– ?Papa?
– ?Hmmm?
– ?Vos crees que ella esta mirandonos?
– Claro.
– ?Y por que yo no puedo verla?
– ?Como que no? A ver, dejame un espacio asi me acomodo. Toma, tapate con esto. Ella esta justo donde vos quieras, en Sirio, por ejemplo, la mas brillante de todas. ?Por que me miras asi?
– Porque me estas mintiendo.
– ?Yo? ? Y cuando te he mentido?
– Ahora.
– Cuando seas mas grande, vas a entender que lo que te digo es cierto. Hay amores que no mueren, Tadeo, es imposible. Se quedan escondiditos en el dolor, y uno llora mucho. Despues, se transforman en dolor y rabia, y uno se enoja. Al final, con el tiempo, hay dolor otra vez, pero es un dolor distinto, una presencia dulce; aprendemos a vivir con el y es una forma de tener a esa persona con nosotros. ?Me entendes?
– Yo la extrano.
– De eso, hijo, espero que no te cures nunca -le acaricio el pelo-. ?Leo?
– Bueno.
– De Kavafis…
– ?Konstantino!
– ?Eso, muy bien! Ahi voy: “Trata de asirlas, poeta, aunque no consigas retenerlas, esas visiones eroticas…”.
– ?Que quiere decir eroticas?
– Tiene que ver con el amor, con un tipo de amor. Viene de Eros. ?Sabes de quien era hijo Eros? ?De Afrodita! La diosa del amor. Pero tambien de Ares, el dios de la guerra. ?Te imaginas, Tadeo, pobre Eros, ser hijo del amor y de la guerra?
– Por lo menos, tenia mama.
Horacio habia dividido su pagina en tres secciones: Diario, Los Padres y Mensajes. En vano se recorrian de atras hacia delante procurando encontrar alguna contradiccion que delatara su impostura. Parecia ser que Horacio hablaba en serio y que habia montado esa pequena escena porque necesitaba explicar su suicidio o, quiza, como le dijo uno de los visitantes, para dejar pistas que, finalmente, pudieran rescatarlo. Escribia sin faltas y con excelente sintaxis, como el alumno aplicado que decia ser, alguien que no habia desperdiciado los anos de educacion y que se destacaba de los mensajes mal escritos que otros le dejaban. Claro que tambien estaba su gusto por la poesia, esa pasion que lo declaraba lector de horas y que, sin duda, habia contribuido para que se expresara con tanta fluidez.
Sea como fuere, impostor o sincero candidato a terminar con su vida, Horacio fascinaba. Habia una lucidez en sus palabras que abria surcos en el entendimiento y, mas tarde, luego de rumiar lo que de pronto se volvia tan claro, otras cajas se destapaban y otras, y otras, como si Horacio hubiera trillado miles de veces aquel camino y supiera de memoria sus secretos.
Nada era mas espeluznante que abrir la ventana Los Padres. Cualquiera podia pensar que alli encontraria una diatriba cerrada contra sus progenitores. Pero no era asi. Los padres eran los escritores suicidas a los que Horacio veneraba y que, a traves de sus textos, le proporcionaban la legitimidad mas pura para llevar adelante su decision. Ellos, que habian nacido con el don de la palabra, que iluminaron tantas vidas con la belleza justa de las cosas bien dichas, esos mismos escritores elevados a la categoria de genios o dioses, habian optado por el suicidio. Era, por lo tanto, un camino abierto y Horacio lo entendia asi.
“De Alejandra Pizarnik, una belleza”, decia, y transcribia:
Luego, invitaba a pasar a la seccion Mensajes, donde cada provocacion tenia su respuesta.
De Matias a Horacio:
“Loco, de verdad no entiendo que buscas. El poema de Pizarnik no me parece ninguna belleza. No trates de hacernos creer que suicidarse esta bien. ?No! La vida es linda, tiene un monton de momentos buenos, no esta tan mal. Seguro que tenes cosas buenas alrededor y no las ves. Tengo veintiocho anos y perdi el laburo, pero ni ahi se me da por pensar en eso. Estuve como cinco dias tirado en la cama, sin banarme ni afeitarme. Bueno, estuve asi durante esos dias, pero ahora estoy buscando y esta bravo. Medio pais anda en la misma. Hay que luchar por los ideales, ?no? No me entrego, loco, ya te dije, la vida es linda”.
