caliente y agrego un punado de sales que Laura le habia regalado para un cumpleanos, y que desde entonces andaban estorbando entre su ropa. Mientras planificaba ese, su ultimo bano, le parecio un detalle agradable echar aquellos granitos al agua y ver el efecto balsamico que Laura le habia anunciado. Bano con sales: el numeral 2 en su lista. Como era de esperar, aquello habia perdido sus propiedades, ya no tenia color ni olia a nada. Fue igual que echar sal gruesa porque se disolvio al instante y lo dejo nadando en una especie de caldo. El agua se enfrio en pocos minutos y Tadeo termino bajo una ducha tibia. Se seco con mal humor y olvido los espacios entre cada dedo del pie. Si alguna humedad quedaba, si aparecia uno de esos tajitos hirientes, ya no seria su problema. Que el hongo se alimentara de su cuerpo muerto, como otros organismos lo harian. El estaria a salvo, mas alla de cualquier sufrimiento.

Envuelto en la toalla, se paro frente al espejo. Como otras veces, sintio la presencia de Doc en la pieza, esa compania sutil que le aligeraba la dolorosa autocompasion de sentirse solo:

– ?Y? ?Que hacemos, Doc? Nos vamos, ?eh? Mucho cansancio. Cuarenta y siete anos, viejo, cuarenta y siete. Y este pais que no ayuda. Ni siquiera pensaba votar la proxima vez. ?Como iba a votar? ?A quien? Si ya tenes la seguridad de que los tipos te roban; si te lo estan anunciando, ?como vas a ser tan imbecil de volver a caer, eh? La ultima vez le di un beso a la papeleta, “no me falles”, le dije a la foto del tipo que hasta en esa instancia tenia cara de estarse burlando de todos. Y la meti, Doc, te juro que la meti con ganas, hubiera entrado el brazo con codo incluido para que cayera bien al fondo. La meti con ilusion, ?pobrecito! Para que, al final, apenas llegados, ya nos ensartaran y encima lo hicieran con nuestro soberano voto. En esa si que no me agarran mas. No me agarran en nada, para ser sinceros, porque ya nos vamos y que otros carguen con el peso de decidir de que lado van a dejarse robar. Al fin de cuentas, tampoco ellos deciden. Las cosas se cocinan mas arriba, o mas abajo, segun se mire, pero en cualquier caso sera un lugar parecido al infierno, sin moral ni valores, sin mas dios que el dinero. Y desde ahi mueven los hilos de los que elegimos. Asi que no me engano; tampoco importa tanto mi voto. Lindo discursete, ?verdad, Doc?, podria haber sido politico. Lastima que me vaya en palabras.

Es de manana y la madre esta en la cama. Sola. Tadeo va a despertarla. Ella lo oye atravesar el pasillo que separa los dormitorios y se finge dormida. Tadeo se acerca y le toca el cuello.

– ?Mama?

Ella no se mueve. Tadeo se trepa a la cama y se pone en cuclillas a su lado. -Mami-susurra.

Nada. Tadeo la empuja con suavidad y nota que la cabeza esta pesada y los ojos entreabiertos. Se angustia.

– ?Mama? ?Mama!

Ahora la sacude y el cuerpo se agita como una gelatina. Tadeo esta desesperado. Ella decide prolongar el juego un poco mas, ver hasta donde llega su hijo.

– ?Mama! ?Mamita!

Llora y ella siente un poco de remordimiento, pero es mas fuerte lo otro, tensar al maximo la situacion, casi como un experimento.

– Mamita… -Tadeo la abraza y llora. Se separa de su cuerpo y la zarandea con algo de violencia-. ?Mama! ?Despertate, mama! -grita.

El llanto se ha vuelto histeria.

– Mama, mama, por favor, mamita…

Llora durante un rato en el que ella parece estar disfrutando con su macabro juego. Tadeo la golpea con los punitos en los brazos, en el vientre, en el pecho. Ella abre los ojos y el retrocede asustado. En el instante que sigue a estos ojos desmesuradamente abiertos, no tiene claro si es su madre que despierta o la resurreccion de un muerto.

– Tadeo, me pegaste. Veni, dame un abrazo.

El se acurruca contra su cuerpo, pero no puede detener el llanto.

– ?Que pasa? A ver, ?que le pasa a este ninito?

Tadeo no habla, nada mas llora y se aprieta contra el calor de su madre que lo consuela como si acabara de rescatarlo de la boca de un dragon.

– No es nada, m'hijito. ?Pensaste que estaba muerta?

Ella lo besa y se moja con la sal del llanto; lo besa y lo toca, se averguenza un poco y se siente extranamente feliz.

