– Tenia su razon la Presidenta pensando que nadie aprende en zapato ajeno.

– Ya aprendi. Ahora lo que quiero es trabajar.

– Caramba, Petronio, has trabajado toda tu vida. ?Por que no te relajas?

Petronio pago el raspado que Jose de la Aritmetica le entrego banado en el espeso sirope de caramelo. Empezo a lamerlo.

– No se relajarme -sonrio con una mueca-. Saludeme a Mercedes.

– Y a dona Olga.

Eva Salvatierra

Eva casi no podia con la furia contenida que, desde el atentado, la habia tornado en un huracan de carne y hueso. Andaba torpe, tumbando los vasos sobre las mesas, los floreros y ceniceros, y tropezandose con las esquinas de los muebles; sus manos y piernas traicionaban su intencion de lucir calma, de no perder la compostura.

Que ellas, duenas de estadisticas puntillosamente actualizadas sobre la violencia contra las mujeres en Faguas y el mundo, no hubiesen tomado extremas precauciones para salvaguardar la vida de su presidenta, era imperdonable. Y sin embargo, la seguridad a su alrededor no habia sido menor aquella tarde. El redondel en medio de las masas era un alto riesgo, pero Viviana dispuso que, al igual que en su campana, ese fuera el simbolo de su presidencia. No hubo manera de hacerla desistir. No cedio ante las presiones de ella ni de otras oficiales con experiencia militar. En areas abiertas, el cordon policial alrededor del estrado no era suficiente proteccion, ni tampoco la cantidad de agentes vestidas de civil insertas en medio del monton.

Como supuso, los fuegos artificiales agravaron el asunto. Previendo la dificultad de ejercer control entre tanto petardo y distraccion (las jovenes policias, no le cabia duda, no se habian perdido el espectaculo), Eva intento mantener en secreto la sorpresa. Pero era el tipo de secreto que quienes tenian que guardarlo no veian la razon de no decirselo a sus amigos y parientes para que no se perdieran del show. Podia haberse filtrado por los operarios de los cohetes, o por los que los llevaron al sitio, o por los que arreglaron la secuencia, o incluso a traves de los empleados nacionales de la Embajada china. De cualquier manera, era de suponer que para quienes planearon el atentado, la informacion tuvo que ser decisiva; tomarian en cuenta el ruido de los cohetes y la distraccion de las policias, cuanto ella intuyo seria dificil de controlar. Dio ordenes de revisar los listados de trabajadores y de investigarlos. No era la mejor pista quizas, pero era la unica hasta el momento. Las oficinas de la Inteligencia Militar parecian dispensario medico por la aglomeracion de gente que esperaba en la antesala para pasar a dar declaraciones, pero hasta ahora no se lograba sacar nada en claro.

Se sintio sola. No tenia familia. Su padre habia muerto el ano anterior, muy anciano. Habia sido combatiente de la revolucion, pero murio triste, sus suenos hechos anicos. En su juventud, en los recuerdos de ella, sin embargo, fue un hombre jovial que, tras la muerte de su madre cuando ella era adolescente, le dedico su amor y su tiempo. No era un hombre letrado, pero si integro. Un poco paranoico quizas. Decia que era siempre importante conservar un cierto grado de paranoia. Por eso, como diversion de los domingos, le transmitio lo que mejor sabia: el arte militar. La entreno en arme y desarme y en las practicas de la guerrilla urbana. Nunca se sabe, le decia. Algun dia puede que necesites de estos conocimientos. Ciertamente que le fueron utiles. No para lo que el imagino, pero si para montar su empresa de servicios de seguridad.

