– Los acabo de sacar del horno. No dejeis que se enfrien. Y dime, Husky, ?como estan las cosas?

– Parece que mal.

RoyRoy ensombrecio el gesto.

– Han atacado a un hombre-anuncio, a un companero tecno. Le han prendido fuego y no se sabe si vivira. La empresa ha mandado a casa a todos los tecnos-anuncio. Dicen que es por su seguridad, pero en realidad es un despido.

– ?Conocias a esa Nabokov? -pregunto Yiannis.

– Si. Y la vi poco antes del atentado. Se le habia disparado el TTT y estaba muriendose y totalmente enloquecida. Debia de tener un tumor cerebral.

– Es una tragedia -rumio Yiannis con pesadumbre.

En la pantalla del bar se veia una carga policial contra los manifestantes que rodeaban el MRR. A la derecha de la imagen estaba Hericio, el lider del Partido Supremacista Humano, que estaba siendo nuevamente entrevistado.

– Y lo que es inadmisible es que nuestra policia proteja a esos engendros y ataque a nuestros chicos, en vez de defender a los humanos de estos asesinos que por ahora, porque seguro que morira alguno de los heridos, han matado a siete personas, entre ellos tres ninos…

?Siete victimas! Y tres menores. Bruna se estremecio ante la enormidad. Ay, Valo, Valo. Que acto tan terrible. Y, mientras tanto, ahi estaba otra vez Jose Hericio apareciendo oportunamente en escena y aprovechandose del drama. Penso en las palabras de Habib y en la intuicion de Myriam sobre la implicacion del lider del PSH. No parecia una sospecha disparatada.

– Habria que investigar un poco a estos supremacistas… Tengo que encontrar la manera de acercarme a ellos… -dijo con la boca llena de un sabroso pastelito de sucedaneo de perdiz.

– Hay… hay un bar en la plaza de Colon en el que se que paran -dijo RoyRoy, titubeante-. Bueno, ya sabes que con esto de los anuncios me paso el dia en la calle. Una vez tuve un problema delante de ese bar y luego me entere de que era un local de supremacistas. Con mi trabajo tienes que saber muy bien donde te metes, asi que me hago una lista de sitios buenos y de sitios que debo evitar. Y ese es de los de evitar. Toma, te paso la direccion. Se llama Saturno. Pero ten cuidado. Si se te ocurre aparecer ahora por ahi, no se que puede pasar. A mi me dieron mucho miedo.

– Y es justamente por este desamparo que la gente siente por lo que el pueblo se esta armando y asumiendo su propia defensa. Una actitud legitima y absolutamente necesaria, dado el absentismo de las autoridades… - clamaba enfaticamente Hericio desde la pantalla.

– Oli, por favor, quita eso, te lo ruego… -pidio Bruna.

La mujer bisbiseo algo a la pantalla y la imagen cambio inmediatamente a una placida panoramica de delfines nadando en el oceano.

– ?Que pasa? ?Te molesta escuchar las verdades? -grazno una voz nerviosa y pituda.

El silencio se extendio por el bar como un cubo de aceite derramado. Bruna siguio masticando. Sin moverse, de refilon, mirando a traves de las pestanas, estudio al tipo que acababa de hablar. Un humano pequeno y bastante esmirriado. Posiblemente algo borracho. Estaba junto a ella, a cosa de un metro de distancia.

– ?Te molesta saber que estamos hartos de aguantaros? ?Que no vamos a dejar que sigais abusando de nosotros? Y, ademas, ?que haces tu aqui? ?No te has dado cuenta de que eres el unico monstruo?

Cierto: ella era el unico rep que habia en el bar. Le pego un mordisco a otro canape. El hombre vestia pobremente y tenia pinta de obrero manual. Cuando hablaba tensaba todo el cuerpo y se ponia de puntillas, como si quisiera parecer mas grande, mas amenazador. Casi sintio pena: podia tirarle al suelo de un sopapo. Pero los cementerios estaban llenos de personas demasiado confiadas en sus propias fuerzas, asi que la rep analizo con cautela profesional todas las circunstancias. Primero, la salida. El tipo le bloqueaba el camino hacia la puerta, pero en el peor de los casos ella podria saltar sin problemas al otro lado del mostrador, que ademas le ofreceria un refugio perfecto. Lo mas preocupante, por lo insensato, era que un hombrecillo asi se atreviera a encararse con una rep de combate. ?Estaria armado? ?Tal vez una pistola de plasma? No tenia el aspecto de llevar un cacharro semejante y no le veia el arma por ningun lado. ?O quiza no estaba solo? ?Habria otros secuaces suyos en el bar? Hizo un rapido barrido por el local y desecho tambien esta posibilidad: conocia a casi todos de vista. No, era simplemente un pobre imbecil algo borracho.

