languido:

– ?Hasta la vista, madres! Os aguardan en el convento.

A mi nadie me esperaba, solo, lo peor que le puede ocurrir a un hombre es la soledad, dicen que peor es no poder aislarse cuando uno quiere, pero eso es algo que desconozco, me hubiera quedado alli de pie, contemplando las vinas, inmovil, convertido en poste, si no llega a pasar la camioneta de Ovidio, el factor, la que transportaba de Toral a Cacabelos las mercancias facturadas por ferrocarril, habia envejecido mas que su prehistorico Ford, pero le reconoci de inmediato.

– ?Me lleva a Cacabelos?

– Cono, ?tu quien eres?, tu cara me es conocida.

– Ausencio.

– Claro, Jose Exposito, el chico de la Gallarda, la de Quilos, no faltaria mas, hombre, sube. ?No traes ningun bulto?

– Ninguno.

– Hace fechas, ?eh?, ?se puede saber de donde vienes?

– No. Ni yo mismo lo se.

Mis dos negaciones cortaron de raiz su locuacidad, monte en la baca entre los fardos y no volvimos a cruzar palabra, ni siquiera se si le di las gracias cuando me dejo en la plaza del pueblo, para entonces la emocion del regreso ya se habia apoderado de mis nervios, quieto en el centro del jardin rectangular de vertices rematados con cuatro bolas de cemento, absurdas, pero insuperable atraccion de la chiquilleria, por ellas habiamos trepado generaciones enteras, la farmacia estaba alli, tal y como la habia dejado siete anos atras, en los soportales, bajo el enorme letrero de mayusculas, «BOTICA», en el escaparate la misma frasca gigante con sus movedizas sanguijuelas, no serian las mismas, de muy nino me inspiraban terror, de no tan nino iba yo en bicicleta hasta la orilla del Cua a buscarselas, ?quien habria ido a por estas?, tarde en decidirme, entre al despacho de la farmacia como de costumbre vacio y en una acogedora penumbra, nada habia cambiado y fue el olor, metiendose hasta el fondo de mis pulmones, quien me dio la bienvenida, bien venido a casa, de hecho aquello habia sido mi hogar hasta el dia en que me fui en el camion de los reclutas y Luciano se quedo regando con sus sesos el asfalto, inconfundible aroma mezcla de alcanfor, aceite de higado de bacalao y tantas otras sustancias, dominaba el del azucar de los jarabes, llegaron los recuerdos, Juan, el Socialista, me habia dicho que el azucar era la unica medicina de los pobres, y yo le comente uno de los preparados de mi padrino don Angel, de la triaca magna al elixir paregorico lo preparaba todo con mano sabia, hay un maximo elixir cordial para ricos y un minimo elixir cordial para pobres, la unica diferencia esta en el precio, a los que pueden pagar les cobro mucho y a los que no tienen un chavo se lo doy gratis, por desgracia cuanto mas caro mas efecto hace, el mundo esta loco y si algo no tiene precio nada vale, fijate en la amistad, me dijo, por algo se habia arruinado y por lo mismo jamas le oi un reproche, temblaba de emocion, tras los recuerdos fue el en persona quien materializo la bienvenida, salio de detras de la cortina, demudado, abrio los brazos y me hundi en ellos tan comodo como no lo habia estado en siglos.

– ?Tu! ?Pero eres tu? ?Gracias, Dios mio, que alegria siento!

No le conteste porque las lagrimas me inundaban la garganta, pero al ver como sus ojos tambien se humedecian solte el trapo y llore a moco tendido, no me habia equivocado, aun sin lazos de sangre supuse que aquella era la obligada, la querida primera visita del regreso, el olor a tintura de iodo en su bata, siempre con las mismas manchas, me enternecio mas si cabe, nada habia cambiado, ni su carino ni el maravilloso botamen de tarros, orzas y albarelos que cubrian por completo los anaqueles de la oficina, un arsenal descrito en rotulos sobre la bella ceramica del Buen Retiro. Herba mercurialis. Ol animale foetid. Opium. Sangre draco. Gom tragacanth. Pietra del pavone. Hipofosfitos Salud. Me senti como el que entro y al ver tanto medicamento en potes de alabastro dijo, ?el primer sujeto que eligio una hierba para curarse a si mismo tuvo bastante coraje!, don Angel tenia el coraje de ensayar sus pocimas en los demas sin excederse en la experiencia, le queria y admiraba, todo seguia como antes menos su rostro, al irme su barba era oscura, pegada al menton, recortada, los labios visibles, ahora no, se le habia vuelto cana y descuidada, mas larga, los labios ocultos, mas arrugas y en los ojos una fatiga que superaba con creces el paso de los anos.

