sabe usted, de siempre van muchos de aqui del pueblo. A mi me gusta por eso. Y estoy muy a mi aire. Me rio con los estudiantes y los invito a chatos. Tambien hay un par de fulanas muy majas y muy formales ellas. Despues de cenar hacemos en el comedor unas tertulias muy alegres… Yo, senor Juez, to el mundo lo sabe, no soy malo, es que me gusta la fiesta. Un defecto como otro cualquiera. Por hacer gracia es que me descacho… Por eso yo asi que vi por los periodicos la sardana que se habia armado aqui, dije: 'Pues me voy a Tomelloso y me entrego corriendo'. Que una cosa es una broma y otra lo que ha pasao por culpa del dichoso Pianolo, que es igualico que yo. Ni mas ni menos. E igualico que el Faraon. Que parece que nacimos con la misma estrella. Bueno, pues… ?Por donde iba yo? Digo que vine derechico a entregarme. Pero lo que pasa, primero quise hablar con el Faraon para que me ilustrara un poco de como estaba el ajo de verdad. El Faraon no estaba en su casa. Lo llame desde su casa al Cementerio porque andaba con la Justicia y se vino al contao. Llego, y lo que pasa, nos abrazamos, porque amigos hasta la muerte. Y le dije lo que el no sabia. Y que me iba a entregar aqui al senor Jefe. Pero el, por hacerme un bien, esa es la verdad, porque de eso estoy seguro, la travesura se le ocurrio luego, mejor dicho, se le ocurrio al Pianolo y tambien con razon, pues me dijo: 'Esperate a manana, hombre. Que necesidad tienes de pasar esta noche en la carcel. Manana empiezas o a lo mejor no porque el delito no es tan grande. Vete a la Pension Oriental, cenas, te duermes tranquilo y manana – por hoy – vas y te entregas. Yo, chiton.' Y yo pense que tenia razon y asi hice. Me fui a la Pension Oriental, que es donde paro aqui desde que vivo en Barcelona, cene y me acoste. Pero que si quieres. Cuando estaba en lo mejor del sueno, que aporrean en mi puerta. Era el que se queda de sereno que me dice que el Faraon me llamaba muy urgente por telefono. Como solo hay telefono abajo, me malvisto, bajo, y no hago mas que coger el aparato y decir diga, diga, cuando se abre la puerta y entra el Pianolo desencajao, y su hijo mas desencajao y el Faraon tan tranquilo, y me dicen: 'Ya esta to dicho'. Ni replicar pude. Entre los tres me sacaron a empujones, me subieron en el remolque, me ataron las manos y me taparon la boca, y ?zas!, camino del Cementerio… Lo demas ya lo sabe usted… Y lo unico que no les perdono es que, tal como me dejaron caer en la sepultura, me podia haber roto una pierna. Asi como suena. Y eso no es lo tratao. De perjuicios fisicos, nada. Claro que en el caso de los Pianolos, al fin y al cabo se comprende. Iban furiosos por la muerte de la pobre, que lo mismo se habria muerto por otro berrinche. Pero, en fin, las cosas como son. Yo era el que estaba mas a mano para el primer desfogue… Y aqui estoy.
– ?Eso es todo lo que tiene usted que contarnos? ?Para eso venia usted a entregarse? – le pregunto el Juez con cara de no entender.
– ?Eh?
– Claro, hombre, lo que le ha pasado a usted en Tomelloso lo sabiamos mas o menos. Lo que nos urge es saber quien es ese muerto.
– Lleva usted razon, senor Juez – dijo dandose una palmada en la frente-, que como estoy obsesionao con lo ultimo se me pasa lo primero… y la cosa tiene su explicacion porque la noche que he pasao ha sio de aupa. Usted comprendera.
– Al grano de una vez.
– Si, senor… En la Pension Larache, decia, desde hace algun tiempo habia un huesped nuevo que se acostaba todas las noches a las diez. Es el muerto. Que no hablaba con nadie. Comia solo en una mesa. Y se iba a su cuarto. Cenaba el hombre, y se iba otra vez donde fuera. Bueno, yo solo lo vi tres veces vivo, se entiende. Cuando fui la ultima estaba en el hospital, segun me contaron. Yo, claro, no tenia amistad con el, y no fui a visitarlo. Pero, mira por donde, una noche, bueno, una madruga, cuando yo volvia un poco optimista porque habia estao tomando unas copas por la calle de la Ballesta y la calle Barbieri y eso con unos de Barcelona, pues cuando me iba a acostar, al pasar ante la habitacion de a Ingri, que es una de las furcias que se hospedan en la Larache, pues veo la luz encendia, la puerta entreabierta, y que hablaban dentro voces de los amigos. Entre, y alli estaban de tertulia la Ingri, que no habia salido a trabajar porque estaba con el mes, y Alejandrito, el chico de Lucas… este de aqui que estudia medico, y otros dos medicos mas de Vitoria, que tambien viven en la Larache. 'Adelante, Rufilanchas, que llegas a tiempo'. Me sente en la cama de la Ingri, no por otra cosa, sino porque ya no habia sillas. Y me soltaron el rollo. Resulta que el pobre senor este, el muerto, pues que se moria seguro en el hospital. En el hospital que hacen practicas estos medicos de la Larache. Y el hombre… La Ingri y la Rosario, que son muy buenas personas, habian ido a visitarlo, y el hombre, como digo, habia contao a los doctores y a las putas su caso: que no tenia a nadie y que queria que lo enterrasen aqui en el pueblo. Como sabia que no tenia remedio, pues les habia entregao a los medicos y a las susodichas cuarenta mil pesetas que tenia ahorras el pobrecillo pa que lo embalsamaran a modo. Por lo visto su perra era que lo embalsamaran. Que lo trajesen aqui en un celular, y le comprasen un buen nicho. Le hicieran un entierro como Dios manda y con el resto de los cuartos… Fijese usted que bien pensao lo tenia todico: la mitad a la iglesia para misas y otra mitad a los senores medicos, al paisano, a los de Vitoria y a las putillas para que se corrieran una juerga o lo que les diera la gana. Y me ensenaron los cuarenta billetes de mil pesetas que tenia el doctor Aldecoa, que es uno de los de Vitoria, en el bolsillo de atras del pantalon. Lo que pasa. Comentamos el caso por largo y nos fuimos cada uno a nuestro cuarto a dormir. Yo al dia siguiente me fui a Barcelona, y como me habia acostao bastantico cargao casi no me volvi a acordar del caso. Luego, si, en Barcelona se lo conte a mi mujer. Pero me dije: 'Cuando vuelva a Madrid, pues que ya estara el pobre viejo enterrao en Tomelloso'. Pero ca. A los diez dias o asi vuelvo a la Larache. Llegue muy tarde y no vi a ninguno.
