vestido y habia ido derecho, y al llegar descubrio que le cerraban el paso las verjas del parque. Betty se habia olvidado del candado. Graham probo una verja y luego dio un rodeo y probo la otra, pero las dos estaban bien aseguradas y eran demasiado altas para intentar escalarlas. Estaba a punto de volver a casa y telefonear a Betty cuando penso en las nuevas casas municipales y en el boquete en el muro del parque. Las viviendas tenian ahora unos jardines rudimentarios, con alambradas en la parte de atras; pudo trepar por una de ellas y se dirigio al Hall andando.
Betty le abrio la puerta, con un quinque tembloroso en la mano. Graham dijo que estaba «mas alla de la histeria», casi muda de conmocion y miedo, y en cuanto ella le hizo pasar dentro comprendio por que. Detras de Betty, a la luz de la luna, sobre el marmol rosa y rojo oscuro del vestibulo, yacia Caroline. Estaba en camison, con el dobladillo levantado y retorcido. Tenia las piernas desnudas, el pelo parecia esparcido como un halo alrededor de la cabeza y, por un segundo, en las sombras tan espesas, Graham penso que quiza estuviese alli tendida a causa de algun ataque o desmayo. Despues tomo el quinque de Betty, se agacho y, con horror, vio que lo que habia tomado por el cabello esparcido de Caroline era en realidad sangre que ya se estaba oscureciendo; comprendio que debio de caerse desde uno de los rellanos de arriba. Automaticamente miro a la escalera, como buscando una barandilla rota; no habia ningun desperfecto. Encendio otro par de lamparas y examino brevemente el cuerpo, pero era evidente que ya no se podia hacer nada. Penso que Caroline debia de haber muerto en el momento en que se golpeo la cabeza contra el marmol. Cogio una manta y cubrio el cadaver, y luego llevo a Betty a la cocina y preparo te.
Esperaba un relato de lo que habia ocurrido. Pero Betty le decepciono, porque no tenia gran cosa que contarle. En mitad de la noche habia oido los pasos de Caroline en el rellano. Al salir de su habitacion para ver de que se trataba, vio en realidad el cuerpo de Caroline cayendo y despues oyo el horrible impacto y el estruendo del golpe al estrellarse en el marmol de abajo. Fue mas o menos lo unico que podia explicar. No «soportaba pensarlo». La imagen de Caroline precipitandose al vacio a la luz de la luna era la mas atroz que habia visto en su vida. La seguia viendo cuando cerraba los ojos. Creia que «nunca llegaria a recuperarse».
Graham le dio un sedante y luego, exactamente como yo habia hecho poco tiempo antes, cogio el telefono anticuado de Hundreds y llamo a la policia y a la furgoneta del deposito. Tambien me llamo a mi para comunicarme lo que habia sucedido; de nuevo, por supuesto, no hubo respuesta. Penso en los vehiculos que no tardarian en llegar y se acordo de las verjas cerradas con un candado; pidio a Betty la llave y atraveso el parque iluminado por la luna hasta llegar a su coche. Dijo que se alegro de salir de la casa y que no tenia ganas de volver a entrar en ella. Tuvo la sensacion irracional de que el lugar padecia una enfermedad, de que una especie de infeccion persistente impregnaba sus suelos y paredes. Pero asistio a todas las diligencias posteriores: la llegada del sargento y el traslado a la furgoneta del cuerpo de Caroline. A las cinco de la manana todo habia terminado; solo faltaba ocuparse de Betty. Tenia un aspecto tan trastornado y lastimoso que penso en llevarsela a su casa, pero de nuevo sintio una extrana renuencia a prolongar su contacto con el Hall. Aun asi, quedaba totalmente descartada la posibilidad de dejarla sola en aquella casa horrible, y aguardo a que ella recogiera sus cosas y la llevo a la casa de sus padres, a unos quince kilometros de Hundreds; dijo que ella no paro de estremecerse durante todo el viaje. A continuacion Graham regreso a Lidcote para contarle a Anne lo que habia ocurrido; y despues salio a buscarme.
– No habrias podido hacer nada, Faraday -dijo-. Y, para serte sincero, creo que ha sido una bendicion que me avisaran a mi. No fue una muerte dolorosa, te lo prometo. Pero las heridas de Caroline…, bueno, casi todas eran en la cabeza. Es mejor que no las hayas visto. Pero no queria que te enterases por alguna otra persona. Supongo que estabas atendiendo a un paciente.