– Casi te dabamos por muerto, pero confiabamos en el milagro, ven, pasa, tienes que contarme.

Pasamos a la rebotica, a la camilla de las interminables charlas de conspiradores teoricos y partidas de julepe, acaricie el lagarto de hierro dulce con el que moldeaba los corchos de sus formulas magistrales1, en la pared del fondo los mil frascos de su laboratorio alquimico, le conte de forma distraida mis aventuras de guerra, pues mi mente estaba en otro lugar, el si que tendria cosas que contar, menuda biografia la suya, un autentico mandarin, el dueno de media provincia arruinandose gota a gota por no saber, por no querer ejercer de senor feudal, segun decia mi madre de leche dos veces al ano se agolpaban en la plaza los colonos de sus tierras para ofrecerle los brevisimos diezmos y nulas primicias que le debian, se dejaba enganar, jamas echo cuentas como no fuera jugando a cartas, y entre ambos menesteres, los del mal administrador de fincas y buen conocedor del naipe, se arruino, jamas presto atencion a nada que no le divirtiera, leia mucho, eso si que le gustaba, en el piso de arriba tenia una habitacion con tantos libros que parecia una biblioteca, yo soy un cientifico frustrado, solia comentar tras uno de sus exitos curativos, era un senor, fue a la Universidad y dio la vuelta al mundo, en el pueblo se le queria y ya es raro en alguien que tiene dinero, a pesar de ser rico no hizo dano a nadie, los sucesivos embargos que redujeron todo su imperio a la botica y huerta contigua no hicieron mas que acrecentar su popularidad, bueno, algun enemigo tendria, nadie es perfecto, pero en mi estado de animo lo idealizaba, siempre me ayudo y le estaba de nuevo pidiendo ayuda, queria legalizar mi situacion, al menos en apariencia.

– ?Te ha visto alguien?

– Ovidio.

– ?Y que le has dicho?

– Nada.

– Mejor, lo del campo de trabajo no debes comentarlo con nadie, ni siquiera con Vitorina, por cierto, tienes que ir a verla inmediatamente.

– Si, claro.

– Y cuanto menos te dejes ver por los bares mejor, si hay comentarios, que los habra, ya me encargare yo de difundir que te han licenciado, vamos, que has cumplido lo tuyo y se acabo.

– Necesitare algun papel, si pudiera…

– Te conseguire la cartilla de racionamiento, ?fumas?, la de fumador tambien, todavia me quedan algunas influencias.

Conocia a muchos peces gordos y jamas negaba a un paisano el favor de su recomendacion, en el Ayuntamiento pesaba, de derechas de toda la vida habia sido alcalde y durante su mandato se iniciaron las obras del canal de riego y se compro el Espasa, queria tanto a los libros que puso una orden estricta, nadie podia consultar el diccionario sin haberse antes lavado las manos, no me explicaba como, con su ciencia y su dinero, no se habia hecho el amo del Bierzo, un poder que yo extrapolaba al de aquellos frascos del fondo con una calavera y dos tibias, benjui, belladona, aconito, genciana, recordaba sus lecciones al devoto alumno que yo era de crio, una solucion de cianuro potasico es tan activa que basta, con una gota en el ojo de un buey para matarlo en pocos minutos, la gota en el ojo del buey me impresiono tanto que desde entonces cuando veia un buey me acordaba del cianuro, pero era un hombre muy especial, odiaba al jugador de ventaja y jamas aprovecho ninguna de las suyas.

– Gracias, padrino, puedo seguir llamandole padrino, ?verdad?

– Puedes llamarme como quieras, pero dime, ?que vas a hacer?, apenas hay trabajo en el pueblo, ?tienes algun proyecto?

– Irme al wolfram.

– Ya, debi suponerlo, es la fiebre, pero no se si te conviene, a la pena sube lo peor de cada casa y con una pistola al cinto.

– Dicen que alli la gente gana el dinero a espuertas.

– Y se lo gasta, gastan el dinero como si los billetes se fueran a pasar de moda. No se si te conviene, es peligroso.

Sentia una extrana debilidad hacia mi y como le agradeci el que le preocupara

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