Y me dije ya en la cama: 'Pues manana tengo que preguntar que paso'. Pero por cosas del oficio de la Ingri, cuando yo salia de la 'Larache' por la manana a las ocho, que me encuentro con la Ingri que venia a acostarse. Entonces le pregunte. 'El pobrecito murio anoche y esta manana lo van a embalsamar los muchachos. Por cierto, que llevan varios dias estudiando cosas de embalsamar'. 'Ea, pues ya ha descansao'. 'Y nos hemos acordao mucho de ti, Rufilanchas, estos dias', me dijo la Ingri. '?Si? ?Por que?' 'Porque dijiste que tenias un amigo que trabajaba en una empresa de coches de esos que llevan muertos a los pueblos'. Yo ni me acordaba que lo habia dicho. Como aquella noche estaba asi. 'Pues si que tengo un amigo, pero ya lo habran arreglao por otro lao'. 'Si, han hablao con uno, pero es que es muy caro. Y decian, pues claro, el amigo de Rufi (a mi me llaman Rufi) pues lo haria por menos precio'. Claro, ellos, ya sabe usted, son jovenes. Y querian ahorrar para que la juerga diese pa mas.
Y para mas misas, claro esta. Nos despedimos. Yo me fui a mi negociejo. Pero la Ingri se conoce que en seguida les aviso al hospital de que yo habia vuelto. Y a la hora de comer, catapum, que me cogen los medicos y me llevan al cuarto de la Ingri y de la Rosario. 'Tienes que avisar ahora mismo a tu amigo el de los coches celulares a ver lo que cobra. Que el que sirve al hospital es un ladron. Esta tarde vamos a tener toda la documentacion, y por la noche podrian salir porque ya esta embalsamao'. Cogi el telefono, llame a mi amigo Paco Tarrasa y despues de regatear un poco me dejo un precio muy aparente. Claro que lo que buscaban los medicos era que mediante el cobro de cinco mil pesetas, que era la diferencia con el celular del hospital, me encargase yo de gestionar lo del nicho y lo del entierro y lo del cura y demas, y ellos no molestarse porque la verdad es que estaban de examenes los pobrecicos. Yo, al principio dije que no, que me hacia mucho extravio, que yo no tenia que pasar por Tomelloso en este viaje, que yo iba a Valencia. Y ellos venga rogarme. Que me ganaba mil duros y me esperaban luego para la juerga. Volvi a decir que no, pero como me cansinearon tanto, pues que dio tiempo a que se me ocurriera la faena. Me acorde de la maldita Feria de Sevilla, del Pianolo, de la mama del Pianolo, del Faraon y de la mama del Faraon. Y dije que si. Me puse de acuerdo con Tarrasa para que, pagandole como si hiciera el viaje, me lo entregara junto a Valdemoro donde el tiene su garajillo. Me gaste tres mil pesetas en un ataud que luego quemamos en Valdemoro y alli meti al muerto en un cajon que habia preparado. Y lo subi en uno de mis dos camiones. A mis operarios no les dije ni palabra. Les entregue el cajon y la carta para el Pianolo, y le dije al otro del camion (yo siempre voy en el 'Pegaso') que se fuera a Tomelloso e hiciera la entrega. Y asi se hizo… Yo pense, 'asi que pase un par de dias, despues que se lleve el disgusto el Pianolo, paso por Tomelloso a la vuelta de Valencia y ya veremos como salgo del lio y a la vez, eso si, cumplo con la ultima voluntad del pobre muerto'. Salir del lio no sabia como iba a salir. Pero por darle el susto al Pianolo no lo pense mas… Pero jolin, el follon que se ha armao, el Pianolo lo endilgo al Faraon, este a la Justicia.
Y aqui se acaba la historia. Yo tengo en la pension los documentos del muerto, los cuartos y todo en regla para cumplir como el queria…
– Rufilanchas, por favor – dijo el Juez-, todavia no nos ha dicho lo mas importante.
– ?El que, senor Juez?
– So imbecil, quien es el muerto.
– Pues es verdad… Bueno, es uno de Tomelloso. Uno que vivio aqui de chico.
– ?Pero como se llama?