claro que «sus acusaciones no habian sido nunca dirigidas contra la Guardia Civil». Y desde ese momento el conspicuo jefe republicano mostro un talante totalmente distinto frente a los guardias.
En todo caso, lo que resulta evidente es el deterioro que para la imagen del cuerpo supuso su puesta en vanguardia de la represion del obrerismo violento, y que llego a tal extremo que en julio de 1901 el gobierno de Sagasta curso una circular a todos los gobernadores civiles exhortandoles a velar por el respeto a la institucion, tomando energicas medidas administrativas y emprendiendo acciones legales contra quienes faltaran al respeto de su buen nombre. Flaco favor, porque la persecucion encarnizada de quienes con sus ataques ponian de manifiesto el severo desgaste al que la politica del gobierno habia expuesto a los guardias civiles no hacia sino acrecentar el dano causado.
Pero volvamos a 1897. Lo verdaderamente preocupante en esos dias es lo que sucede en las lejanas colonias de Cuba y Filipinas. Dos casos distintos y distantes, parafraseando a un politico espanol del siglo XX, pero cada uno con su interes, y cada uno escenario de multitud de episodios apasionantes y aun fascinantes que en este libro, por su alcance, no podemos aspirar a detallar. Tampoco en lo que se refiere a la Guardia Civil, que en Cuba tenia cerca de 5.500 hombres y en Filipinas, al final del dominio espanol sobre el archipielago, 3.000 hombres y cuatro tercios de la Guardia Civil Indigena, incluido el llamado, por analogia con el de Madrid, Tercio de la Veterana, que velaba por la seguridad de Manila. Digamos que la mayor diferencia entre ambas colonias fue el ingente esfuerzo que se hizo para defender Cuba, la joya de la Corona, mientras que en Filipinas, mucho mas remota y menos interesante para los politicos de la metropoli, el gasto fue mucho menor, lo que tambien repercutio en la actuacion de los benemeritos.
Habia, en efecto, una escasa guarnicion militar para hacer frente al movimiento insurreccional que, dirigido por el
De poco sirvio que el general Fernando Primo de Rivera, marques de Estella por su brillante accion de conquista del feudo carlista, y padre del futuro dictador, lograra tras reemplazar a un enfermo Polavieja acabar con Aguinaldo. Lo hizo por la via del soborno y el exilio en Hong Kong, que el lider rebelde acepto por la comprometida situacion en que lo habia puesto el acoso de las tropas leales a Espana. De que la compra de Aguinaldo resultara inutil se encargo la escuadra norteamericana del almirante Dewey, que fondeada en Hong Kong respaldo la constitucion de la «Republica Centralizada de Filipinas», con el propio Aguinaldo como lider, y el 1 de mayo de 1898 redujo a pavesas en la bahia de Cavite la vieja escuadra de barcos de madera del almirante Montojo. Tras el enesimo desastre para anadir a la larga lista de desgracias de la Armada espanola, los tagalos, envalentonados por el amparo yanqui, se lanzaron contra la capital. La Veterana los combatio durante mes y medio, hasta que ya no pudo contener mas a los asaltantes. El 13 de junio de 1898 se firmaba la capitulacion. La Guardia Civil indigena fue disuelta, los soldados espanoles repatriados. La aventura de Espana en Filipinas llegaba asi a su fin.
Entre tanto, a miles de kilometros de alli, en las Antillas, las fuerzas espanolas, incluidas las de la Guardia Civil, pasaban por apuros no menores. En cuanto a la Benemerita, interesa anotar que habia trabajado duramente para reducir el bandolerismo, tan pujante en la isla como en la metropoli, lo que le habia granjeado las simpatias de los propietarios, que contribuian a su financiacion. Eran los guardias civiles de Cuba expertos conocedores del terreno y, cuando se generalizo la insurreccion, se convirtieron en tropas tan valiosas como lo habian sido en las guerras carlistas, funcionando de manera analoga, encuadradas en las unidades del ejercito, aparte de defender sus puestos desplegados sobre el territorio, con heroismo a menudo memorable.
