cuerpo asentado y en plena transformacion, en un pais que despues del fin de la autarquia y la apertura al exterior, a partir de mediados de los 50, afronta tambien el cambio. A traves del desarrollo economico, Espana sienta las bases para superar la dictadura y transitar a una democracia homologable a la de los paises de su entorno, aunque eso haya de esperar a la extincion fisica del dictador. Este, atenuada su fiereza vindicativa contra los vencidos de la contienda civil (que entre las decadas de los 50 y 60 salen de las carceles), ha trocado sus viejos recelos hacia la Benemerita por una querencia absoluta, como van a poder comprobar los guardias que tiene mas cerca, en su escolta personal, ante los que mas de una vez, segun su propio testimonio, el poco expresivo general exclamara: «?Que equivocado estaba con la Guardia Civil!» No es para menos, despues de la laboriosa limpieza que han completado los guardias en lo que se refiere a los contumaces guerrilleros del monte, y de su contribucion al control y represion de cualquier clase de disidencia. Aunque en los nuevos tiempos, con el traslado de la resistencia antifranquista de las sierras a los poligonos industriales y las aulas universitarias, a escenarios urbanos en suma, el protagonismo en esta tarea van a asumirlo la Policia, que pondra para ello a punto un artefacto de turbia memoria, la Brigada Politico-Social, y los muy sumisos jueces, que haran funcionar sin mayores aspavientos el engendro denominado Tribunal de Orden Publico.

La Guardia Civil, entre tanto, ha recorrido un trecho importante en el camino de su profesionalizacion y de su adaptacion a las necesidades que plantea la labor policial que demandan los tiempos. Alonso Vega ha dejado la direccion general para ascender al ministerio de Gobernacion, desde donde seguira apoyando, con su impulso politico, el crecimiento y el fortalecimiento de un cuerpo que con su inaudita entrega ha sabido ganarse sus mas profundos afectos. Nombrado coronel honorario de la Benemerita por los jefes de esta, reconocimiento que antes ya obtuvo el general Zubia, lucira como el con orgullo el uniforme y el tricornio que en tal calidad le corresponden.

Su aliento y apoyo es decisivo para la creacion en 1959 de la Agrupacion de Trafico, a la que pertenecia el infortunado guardia Pardines, y que desde entonces constituye quiza la mas perceptible muestra de la presencia de la Benemerita en la sociedad. Fue Alonso Vega quien inclino la balanza a favor del cuerpo que habia dirigido, ya que esta competencia en un principio estaba atribuida a la Policia Armada. Pero justo en el momento en que se hizo evidente que el trafico rodado iba a comportar importantes responsabilidades publicas, necesitadas de una accion coordinada, el ministro atendio las reivindicaciones que se le hicieron desde la Guardia Civil, basadas en la tradicional vigilancia a cargo de sus hombres de carreteras y caminos. El parque de automovilismo de Madrid y la comandancia movil tambien radicada en la capital servirian como base para la formacion inicial de la Agrupacion. Desde sus primeros servicios, sus miembros contribuyen a incrementar la seguridad de las carreteras espanolas, resortes fundamentales para el aumento de la riqueza nacional, y sirven para mejorar la percepcion social de la Guardia Civil, encarnada por unos agentes que, si bien son la faz antipatica del estado cuando les toca denunciar una infraccion, tambien se mantienen al pie del canon contra toda suerte de adversidades y pronto se distinguen por su competencia para resolver toda clase de incidencias. La eficacia de su despliegue, su entrega al trabajo y la razonablemente generosa dotacion de recursos desde sus primeros tiempos (en forma de motos y vehiculos) permiten esperar que cuando surja un problema en la carretera no tardara mucho en aparecer la patrulla de Trafico para gestionarlo. Una actuacion policial en la que el servicio a la ciudadania prima sobre su vigilancia y represion, y que coadyuvara a que los guardias civiles empiecen a sacudirse el pesado estigma de ser meros esbirros del regimen.

No menos importante, de cara a impulsar la evolucion del cuerpo, es el desarrollo durante estos anos de su servicio de informacion (el futuro SIGC) que si ya empezo a rendir resultados en la lucha contra los guerrilleros, vera aumentada su importancia en la lucha contra el terrorismo etarra. Este, al tiempo que inflige al instituto su mas duro castigo, es acicate de su mayor esfuerzo en el perfeccionamiento de las tecnicas de investigacion policial. Y no solo de ellas: tampoco sera desdenable su influencia en la formacion de expertos en explosivos, operaciones especiales y antidisturbios, campo este en el que la respuesta conducira finalmente a la formacion de los actuales Grupos Rurales de Seguridad o GRS, integrados por especialistas con los que la Guardia Civil superara por fin sus tradicionales carencias en medios para el control efectivo de multitudes, deficit que tantas tragedias causara a lo largo de su historia. En la puesta a punto de estas nuevas capacidades, como senala Miguel Lopez Corral, sera determinante la aportacion de los oficiales procedentes de la Academia General de Zaragoza, con un perfil distinto al del oficial tradicional (curtido sobre todo en el mando de tropas de infanteria). Se trata de un oficial mucho mas abierto y sofisticado y que en no pocos casos se ha enriquecido con una formacion universitaria complementaria. Ademas, senala el autor citado, estos oficiales van a desarrollar una conciencia corporativa y un espiritu critico hacia esa excesiva influencia del ejercito que se traduce en una mentalidad conservadora, militarista y adicta al regimen y sus valores; mentalidad a la que, como parte del mismo entramado tutelar, ellos empezaran poco a poco a sustraerse.

