ya habia oido hablar de esta exposicion y nunca hubiera venido a verla por si misma. Le irritaba el fenomeno de los Falsos, que eran la ultima moda dentro del arte plastico. Criticos pedantes y estetas delirantes habian decretado que la impostura era la manifestacion artistica mas pura y radical de la modernidad, la vanguardia del siglo XXII. Los artistas mas cotizados del momento eran todos falsificadores de exito cuyas obras pasaron por autenticas durante cierto tiempo. Porque, como le habia explicado Yiannis, que siempre sabia de todo, para ser un verdadero Falso no solo habia que mimetizar a la perfeccion el cuadro o la escultura de un artista famoso, sino que habia que conseguir que alguien se lo creyera: un comprador, un galerista, un museo, los criticos, los medios de comunicacion. Cuanto mas grande el engano, mayor el prestigio de la falsificacion una vez desenmascarada la impostura; y si nadie advertia el artificio y era el propio artista quien tenia que desvelarlo al cabo de algun tiempo, entonces el objeto era considerado una obra maestra. Esta moda habia cambiado el mundo del arte: ahora en las subastas mucha gente pujaba locamente por un Goya, o un Bacon, o un Gabriela Lambretta, con la secreta esperanza de que, en unos pocos meses, se descubriera que era un Falso y triplicara su valor.

– Pues, a decir verdad, es un tema que no me interesa nada -gruno Bruna.

– ?No? Que extrano, pense que te gustaria.

– ?Por que? ?Porque yo tambien soy una copia, una imitacion, una falsificacion de ser humano?

Pablo Nopal sonrio de una manera encantadora. Encantadora y nada fiable. Echo a andar por la sala y Bruna se vio obligada a seguirle. Era un hombre delgado y se movia de una manera ligera y como deshuesada dentro de sus amplias ropas flotantes.

– En absoluto. Yo no he dicho eso. Pense que te gustaria porque dicen que eres una persona inteligente, me he informado un poco sobre ti. Y las personas inteligentes saben que, de algun modo, todos somos un fraude. Por eso los Falsos me parecen la mas perfecta representacion de nuestro tiempo. No son arte, son sociologia. Todos somos unos impostores. En fin, te encuentro extraordinariamente hipersensible, ?no crees, Husky? Yo, que tu, intentaria analizar el porque de esa susceptibilidad tan exacerbada.

Porque eres un maldito memorista condescendiente y pedante, le hubiera gustado contestar a Bruna. Rumio sus palabras durante unos segundos, intentando domesticarlas un poco.

– Bueno, yo no creo que sea hipersensibilidad. Mas bien es cansancio ante el prejuicio. Es como si a ti te supusieran un interes por la impostura debido a tu pasado. Quiero decir, debes de estar acostumbrado a que la gente te mire y se pregunte quien eres de verdad… ?Pablo Nopal, el memorista y escritor? ?O un individuo que asesino a su tio y salio de la carcel porque se estropearon las pruebas?

Le atisbo por el rabillo del ojo, un poco asustada por sus propias palabras. Tal vez hubiera ido demasiado lejos y la entrevista se acabara en ese mismo instante. Pero ese aire de aburrida superioridad parecia estar pidiendo el acicate de un aguijon. Bruna conocia a los tipos asi: les gustaba ser retados, incluso humillados. Al menos un poco.

– Mal ejemplo, Husky. Yo no he supuesto nada sobre ti. Tu eres quien ha imaginado la ofensa y luego se ha ofendido. Eso es algo que tambien cuentan sobre ti. Dicen que eres facilmente inflamable y bastante intratable. Por cierto, mi tio era un mal hombre y yo soy inocente. Mi impostura se refiere a otra cosa.

Contemplaron la exposicion en silencio durante unos minutos. Los Falsos recuperan el legado artistico historico y lo transmutan en intervencion social, reafirmando y negando su sentido al mismo tiempo. No cabe un acto mayor de subversion cultural, rezaba un texto escrito sobre la pared en letras tridimensionales. Las paparruchas habituales, penso Bruna. Habia obras de diversas epocas, desde un cuadro de Elmyr D’Ory, del siglo XX, hasta dos piezas de la famosa Mary Kings, la artista mas consagrada del momento, que creo un heteronimo, un supuesto pintor bicho llamado Zapulek, y luego se dedico a falsificar Zapuleks, esto es, a falsificarse a si misma.

