– A mi me gustan.

– Las fotos en blanco y negro mienten.

Diana entendio que la conversacion iba mas alla de una vieja foto. Conocia la mirada de su hermana cuando revoleaba los ojos hacia un punto cualquiera donde parecian concentrarse las verdades del universo. Entonces se volvia enigmatica, pero tambien triste, y decia incoherencias de sonambula flotando en una pesadilla.

– Son un asco.

Diana esperaba que saliera del trance. Nunca tomaba mucho tiempo, apenas unos segundos y era la de siempre, con la chispa encantadora que hacia que todos la adoraran. Regresaba del mal sueno con el espiritu renovado y ni siquiera parecia saber desde que abismos habia vuelto. Pero esta vez el arco de los labios se tenso y las pupilas se diluyeron en una distancia insondable, mucho mas alla de las paredes de la habitacion.

– Son un asco -repitio-. Todo es un asco. Papa era un asco. Ella tambien. Ella tambien era un asco.

Estaba excitada. Apretaba la cajita entre los brazos y se movia en un balanceo cadencioso, adelante y atras, adelante y atras. Repetia lo de la foto, el asco, el, ella, todo se habia convertido de golpe en una masa asquerosa dentro de la cual Gabriela se mecia con languida resignacion. Diana le toco el hombro y la sobresalto. Se miraron incredulas, dejaron en evidencia la distancia enorme desde la cual habian transcurrido sus vidas, lo poco que se conocian.

– Tranquila, Gaby, estas conmigo.

– ?Y vos quien sos? -dijo Gabriela mientras sentia crecer el temblor del llanto.

– ?Que decis, Gaby?

– ?Que sabras vos? Vos no sabes nada.

– Gaby…

– Ella estaba muy mal, quiso matarse.

– ?Que dijiste?

– Quiso matarse. Yo los oi discutiendo y me acerque. El le decia que no entendia, que le daba todo, que vivia como una reina, que nosotras, que la salud, pero ella decia que no era feliz. Discutian por eso y ella quiso cortarse con unas tijeras. Cerre los ojos, no queria mirar. Los oia forcejear y yo rezaba o hablaba sola. No se mas. Pero empece a meterme debajo de su cama cuando se dormian. Volvia todas las noches… Tenia miedo. Y despues senti culpa, pero de esto me di cuenta hace poco. Iba a la escuela con terror de volver a casa y encontrarla muerta.

– Gaby, ?cuando paso eso?

– La madrugada de ese domingo… Yo me queria morir…

– Pero, nena…

– Mama se entrego.

– Estaba enferma. No es que se hiciera la loca; era depresion.

– Papa tampoco ayudo. Nadie ayudo.

– Cada uno hizo lo que pudo, Gaby, papa la adoraba, vos sabes. Ella tambien lo queria.

– Y entonces, ?mierda!, ?por que no fueron felices?

Gabriela tenia la piel erizada y los huecos de la nariz dilatados como un animal alerta. Daba miedo verla. Parecia que en cualquier momento podria saltar hecha una fiera o proferir el mas desgarrador de los gritos. Pero no fue asi. El llanto histerico, descontrolado, fue lavando la tension y la sumio en un sopor cansino, tendida en la cama en medio de un mar de pelos revueltos. Solo entonces Diana se animo a acariciarla y ella se dejo, como pidiendo.

– Ya pasa, Gaby, ya pasa.

* * *

Gabriela durmio toda la tarde y Diana aprovecho para confirmar que Bruno hubiera aceptado. Llamo a Mercedes a la oficina justo cuando acababa una pelotera infernal con su jefa.

– ?Hola! -le ladro.

– ?Mercedes?

– ??Quien habla?! -la voz sonaba imperativa y evidenciaba el peor de los humores del otro lado de la linea.

– Merce, soy yo. ?Queres que te llame en otro momento?

Fue como echar agua fria en una olla hirviendo. De inmediato se apaciguaron los animos y Mercedes recupero los buenos modos, aunque todavia sentia la sangre pulsandole en la sien.

– Disculpame, es esta vieja que me enloquece. ?Y decian que iba a ser mejor una mujer! ?Que va! Mujer contra mujer es una rina de gallos, que digo, de serpientes, ?cobras! Al otro, por lo menos podia mostrarle las piernas.

– ?Shhh! Que te van a oir.

Mercedes levanto la voz a sabiendas de que no habia nadie cerca y de que la jefa ya estaria apoltronada en su escritorio dos pisos mas arriba.

– ?Que me oigan! Que me echen de una vez, asi terminamos con este martirio. ?Vieja perversa! Que me vengan a hablar de feminismo, de solidaridad de genero. ?Ja! Si nos sacamos los ojos entre nosotras, y si no, proba hacer un tramite cualquiera y que te atienda una mujer. Despues me contas como te va. Si sos fea, porque sos fea; si sos linda, porque sos linda.

– No exageres.

– Vos porque sos muy tiernita, nena.

– Como si fueras una vieja.

– Vieja, no; vieja, no, pero ya fui y vine varias veces. Y no pienso aguantar a esta vibora. Decime, ni te pregunte como estabas.

– Bien.

– Siempre estas bien, ?eh? -y completo con una ironia afectuosa-, vos si que tenes la felicidad atada.

Diana hizo como que no habia entendido y fue a lo suyo.

– Te llamo por lo del sabado. ?Arreglaste con Lucio?

– No hay problema. Tiene el cumpleanos de un ahijado…

– Algo me habias comentado, si.

– No me preguntes de cual, para mi son todos iguales. Pero dice que va mas temprano a llevarle un regalo y despues cena con nosotros. Seguro que se siente culpable por la escenita de las otras noches.

– Pero se salio con la de el. Miralo a Lucio, tan mansito que parece.

– Con tal de no verle la cara de culo, a esta altura le digo que si a todo.

– Decime, mujer complaciente, ?sabes si hablo con Bruno?

– ?Ay! ?Como no te conte! -volvio al estres del primer momento-. Es que estoy loca, ?no ves? Esta vieja va a volverme loca.

– ?Que paso?

– Hablo. Y no sabes lo que fue.

– ?Escuchaste?

– ?Que te parece!

– ?Sos de lo peor!

Mercedes se rio con ganas.

– Pero te moris por saber, ?no?

– Dale.

– El tipo lo llama a eso de las once…

– ?Que tipo?

– ?Lucio! ?Quien va a ser? Bueno, la cosa es que hablan de lo de siempre y yo esperando en el telefono de arriba, sin respirar, a ver si lo invitaba de una vez.

– ?Y?

– Y que te cuento que corta y no le dice nada.

– ?Como?

– Y yo sin poder decirle que habia estado escuchando. ?Imaginate! ?Ay! ?Por que me habra tocado este

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