– Tengo sueno -dice por decir algo.

– ?Te lavaste los dientes? ?Uniforme pronto? ?Merienda en la cartera? Deberes, ?hiciste los deberes?

El soldado se pone de pie con un salto. Luego estira su mano y ayuda al general a levantarse. Los hermanos se hacen la venia antes de dormir. Al poco rato, el soldado baja de su cama, se pone de rodillas sobre la alfombra y busca en la oscuridad. El general vuelve de un sueno incipiente y se molesta.

– ?Que estas haciendo, Tadeo? ?No ves que no puedo dormir?

– El arma, ?donde quedo el arma?

– Deja eso ahora y acostate.

Tadeo encuentra, por fin, el revolver de juguete y lo devuelve al baul.

– Es por mama -dice.

– Mama tambien piensa que el honor es importante. ?A dormir!

La felicidad se mide al abrir los ojos por la manana. Si acomete como un aguijonazo bestial la conciencia y se monta con su peso insoportable la vida, eso que se llama vida y que nunca es mas que una sucesion de rutinas cada tanto interrumpidas por algun hecho excepcional, si eso sucede, quiza sea porque la felicidad anda lejana y esquiva. Pero, ?que significa ser feliz?, se preguntaba Tadeo con la sospecha de que seria ponerse mas alla de ese tinglado de convenciones en el que transcurrian sus dias. Su andar se habia transformado en eso: una serie de rutinas en las que apenas reconocia al nino ilusionado que alguna vez fue.

Esa manana se levanto con el proposito de que fuera la ultima. Mucha gente se suicida; ni siquiera pasaria a la historia por eso. Quiza todas las personas, en algun momento, fantaseen con el impulso de tirarse por la ventana, aunque algunos lo nieguen mientras encienden un cigarrillo detras de otro. A el no lo avergonzaba admitirlo. Al suicidio, a la decision de hacerlo habia llegado despues de mucho pensar, aunque en el momento final quiza no existiera ningun pensamiento. Era posible que la idea fuera un germen congenito que permanecio latente hasta que una frustracion la hizo despertar. Frustracion de acuerdo con expectativas ajenas, medidas de otros vasos que rara vez se colman, pie sobre huellas demasiado grandes, marcas inalcanzables, ser bello, rico, exitoso, la perfeccion como meta.

El mundo esta lleno de potenciales suicidas, una especie de vivero en el que algunas semillas germinaran tarde o temprano. De hecho, la casa donde vivia habia sido la de un suicida, un medico joven que no aguanto la presion de un mal amanecer. Tadeo lo llamaba Doc y le gustaba imaginar que su espiritu merodeaba por los rincones. Mas de una vez se descubrio hablando solo como si se dirigiera a un interlocutor que no podia ver, pero al que lo ligaba esa afinidad nacida del agobio por una existencia con la que ya no queria cargar.

Era martes, las ocho y veinte de la manana del dia de su muerte. Tadeo se debatia entre un animo ambiguo que lo llevaba de una nostalgia prematura a un entusiasmo juvenil. No era alegria, mas bien se sentia triste, pero al menos lo alentaba saber que seria un dia distinto, con un proposito que lo conduciria a algo, y le daria un estatus definitivo por el cual ya no tendria que pelear mas, ni probarse, ni medirse, ni temer otras codicias. Seria un muerto a partir de las diez de la noche y lo seria para siempre. Pensar en eso le producia una cierta paz, como la vecindad de unas vacaciones largamente anoradas. Tadeo solo queria descansar.

Venia de una noche de parranda, casi sin dormir; y una pesadilla infernal de la que habia despertado a pura voluntad le amargaba el aliento. Se arrepentia de haber ido a aquella fiesta que no le habia dejado mas que una resaca turbia, una pastosidad que le trancaba el flujo natural de las ideas. Se habia levantado hacia un par de horas con la decision tomada, y no habia hecho otra cosa que entreverarse en un monton de libros y ropa que seguian desparramados sin orden ni destino. Solo podia pensar en que si esa era su vida, ya no la queria. Apenas habia empezado a preparar el desayuno cuando sono el telefono. Estuvo tentado de no atender pero enseguida supo que ese dia mas que nunca atenderia todas las llamadas, acudiria a todas las citas. Dijo “hola” en un temblor que debio de haberse traducido en la voz porque su hermano Jano, del otro lado, le pregunto si estaba bien.

– Como siempre, ?que pasa?

