lo pueda seguir en la plenitud de su vida, que sea un bonito trofeo para mostrar a sus amigos, que haga piruetas nuevas en la cama, en fin, un ejemplar mas joven. Entonces nos rasgamos las vestiduras, lloramos, insultamos, amenazamos, odiamos con toda el alma, matariamos si pudieramos. Despues caemos en inmensas depresiones, nos vemos feas, viejas, trapos de piso y corremos a buscar refugio en lo mas querido: los hijos.
– No sigas, por favor.
– Es asi, ?verdad? ?Y que encontramos alli? Que los hijos tambien se hartaron de estas madres amargadas que se han pasado veinte anos rezongando, apretando el cinturon mientras el padre los llevaba a pasear y los consentia, como si se tratase de dos familias distintas. Ellos tambien nos patean. En pocas palabras, no nos dan bolilla, fuimos, somos pasado. Ya les limpiamos la cola y le sacamos los mocos, ya tienen el carne de vacunacion completo y se saben las tablas, disfrutan de amores nuevos que les llenan la vida y, por lo tanto, las viejas sobran.
– No todos los hijos son iguales.
– ?Por favor, Elena! Habra excepciones, pero la inmensa mayoria responde asi, con ingratitud. Entonces me puse a pensar que estaba haciendo con mi vida, que estaba esperando si nadie me iba a ayudar. Eso fue lo que me animo, tomar conciencia de la absoluta soledad en que se quedan las mujeres despues de haber cumplido con sus servicios de hembras paridoras que, despues de todo, parece ser el unico fin del matrimonio.
– Estas siendo extremista; conozco matrimonios que llevan siglos casados.
– Cobardes, no se animan, tienen los cuernos tan bien puestos que ni los sienten. Se han acostumbrado a una realidad indigna, una soledad acompanada donde cada uno hace su vida y aparecen en publico como pareja. Todo mentira, lo de los primeros anos se va, se esfuma con la rutina y con eso no hay quien pueda. Por eso elegi otro camino. Trabajo para mi, no rindo cuentas a nadie y, cuando elijo a un hombre, lo uso hasta que me aburro y despues le digo adios. ?Ah! Otra cosa que aprendi es a no tenerle tanta compasion a las otras mujeres. Si cuando a mi me enganaron nadie se apiado de mi, ?por que voy ahora a estar pensando en ellas?
– Me asustas. Me parece espantoso, un egoismo demasiado grande.
– ?Y quien piensa en mi?
– Es que asi no le das la oportunidad a ningun hombre, Lilith.
– Puede ser, pero me evito sufrimiento. Ademas, ya no me hace la ilusion de antes. Estoy convencida de que el hombre esta programado para comportarse como un ser mas o menos gentil como parte de la seduccion, pero una vez que te tiene segura, casada o cazada, da igual, entonces, a la mierda la caballerosidad, la ternura y todo lo que te enamoro. Es cuestion de tiempo, nada mas. Se transforman en animales, puro instinto; y si no, pensa cuales son los mayores placeres de un hombre casado: comer y coger a gusto. A gusto de el, por supuesto. Se te echan encima cuando tienen ganas y, pobre de ti si no estas en sintonia, entonces seras una histerica, una ovarica y les daras la excusa perfecta para buscarse otra montura, con lo cual, estan tan mal hechas las cosas en este mundo que, finalmente, ?terminas siendo culpable de tus propios cuernos!
A Elena se le dibuja una sonrisa. Lilith tiene gracia para explicar su forma de ver la vida. Hay algo de verdad en esas palabras sin misericordia, pero se resiste a aceptar que las cosas sean iguales para todo el mundo. Sin querer, se va a su propia situacion con el pensamiento. Daniel fue un hombre encantador al principio, es cierto, y tambien es cierto que cambio mucho. Ella acepta su parte de responsabilidad en ese cambio; sabe bien que no es enteramente inocente, que nadie es enteramente inocente cuando una relacion de pareja se desgasta y rompe. Lleva encima la culpa de no haber correspondido al amor de Daniel que si era inmenso, de no haber amado lo suficiente. Pero no ignora que ha puesto lo mejor de si, tal vez no alcanzo, pero ella se esforzo en ser buena esposa y llego a quererlo, como lo quiere ahora, no con ese amor huracanado de las primeras pasiones, sino con un carino sereno.