Antes odiaba los cementerios, los velatorios y toda esa fanfarria funebre que le resultaba impia. No entendia la razon para tener un cuerpo expuesto de esa manera tan poco digna, groseramente maquillado en algunos casos o descomponiendose en ese verdor grisaceo de las pieles inertes. Un cuerpo que hasta ayer, nomas, era una vida, ahora convertido en ese muneco patetico, tapado hasta el cuello, con las orbitas marcadas bajo los parpados cerrados a presion, y esa falta de pudor que supone mostrarse en la mas pura intimidad, que es la de no ser. Un cuerpo que ya no era de nadie y era de todos, al que cualquiera podia tocar o besar, quiza con el secreto morbo de probar la temperatura de la muerte; o al que alguien se sentiria con derecho a cortar un mechon de pelo para guardar en un relicario, con la devocion de un cruzado. Y la penosa procesion de frases hechas, la peor burla al dolor ajeno, frases que deberian quedar atascadas, y con ellas la lengua del que no puede evitarlas cuando un abrazo callado seria suficiente.

Pero un dia Tadeo entendio cuanto bien le hubiera hecho ver a su madre muerta. Jano la encontro en la cama, tapada hasta la cintura, como si hubiera tenido frio en el momento final, o hubiera necesitado un poco de tibieza, una tibieza que no alcanzo. Estaban merendando y nada excepcional paso en los minutos previos. Muchas veces Tadeo repasaba cada detalle, pero no lograba recordar mas que la mesa de la cocina con el mantelito de colores, un pan casero todavia humeante y los tazones de cafe con leche. Hablaban de cualquier cosa, sin mayor emocion, nada importante, cuando ella pidio disculpas y se levanto como quien va al bano. Tampoco le parecio que demorara mas de lo normal; solo podia recordar el ruido seco y al padre que bajo la cabeza con resignacion.

No lo dejaron verla. Estuvo anos jugando con la posibilidad de que volviera. La buscaba en otras caras, en otros cuerpos, llego a orinarse por las noches pensando en ella. Pero no hubo conjuro que se la hiciera carne de vuelta. Extrano su presencia fria en la casa, aquel rigor militar con el que los criaba, y criaba al padre, tambien. La fuerza de voluntad, el caracter firme, la poca paciencia para tolerar flaquezas y la amorosa disposicion que ponia para hacer de ellos hombres de provecho. En aquel maniqueismo sin misericordia del cual ella era su principal victima, no permitia el menor desvio de conducta; no aceptaba el error mas que como una muestra de debilidad. Su vida estaba signada por el deber ser; a ese mandato se consagraba como una religiosa y los arrastraba con aquella fuerza infernal. Era una tirana con su propia vida y no encontro la horma del zapato que la pusiera en su lugar, que los salvara a todos de su despotismo.

Tadeo intuia que algo fallaba en aquel mecanismo perfecto. Anos despues, ya hombre, descubrio su enorme fragilidad, los miedos que la agobiaban, lo insegura que era. Estaba aterrada, se sabia debil y era demasiado orgullosa para pedir ayuda. Alguien debio de malensenarle alguna vez el concepto del honor y lo llevaba como un estandarte, una equivocacion existencial que regia su vida. Y la de los demas.

La madre fue a parar al limbo de los innombrables; el padre se hundio en una melancolia de la que jamas volvio, y Jano se enojo para siempre con el mundo. A Tadeo le costo entender que no la veria mas, pero recordaba la calma pasmosa con que asumio su muerte, como si hubiera estado esperandola en esa fina conciencia de lo inefable donde van a parar aquellas cosas que el miedo no permite nombrar. Alli tenia el bien atrincheradas sus certezas de que la madre se mataria tarde o temprano. Ella lo estuvo avisando durante mucho tiempo con conductas que eran sintomas claros de lo que se gestaba en su interior. Pero nadie entendio que tenia miedo y, segun Tadeo supo despues, estaba llena de una culpa honda, enganchada como una garrapata a su pobre sentido del deber.

No era especialmente bella. Tenia la nariz larga y unas ojeras de trasnochada perpetua. Apenas usaba una pintura roja para los labios que les marcaba la cara cuando los besaba, las pocas veces que los besaba. Tadeo corria a limpiarse, pero Jano se hacia el distraido y andaba por horas con el beso de su madre estampado en la mejilla como una cucarda. No era especialmente bella, ni amable, ni tierna, ni brillaba demasiado, pero era una mujer ordenada, limpia, que tenia la casa impecable y a ellos de punta en blanco, que nunca falto a sus deberes de madre y que, una mala tarde, no aguanto tanta presion.

Cuarenta anos despues, Tadeo podia imaginarla aterrada sin saber que hacer con el maravilloso desorden de

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