lo imposible. Nunca podria decirle a Bruna quien era el. Nunca podria tenerla entre sus brazos y amarla como solo el sabria hacerlo. Ah, que refinado lujo era la tristeza.

Bruna acababa de salir del Pabellon del Oso cuando recibio una llamada de Habib.

– Precisamente estoy yendo para alla. ?Podemos vernos?

El bien proporcionado rostro del androide estaba deformado por la angustia.

– ?Ni se te ocurra aparecer! Es peligroso.

– ?Peligroso?

– Por los manifestantes. Ha llegado ya la policia, pero no me fio. Parece que hay agresiones a los reps en toda la ciudad.

– ?Agresiones?

Habib la miro con expresion desorbitada.

– Pero ?no sabes nada?

– ?Nada? -dijo Bruna sin poderlo evitar.

Y se sintio profundamente imbecil repitiendo como un loro todo lo que el hombre decia.

– Husky, ha pasado algo terrible, ha, ha…

Estaba tan trastornado que parecia atragantarse con las palabras.

– Valo se ha… Ha hecho estallar una bomba en una cinta rodante. Hay muchos muertos. Muertos humanos. Y ninos.

Bruna sintio que se le helaba el espinazo. Y de pronto se dio cuenta de que, a su alrededor, todas las pantallas publicas emitian imagenes parecidas de sangre y degollina.

– Pero ?como…? ?Y ella? ?Llevaba el explosivo encima?

– Si, claro. Se ha inmolado. ?Recuerdas lo que hablamos, Husky? Esto es horrible… Necesitamos descubrir lo que sucede… ?Investiga a Hericio! Nos han dicho que ha pedido un Permiso de Financiacion y que esta intentando conseguir fondos para el partido… ?Prepara algo! Por el gran Morlay, Husky, tenemos que hacer algo o acabaran con todos nosotros… Escucha, tengo que dejarte. Parece que los supremacistas estan intentando asaltar la sede. Ten cuidado. Los humanos estan furiosos.

El rostro de Habib desaparecio. Bruna conecto con las noticias en su movil. De nuevo las llamas, la confusion, los gritos, los cuerpos deshechos que los servicios sanitarios transportaban. Pero ahora la detective sabia lo que estaba viendo. El destrozo provocado por Valo Nabokov. Venganza, habia dicho.

Los informativos hablaban de la ola de violencia antirrep que se habia desatado en toda la Region. Los supremacistas, armados con palos y cuchillos, rodeaban amenazadoramente el MRR. A Bruna le parecio que el movimiento de repulsa de los humanos estaba demasiado bien organizado para ser espontaneo. Por todas las malditas especies, ?si los supremacistas hasta llevaban pancartas tridimensionales! De nuevo le desasosego la aborrecible sospecha de una conspiracion en la sombra.

Sintio el peso de una mirada sobre ella y alzo la cabeza. Un nino pequeno la contemplaba con cara de susto. Cuando sus ojos se cruzaron, el crio se abrazo a las piernas de su madre y se puso a llorar. La mujer intento apaciguarlo, pero se notaba que tenia tanto miedo como su hijo. Bruna echo una ojeada en torno suyo: los humanos la evitaban. Se cambiaban de acera.

Consternacion. No es que Bruna fuera una idealista partidaria de la convivencia feliz entre las especies; de hecho, no creia en la felicidad y menos aun en la convivencia. Pero detestaba la violencia: en los anos de servicio militar habia tenido suficiente para toda su vida. Ahora solo queria tranquilidad. Queria que la dejaran en paz. Y una sociedad al borde de los disturbios civiles no era el entorno mas indicado para eso.

Cuatro anos, tres meses y dieciocho dias.

No conseguia quitarse de la cabeza el rostro marchito y alucinado de Valo Nabokov. Moribunda y mortifera. Lo peor era que hubieran fallecido ninos. Los humanos se volvian locos si les tocaban a sus ninos. A esos hijos que los replicantes jamas podrian tener.

Cuatro anos, tres meses y dieciocho dias.

La detective se sentia en el lomo de una avalancha. Sentia que cabalgaba sobre una masa deslizante que se precipitaba a los abismos, agrandandose exponencialmente a cada minuto y engullendo cuanto hallaba a su paso. Apenas habia transcurrido semana y media desde que Cain intento estrangularla, y desde entonces las cosas habian adquirido una desmesura y una velocidad aterradoras.