De su padre lo que nunca supo, lo que algunas noches la mantenia despierta, era el misterio de su rol en la desaparicion del unico hombre que ella amo sin medida, un magnifico ejemplar que conocio en sus clases de judo y que fue dulce y buen marido hasta que dejo de serlo, hasta la noche en que la empujo contra la pared, la pateo, le dio una paliza ante la cual ella no atino a defenderse. ?Que hizo ella mas que preguntarle donde habia estado, un poco molesta quizas porque regreso tarde oliendo a ron? La reaccion de el le produjo espanto. Olvido su entrenamiento, su fisico agil. Como un fardo dejo que el se ensanara con ella, atonita y sin comprender. Despues no le acepto llantos ni excusas. Lo dejo. Abandono todas sus pertenencias en la casa. No se llevo nada. El empezo a acosarla, a buscarla, a aparecerse de subito en los estacionamientos, a golpearle las puertas a medianoche, a llamarla por telefono. La sometio a un cerco de terror. Se vio obligada, a su pesar, a recurrir a su padre. Recordaba bien el temblor incontrolable con que llego a refugiarse en el pecho grande y calido de ese hombre bueno y solidario, que la mantuvo apretada contra el hasta que ella fue quedandose quieta. ?Que te lleve a hacer, papa?, penso. Nunca lo supo, pero a Ricardo se lo trago la tierra. Jamas regreso a molestarla. Confronto a su padre innumerables veces. ?Lo mataste, solo decime si lo mataste? El la miraba. Negaba con la cabeza; jamas lo admitio, pero ella estaba segura y la certeza se la fue comiendo por dentro. La noche en que su padre murio, la paso a su lado, hablandole, diciendole que lo queria, pidiendole que antes de marcharse la dejara tranquila diciendole la verdad. Pero el no dijo nada. No abrio los ojos. En la madrugada, oyendolo respirar como un fuelle, puso la musica que el preferia en el equipo de sonido y lo acurruco en sus brazos hasta que expiro. Su papa no dijo palabra. Se llevo a la tumba el paradero de Ricardo que ella no logro descubrir por mas averiguaciones que hizo. La pista se perdia en un bar una noche y un comentario dicho al pasar sobre un futuro viaje a Mexico. Quizas estaria en Mexico. Lo preferiria, pero a ella algo le decia que no, que jamas llego a marcharse.

Viola, la secretaria, entro de puntillas al despacho. Su jefa miraba la ventana con los ojos fijos, como en trance. Sintio pena, pero no tenia mas remedio que recordarle a su superiora las funciones que debia cumplir.

– Hoy es jueves -dijo plantandose frente al escritorio-. ?Sacamos a los violadores o no?

Eva alzo la mirada. Fruncio el entrecejo. Los violadores. Era jueves.

– Y ?por que dejariamos de sacarlos? -pregunto.

– No se -respondio Viola-. Se me ocurrio que quizas por el luto…

– La Presidenta no ha muerto. No sabemos si se recuperara, pero esta viva. Y seguira viva hasta nueva orden, ?entendido?

– Si, claro.

– Entonces, nada se interrumpe. Que se proceda como de costumbre. Gracias Viola -anadio suavizando el tono.

La muchacha salio.

De Eva fue la idea de exhibir a los violadores en sitios publicos, en celdas abiertas como jaulas. Los sacaban los jueves y los dejaban en exhibicion todo el fin de semana en mercados, plazas, en los barrios donde vivian las victimas o en las rotondas con mayor circulacion vehicular. La gente estaba autorizada a acercarse y muchos lo hacian. Cada vez era mayor el numero de mujeres de toda edad que se paseaba frente a las jaulas para mirarlos y decirles cuanto les dictaba el repudio. A cada reo le ponian sobre la jaula un rotulo describiendo la razon de su encierro. 'Juan Perez. Violador. Edad de la victima: 5 anos. Relacion: hijastra'; 'Ramon Alduvinos. Violador. Edad de la victima: 13 anos. Relacion: vecino'. Frente a las jaulas, en una urna, la poblacion dejaba notas y sugerencias de como debia castigarse el crimen. En general, sugerian crueles castigos: castracion, prision perpetua, flagelacion, linchamiento, muerte. Pero ellas habian abolido la pena de muerte y reformado las penas carcelarias de manera que los presos dejaran de ser una carga social. Todos trabajaban. De lunes a miercoles, por ejemplo, los violadores limpiaban cementerios y cavaban sepulturas (idea sugerida por un colectivo de mujeres que bien argumento que no los dejaran acercarse a los vivos), mientras los presos por delitos menores recogian basura.

A los violadores, Eva habria querido exhibirlos desnudos, con la palabra violador tatuada en el estomago en grandes letras (Juana de Arco tomo la idea de Lisbeth Salander, le heroina de Milenio, la trilogia del sueco Stieg Larsson). Hacerlos pasar verguenza era someterlos a una pena moral similar a la que sufrian sus victimas, sobre todo las que optaban por callarse, que eran, por fortuna, cada vez menos, pues aquellos castigos las habian envalentonado a denunciar a sus victimarios. Al fin se sentian comprendidas en su agravio y en la intimidad admitian que les gustaba ver aquellos hombres encerrados en jaulas como monos. Eva creia ferozmente en las bondades del escarnio social, convencida de que aun la psiquis mas retorcida guardaba el rastro de humanidad requerido para la verguenza y el arrepentimiento.

Sin embargo, la exhibicion de los violadores genero grandes controversias. Las autoridades eclesiales y los figurones politicos advirtieron sobre el nocivo efecto de la venganza en las almas y se pronunciaron en el sentido de que la deshonra de unas no se aliviaba con la deshonra de los otros. A sus predicas reaccionaron en masa las

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