Aplaudieron a Viviana al terminar el reportaje. Hombres y mujeres se acercaron para abrazarla y felicitarla. Bien hecho, asi me gusta, por fin alguien se atreve a sacarle los trapos al sol a estos desalmados. Tanta gente muerta de hambre y este haciendole cuartos frios a un pinguino como millonario excentrico.

Infortunadamente, penso Viviana, por muy ridiculo y absurdo que fuera lo del pinguino, resumia ironicamente la perversa corrupcion y descaro de los funcionarios publicos de Faguas. Ella y sus amigos podian reirse, pero no serian quienes rieran por ultimo o rieran mejor. Aun asi, bien valia la pena celebrar esa pequena victoria. Ifi, Eva y ella siguieron la reunion en casa de Rebeca, otra de las amigas del grupo.

Al dia siguiente, una bateria de periodistas asalto al magistrado Jimenez, un tipo ofensivamente gordo y desagradable, cuando este llego a sus oficinas de la Corte Suprema. Con increible sorna y descaro, Jimenez pretendio presentarse como protector de los animales y conto una historia inverosimil: el pinguino habia naufragado frente a las costas de su casa de playa en el Pacifico tropical de Faguas. El lo habia rescatado.

– Capitulo dos -dijo Viviana a su jefe al otro dia-: tengo pruebas de que miente. El pinguino se lo mando una novia desde Chile. Propongo que hagamos otro programa para desmentirlo. Ademas, Rebeca de los Rios, una amiga economista, esta preparada para mostrar cifras de lo que ha costado y cuesta mantener ese pinguino.

Montados en el barco como estaban -y con el ego acariciado por numerosas felicitaciones y un repunte en los ratings de audiencia del canal-, los directivos accedieron. En el segundo programa, Viviana dejo el tono ironico y castigo al Magistrado con un reportaje callejero que mostraba inequivocamente el repudio general por el cinismo con que este intento justificarse.

El escandalo del pinguino fue mayusculo y trascendio a todos los medios. Sin embargo, a pesar de la grita popular pidiendo la remocion de Jimenez, el Magistrado, que era protegido del Presidente, permanecio en su puesto.

Era una de las fichas claves del gobierno. Habil leguleyo torcia cualquier ley o sentencia para que se adaptara a las necesidades politicas de sus jefes.

Si hasta entonces, en su vida cotidiana, igual que la mayor parte de sus conciudadanos, Viviana jugaba a la avestruz o a los monos aquellos de 'no ver, no oir, no hablar', la historia del pinguino la radicalizo. A veces se reia sola pensando que, de escribir su biografia, tendria que dividirla en un antes y despues del pinguino. Tras el reportaje recibio una avalancha de correos en su buzon electronico. Algunos eran escuetas felicitaciones, halagos a su 'valentia', pero otra gran cantidad eran testimonios tristes y dolorosos de injusticias, solicitudes de ayuda, historias del desamparo generalizado y el asco impotente de una ciudadania que no atinaba a ver ninguna luz al final del tunel en ese pais desgraciado. Necesitamos gente como usted en Faguas. ?Por que no se lanza como presidenta?

?Presidenta ella?, sonreia, ?A quien se le podia ocurrir semejante cosa!

Pero las historias que, avidamente, empezo a seguir en los diarios, los correos que continuaron llegando, la gente que la detenia en el supermercado y le narraba desmanes sugiriendole que los investigara, ocupaban cada vez mas sitio en su mente. Observar y callar cesaba paulatinamente de ser una opcion para ella.

Era triste, pensaba, leer en las encuestas que la mayor ambicion de los jovenes era emigrar. O escuchar el lamento de un magnifico poeta que habia escrito:

'Quisiera ser extranjero para irme a mi pais'. Un pais sumido en la desesperanza, con un pueblo resignado a aceptar cualquier ignominia, despedia olor a carrona. Y ella no queria que su hija creciera rodeada del cadaver de la civilidad, de los valores humanos, de la alegria.

Trabajo varias noches en una propuesta de programa para presentarla a su jefe. Tenia a su favor la curva de los sondeos.

– Creo que un programa semanal como el que propongo para los domingos a las ocho de la noche tendria una audiencia que atraeria anunciantes -le dijo.

Una semana despues recibio la respuesta afirmativa. Aprobaron el nombre: Un poco de todo, un presupuesto para el set, una productora para que la asistiera.

Llego a su casa feliz esa noche. Llamo a sus amigas. Celebro en la cena con Consuelo y Celeste.

