considerado demasiado alarmistas. Por eso, cuando a Franco le dan la noticia de la invasion, en medio de una caceria, pregunta atonito: «?Y que hace la Guardia Civil?»
La invasion del valle de Aran, con todo y su espectacularidad, acaba en un sonoro fracaso. Los guerrilleros logran tomar algunos pueblos y reducir algunos puestos de la Benemerita. Incluso llegan a rendir la cabecera de linea de Bossost, a donde se han replegado los guardias que han podido escapar y desde la que plantan cara a los invasores hasta agotar sus municiones. Pero a pesar de sus intentos no logran hacerse con la capital del valle, Vielha. El general Yague acude al frente de la 42 division, con la que lanza una maniobra de cerco sobre el pequeno territorio que al amenazar con embolsar a los guerrilleros los desmoraliza rapidamente. El PCE envia a Santiago Carrillo, que releva del mando a Monzon y ordena la retirada general. La aventura causa 32 muertos y 216 heridos a las tropas que repelen la invasion y 129 muertos, 249 heridos y 218 prisioneros entre los maquis (palabra de origen frances, o mejor dicho corso, derivada de
No son, ni mucho menos, los primeros hombres en armas contra el regimen con que se las han debido ver, dentro del territorio nacional, las fuerzas del orden desde el final de la guerra. Al irse desmoronando los distintos frentes, partidas de combatientes republicanos se han echado al monte, tanto en Asturias y Galicia como en la cordillera central, las sierras de Aragon o las serranias andaluzas. Desde sus escondrijos, dan en cometer crimenes de toda indole (sobre todo robos, para su propia subsistencia) y atentados contra los agentes de la autoridad o contra quienes consideran afectos al regimen. Pero estos ataques de 1944 muestran un salto cualitativo. La oposicion interna ya no se basa solo en partidas aisladas de luchadores recalcitrantes que funcionan por libre y a la desesperada, sino que va a estar organizada como un verdadero ejercito dirigido desde sus centros de decision en el exterior (la Junta de Toulouse) y en el interior (sus delegados que actuan desde la clandestinidad en territorio espanol, incluso en Madrid).
Contra ellos llegaran a luchar, segun las ocasiones y las circunstancias, unidades del ejercito y de todos los cuerpos de seguridad del nuevo estado, pero el peso sustancial de la contienda lo asumira la Guardia Civil, cuya forma de actuar, e incluso su organizacion y despliegue, se veran profundamente condicionados por esta amenaza. La razon es que los guerrilleros van a preferir actuar en zonas rurales, y en especial en aquellas que por sus caracteristicas geograficas son mas inaccesibles, lo que los llevara a los escenarios clasicos del bandolerismo decimononico: las serranias andaluzas, los montes de Toledo y las cordilleras Iberica y Central; amen de las zonas montanosas de la cornisa cantabrica y Galicia. Parajes, todos ellos, en el territorio de la Guardia Civil. Este despliegue lleva a Aguado Sanchez a negarles el titulo de guerrilleros, porque a su juicio estos estan presentes alli donde hay objetivos estrategicos sobre los que golpear para debilitar al enemigo, y no en despoblados y desiertos donde no hay otra ganancia que la posibilidad de esconderse de sus fuerzas de policia. El tecnicismo puede ser valido desde la perspectiva de la ciencia militar, pero con arreglo al entendimiento usual del termino, bien puede respetarseles el titulo a aquellos combatientes que, forzados por la situacion a luchar en manifiesta desventaja, optaron por ubicar su guerra irregular en el escenario que les era mas propicio para plantear sus operaciones. Otra cosa es en que desemboco ese planteamiento, al final del conflicto, con personajes y acciones que sugieren otros apelativos.
