que tarde; y el no dejaba de pensar que esa noche era su noche elegida para terminar con una vida que lo tenia hastiado.
– Perdoname -dijo ella bajito.
Tadeo le acaricio la cabeza y olio su pelo.
– Perdoname -repitio.
– Perdoname vos. ?Te lastime?
Sonrio por primera vez y volvio a tener diecisiete anos. Entonces, por un momento, el temio que aquella sonrisa lo disuadiera de sus planes y se puso serio.
– ?Que te pasa?
– Esto es de locos, Marga. ?Que estamos haciendo?
Ella le lamio los ojos.
– No he sido feliz -dijo como si fuera necesario. Ni siquiera cuando nacieron mis hijos.
– Quien sabe que es la felicidad.
– ?Y vos?
– ?Yo? No me cuestiono mucho -mintio Tadeo-. Voy pasando.
– Pero, ?estas bien?
– ?No me ves? Hago lo que puedo.
Le hubiera gustado contarle que estaba deshecho, un despojo humano, sin trabajo y con sus ahorros perdidos en alguna isla caribena a raiz de la maldita crisis bancaria; que solo tenia deudas, puras frustraciones, un divorcio a cuestas, una familia desintegrada y ninguna fuerza para vivir. Pero solo se le ocurrio contarle que iba a ser abuelo. Marga se incorporo en la cama y volvio a sonreir, esta vez con autentica alegria.
– ?Abuelo!
– Abuelo -repitio el sin entusiasmo.
– ?Y yo que vengo a ser?
La pregunta los devolvio a la realidad de su parentesco. Fue un segundo en el que se unieron los juegos de la adolescencia, el amor, un amor tan puro, el escandalo, la tia Margarita persignandose y el tio Ignacio llevandosela lejos, mutilandolos para siempre.
– No me contestaste -insistio.
– ?Una especie de tia?
– ?Que locura, Tadeo! Vas a ser abuelo. Hoy enterramos a papa y pronto vamos a tener un nino en la familia.
– ?Cual familia?
– Lo que sea, pero es una familia.
– Siempre fue una farsa y despues de que mama se mato empezo a liquidarse -giro hacia la pared como un nino malhumorado.
Una sombra le crecio a Marga en la voz y se le anudo como un zarcillo a otra sombra del pasado.
– Nunca hablamos de lo de tu madre -le dijo.
– ?Para que?
– Porque se necesita hablar. No se puede hacer como si no hubiera pasado nada.
Tadeo encendio un cigarrillo. Dio una pitada y se lo paso.
– ?Viste a Jano hoy? -pregunto ella como buscando una excusa para decir algo importante.
– Apenas. Esta viejo.
– Viejo y solo. No hubo mujer que aguantara; en realidad, siempre era el que las dejaba primero. Probo con varias. Algunas parecian enamoradas, incluso dispuestas a soportarle las locuras, pero a los meses el decidia que la cosa no caminaba y les decia adios como si fuera un tramite. Al poco tiempo aparecia con una nueva. Nosotros la recibiamos en casa, claro, le haciamos la fiesta completa a ver si de una vez enganchaba, pero no habia caso. Y siempre era el.
– ?Sabes que pienso? Que el las dejaba antes de que ellas lo hicieran.
– Pero, ?por que habrian de dejarlo? No te digo que algunas estaban enamoradas. ?Si habre tenido que consolar llantos!
– No supero nunca lo de mama. Ella fue la mujer de su vida, la unica, la mas importante. Y lo abandono. ?Te das cuenta? ?Que podia esperar de las demas?
– Puede ser. Es dificil saber que esta sintiendo. Es un tipo raro. Pero yo lo quiero; con papa fue un hijo. No sabes cuanto lo cuido. Incluso mas que yo.
– Nunca entendi por que tanto odio hacia mi viejo.
– Porque lo culpa. Dice que en los ultimos tiempos la trataba mal, que se peleaban mucho, que le gritaba.
– Si te digo que me acuerdo poco y nada, lo tengo como en una nube -volvio a mentir el.
– ?Ah! Pero Jano lo recuerda bien, se pasa hablando de eso -se le corto la voz.
Tadeo dejo el cigarrillo en la mesa de luz y la abrazo.
– ?Que hay, Marga?
Lo miro con rabia, una rabia que, sin embargo no era para el, sino para ella.
– Ni siquiera pude contarselo a Jano. Eso hubiera ayudado. Pero ?como causarle tanto dolor?
Tadeo la interrogo con los ojos. Presintio que se venia una hecatombe, una declaracion de esas que lo parten a uno al medio y le cambian la perspectiva de las cosas.
– Tu madre y papa… estuvieron juntos por largo tiempo -dijo ella como pidiendo un perdon ajeno. Y mama sabia, siempre lo supo, pero se aguanto. Era parte de su acuerdo. Nunca ha servido para mucho mas que para tener la casa limpia. ?Adonde hubiera ido?
– Por eso… -intento decir el, pero las palabras quedaron reducidas al pensamiento. De golpe, con una velocidad de vertigo, empezaba a unir las piezas; todo concordaba. Ahora era el quien necesitaba que Marga lo apretara contra su pecho de matrona. Dos vidas desvencijadas, eso eran.
A la hora de la cena la television se apaga. No importa si el programa favorito esta por la mitad o si es el ultimo capitulo de una serie. A la hora de la cena la television se apaga. Porque la mesa no se hizo solo para comer. La madre de Tadeo dice que la mesa es un lugar de reunion, el centro de la familia donde cada uno viene despues del dia, el lugar perfecto para que una familia rece, si es que reza, o ponga un proyecto a consideracion y que cada cual opine. O para reirse de un recuerdo gracioso que solo tiene sentido en la familia, como cuando echaron azucar en la sopa y nadie se animaba a hablar por no desairarla. O para ensenar modales. La mesa es ideal para sacar una bella foto de familia: mantel de tela y servilletas, platos, cuchillos a la derecha, tenedores a la izquierda, vasos, agua y refrescos al centro, quiza vino, una ensaladera repleta, una fuente con carne horneada, el pan en su canasta, alguna tarta que sobro del almuerzo. Y, alrededor, la familia unida. Por eso, a la hora de la cena la television se apaga. Y punto. Es que no hay derecho a romper el encanto de tanta felicidad.
– ?La boca cerrada cuando se come, Tadeo! ?Cuantas veces tengo que decirtelo? ?Jano! ?Hiciste los deberes?
Jano asiente y
– ?Primero se come!
– No quiero mas.
– ?El plato vacio! En esta casa no se tira ni una miga.
– Es que me siento mal.
– Entonces, no hay espacio para refresco. ?A comer!
Jano se ha puesto gris, un gris amarillento. El padre, que come con la cabeza hundida en el plato, lo mira de reojo y alcanza a ver una arcada. En silencio pide que trague y siente un alivio compartido cuando ve que su hijo se sobrepone y logra hacer pasar la comida. Jano tiene los ojos llenos de lagrimas por el esfuerzo.
– Mama, ?puedo tomar agua?
– Termina lo que te falta.
Jano se lleva un trozo de carne a la boca y mastica con dificultad, casi con asco. El padre no levanta la cabeza, pero esta pendiente del hijo y empieza a sentir una cierta repugnancia por la comida; toma agua y sigue.