amistad! Tan ansioso estoy de verte que, a fin de que decidas cuanto antes reunirte conmigo, voy a abreviar tal gestion dandote todas esas pruebas que necesitas. Para empezar, voy a entregarte un dato del que carecias: mi mansion se halla situada frente al tercero de los faros que tan amplio revuelo han armado en tu pacifica existencia. No es necesario, pues, que envies a nadie mas para precisarlo.
Ferrer localizo y senalo el tercer faro en la detallada reproduccion topografica de los detectives franceses: estaba a menos de treinta kilometros de la Montana Profunda. Y a trece del primer faro y seis del segundo, que habian albergado el centro de represion de infausta memoria y tambien la aparicion -?de repente, tal vez no tan improbable?- de los Hombres Perro.
A fin de ahorrarte trabajos y sinsabores, te voy a regalar un crimen nuevo, exclusivo para ti, que me dispongo a cometer ahora y que grabare en un video que te entregare cuando nos reunamos. Con el en las manos, no tendras que esforzarte en localizar pruebas: te aseguro que cualquier juez del mundo lo aceptara como tal, y solo sera ya cuestion de venir a recogerme como fruta madura. Mientras, y a modo de aperitivo, te incluyo en la sombrerera un adelanto de lo que en el video se recoge. Guardalo con carino, ha sido creado para ti por un reputado artesano; confio en que constituira, a la vez, un hermoso recuerdo de tus amigos, que tan amena velada me han deparado. Por cierto, que sepas que han cometido el pecadillo de insistir en una inofensiva mentira, la de que son marido y mujer; mi intuicion no les ha creido, pero, generoso como siempre, he decidido otorgarles la oportunidad de evidenciar que era yo el equivocado, y nada me ha parecido mas logico que pedirles, dado que ambos son jovenes y sanos y viven ademas los primeros e irrepetibles momentos de la pasion erotica, que demuestren la veracidad de su intimidad realizando el acto sexual ante mi y los amigos que, a medida que departiamos al calor de las deliciosas pastas caseras, se han ido sumando a la reunion. Tal vez la propia curiosidad suscitada ha sido la culpable del bloqueo sexual de mi joven invitado y por eso, al sentirme en parte culpable, decidi ayudarle irrigando un poco de sangre a las venas de su miembro viril.
Abri la sombrerera: en su interior, un pene humano disecado en ereccion penetraba en una vagina quirurgicamente diseccionada y manipulada tambien por un taxidermista. Un engarce mecanico permitia dotar de movimiento a la repulsiva parodia de copula. A un lado, cortadas con pericia y entrelazadas en cruel caricatura de gesto amoroso, reposaban las sendas manos derechas gracias a las cuales pudimos verificar la identidad dactilar de los protagonistas de la macabra union sexual.
Fue la unica vez que vi a Vanel asustada e indecisa: queria claudicar, y tuve que hacerle ver que ahora, por fin, disponiamos de un doble asesinato sobre el que apoyar una acusacion formal contra Lars. Como el mismo sugeria, solo se trataba de recogerlo como fruta madura. Pero esta vez iria yo. Sabiendo que el ojo invisible de Lars me vigilaba, renuncie voluntariamente a toda cautela y rechace los diversos planes que Vanel me propuso para llegar a mi destino sin ser visto: el dia 11 de enero de 1992 -el diario que a estas alturas ya llevaba me permite ser preciso con las fechas de mi empresa- embarque en el aeropuerto de Orly con destino Leonito. Como si Lars hubiera podido leer en mi mente, tres dias antes de la partida llego una nueva carta cuyo contenido reproduzco ahora. Creo poder afirmar que le empujara a ayudarme en mi empeno vengador.
En la sanguinaria corte de opereta de los Larriguera me senti como Robinson en la Isla sin Inteligencia.
Calcula mi panorama, Jeannot: con treinta y siete anos a la espalda, no era viejo como el dictador cercano a los sesenta ni jovenzuelo como su desbocado vastago, que ni siquiera alcanzaba la mayoria oficial -no digamos ya la mental- de edad, y mientras debia mostrarme con
– ?Restablecieron la comunicacion con la Montana! -grito Lili a su lado, sobresaltandole-. ?Ya van a hablar desde alla! Tenga sus fichas, yo voy a escuchar.
Deposito sobre la barra unas fichas de plastico y corrio hacia el jardin. Ferrer se encamino hacia los lavabos y localizo el telefono junto a la puerta del servicio de caballeros. Lo descolgo e introdujo la ficha, marco y espero: el recepcionista del hotel Atlantico le informo de que Laventier no habia regresado aun. Colgo, irritado, y se dispuso a regresar al jardin. Entonces reparo en la sangre.