En este sentido, el de la desmilitarizacion (y si se permite la licencia, la desfranquizacion, en tanto que la absorcion del cuerpo por el ejercito era rasgo esencial y distintivo de la Guardia Civil refundada por el regimen) ya se habian dado algunos pasos a fines de los 50. Tras el cese en la direccion general de Alonso Vega, se sucedieron en esa responsabilidad los tenientes generales Martin Alonso y Eduardo Saenz de Buruaga. Con ellos, y en especial con este ultimo (el mismo a quien encontramos paginas atras como coronel en julio de 1936, al pie de la escalerilla del avion que llevo a Franco a Tetuan) poco se movieron las cosas. Pero en 1959, con su sucesor, el teniente general Antonio Alcubilla Perez, y por impulso del ministro del Ejercito, Antonio Barroso Sanchez-Guerra, se promulgo el decretoley de 16 de julio, que dispuso que en adelante el mando de las unidades de los Tercios de Frontera de la Guardia Civil lo desempenarian jefes y oficiales del cuerpo, en vez de mandos del ejercito. Se acababa asi con la anomalia que introdujo la Ley de 1940, y se avanzaba hacia la recuperacion por la Guardia Civil de la autonomia que con todas las fluctuaciones expuestas, y sin perjuicio de su caracter militar, tuviera desde su fundacion.

Seria ya en los setenta, al llegar a los puestos de mayor responsabilidad oficiales que habian desarrollado toda su carrera en las filas benemeritas, cuando el cuerpo afrontaria de forma decidida este proceso. En particular, cuando estos oficiales accedieron al Estado Mayor del instituto, organo creado en la refundacion franquista, y que habia servido hasta entonces, justamente, para reforzar la incardinacion de la Guardia Civil como parte del ejercito. La llegada a este Estado Mayor, por otra parte, de jefes militares singularmente preparados, como Jose Antonio Saenz de Santamaria, favoreceria desde su lado el cambio. El impulso definitivo lo traeria la instauracion de la democracia, a la que la Guardia Civil, sin perjuicio de los elementos involucionistas que cobijaba entre sus filas, y que tanto y de forma tan desafortunada se hicieron notar, se incorporo con sorprendente naturalidad merced a esta modernizacion o civilizacion subrepticia que habia sido alentada desde su propio seno. Un movimiento, dicho sea de paso, que la devolvia a su orientacion original y a la filosofia de su fundador, cuyo influjo, mantenido a pesar de todos los pesares durante la travesia del tunel del regimen autoritario, se mostraria tan benefico como ya se habia revelado a lo largo de un tunel anterior, el que el canovismo y su descomposicion hicieran atravesar a los guardias civiles.

Por su elocuencia, citaremos la exposicion que de este interesante fenomeno hace el autor al que venimos mencionando, Miguel Lopez Corral, que tiene el valor suplementario de representar una mirada proyectada desde el interior de la propia familia benemerita:

Favorecidos por un numero cada vez mayor de promociones asentadas en lo alto del escalafon, por la asuncion de puestos de responsabilidad en la cupula de mando, por la tendencia civilista de la sociedad espanola y por la formacion universitaria que habian obtenido sus mas brillantes integrantes […] fueron capaces de hacer sombra a los oficiales de Estado Mayor del ejercito y de imponer sus propios criterios, por lo general bien argumentados intelectual y juridicamente a partir de la experiencia de mando, conocimiento del cuerpo y la realidad del servicio. Por eso, cuando el franquismo toco a su fin, no les resulto dificil desplazar de los organos de decision y planificacion a la estructura de poder omnimodo que habia sido el Estado Mayor, lo que ponia fin a una etapa y daba comienzo a otra…»

En estos anos, por otra parte, la Guardia Civil contaria con un nuevo despliegue territorial, que simplificaba y racionalizaba los anteriores, demasiado condicionados por los sucesivos avalares historicos. El artifice del cambio fue el general Luis Zanon, director general del cuerpo entre 1962 y 1965. Se conservaron las seis zonas existentes, aunque en 1974 se traslado de Zaragoza a Logrono la cabecera de la 5a, agregando las provincias de Zaragoza y Huesca a la 4a, con sede en Barcelona. Otra adaptacion motivada por el reto terrorista: esa 5a zona era la

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