Al frente de esta Guardia Civil, obligada a convertirse en una suerte de miniejercito siempre en alerta, dentro de un pais nominalmente en paz, estaba como ya dijimos mas arriba el general Camilo Alonso Vega. Un tipo nada vulgar que, tras su pasado legionario y su intervencion en las operaciones de Asturias en 1934, se habia distinguido en la conquista de Levante y Cataluna, llegando con sus hombres hasta la frontera de Port-Bou, en persecucion de las ya desbaratadas y fugitivas fuerzas republicanas. De el se cuentan anecdotas como poco dignas de ser resenadas, como las dos recogidas en la semblanza que le hace Aguado Sanchez. Una, protagonizada en 1938, cuando tras participar en la toma de Benicarlo le salio al paso un sacerdote muy alterado que habia estado escondido y que le pidio que escarmentara duramente los atropellos que se habian cometido. Segun Aguado, Alonso Vega le sugirio que se calmara, y aquel sacerdote, andando el tiempo, se convertiria en el cardenal Tarancon. En otra ocasion, anos despues, y siendo ya director general de la Guardia Civil, recibio una carta de Pio Baroja, pidiendole recomendacion para que un guardia conocido suyo, y natural de Bera de Bidasoa, fuera destinado alli. Uno de los oficiales ayudantes advirtio algunas faltas de ortografia en la misiva e hizo mofa del escritor. El general lo corto en seco, diciendole que don Pio tenia razones sobradas para escribir como le viniera en gana.
Era, tambien, como ya se vio, el hombre que habia persuadido a Franco de mantener el cuerpo, hasta el punto de que el dictador habia formado con guardias civiles el nucleo de la guardia que velaba por su seguridad personal (gesto bien significativo) y habia promulgado, como acto de reconocimiento suplementario, una norma segun la cual el cargo de director general lo desempenaria un teniente general, segunda categoria de mayor rango en el escalafon militar, detras de la de capitan general que el mismo ostentaba. Aunque el propio Alonso Vega accedio al cargo siendo general de division, el desfase se corrigio en 1947, cuando al frente del cuerpo recibio el ascenso al grado superior. En parte, como reconocimiento al desempeno de sus hombres, quienes, segun le habia prometido al jefe supremo tras la molesta sorpresa de Aran, lucharian a destajo para erradicar aquella insidiosa plaga alentada por los enemigos de la Espana franquista, los comunistas y anarquistas que tan empecinados se mostrarian en hostigarla.
Alonso Vega rediseno la organizacion del cuerpo, con 43 tercios mas tres moviles, distribuidos en seis zonas (Sevilla, Barcelona, Zaragoza, Leon, Valencia y Madrid). Coyunturalmente crearia una zona especial en Teruel, al mando del general Manuel Pizarro Cenjor, para hacer frente a la potente Agrupacion Guerrillera de Levante y Aragon (AGLA). Tambien promovio la mejora economica de los guardias, con salarios que doblaban los de antes de la guerra, pero que no les sacaban de la estrechez, porque el coste de la vida, en ese mismo periodo, se habia cuadruplicado. Donde quiza hizo una aportacion mas significativa fue en la ensenanza: impulso la creacion de academias regionales para la formacion de guardias, potencio el Colegio de Guardias Jovenes de Valdemoro, reformo el Centro de. Instruccion (haciendo especial enfasis en la formacion de los comandantes de puesto) y puso en marcha la Academia Especial de la Guardia Civil. De este centro, al que se incorporaban alfereces procedentes de la Academia General Militar, para ser instruidos especificamente como mandos del cuerpo, se fue nutriendo una nueva oficialidad que renovo la muy mejorable que se encontrara Alonso Vega a su llegada a la direccion general, compuesta por los restos subsistentes tras la guerra civil y por la masa de oficiales del ejercito absorbidos despues. Una oficialidad que, como luego se vera, acabaria, por su preparacion y nivel intelectual, contribuyendo no poco a la transicion del cuerpo hacia el modelo que demandarian momentos historicos posteriores. Todavia dejaba bastante que desear la formacion policial, tanto de estos oficiales como del resto de los empleos, pero poco a poco se iban creando las condiciones para una mayor profesionalizacion de los hombres de la Benemerita, en punto a las tareas que les imponia su condicion de servidores de la ley, una y otra vez postergadas por su uso como fuerza militar.
Ahora bien, enunciadas las aportaciones positivas, corresponde senalar los aspectos en que su mandato supuso una amarga prueba para los hombres a sus ordenes, y que le valieron apelativos como
Para tener una idea del alcance de las medidas disciplinarias, entre los anos 1950 y 1954, casi 3.000 guardias civiles fueron separados del cuerpo. Tambien hay que resenar los efectos fisicos que producia la intensificada dureza del servicio, con jornadas extenuantes, correrias de hasta ocho dias durmiendo a la intemperie y otras
