente del cuerpo, o lo que es lo mismo, del asentamiento de la Guardia Civil como institucion nacional, no apropiable por partido alguno, durante el bienio liberal. Reivindicados los guardias por primera vez como «defensores de la causa de la libertad» ante sus guardianes ideologicos, por alguien que podia exhibir tantas credenciales al respecto como el que mas, ademas de verse enaltecidos como sacrificados servidores publicos, y como funcionarios que no por humildes dejaban de ser honrados e instruidos, se robustecian de forma decisiva los cimientos que echara el fundador. Quedaba la Benemerita consolidada como una pertenencia de todos los espanoles que, por descontado, no dejarian de utilizar tirios y troyanos en beneficio propio, exponiendola asi a nuevas crisis. Pero tras superar la primera prueba de la verdadera alternancia, se sentaban las bases para que tambien esas crisis futuras pudieran afrontarse con exito. Al visionario designio del general liberal-conservador y de orden, sucedio el sabio pragmatismo del general liberal progresista y mason. Uno dio consistencia al edificio. El otro lo acredito como capaz, por su vigor moral y su entrega, de resistir los venideros seismos.
Y es que posiblemente el secreto del exito de la institucion estuviera en la combinacion de ambos factores. Por un lado, la percepcion de su seriedad, tan querida y buscada por el duque como para referirse a la forma en que sus hombres debian llevar el bigote (aditamento facial que ademas les imponia como requisito), y reafirmada por el apartamiento de los guardias civiles, tambien con arreglo al mandato del fundador, de debilidades tales como el juego, la contraccion de deudas o la aceptacion de cualquier tipo de dadivas en pago de sus servicios (segun el articulo 7o del Capitulo 1o de la Cartilla, el guardia civil no debe esperar de aquel a quien ha favorecido mas que un «recuerdo de gratitud»). Pero si su circunspeccion los hizo respetados y utiles, lo que los hizo apreciados y necesarios fue la generosidad acreditada en el servicio a sus conciudadanos, que se vio rapidamente correspondida por estos. Conviene resenar que, si bien en un principio los guardias podian considerarse servidores publicos relativamente pudientes, y en especial en comparacion con sus homologos del ejercito, pronto sus haberes, que quedaron congelados en aquellas cifras iniciales durante mucho tiempo, se revelaron insuficientes para atender sus necesidades y las de sus familias, estrechez que agravaba la prohibicion de tomar dinero a credito. Y en este punto vino a socorrerlos la gratitud de las poblaciones donde se hallaban destinados, que si en muchas ocasiones empezaron costeando la casa-cuartel, continuaron con la prestacion gratuita de servicios a los benemeritos y sus familias (tanto los maestros de escuela como los medicos rurales se abstenian de cobrarles) e incluso el suministro de alimentos. Esta comunion con el pueblo del que habia salido, fue, historicamente, una de las mayores fortalezas del cuerpo, y su persistencia en el tiempo, pese a la presion que desde el poder recibia para ponersele enfrente (presion que se agudizaria hasta lo insoportable bajo el regimen caciquil de la Restauracion), la mejor garantia de su continuidad. El refuerzo de esta conciencia de servicio al pueblo es la gran aportacion del bienio liberal.
Los quince anos que van de 1854 a 1869, los quince ultimos del reinado de Isabel II, supusieron un verdadero carrusel de nombramientos y destituciones, tanto al frente del gobierno como de la Guardia Civil, fruto de la descomposicion de un regimen que vivio sacudido por la conspiracion permanente de quienes resultaban desalojados del poder. Normalmente, los progresistas, cada vez mas radicalizados y pronto en combinacion con el
