cada una de mis desgracias, hasta que me di cuenta de que ella tambien estaba destruida. Finalmente, se habia dado de cara con la realidad de que no volverias, de que no te habias escapado con la otra, de que aquello era la terrible verdad de la muerte y no un escenario montado para permitir tu huida. No se por que yo misma no abri ese sobre. Supongo que el miedo me paralizo; no pude. Si lo hubiera hecho, me habria ahorrado el dolor de la esperanza. La verdad es una cicatriz, es cierto, pero siempre es mejor que una herida eternamente abierta.

?Por que sera que me empecino en fantasear con que alguna vez puedas volver? ?Por que, si se que estas muerto? Todavia pienso que quizas haya un tal vez, un 'y si no fuera asi', una suerte de historia novelesca en la que te me apareceras al final y me diras que estuviste escondido todo este tiempo, que seguiste mis pasos a la distancia sin que yo te viera, como una especie de angel guardian, que ahora has vuelto para quedarte conmigo. ?Ah! ?Que fuerzas brotarian de mi si eso ocurriera! Que respaldada me sentiria para pararme frente a Daniel y a mis hijos, tus nietos, y tomar mis decisiones contigo a mis espaldas, sosteniendo mi inseguridad.

Si al menos pudiera creer que estas en algun lado, en otra dimension, con Dios o en todas partes y que puedo contar contigo, en fin, si pudiera, pero hace tiempo que me cuesta creer en esas cosas, asi que lo unico que me va quedando es el bendito dolor que el recuerdo se empena en fortalecer con el paso del tiempo.

Es curioso como idealizamos a los muertos. Ni siquiera se como nos llevariamos si estuvieras, como verias la vida y, sin embargo, prefiero pensarte como un ser amoldado a mis necesidades, contenedor de todas mis penas, companero, un padre bueno. Y, despues de todo, ?por que no? ?Quien puede prohibirme pensarte como yo quiera? ? Quien se metera en mis sentimientos y me obligara a crearte con la dureza de un realismo que ya bastante me castiga? Que me dejen en paz contigo que asi estamos bien.

De todo esto no ha quedado mas que la tristeza para siempre de no tenerte y necesitarte a cada paso. Tambien han quedado los buenos momentos magnificados por el amor en algun rincon aun no violentado del alma, ese lugar protegido, ultimo reducto de las cosas bellas. Voy a pensarte cuando era nina y tu mi rey, pero tambien cuando fui joven y te me volviste desvalido, y de todo eso hare tu memoria para que ya no me dejes nunca, nunca, viejo querido.

Si existe eso que llaman el mas alla, el Cielo o esa otra dimension adonde van los muertos, guardame un lugar a tu lado para que estemos juntos otra vez, cuando sea mi tiempo y tengamos la revancha de todas estas horas no compartidas y vuelvas a ser mi papa y yo tu hija. Te extrano, te quiero. Hasta ese entonces, viejo.

Elena

Rene le salpica el rostro con unas gotitas de agua fresca que la devuelven a la peluqueria. Elena se sobresalta cuando siente ese rocio artificial aterrizandole en la cara y se sorprende de haber estado tan ausente.

– ?Que tal?

– ?Es rojisimo! ?Te parece que pueda salir asi a la calle?

– Estas divina. Apuesto a que no das tres pasos seguidos sin que te digan alguna chanchada.

– ?Rene, por favor! Si me decis eso no me animo a salir.

– Pero ?que gracia pueden tener esos piropos pacatitos? -agrega con voz burlona-, munequita, bombon y toda esa sarta de mojigaterias. No, nena, lo que vale es que les despiertes al salvaje que llevan dentro.

– ?Basta, Rene! De verdad te digo que me saco todo y vuelvo a ser la de antes, ?eh?

– ?Cual? ?La de hace un rato? ?La que no sabia para que estaba viviendo? ?La que tenia miedo a morir sin haberse tenido el pelo de rojo? Dejame que te maquille asi te vas a trabajar hecha una diosa.

– Con todo este barullo se me paso el tiempo. ?Que hora es?

– Las doce menos cinco. Tenemos unos minutos. Confia en mi.

Ella se deja hacer conmovida por la ternura que ha puesto Rene en intentar devolverle la alegria. Se pregunta si una mujer hubiese actuado asi, de ese modo tan solidario, tan despojado de competencia, con un animo claro por verla mejor, preocupada por su bienestar. 'No lo creo', piensa, 'jamas tuve una buena amiga. Julieta fue buena, pero duro poco'. Se mira en el espejo y ve como le masajean el rostro con una locion fresca y le aplican la base humectante, tan aterciopelada que mas parece una crema. Despues, vienen los rubores, las sombras suaves, los correctores, la mascara para pestanas y el toque final, un lapiz de labios color ciruela. Rene le pone perfume detras de las orejas, en las munecas, en el antebrazo, justo del lado opuesto de los codos, en los tobillos, 'donde late el corazon, para que marees con tu pulso'.