Se deslizaba con suavidad por debajo de la puerta del servicio. Ferrer se acerco con cautela y golpeo la puerta con los nudillos, sintiendose remotamente ridiculo. Dudo y abrio por fin la puerta; confiaba en que alguna razon inocua lo explicase todo, pero supo por la injustificada resistencia con que topo su empuje que habia un cuerpo al otro lado. Paralela a la conciencia repentina del miedo le asalto una inesperada determinacion: empujo hasta que la puerta cedio y entro.
El cuerpo de Casildo Bueyes, que se hallaba sentado en el suelo con el hombro izquierdo recostado contra la puerta, se inclino por el impulso hacia el otro lado y quedo en quebrado reposo, apoyado el cuello sobre el borde de la taza del primer inodoro, con la cara colgando hacia su interior. La herida que seccionaba el cuello habia dejado de sangrar minutos atras, y parecia ahora una fea boca sorprendida a mitad de una obscena imprecacion muda: todo era silencio -a excepcion de un goteo regular que resonaba en alguna parte-, y sin embargo flotaba inexplicablemente en el aire el eco de la lucha que Bueyes habia mantenido con su asesino o asesinos; prueba fisica de ella era la tuberia de la cisterna, desencajada de su hueco en la pared, desde donde crecia en direccion al suelo una inexorable mancha oscura de humedad. Ferrer busco en los ojos abiertos del periodista alguna clase de angustia metafisica, pero solo hallo la evidencia de un dolor carnal infinito por el pavoroso trance hacia la nada que le habia tocado en suerte. En los ultimos instantes, sin embargo, una obcecacion que a Ferrer le emociono por heroica se habia sobrepuesto al dolor: la mano derecha de Bueyes aun agarraba con desesperacion la pluma seca y sin tinta que apenas un rato antes, en el bar, se habia quedado mirando extranamente conmovido; ahora caian desde el plumin, a intervalos de uno o quiza dos segundos, gruesos goterones de sangre cuya colision contra el charco del suelo provocaba el metodico ritmo que rompia el silencio. Ferrer no pudo evitar pensar en el whisky a medias, ultimo de su vida, que Bueyes habia dejado sobre la barra y, a modo de homenaje al muerto probablemente ingenuo y sin duda inutil, tomo la pluma de la mano helada del muerto, recupero el capuchon del suelo y lo coloco sobre el plumin. Sin saber por que, al cabo de unos instantes de vacilacion acabo por guardarse la pluma en el bolsillo derecho de la camisa, sobre el pecho, y luego busco con la mirada el mensaje que Bueyes habia escrito con su propia sangre. Lo encontro en la pared, junto a la taza del inodoro, un poco por encima de ella, en medio de una marana de convencionales grafismos escatologicos: torpes trazos rojos hacia los que se aproximaba amenazadoramente la mancha de humedad de la pared eran la patetica memoria unica del paso de Casildo Bueyes por la tierra. Mas que el afan de interpretarlos, a Ferrer le asalto la urgencia de dar al cadaver la dignidad de ser extendido sobre una camilla, y tras limpiarse toscamente la sangre de los zapatos abandono a toda prisa los servicios para comunicar a Lili el macabro hallazgo y traspasarle asi la iniciativa de informar al director del hotel, que a su vez se responsabilizaria de recibir a la policia.
Salio en busca de la mulata, pero Lili, como todos los presentes en la fiesta, continuaba ante la pantalla de video, que a juzgar por el entusiasmo del presentador a traves de la megafonia parecia al fin capaz de conectar con la Montana Profunda. El contraste entre el festejo y la soledad del cadaver de Bueyes, cuyas referencias a los sucesos de la Montana cobraban ahora inesperada importancia, inspiro a Ferrer una subita ocurrencia y tambien la necesaria osadia para acometerla; se colo tras la barra de Lili sin dejar de vigilar el mar de espaldas atentas a la pantalla. Abrio el cajon donde la mulata guardaba su polaroid, cogio la camara, la llevo al lugar del crimen y fotografio el mensaje de Bueyes justo a tiempo: tras disparar la placa, la mancha de humedad paso sobre las palabras escritas con sangre, que pronto desaparecerian para siempre, convertidas en diminutas piezas del rompecabezas de la pared descascarillada.Con la imagen a salvo en su bolsillo, devolvio la camara a su lugar, regreso al lugar que le correspondia frente a la barra y apuro de un trago la copa que su mano encontro en primer lugar: solo al depositarla de nuevo sobre la barra, ya vacia, comprendio que se trataba del whisky de Bueyes. No concedio importancia al macabro detalle. Inspiro un par de veces y, mas sereno, busco con la mirada al director del hotel, que atendia, como el resto del publico, a la pantalla.
Ferrer se adentro en el jardin para informarle de su descubrimiento. En ese instante se apagaron las luces del jardin y la imagen del consejero delegado Arias provoco un espontaneo aplauso entre los presentes. Ferrer miro hacia la pantalla.