– ?Sabes? -le dijo su madre cuando ya Celeste termino sus tareas, se lavo los dientes y se fue a dormir-, una vez en mi vida me lei las cartas. Estaba desolada despues de que tu papa desaparecio y una amiga me llevo a la casa de una famosa quiromantica. Su hija esta destinada para grandes cosas, me dijo la senora.

– ?Y por que nunca me lo habias contado? -sonrio Viviana.

– No se. No le di mucho credito, pero ultimamente he recordado esa frase. Creo que es verdad. Alguien como vos debe tomar la vida de frente, sin miedo. El miedo es un mal consejero.

Viviana retorno el reloj a la repisa y penso en la suerte de tener una madre como la suya.

Petronio Calero

Tenia hambre pero se resistia a ir a la cocina. Sentado en la sala de la pequena casa, acalorado, miraba el atardecer colarse rojizo por la ventana. Tras la puerta abierta, el pequeno jardin se quejaba doblado sobre si mismo. Tendria que regar las plantas. Hacia dos dias que no les echaba agua. Se les notaba sedientas. Hasta las plantas le hacian reclamos en esa su maldita casa. Habia que ver al perro. No bien cambiaba el de posicion, el animal alzaba las orejas o se montaba sobre sus rodillas, suplicante. Se miro los pies metidos en las chinelas de hule negras. Que asco. El tampoco se habia banado en dos dias. No tardaria en llegar su mujer del trabajo y lo encontraria igual como lo dejo, la misma expresion de aburrimiento, la pereza, la desidia. Se enojaria y le mentaria la madre por las plantas y el perro. ?Como se las ingeniaria ella para mantenerse ocupada los anos que permanecio en la casa sin ir a trabajar? Porque no tuvieron hijos. La naturaleza no les hizo el favor. Olga no se lo tomo a mal. Tenia espiritu de monja: sacrificada, silenciosa. Hasta en la cama era asi. Hacerla echar un suspiro era una proeza. Pero era inteligente. Mas inteligente que el. Ahora ganaba mas de lo que el nunca habia ganado. Vivian mejor. Vivirian mejor, se corrigio, si el se ocupara de la casa, pero lo consumia la pereza. Despues de la siesta se iba de ronda por el vecindario. Se le caian encima las paredes, lo agobiaba el silencio. Ni los celos lo entretenian ya. Cuando eran jovenes nunca dejo que Olga trabajara. ?Que iban a decir sus amigos, la gente, si el no podia mantenerla? ?Pero mis estudios? Soy ingeniera industrial y el pais necesita gente preparada como yo. Mas te necesito yo. Eso le respondio. Ella lloro unos dias pero despues se acomodo. Mantenia la casa nitida. Aprendio a cocinar. Ahora le recetaba lo mismo a el: ya ves lo que yo hice. ?Por que no aprendes vos a cocinar? Algo aprendio los primeros meses. No era ninguna ciencia, la verdad. No le agarro gusto al oficio, pero aprendio a cocer el arroz, los frijoles, freir platanos, asar carne. No fue tan dificil al principio. Se ocupo en el barrio. Construyeron aulas, limpiaron los patios, instalaron los techos y los pisos para las guarderias que administraban las madres vocacionales que, en cada cuadra, cuidaban los ninos de las que salian a trabajar y no tenian marido. Dos veces a la semana el daba clase en una de las guarderias. Ensenaba el abece, leia cuentos. Mientras tuvo con quien platicar -y eran incesantes los comentarios sobre los cambios en el pais- no le fue mal. Pero ultimamente le tocaba estar demasiado tiempo en la casa y no lo soportaba. La soledad, pensar sin ton ni son. No tenia mucho en la cabeza, la verdad. O lo que tenia no le interesaba revisarlo, darle vueltas. Las mujeres al menos, como eran sentimentales, podian pasar horas pensando en sus problemas y en los ajenos, pero a el el silencio lo deprimia. Se levanto. De mala gana salio al jardin, desenrollo la manguera y se puso a regar. En eso estaba cuando escucho la campana del raspado y vio a Jose de la Aritmetica en lo alto de la calle caminando en su direccion.

– Que noticias, maestro -pregunto Petronio.

– Sigue en coma.

– ?Que pasara ahora?

– Nadie sabe, Petronio, nadie sabe.

– Las otras se sentiran envalentonadas. La Presidenta era la que las mantenia a raya.

– Eso me gustaba de la Presi. No perdia mucho tiempo queriendo contentarlas a todas.

– Sin ella las cosas cambian

– Esta por verse. Yo ya me estaba acostumbrando a que mandaran las mujeres, a dejarme querer… -rio Jose ensenando una hilera de dientes irregulares.

– Yo ya no puedo con el aburrimiento. Mire que me he estado preguntando como aguanto mi mujer encerrada en la casa tantos anos.

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