– Te quiero -le dice ella como le diria a un hermano.

Rene le da unas palmaditas en las nalgas y casi la empuja hasta la puerta. Elena hace el intento de meter la mano en la cartera y el la detiene con un beso viril en cada mejilla. Es casi un juego; ella sabe que jamas le cobrara, pero ensaya un pago, no por hipocresia sino por delicadeza.

– Suerte con tu medico. No tenes nada malo, estas demasiado linda.

Elena suspira y abre la puerta que da a la calle. Al salir a la luz natural, su pelo adquiere tonos fantasticos.

– ?Ves? Hasta la naturaleza te sienta bien. Modestia aparte, me he mandado una obra de arte…

Ella se despide con un coqueto movimiento de la mano y se marcha hacia la parada del omnibus. Al pasar por la farmacia, mira su reflejo en la vidriera. 'Nada mal', piensa.

* * *

Las nubes de la manana han cedido paso a un sol abrasador. La ciudad esta pesada bajo el calor del mediodia y la sombra se ha vuelto un objeto de lujo. Por suerte, han colocado estos techitos verdes en cada parada de omnibus donde Elena se refugia junto con otros tres. Cada tanto mira el reloj; esta ansiosa. Tiene quince minutos para llegar a tiempo a la oficina y marcar su tarjeta.

Aprovecha la espera para comprar un paquete de cigarrillos. Una mujer le pregunta la hora y ella contesta sin consultar el reloj. Puede sentir la mirada de los dos hombres que la estan desnudando con los ojos y que hablan en voz baja. Ella tambien los observo no bien llego al refugio. Para esos casos siempre lleva algo para leer en la cartera, un libro, una revista, cualquier cosa que le permita fingir concentracion y la mantenga lejos de la incomoda situacion de estar siendo analizada.

Busca y solamente encuentra un folleto que le han dado hace unos dias en la calle. A falta de mejor material, se lanza a la lectura con un interes fingido: 'Cabanas equipadas para su comodidad. Enclavadas en la falda del cerro, entre el verde de la vegetacion y el azul del mar. Servicio de mucama y restaurante. Todo el ano. Consulte. Un parada en el paraiso antes de volver a la tierra'. '?Que cursi!', piensa. Las fotos que acompanan muestran una de esas cabanas por dentro y por fuera. Nada especial. Lo que si llama la atencion es el punto de vista desde donde fue tomada la fotografia, de manera tal que la cabana parece, en efecto, estar entre el cerro y el mar, y da la falsa impresion de que, al abrir la puerta del frente, fuera posible mojarse los pies en el agua salada. 'Una ilusion optica, no hay duda, pero que sensacion de paz', piensa, ya olvidados los hombres, la hora, el color del pelo, el maquillaje, el omnibus. -?El omnibus!

Demasiado tarde, lo ha perdido; como una soberana imbecil le ha pasado por su lado mientras ella chapoteaba alegremente sentada en el porche de la cabana. Mira el reloj; quedan diez minutos para la hora. La lucecita roja de un taxi la atrae y estira el brazo para detenerlo mientras evalua rapidamente cuanto dinero lleva en la cartera. El viaje le costara la cuarta parte de lo que va a ganar por ese dia de trabajo; mal negocio, pero no queda alternativa. ?Con que gusto faltaria a trabajar! ?Adonde iria? No a su casa, por supuesto, aunque quisiera sentirse protegida alli; pero hace tiempo que la casa se ha convertido en el lugar obligado por las circunstancias donde dormir y comer, poco mas que eso. ?A lo de su madre? No, no quiere seguir lastimandose, ya no esta dispuesta a jugar a la pobrecita para que, en lugar de consuelo, le den palos. -??Sube?!

El taximetrista la mira algo molesto. Esta estacionado justo en la parada del omnibus y tiene detras una de esas moles cuyo conductor le grita malas palabras y apoya toda su humanidad en la bocina. La pregunta del hombre la despierta y se trepa al asiento trasero en el momento exacto en que la luz verde les da paso y el taximetrista arranca sin preguntar cual es el destino. Ya en marcha, gira la cabeza y le dice algo mas calmo, '?adonde la llevo?'.

Elena le indica el camino mientras lo observa. Tendra unos cuarenta anos. Tiene las manos fuertes y no lleva alianza. Curiosa costumbre la de fijarse en este detalle, como si la presencia o ausencia de la argollita fuera a determinar que Elena se animara a lanzarse a una aventura amorosa. ?Por favor! Ella seria incapaz de algo asi, no por cultivar moralina, sino porque no es su estilo y punto. Su idea de pasarla bien no tiene que ver con amores furtivos, entradas a moteles, ni amantes de una hora. Lleva el pelo recogido en una colita que ha mojado para

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