acabo con su condena a muerte y posterior ejecucion. En 1907 se habia fundado Solidaridad Obrera, embrion de la futura e influyente Confederacion Nacional del Trabajo (CNT). El activismo anarquista coexistia con el creciente sentimiento catalanista, que con antecedentes en el movimiento de Prat de la Riba, redactor en 1892 de las llamadas Bases de Manresa para la restitucion del autogobierno de Cataluna, ganaba adeptos entre los catalanes por la continua percepcion de Madrid y sus delegados como represores de la poblacion. El gobierno Maura fue poco sensible a la mezcla explosiva que suponia este fenomeno y, preocupado tan solo por proteger a la burguesia industrial barcelonesa (que en su desconfianza hacia la policia y hacia la Guardia Civil habia llegado a contratar los servicios del detective Arrow, de Scotland Yard) y por lo que con vision reduccionista llamaba orden publico, aprobo a comienzos de 1908 una discutida ley antiterrorista. Pero la cosa era mas compleja. Desde 1907 Prat de la Riba presidia la Diputacion de Barcelona, y dirigia la seccion de Hacienda del ayuntamiento de Barcelona Pedro Corominas, uno de los procesados por la bomba del Corpus Christi. Cataluna, y en especial Barcelona, se habia ido convirtiendo en un territorio cada vez mas inestable. Y en esto, alguien metio la pata.

En Beni Bu-Ifrur, a unos pocos kilometros de Melilla, unos rifenos dieron muerte en julio de 1909 a cinco obreros espanoles que trabajaban en la construccion del ferrocarril que unia la plaza espanola con las minas del monte Uixan, explotadas por una compania en la que tenian intereses senalados proceres del regimen, como el conde de Romanones. El general Marina, jefe militar de Melilla, organizo una expedicion de castigo, que se interno en territorio marroqui, quedando en situacion comprometida ante el macizo montanoso del Gurugu. Pidio a Madrid refuerzos, que el ministro de la Guerra, Linares, le concedio. Para ello se movilizo a los reservistas, lo que hizo estallar la oposicion popular. Cuando los primeros movilizados, encuadrados en el sufrido batallon de cazadores de Las Navas, unidad siempre destinada al combate en primera linea, suben a los trenes en la estacion de Atocha, una muchedumbre se reune al grito de «?Guerra a la guerra!» para impedir su partida. La caballeria de la Guardia Civil ha de despejar la via y los andenes para permitir la salida del convoy.

Si los madrilenos no estaban por una guerra gratuita, una aventura colonial extemporanea que solo obedecia a intereses de sus dirigentes, menos la respaldaban los barceloneses, de donde era buena parte de los reservistas movilizados. Se estaba gestando un nuevo desastre. Lo que la Historia recordaria como la Semana Tragica de Barcelona.

Capitulo 9

La refundacion del general Zubia

Entre el 19 y el 22 de julio de 1909, con los animos cada vez mas caldeados por la movilizacion de los reservistas catalanes para incorporarse a la nueva guerra marroqui, hubo en el area metropolitana barcelonesa numerosos incidentes y enfrentamientos entre obreros y fuerzas del orden. El gobernador civil, Angel Ossorio, publico un bando advirtiendo que si seguian los disturbios «lanzaria a la Guardia Civil para restablecer el orden con todos los medios a su alcance».

Desoyendo la amenaza, los anarquistas y socialistas forman el sabado 24 el comite de huelga, con el apoyo del abogado lerrouxista Emiliano Iglesias, que se habia hecho celebre por su defensa del pedagogo anarquista Ferrer i Guardia, imputado como instigador del frustrado regicidio de Mateo Morral. Iglesias se muestra poco proclive a la implicacion directa del partido radical al que representa. Los socialistas, representados por Fabra Rivas, no quieren una huelga violenta, «con atracos a bancos», como llegan a proponer los anarquistas. Pero finalmente seran estos los que impongan sus pretensiones. El lunes 26, los piquetes toman la ciudad y obligan a toda la poblacion a adherirse al paro. El gobernador cumple su amenaza y ordena a la caballeria de la Guardia Civil que cargue contra los huelguistas. Los guardias, procurando dosificar la fuerza, aunque nadie atiende sus advertencias, logran poner en funcionamiento los tranvias. El ministro de Gobernacion, Juan de la Cierva, que por ausencia de Maura es ademas jefe del gobierno en funciones, fuerza una junta de seguridad que acaba con la dimision del gobernador. Se declara el estado de alarma y toma el mando la autoridad militar, el general Santiago. Sus fuerzas son escasas, y muchas unidades simpatizan con los reservistas reacios a marchar a Africa. Los agentes del cuerpo de Seguridad son aun menos fiables: una seccion completa, con sus dos oficiales, desaparece en los primeros instantes, abandonando su armamento. Queda pues sola, como fuerza de choque, la siempre socorrida Guardia Civil.

