vuelta las medias. Jano se divierte y lo roza con una pluma detras del cuello en el momento en que va a encender la luz. Tadeo quisiera llorar, pero ya ha aprendido la leccion y sabe que no debe.

Va a buscar consuelo con la madre que no teme a los alacranes y le dice que se deje de mariconadas. El padre lo llama y vuelven a la noche fresca, de cara al cielo, uno sobre el otro, la espalda de Tadeo apoyada contra el pecho grande, las cabezas muy juntas, y el jardin titilando de alacranes que a Tadeo ya no le importan porque no hay lugar mas seguro que aquellos brazos que lo aprietan.

– … y entonces mandan al escorpion para matar al gigante.

– ?Cual?

– Orion.

– ?El de las Tres Marias?

– Ese.

– ?Y?

– Y que no me acuerdo si lo mata o lo hiere.

– Que raro que no te acuerdes.

Tadeo cierra los ojos y se deja ir en el sopor delicioso de la felicidad completa.

***

– ?Ahi hay uno! Dejame a mi.

– ?Y si te pica?

– Nada.

– ?No tenes miedo de morirte?

– No seas bobo, Tadeo, los alacranes no matan.

– Pero los escorpiones, si.

– Pasame el alcohol.

– ?Puedo mirar?

– De lejos.

– ?El alacran es un escorpion chiquito?

Jano hace un circulo de alcohol en torno al animal que esta inmovil, pero presiente que algo malo se avecina y levanta el aguijon como un gato erizado.

– Y despues crece, ?no?

Jano no responde; esta ocupado en cerrar el circulo.

– ?Despues crece?

– Pasame los fosforos.

– ?Crece?

– ?Yo que se! Crece, si, crece.

Jano enciende un fosforo y lo tira sobre el alcohol que se enciende en una corona azulada. El alacran ya no esta inmovil; siente el calor muy cerca y empieza a girar hacia una salida que no encuentra. Jano aplaude. Dentro del circulo infernal, el alacran sabe que esta perdido. Avanza los pocos centimetros que lo separan de las llamas y retrocede. Asi varias veces hasta que vuelve al centro y se detiene.

– ?Ahora! -dice Jano excitado-. ?No te pierdas esto!

El alacran esta acorralado. Intenta un ultimo embate esteril, gira, levanta su aguijon, lo mantiene en suspenso durante unos instantes en que los hermanos contienen el aliento y, por fin, lo clava con violencia sobre el lomo. Jano se ha puesto de pie y lanza un grito de euforia salvaje que aumenta a medida que el alacran se retuerce. Ya no hay llamas, pero el alacran ha muerto.

Tadeo no conoce el nombre de ese sentimiento que le esta naciendo, un vacio que va del pecho al estomago y anida alli, en un nudo, las entranas vueltas un monton de alacranes que se le retuercen dentro.

En algun momento, Tadeo abrio un plazo fijo en un banco que prometia intereses altisimos. Debio haber sospechado de tanta limosna, pero fue como un corderito al matadero junto con otros, impulsado por ese mito que les habian inculcado: “Aqui no pasa nada; tenemos un sistema bancario estable”. Ademas, Tadeo era un tipo de letras y veia pasar los numeros como bandadas, con una vaga percepcion de que hay algo que sustenta su vuelo, pero sin identificar los mecanismos ni las razones profundas, sin adivinar cuantas aves lo componen ni, mucho menos, como El hombre que calculaba, intentar siquiera una torpe estimacion de la cantidad de alas batientes. Es decir, veia los numeros, pero sin entenderlos. Asi que de poco le habria valido una intuicion economica, que nunca tuvo; o una vision comercial, menos aun; o la advertencia sabelotodica de una charla de bar. De eso si sabia bastante porque era parte de una, como llamarla, ?tertulia?, ?reunion? Martes a martes, asi se cayera el mundo y ellos con el, se juntaban a discutir sobre poesia, aunque en el fondo se juntaban para que la mediocridad no los encontrara tan solos, es decir, para compartirla.

