– Mirame bien, Marquitos, mirame bien. Si yo tuviera tu edad, haria un monton de cosas, me sacaria todos los gustos.

– Entonces, te parece que me vaya, Nana. ?Me apoyas?

Ella aspiro con fruicion el cigarrillo. Miro a Marcos con un amor supremo, lo tomo de las orejas y se lo acerco a la cara. Le hablo despacio, casi masticando las palabras.

– ?Que si te apoyo? Si no te vas, te doy una patada en el culo, ?esta claro?

De: Diana

Para: Granuja

Enviado: lunes 21 de julio de 2003, 21:20

Asunto: ? Usted cree…

…que el amor dura para siempre? Diana

De: Granuja

Para: Diana

Enviado: lunes 21 de julio de 2003, 23:52

Asunto: manana?

Yo creo que quiero verte y punto. No se de que amor me hablas. Por que me haces estas preguntas tan complicadas y no queres conocerme? No seria mas facil que tomaramos un cafe y charlaramos? Diana linda, esto fue muy divertido al principio, pero ya estamos grandes. Vamos a vernos manana. Decime donde y te voy a buscar. Si dura para siempre? No, me parece que no. Dura lo que dura y despues viene otra cosa que no es lo mismo, pero que a algunos les sirve igual. A mi, no. Yo nunca pude acostumbrarme. Dale, decime que si.

G.

X

Diana se propuso espaciar las consultas a su casilla electronica. Lo logro durante la primera hora, pero era tan fuerte el empeno en distraerse que no hacia mas que avivar el recuerdo y acrecentar la ansiedad hasta limites intolerables. La maquina se tomaba su tiempo para encenderse e ir abriendo programas y ventanas. Diana aprovecho esos minutos para observarse el cuerpo. Estaba mas linda o asi se sentia. Se acaricio una pierna y la descubrio suave, como cuando todavia le importaba estar depilada, aun en invierno. Aquel roce le desperto una sensualidad entumecida a fuerza de cumplir con los deberes prosaicos de la supervivencia diaria. Penso como serian las manos del desconocido amante recorriendole las piernas en esa instancia maravillosa que supone conocer una intimidad nueva.

Los mensajes comenzaron a aparecer en la pantalla. Los iba desechando mentalmente y buscaba con algo de desesperacion el nombre extrano con que el se habia dado a conocer: Granuja. A veces, cuando el mensaje no llegaba, pensaba que era lo que mas le dolia y caia en la cuenta de que no era perder a un hombre que, despues de todo, jamas habia conocido, sino la pena de no poder rescatar a esta nueva mujer de la que ya no queria desprenderse. Granuja aparecio en cuarto lugar. No pudo evitar una sonrisa nerviosa, de alivio. Se acomodo en la silla para disfrutar de la lectura y abrio: “He tratado de no pensar en vos, pero es que es tan dificil. Iria hasta tu casa ahora mismo, si supiera donde es, y te daria el beso que nos debemos”.

Diana leyo y dejo pasar unos segundos antes de responder. Lo hacia siempre de inmediato y borraba ambos mensajes con un cierto terror. Tomo agua, soplo varias veces y empezo: “No voy a decirte donde vivo hasta que no me digas tu nombre. Un dia de estos, yo tampoco respondere. Despues de todo, no te conozco. Podrias ser cualquier chiflado que anda por ahi”.

Se detuvo a leer y penso que quiza estaba siendo demasiado agresiva. Queria demostrarle que no habia perdido el control de la situacion y, a la vez, dejar el hilo de luz de una puerta abierta; pero encontrar ese equilibrio era tan complicado que tenia la sensacion de caminar sobre una cuerda floja. Medito un rato y, al final, escribio: “Te mando ese beso”. Lo envio sin tiempo para arrepentimientos. Volvio a leer los dos mensajes y acabo de eliminarlos justo cuando la llave de Nando se introducia en la cerradura.