Los rebeldes mambises, profusamente financiados y armados por los norteamericanos, dieron la primera senal de su poderio a comienzos de 1895 en Baire, cuando 2.000 independentistas atacaron a las fuerzas espanolas, poniendolas en fuga. Por aquel entonces en la isla, aparte de las fuerzas de la Guardia Civil, habia una guarnicion de 14.000 soldados. Pronto ese contingente se eleva a 40.000. El 15 de abril desembarca en Cuba Jose Marti, que el 5 de mayo es nombrado jefe supremo de la revuelta, con Maximo Gomez como comandante en jefe y Antonio Maceo como comandante general de Oriente. Los mambises, con gran apoyo en la poblacion y perfecto conocimiento del terreno, comenzaron a infligir reveses a las tropas espanolas. Los puestos de la Guardia Civil son sitiados una y otra vez. El del poblado de Provincial resistio durante doce horas a mas de cuatrocientos mambises. El de Dolores, sitiado por el cabecilla Jose Maria Rojas Falero y 300 hombres, y mandado accidentalmente por el guardia de segunda clase Candido Santa Eulalia, se nego a rendirse, aunque el independentista, por medio de un mensaje escrito, le habia ofrecido, aparte de salvar su vida, el ascenso a sargento primero si deponia las armas y se les unia. La respuesta, que se hizo celebre, no tiene desperdicio, y permite saber un poco mejor quienes eran aquellos humildes y dignos guardias:
Senor Don Jose Maria Falero. Muy Senor mio: Enterado de su atenta carta, debo manifestar que yo soy muy espanol y sobre todo pertenezco a la Benemerita Guardia Civil y que habiendome mis dignos jefes honrado con el mando de este destacamento, primero prefiero mil veces la muerte que yo serle traidor a mi patria y olvidar el juramento de fidelidad que preste a la gloriosa bandera espanola, en cuya defensa derramare mi ultima gota de sangre antes de cometer la vileza de entregarme con vida a los enemigos de Espana y de mi Rey. El ascenso que me proponen para nada lo necesito pues estoy orgulloso de vestir el uniforme de la Guardia Civil y soldado y mi mayor gloria seria morir con el. Mis jefes saben premiar a los que saben defender su honra, y asi es, que reunido aqui con todos mis dignos companeros, rechazamos con energia todas vuestras predicaciones y amenazas, y estrechados como buenos hermanos y como defensores de este pedazo de terreno gritamos pero muy alto, para que ustedes lo oigan: ?Viva Espana! ?Viva nuestro Rey! ?Viva la Guardia Civil! Aqui estamos dispuestos a morir, vengan cuando gusten a tomar el pueblo, para que lleven su merecido. Dolores, 27 de octubre. El guardia de segunda, Candido Santa Eulalia.
Impresionado, Falero escribio un nuevo mensaje anunciando que dejaba por ese dia «de cumplir su deber» y haria desistir a sus jefes de tomar el pueblo, porque era infame acabar con la vida de unos heroes. Y al guardia, pese a ser «enemigos por las ideas» le ofrecia que «en lo tocante a la personalidad» lo considerara «su amigo y servidor».
Pero ni el heroismo de los guardias, ni la muerte prematura de Jose Marti, ni el inmenso despliegue militar que en anos sucesivos hizo Espana en la isla, y que culminaria con los 200.000 hombres que llegaria a tener bajo sus ordenes Valeriano Weyler (el general que recibio el encargo de liquidar la insurreccion tras el fracaso de Martinez Campos), fueron suficientes para conservar la colonia. Los guardias se dejaron la piel en el campo, Weyler reprimio con energia a los conspiradores independentistas y se empeno en aislar Maceo, erigido en comandante militar de los mambises, con su espectacular sistema de trochas (franjas de terreno desbrozado, fuertemente vigiladas y defendidas, que atravesaban la isla de Sur a Norte para impedi los movimientos del enemigo). Finalmente el general logro acabar con Maceo, sorprendido y muerto el 7 de diciembre por el comandante Cirujeda, pero no pudo extinguir la resistencia de Maximo Gomez, pese a rodearlo con 40 batallones, en los que las enfermedades tropicales causa ron mas de 30.000 bajas. El 1 de enero de 1897, el heroico puesto de Dolores volvia a recibir la conminacion a rendirse. Esta vez se le anunciaba que los rebeldes habian emplazado