Volvio a leer la lista y penso que mas tarde llamaria a Victor. Se conocian desde hacia anos y habian empezado a reunirse luego de la crisis. Algunos se arrimaron porque no tenian otra cosa que hacer despues de haber perdido el trabajo, y con el trabajo la hombria, y con la hombria la dignidad, y con la dignidad la mujer, y con la mujer los hijos. Victor era otra victima del machismo. Asi lo habia escrito en un texto olvidado por todos, pero que el conservaba en un papelito ajado en su billetera, y que, de tanto leerlo, habia acabado por memorizar y repetia como si estuviera citando a un clasico: “El hombre sera el proveedor de su familia, no importa si la mujer es analfabeta o ingeniera nuclear. El hombre sera el que la sustente a ella y a sus hijos, y si esto no es posible, es decir, si por razon del destino algo se tuerce y ella empieza a ganar mas o es la unica que gana algo para llenar las tripas, el hombre se sentira una ameba, poco mas que eso. Con el tiempo, tras violencias varias que seran su forma de canalizar la frustracion, terminara comportandose como si lo fuera, un inutil que no supo mantener su trabajo. Y se quedara, irremediablemente, solo”.

Victor era un buen tipo, pero tambien un infeliz. Tenia infulas de poeta y alguna vez habia logrado producir un verso decente montado en un poema pobre de principio a fin. Pero ellos, los muchachos de la barra de los martes, siempre le rescataban uno de esos versos en los que Victor habia tenido la buena idea de incluir palabras poderosas en sonido y evocacion, como “tembladeral”, por ejemplo, o incluso algun neologismo del tipo de “ladriaullido” o “almidermico”, que aplaudian como si fuera una creacion magistral digna de Garcia Lorca. Lo hacian, esta claro, por lastima y porque Victor, condenado a una mediocridad eterna, no representaba un peligro para ninguno de ellos. Si, en lugar del poeta de medio pelo que siempre seria, Victor hubiera sido una promesa de Baudelaire criollo, es casi seguro que no habrian sido tan condescendientes con sus palabrejas y que no habrian soportado la envidia enfermiza de saber que estaba destinado a un paraiso que para todos los demas siempre seria ajeno.

?Por que preferia llamarlo a el y no a los otros? Porque Victor, como todos ellos, era un terrible egocentrico pero, a diferencia de los demas, no tenia pasta de heroe y no se descolgaria con la pesadez insufrible de salvarle la vida. En aquellas tertulias de cafe, casi ninguno escuchaba. Mas bien estaban midiendo el momento exacto en que otro dejaba un espacio, un minimo espacio en su prolija oratoria para insertar algo conexo o no con lo que venia diciendo, pero siempre referido a un hecho personal, siempre a un hecho propio, sin importar un rabano que el otro viniera a contar que su padre estaba agonizando en un hospital o que, como era el caso, iba a suicidarse pocas horas despues. Por lo tanto, no habia que preocuparse por Victor. Podia ser sincero con el, incluso marearlo sugiriendo que lo tomara como inspiracion para un poema. Y, entonces, se descolgaria con su teoria poetica basada en sus magros estudios aristotelicos y a los dos segundos ya habria olvidado la razon de la llamada. Pero con los otros habia riesgos que no deseaba correr. O, mejor dicho, le aburria tener que andar explicando las razones de su decision. Estaba la posibilidad de que el anuncio del suicidio les despertara su vena epica y armaran una cruzada deprimente, medio romantica, muy cursi, para venir a disuadirlo.

Pero, ademas, una parte de Tadeo sabia que Victor mostraba su lado humano cuando los complejos le daban tregua, y lo preferia a los otros. Victor hubiera sido mejor tipo de haber tenido mas suerte en la vida. Daba la impresion de que las penurias y los fracasos habian estropeado una materia prima de calidad que, en otras circunstancias, habria producido un hombre valioso. Era como un trozo de buena madera sin tratar. En algun punto de su existencia, debio de tomar la decision que lo condenaria al desanimo de los tibios: se entrego a la molicie del “no puedo” y termino convenciendose de que era un bueno para nada. El habito hizo lo demas.

Ya eran las nueve y cuarto de aquel martes y apenas se habia puesto en marcha. Lleno la banera con agua

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