Estabamos ya arriba, en mi cuarto de estar. Me habia llevado alli y me habia dado un cigarrillo. Pero el tabaco se consumia a mi lado, sin que yo lo tocase: estaba encorvado en mi butaca, con los codos en las rodillas y la cabeza entre las manos. Sin levantarla, dije debilmente:
– Si. Una apendicitis aguda. Tuvo mal cariz un rato. Yo mismo lleve al hombre al hospital. Andrews resolvio la papeleta.
– Bueno, tu no podrias haber hecho absolutamente nada -Graham repitio-. Aunque ojala hubiera sabido que estabas en el hospital. Alli podria haberte encontrado antes.
Yo me esforzaba en reconstruir los hechos y tarde un momento en entenderle. Al final comprendi que el daba por supuesto que yo habia estado en Leamington toda la noche. Abri la boca para decirle que, por una desdichada coincidencia, en realidad habia estado durmiendo en el coche, a solo unos cuantos kilometros de Hundreds, cuando el accidente de Caroline debio de producirse. Pero mientras retiraba las manos de la cara, recorde el extrano estado en que me hallaba la noche anterior y senti una curiosa verguenza. De modo que vacile y el momento paso; y despues fue demasiado tarde para decirlo. El advirtio mi confusion y la tomo por pesadumbre. Volvio a expresar lo desolado que estaba. Se ofrecio a prepararme un te, un desayuno. Dijo que no queria dejarme solo. Queria que fuese con el a su casa para que Anne pudiera cuidarme. Yo rechace todas sus propuestas con un gesto de la cabeza.
Cuando vio que no conseguia convencerme, se levanto lentamente. Yo tambien me puse en pie para acompanarle a la puerta y bajamos a la consulta.
– Tienes un aspecto horrible, Faraday. Me encantaria que vinieras conmigo. Anne nunca me perdonara que no te lleve. ?De verdad que estaras bien?
– Si -dije-. Si, estare bien.
– ?No te quedaras rumiando aqui sentado? Se que es duro asimilarlo. Pero -se sentia cada vez mas violento- no te tortures con conjeturas inutiles, ?de acuerdo?
Le mire asombrado.
– ?Conjeturas?
– Me refiero a la causa exacta de su muerte. La autopsia arrojara alguna luz al respecto. Puede ser que Caroline sufriese algun ataque, ?quien sabe? La gente no tiene mas remedio que imaginar lo peor, pero es probable que fuera un accidente normal, y nunca sabremos con certeza lo que sucedio… Pobre Caroline. Despues de todo por lo que habia pasado. Merecia algo mejor, ?no?
Cai en la cuenta de que ni siquiera habia empezado a preguntarme cual habria sido la causa de la caida; si en su muerte habia un sello inevitable que trascendia la logica. Despues, pensando borrosamente en las palabras de Graham, comprendi otra cosa.
– ?No estaras insinuando que ha sido deliberado? -dije-. No pensaras que ha sido un suicidio, ?verdad?
El se apresuro a decir:
– Oh, yo no pienso nada. Solo digo que, a la vista de lo que ocurrio con su madre, es inevitable que la gente haga cabalas. Oye, ?que demonios importa eso? Olvidalo, por favor.
– No pudo ser un suicidio -dije-. Debio de resbalar o de perder el equilibrio. Esa noche, en la casa, con el generador apagado…
Pero pense en la luz de la luna, que se filtraria hasta la escalera por la cupula de cristal en el tejado. Me represente la solida barandilla de Hundreds. Vi los pasos recios y seguros de Caroline deambulando por aquellas escaleras y rellanos familiares.
Mire fijamente a Graham y el debio de captar el remolino desconcertado de mis pensamientos. Me puso una mano en el hombro y dijo de nuevo, con firmeza:
– No pienses en eso. No ahora. Ha sido espantoso, pero se ha acabado. No ha sido culpa tuya. No habrias podido hacer nada. ?Me oyes?
Y quiza exista un limite para la afliccion que puede soportar el corazon humano. Como cuando se anade sal a un vaso de agua, llega un momento en que ya no se disuelve. Mis pensamientos se persiguieron en turbulentos circulos durante un tiempo y luego se esfumaron. Pase los dias siguientes bastante sosegado, casi como si nada hubiera cambiado mucho; en un sentido, para mi