Apenas pudo recomponer el ritmo de la respiracion y secarse la humedad alli donde era visible. Nando entro en la habitacion con la corbata en la mano, le dio un beso imperceptible en los labios y anuncio que tomaria un bano de inmersion. Mientras preparaba la banera, pregunto que habia para cenar, pero Diana ya estaba en el comedor poniendo la mesa y prefirio hacer como que no habia oido.

Nando aparecio al rato, en calzoncillos, con una camiseta blanca y zapatillas. Diana lo miro con sorpresa.

– ?Menos mal que Gaby no viene a cenar! ?No tenes frio?

– Si parece un short. No creo que fuera a asustarse.

Ella se sento a su lado mientras la comida se calentaba en el horno. Las preguntas eran tan rutinarias que hubieran podido poner una cinta grabada y casi no se habria notado la diferencia.

– ?Que tal el dia?

– Matador, y estamos a martes -contesto el.

Diana se sumergio en consideraciones personales que le recordaron que todavia tenia una semana antes de reintegrarse al trabajo, pero fue solo un instante en que se abstrajo de la realidad de la mesa puesta y de su marido, semivestido, esperando para cenar. Y entonces recordo el incidente de los calzoncillos de seda. Fue al regreso de uno de los viajes, una vez que ella se apuro demasiado en abrirle las maletas para ordenar la ropa y los encontro arrollados dentro de un zapato. Siempre le habia comprado la ropa a Nando y le gusto que por fin se hubiera decidido a hacerlo por su cuenta. Al principio, lo de la seda le parecio una excentricidad, pero en los segundos que siguieron fue naciendole un aluvion de preguntas que le apretaron la garganta en una angustia desconocida. Devolvio los calzoncillos a su lugar. A la manana siguiente fue a buscarlos, pero ya no los encontro. No quiso preguntar por miedo a enterarse y nunca hablo del asunto.

– ?Comemos?

– Ya va a estar. ?Muchos problemas?

– Lo de siempre. Por aca, ?como estuvo? ?Salieron?

– Gaby tuvo que hacer unos tramites. Despues fuimos a ver ropa.

– ?Que raro!

– Se compro de todo. El cambio le es favorable, asi que imaginate lo que fue eso. Me hizo caminar como una loca.

– Y ahora, ?donde esta?

– La invitaron unas amigas.

Nando repaso mentalmente el repertorio de preguntas que disimularan la embarazosa soledad. Penso que Gabriela era una desconsiderada, una mujer insoportable con la que su matrimonio no hubiera durado ni cinco minutos y, sin embargo, no podia enganarse. Cada vez que la veia, un temblor de excitacion le recorria la piel, como un escalofrio. Su cuerpo parecia guardar un calor constante que invitaba. Nando no olvidaba aquella tarde, cuando todavia el y Diana eran novios: habia llegado mas temprano y encontro a Gabriela sola en la casa, con una bata corta que apenas le tapaba la ropa interior. Y como se le habia apretado contra el cuerpo cuando le dio el beso de bienvenida y como el habia olido el deseo en aquel beso. Y como le toco el cuello por debajo del pelo y ella entrecerro los ojos y todo fue un solo movimiento, arrancarse la ropa con una desesperacion enfermiza, tumbarla sobre el sillon y hacer el amor como dos bestias. Nada mas que eso, la perversion de lo prohibido; y luego prometerse con la mirada que aquello seria un secreto del cual no quedaria mas que un recuerdo hirviente que el tiempo se encargaria de borrar.

– ?Novedades de los chicos?

– Un mensaje de Andres, que estan bien, que tu madre manda decir por que no vamos el otro domingo. ?Ah! Hablando de reuniones, me gustaria hacer algo el viernes de noche. Una bienvenida para Gaby. No se que te parece.

– Por mi, esta bien -midio sus palabras con miedo de que dejaran traslucir la mentira-. Pero prefiero el

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