De Horacio a Matias:
“En primer lugar, no sabes leer poesia. Vos decis que la vida es linda y me parece una falta de respeto. Sera linda para vos, pero no todo el mundo se conforma; enterate. Yo, por ejemplo, respiro, como, leo, estoy biologicamente vivo, pero para adelante, muerto, morto, dead. O sea, no hay nada en el futuro, ?me entendes? Y no me hables de ideales, ?por favor! ?De que ideales me hablas? ?De morir por mi bandera? ?De la patria o la tumba? Eso ya no existe. Cada uno esta en la suya. Si hay que sacar la guita rapido para no fundirse, o afanarla, te puedo asegurar que la patria no cuenta. A nadie le importa nada de vos, tenes que vivir a los codazos porque, donde te descuides, un dia llegas a tu casa y tu familia te vendio los calzoncillos. O peor, te compro unos nuevos con la guita que le afano al vecino. ?No ves que esto es una gran bola de mierda? Yo me bajo”.
Tadeo esta con su padre en la planta baja de una oficina publica. No quiere subir al ascensor. Mira las luces que indican que la caja se acerca, desciende hasta ellos desde un noveno piso; las rodillas se le aflojan. Con gusto apretaria la mano del padre, pero ya tiene diez anos y sabe que no esta bien; hasta puede imaginar a Jano burlarse sin la menor piedad.
El tres se enciende y Tadeo siente una leve nausea que lo lleva hasta lo profundo de un recuerdo lejano en el que esta con su madre en el interior de un ascensor cualquiera, esta vez, si, bien tomado de su mano. Puede oler el perfume a limpio de su piel. La madre no habla; va inmersa en algun pensamiento cuando, de pronto, el ascensor se detiene con brusquedad y la luz se apaga. Tadeo se aferra a la mano como a la punta de un despenadero. El miedo crece en pavor, el pavor empieza a ser panico, pero la voz de ella suena serena:
– Apagon. No te muevas, pronto nos van a sacar.
Tadeo ya no siente tanto miedo, sino una entrega mansa. No importan la oscuridad, ni la sensacion de estar colgado en la nada dentro de una caja de metal, ni el silencio, ni el aire que empieza a escasear. La madre se arrodilla y lo atrae contra su cuerpo, y el siente que tambien el corazon de ella late de prisa. Los latidos se acompasan, madre e hijo abrazados en un ascensor a oscuras.
Alguien grita desde abajo o desde arriba que no se desanimen, que estan trabajando para solucionar el problema. La luz vuelve y el ascensor se pone en movimiento. Cuando llegan a destino, la madre lo suelta, se alisa la falda y atraviesa las puertas como una reina contrariada. Tadeo todavia esta asustado y busca la mano, pero ella se lo sacude con algo de indiferencia y lo deja unos pasos atras.
Se enciende el uno. El ascensor esta por llegar. Tadeo mira al padre que no imagina las explosiones que estan sucediendo en su corazon. Planta baja. Es un ascensor viejo, de rejas, como una jaula. El padre abre y entra, pero Tadeo se queda afuera, otra vez paralizado.
– Vamos, subi.
Tadeo avanza y esta triste, sencilla y puramente triste, como solo un nino sin madre puede.
La crisis habia estallado hacia un ano y medio. Los telefonos celulares eran sapos a los saltos en los bolsillos. Y la gente, una hilera de hormigas paralizadas a la espera de que las puertas del banco se abrieran y alguien explicara por que los cajeros automaticos no funcionaban. Tadeo habia llegado cerca de las once y se encontro con una veintena de clientes que descargaban los nervios propios en los ajenos; asi, en un va y viene hasta que los aleteos agazapados de los primeros rumores se convirtieron en un ruidoso batir de alas y animos recalentados. Las noticias de los informativos de la manana se mezclaban con lo que alguien habia oido en el omnibus o incluso en el banco dias atras, pero todo quedaba reducido a la palabra santa de un empleado de sanitaria que, sentado sobre su caja de herramientas, promulgaba a los gritos lo que iba escuchando en su