Cuatro anos, tres meses y dieciocho dias.

?Basta, Bruna!, se impreco mentalmente. Basta de esta letania mecanica, de este nerviosismo y esta angustia. La detective continuaba parada en medio de la calle, y los viandantes se abrian a su paso como un mar partido por una roca. Todos eran humanos: los tecnos debian de estar escondidos bajo las camas. Los humanos la miraban y temblaban. La miraban y susurraban. La miraban y la odiaban. Habia un monstruo reflejado en los ojos de esos hombres y esas mujeres, y el monstruo era ella. Echo de menos a Merlin con aguda anoranza: si el viviera aun, ella tendria adonde ir.

Cuatro anos, tres…

Ah, calla ya, replicante estupida, se dijo sacudiendo la cabeza. De pronto advirtio que tenia hambre. El estomago del monstruo estaba vacio.

Tomo el tram para ir al bar de Oli y en cuanto se instalo en la parte de atras, el resto de los pasajeros empezaron a emigrar hacia la mitad delantera del vehiculo, algunos con descaro y a toda prisa, otros con tonto disimulo, moviendose un pasito cada vez, como en aquel viejisimo juego humano del escondite ingles. Dos paradas mas tarde, la androide estaba totalmente sola en su mitad del tranvia y los demas viajeros se apinaban delante. Podria ponerse lentillas, penso Bruna. Desde luego podria disfrazarse, usar una peluca y cubrir sus pupilas verticales para evitar el temor y el furor de los humanos. No era dificil hacerlo, y sin duda debia de haber tecnos enmascarados. Tal vez alguno de los tipos que se habian apresurado a emigrar al otro lado del tram fuera un rep camuflado y obligado a comportarse como los demas para no delatarse. Que humillacion. No, ella no se disfrazaria jamas por miedo, decidio. Ella no fingiria ser quien no era.

En ese momento el tranvia aereo se detuvo abruptamente junto a una de las escaleras de emergencia. Las puertas se abrieron y una voz robotizada ordeno la evacuacion inmediata. Era una grabacion de Riesgo/1: sobre un melodioso fondo de arpas que habia sido supuestamente disenado para tranquilizar, la suave voz repetia Desalojad el tram, calma y rapidez, peligro inminente con el mismo tono banal con que leeria los resultados de la Loteria Planetaria. A Bruna las grabaciones de Riesgo siempre le parecieron contraproducentes y ridiculas: cada vez que la gente escuchaba la musiquilla de arpas entraba en panico. El tropel de viajeros salto desordenadamente a la plataforma de emergencia y empezo a bajar por las escaleras atropellandose los unos a los otros en sus ansias por poner distancia con la androide. De pronto se escucho un estallido algo mas abajo, chillidos, golpes. Luego llego el humo, un olor apestoso y las noticias que se iban pasando a gritos los viajeros: «?No son reps, tranquilos, solo es un Ins, un Ins que se ha matado!» Prefieren a esos malditos tarados terroristas antes que a nosotros, penso Bruna. Jodido mundo de mierda.

Cuando la gruesa mulata la recibio con su sonrisa de siempre, Bruna comprendio que no habia sido solo el hambre fisica lo que le habia llevado hasta el bar de Oli, sino tambien la necesidad de encontrar un rincon intacto, un pequeno refugio de normalidad.

– Hola, Husky. Solo faltabas tu.

Oli senalo con la barbilla hacia el fondo de la barra y Bruna vio a Yiannis y a RoyRoy, la mujer-anuncio. Y, de alguna manera, no se sorprendio de verlos juntos. Se acerco hasta ellos. Del cuerpo de la mujer salia una especie de murmullo apagado, un susurro en sordina:

– Texaco-Repsol, siempre a su servicio…

– ?Te has fijado? Se me ha ocurrido a mi. Asi molesta mucho menos -dijo Yiannis.

Las pantallas publicitarias estaban tapadas con varias laminas de poliplast aislante autoadhesivo.

– Es que era un martirio -remacho el viejo.

– Lo siento -dijo la mujer.

Pero lo dijo sonriendo.

Sin preguntar, Oli sirvio cervezas para todos y coloco encima del mostrador una fuente de bocaditos variados.

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