Lilith ha vuelto a su trabajo mientras fuma el primer cigarrillo de la tarde. Cuando llegue la hora de salida, habra quince o veinte colillas en su cenicero. Elena la mira con disimulo. Es una mujer pequena y bien proporcionada, nada bonita pero con los suficientes cuidados como para llamar la atencion. Hoy se ha puesto un perfume demasiado cargado para el dia, imposible de pasar por alto. Se maquilla como una profesional, de manera tal que, de una mujer bastante vulgar, logra sacar un bocado apetecible. Toda ella es una invitacion a la cama. Lleva puestos ocho anillos, a cual mas costoso, que exhibe con desfachatez al tiempo que dice que son trofeos de guerra. Como tambien lo son el auto que usa y el pequeno apartamento en donde vive, precio que ella puso para aceptar ser amante de uno de los de arriba, un ejecutivo de unos sesenta y algo, casado, con seis hijos, catolico de misa, un santurron que la visita los jueves. Ella acepta todo, sin condiciones, a cambio de los pequenos lujos que el le ofrece. El resto de los dias son enteramente para ella y los hombres que quiera llevar. En algo no ha transado y es en dejar de trabajar; de alguna manera quiere preservar su independencia. Si algo le produce repugnancia, son las mantenidas.
La oficina es parte de un estudio donde conviven dos abogados, dos escribanos y un despachante de aduana. Elena trabaja para este ultimo, pero rara vez lo ve. Las ordenes le llegan por via del jefe a quien ella desprecia por sobre todas las cosas. Pasa la tarde, las siete horas, sentada frente al teclado de su computadora, al que tuvo que adaptar sus conocimientos de dactilografia al tiempo que hacia algun cursillo basico. Por lo demas, con lo que sabe alcanza. No necesito mucho para darse cuenta de que no hacia falta ser un prodigio para hacer su trabajo; cualquier mediocre podria.
Hace dos anos, mas o menos, los primeros sintomas del abandono afectivo comenzaron a hacerse evidentes. Ademas, Daniel, que nunca habia puesto reparos para el dinero, que siempre lo habia dejado a mano para que ella sacara lo necesario, tuvo un cambio de comportamiento: se volvio inquisidor, preguntaba por el destino de cada moneda y obligaba a Elena a pedirle todo el tiempo, con el consiguiente detalle de los gastos. Fue un cambio repentino y hasta el dia de hoy Elena se pregunta que lo motivo. La situacion se volvia cada vez mas humillante; la dependencia economica paso de un estado de equilibrio a una tirania. Fue Daniel quien le consiguio este trabajo tocando la puerta de algun conocido. Es cierto que la tarea jamas prometio demasiado y que Elena supo de antemano que no iba a ser alli donde hallaria la satisfaccion de su lado profesional, pero la realidad resulto ser aplastante.
En la oficina hay tres hombres y una mujer, ademas de ella y Lilith. Dos de los primeros llevan la parte contable y el tercero se encarga de informatizar todo el trabajo. La otra mujer, Dina, es una muchacha del interior que llego hace un ano mas o menos. Elena recuerda la primera vez que la vio. Entro con cara de gorrion caido y una flacura impresionante. El jefe la hizo pasar a su despacho pero no le dijo que tomara asiento y la pobre, muerta del susto, se quedo de pie, temblandole al silencio que el muy cerdo se complacia en teatralizar mientras fingia examinar una hoja donde habia cuatro o cinco lineas nada mas, que eran todo el curriculum que habia podido presentar. Asi la tuvo unos minutos, mirandola por encima del papel, con los anteojos caidos sobre el caballete de su nariz de carronero, divirtiendose con el miedo que le infundia y, cuando no, aprovechando para medirle el busto con los ojos, tomarle las dimensiones de la cadera e imaginar unas cuantas porquerias. Elena tambien recuerda el breve dialogo que mantuvieron aquellos dos en el despacho y como la desesperacion pudo mas que la dignidad, y que parecidos a los animales pueden volverse los seres humanos cuando sus necesidades basicas no estan satisfechas.
– No sirve.
– Pero ?por que? Me dijeron que necesitaba…
– Si, te habran dicho, pero el que toma la decision soy yo. Ese era el requisito primario, pero ademas hay otras cosas, presencia, buen trato, no olvides que es para trabajar recibiendo gente y atendiendo el telefono, no cualquiera…
– Yo necesito trabajar. Recien llegue de mi pueblo y necesito el dinero, ?entiende? No tengo adonde ir, ni familia, ni amigos, estoy sola. Puedo hacerlo bien, tengo buenos modales.
– Si, pero, ?como diria? No es cuestion de modales, es un asunto de actitud, digamos de… de que vas a ser la voz, la cara de la empresa, y esta no es una empresa cualquiera, movemos plata fuerte, se cocinan negocios importantes, no se si soy claro. Ademas, nena, vamos a ser francos, tu aspecto no ayuda, no ayuda. Aca viene gente grande, politicos, ejecutivos. La recepcionista tiene que tener otro estilo, algo mas sofisticado.
– Puedo conseguir ropa…
– Eso es lo de menos, la ropa te la damos nosotros. Es mas una cuestion de apariencia general. A ver como te explico. Cuando llega el cliente, la recepcionista es lo primero que ve, es la primera impresion que tiene de la