Lo que sigue adquiere pronto tintes catastroficos. El general Santiago ordena la paralizacion del restablecido servicio de tranvias. Los anarquistas han colocado barricadas por toda la ciudad y han conseguido multitud de armas (muchas de ellas, al adoptar las autoridades militares la erronea disposicion de armar a los obreros del parque de Artilleria, que se pasan a los huelguistas). Pronto empiezan las quemas de conventos, y los guardias civiles, unica fuerza que realmente puede plantar cara a lo que ya es manifiestamente una revolucion, ha de multiplicarse para proteger los edificios gubernamentales, puntos neuralgicos como las centrales electricas y de gas, atacar en combinacion con los zapadores las barricadas que obstruyen las calles y tratar de amparar a los religiosos sobre los que se ceban las iras de las masas revolucionarias. El general Santiago dicta un bando advirtiendo que se hara fuego sin previo aviso contra los revoltosos, pero ello no hace menguar el fervor violento de estos. Los combates se prolongan durante tres dias, hasta que la llegada de refuerzos enviados por el gobierno, incluidos nuevos contingentes de la Guardia Civil concentrados de otras comandancias, fuerza la rendicion de los sublevados. La contumaz barricada de Robadors, en las Atarazanas, cae al asalto. Otras muchas las echaran abajo, tras deponer las armas, los mismos paisanos que las habian levantado, conminados a ello por las triunfantes fuerzas del orden. Otra humillacion para anadir a la cuenta de agravios de los barceloneses, pero es de entender que aquellos guardias no estuvieran dispuestos a asumir ellos, tras haber hecho el esfuerzo que supusieron los combates, aquel mas que penoso y desagradable trabajo.

La presion gubernamental lleva a que los elementos mas combativo; se retiren al bastion de Poble Nou, donde al entrar los guardias civiles, para tratar de reducirlos, se encuentran con que las terrazas estan llenas de francotiradores. Hay que limpiarlas una por una, y en la refriega muere el teniente Gabaldon y caen gravemente heridos tres guardias. En El Clot resisten los ultimos nucleos, hasta que el general Bandreis, al mando de un fuerte contingente de guardias civiles, logra doblegarlos. La revolucion barcelonesa ha quedado sofocada. El balance: 296 heridos y 104 muertos entre la poblacion (entre estos, seis mujeres y cuatro religiosos de ambos sexos) y 124 heridos y ocho muertos entre los miembros del ejercito y los agentes de la autoridad. La Guardia Civil tuvo dos muertos y 49 heridos. Pero siendo tragico, quiza no es este el peor dano que se deriva para la Benemerita de los acontecimientos de aquella desdichada semana de julio, sino la brecha casi irreparable que se ha abierto entre ella y la ciudadania. El pintor Ramon Casas lo dejo magistralmente plasmado en su famoso oleo La carga (1899), donde un guardia civil a caballo parece hacer esfuerzos para que su montura no pise a un obrero caido en el suelo durante la disolucion de una manifestacion; aunque tambien hay lecturas mucho menos amables, que apuntan a la altivez del benemerito, desde su ventajosa posicion, sobre el indefenso manifestante que ha rodado por el suelo. Vealo el lector por si mismo, y saque la interpretacion que prefiera.

El fusilamiento de Francesc Ferrer i Guardia el 13 de octubre, en la fortaleza de Montjuic, tras su fulminante detencion el mismo 31 de agosto, acusado de ser el cerebro de la revolucion, vino a rematar el estropicio. Ferrer i Guardia, que acababa de regresar a Barcelona procedente de Paris y Bruselas, donde habia tratado de refundar su Escuela

Moderna tras ser absuelto de la acusacion de complicidad en el atentado de Mateo Morral, no tenia nada que ver con la huelga. El escritor Anatole France afirmo en una famosa carta abierta:»Su crimen es el de ser republicano, socialista, librepensador; su crimen es haber creado la ensenanza laica en Barcelona, instruido a millares de ninos en la moral independiente, su crimen es haber fundado escuelas». En Paris y otras ciudades de Europa hubo manifestaciones contra el gobierno espanol. Antonio Maura, el liberal que con sus ideas regeneracionistas se habia incorporado a los conservadores con el proyecto de «hacer la revolucion desde arriba», quedaba convertido en el vil represor de la sempiterna revolucion desde abajo. Y solo era el comienzo.

Los anos que siguieron, en efecto, fueron de constante deterioro de la situacion. A finales de ese ano 1909,

Вы читаете Sereno en el peligro
Добавить отзыв
ВСЕ ОТЗЫВЫ О КНИГЕ В ИЗБРАННОЕ

0

Вы можете отметить интересные вам фрагменты текста, которые будут доступны по уникальной ссылке в адресной строке браузера.

Отметить Добавить цитату