– Bueno, empecemos de nuevo -dijo Nopal-. ?Para que querias verme? Sentemonos alli.

Al otro lado de la sala habia un lucernario y debajo dos mullidos sillones. La verdad es que era un buen sitio para hablar, aislado y al mismo tiempo tan visible que parecia convertir el encuentro en algo casual e inocente. Un lugar perfecto para una cita dificil, se dijo Bruna, anotando mentalmente el dato por si alguna vez tenia necesidad de un espacio asi. ?Y por que lo habia escogido Nopal? Era evidente que no habian acabado ahi de forma casual.

– ?Por que me has hecho venir al museo?

– No me gusta que la gente entre en mi casa. Y este sitio es comodo. Cuentame.

Sin duda era un tipo extremadamente reservado. De alguna manera se las habia arreglado para escamotear parte de su biografia de la Red. Por mas que busco, la androide no consiguio encontrar un solo dato sobre su infancia. Nopal parecia salir de la nada a los diez anos, cuando fue oficialmente adoptado por su tio. Tanto misterio era toda una proeza de desinformacion en esta sociedad hiperinformada.

– Mi cliente, antes no te dije su nombre, es Myriam Chi…

Bruna hizo una pausa microscopica para ver si la noticia producia alguna reaccion, pero el hombre permanecio imperturbable.

– Ella piensa que tu podrias ayudarnos con la investigacion.

– ?Que investigacion?

– La de esos reps que parecen volverse repentinamente locos y que matan a otros androides y se suicidan.

– El caso del tranvia…

– No solo ese. En realidad, hay por lo menos otros cuatro casos semejantes.

– ?Y que pinto yo?

– No se ha dicho publicamente, pero pierden la razon porque se meten memorias artificiales adulteradas. Alguien se ha puesto a vender memas mortales.

Nopal curvo sus finos labios en una sonrisa acida, se inclino hacia delante hasta quedar a dos palmos de la cara de la mujer y repitio con ironica lentitud:

– ?Y-que-pinto-yo?

Que fastidio de tipo, penso Bruna. Este era uno de esos momentos en los que la detective hubiera deseado que siguiera vigente el uso del usted, un tratamiento que al parecer en origen era cortes, pero que al final, antes de quedar obsoleto, servia para alejar desdenosamente al interlocutor, como ella habia visto tantas veces en las peliculas antiguas. Si, un helador usted le habria venido ahora muy bien. Usted es un asqueroso memorista, le habria dicho. Usted puede ser el cerdo que ha escrito las memas letales. Echese usted para atras en el asiento y deje de intentar impresionarme.

– Bueno, tu eres un memorista…

El escritor se repantingo en el sillon y solto un suspiro.

– Lo deje o mas bien me echaron hace varios anos, como sin duda sabes. Y antes de que cometas el error de volver a soltar una groseria, te dire que no, no me dedico a escribir memorias ilegales. No lo necesito. Mis novelas se venden muy bien, por si no te has enterado. Y tengo el dinero que herede de mi querido tio.

– Pero quiza sepas de otros memoristas… No hay muchos. ?Quien podria estar metido en ese negocio?

– Rompi todas mis relaciones con ese mundo cuando me echaron. Digamos que por entonces no me era muy agradable seguir conectado con ellos.

– Pues Myriam Chi cree que puedes saber algo.

Nopal sonrio de nuevo. Esta vez, para sorpresa de Bruna, casi con ternura.

– Myriam siempre me ha creido mas poderoso de lo que soy…

Fruncio el ceno, pensativo. Bruna aguardo en silencio, intuyendo que el hombre estaba a punto de decir algo. Pero no se esperaba lo que al final solto.

– ?Que edad tienes, Husky?

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