– Murio Ignacio.

– ?Que Ignacio?

– El unico que conocemos.

– ?El tio?

– El mismo.

– ?Y a mi que?

– No seas bestia, Tadeo. Tambien es tu tio.

– ?En que quedamos? ?Era o es?

– Era, y ella esta muy mal. Tenes que ir.

– No quiero.

– Hace lo que te parezca; yo cumplo con avisarte. A las once en el panteon de la familia.

– ?De que familia me hablas?

Jano corto sin despedirse, enojado, quizas, o confirmando que Tadeo era un imbecil al que solo valia la pena llamar cuando moria alguien. Pero de que familia hablaba, si cuando el padre murio fue como si se hubiera cortado el lazo invisible que los unia, y pasaron de ser el centro en torno al cual danzaba una tribu de tios y primos a poco menos que nada. Como si cada cual tuviera un rol preestablecido con una claridad ancestral, pero bastaba que faltara uno de los otros para que se viniera abajo aquel precario orden y fuera imperioso hacer una rapida reorganizacion segun la cual cada uno asumia un lugar nuevo. Asi paso con lo de su padre, el macho alpha, segun entendio despues mientras miraba un documental sobre los gorilas. Muerto el, su cria dejo de tener interes para el resto que se arremolino en torno al alpha de turno, el tio Ignacio, por cierto.

Jano sabia donde apretar. Habia dicho “ella”, “ella esta muy mal”, y solo con mencionarla, aunque fuera de esta manera eliptica, bastaba para movilizarlo por entero y dejarlo de un tiron como un bolsillo dado vuelta. Maldijo su negra suerte. Ni en el dia de su suicidio iba a estar en paz. El tio Ignacio podria haber esperado unas horas para morirse. Penso con cierto deleite que solo el sabia que muy poco despues los veria de vuelta parados en el mismo lugar poniendo flores sobre flores, preguntandose por que a ellos, si acaso la muerte del tio habia sido un golpe tan fuerte; en fin, una sarta de conjeturas que, por un momento, lo hicieron sentir el centro de la familia, como si los tuviera en su poder y pudiera burlarse de ellos, incluso mientras palmeaba espaldas y daba el pesame a la tia. Y a ella, claro. A ella la abrazaria un rato largo, con ternura, y seria mas para el y por el ese abrazo, como una despedida, o una forma sutil de decirle cuanto le hubiera gustado, y que distintas podrian haber sido las cosas.

Es Navidad. Bajo el arbol hay una gran caja envuelta en papel de seda y coronada por un lazo azul. Un unico regalo para los dos hermanos que se precipitan a buscar lo suyo apenas intercambiados los saludos de las doce. Jano y Tadeo han hecho su pedido con anticipacion. El mayor, displicente, se nego a escribir la carta de rigor y solo anuncio que queria una chumbera para reemplazar su vieja honda y un avion de combate. Tadeo, en cambio, orgulloso de su recien estrenada caligrafia, se deleito en preparar una carta con mayusculas chuecas y faltas ortograficas.

Muchos paquetitos baratos hubieran encendido sus ojos con una sorpresa pura, pero en su lugar encuentran ese paqueton, para colmo de desilusiones, compartido. Frenan en seco junto al arbol deseando que aquello sea una equivocacion y que alguien venga a enmendarla antes de que el dano este hecho.

Los padres se miran.

– Te dije -susurra ella.

Un gesto desolado se instala en el y le estropea la felicidad que venia paladeando desde hacia dias cuando concibio la gloriosa idea de hacer aquella compra. Entonces Jano, que tiene edad para entender cuanto pesan las buenas intenciones malogradas, se apiada de su padre y tira del lazo azul con su dignidad de general. Rasga el papel, levanta la tapa y apenas reprime el gesto de fastidio transformado en una mueca de falso asombro. Aquello no puede compararse con su avion y su chumbera. Retrocede y besa a los padres como signo de un tibio agradecimiento. Luego vuelve al comedor y se sienta a terminar el postre.

Tadeo va hasta la caja abierta y se asoma. Libros. Veinte tomos encuadernados en verde con letras doradas en el lomo. Tadeo piensa que aquello es el castigo por alguna travesura que no logra recordar. No puede saber que cuarenta anos mas tarde va a estar sentado en el piso de una casa que ya no compartira con nadie, rumiando su muerte en medio de los veinte tomos de El Tesoro de la Juventud y pensando que

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