– Largate, monstruo asqueroso. Marchate y no vuelvas. Os vamos a exterminar a todos como ratas.

Si, desde luego lo mas inquietante era que un tipejo asi se sintiera lo suficientemente seguro y respaldado como para insultar a alguien como ella. Bruna no queria enfrentarse con el, no queria hacerle dano, no queria humillarlo, porque todo eso no haria sino potenciar su delirio paranoico, su furia antitecno. Preferia esperar a que se aburriera y se callara. Pero el hombrecito se iba poniendo cada vez mas colorado, mas furioso. Su propia rabia le iba enardeciendo. De repente dio un paso adelante y lanzo a Bruna un desmanado punetazo que la rep no tuvo problema en esquivar. Vaya, penso fastidiada, no voy a tener mas remedio que darle ese sopapo.

No hubo necesidad. Subitamente se materializo junto a ellos una muralla de carne. Era Oli, que habia salido del mostrador y ahora abrazaba al tipo por detras y lo levantaba en vilo como quien alza un muneco.

– La unica rata que hay aqui eres tu.

La gorda Oliar llevo al pataleante hombrecito hasta la puerta y lo arrojo a la calle.

– Como vuelva a ver tu sucio hocico por aqui, te lo parto -ladro, alzando un amenazador y rechoncho indice.

Y luego se volvio y miro a su parroquia con gesto de desafio, como quien aguarda alguna protesta. Pero nadie dijo nada y la gente incluso parecia bastante de acuerdo.

Oli se relajo y una sonrisa ilumino su cara de luna mientras regresaba con paso bamboleante al mostrador. Bruna nunca la habia visto fuera de la barra: era verdaderamente inmensa, colosal, aun mucho mas enorme en sus extremidades inferiores que en la majestuosa opulencia que asomaba por arriba. Una diosa primitiva, una ballena humana. Tan gigantesca, de hecho, que la androide se pregunto por primera vez si no seria una mutante, si ese desaforado cumulo de carne no seria un producto del desorden atomico.

Apenas se habian calmado dentro del local las erizadas ondas de inquietud que provoca todo incidente cuando se escucho cierto barullo fuera. De primeras, la rep penso que era alguna maniobra del hombrecillo recien expulsado, de modo que se acerco a la puerta del bar a ver que pasaba. A pocos metros, una mujer pelirroja chillaba y se retorcia intentando soltarse de las garras de un par de policias fiscales, los temidos azules. Una nina pequena de no mas de seis anos lo miraba todo con ojos enormes y aterrados, abrazada a un sucio conejo de peluche. Una tercera azul se acerco y la cogio de la mano. Fue un movimiento imperioso: literalmente arranco del muneco la manita de la nina. La cria se puso a llorar y la mujer pelirroja tambien, blandamente, desistiendo de golpe de su impulso de lucha, como si las lagrimas de la pequena, sin duda su hija, hubieran sido la senal de la rendicion. Los policias se las llevaron a las dos calles arriba mientras los peatones miraban de refilon, como si se tratara de una escena un poco bochornosa, algo que avergonzara contemplar directamente.

– Polillas. Pobre gente -dijo Yiannis a su lado.

Bruna cabeceo, asintiendo. Casi todos los polillas tenian hijos pequenos; si se arriesgaban a vivir de modo clandestino en zonas de aire limpio que no podian pagar, era por el miedo a los danos innegables que la contaminacion producia en los crios. Como las polillas, abandonaban ilegalmente sus ciudades apestosas de cielo siempre gris y venian atraidos por la luz del sol y por el oxigeno, la inmensa mayoria para quemarse, porque la policia fiscal era de una enorme eficacia. En la pobreza de sus ropas, la mujer y la nina se parecian al hombrecillo que la habia insultado dentro del bar. De ese estrato de desposeidos y desesperados se nutrian el fanatismo y el especismo.

– En la primera detencion, deportacion y multa; si reinciden, hasta seis anos de carcel -dijo Yiannis.

– Es repugnante. Da verguenza pertenecer a la Tierra -gruno Bruna.

– Cuneta fessa -murmuro el archivero.

– ?Como?

– Octavio Augusto se convirtio en el primer emperador romano porque la Republica le otorgo inmensos poderes. ?Y por que hizo eso la Republica, por que se suicido para dar paso al Imperio? Tacito lo explicaba asi: Cuneta fessa. Que quiere decir: Todo el mundo esta cansado. El cansancio ante la inseguridad politica y social es lo que llevo a Roma a perder sus derechos y sus libertades. El

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