– ?Por que no te dejas ver? Segun la senal de GPS de tu movil, estas en casa. ?Tienes a alguien apuntandote a la cabeza con una pistola de plasma?

– ?Quieres hacer el maldito favor de dejar de rastrearme?

– Lo pregunto en serio, Husky…

Lo dijo con una pequena sonrisa sardonica bailandole en los labios y, sin embargo, a Bruna le parecio que, al fondo de todo, habia cierta preocupacion real. Como si el inspector hubiera fingido esa sonrisa para ocultar que, cuando aseguraba hablar en serio, en realidad si que hablaba en serio. La rep sacudio la cabeza: con Lizard todo parecia estupidamente complicado.

– Puedes creerme. No pasa nada.

– ?Y entonces por que no te dejas ver?

Era tan obcecado como un perro de presa. Ya lo habia dicho Nopal.

– Porque no quiero que veas el aspecto que tengo.

– ?Por que?

– Mmmm… digamos que porque hoy no me encuentro lo suficientemente atractiva para ti.

La detective habia usado un tono burlon, pero de repente se le cruzo por la cabeza que tal vez se burlaba para ocultar que, cuando hablaba de atraerle, en realidad queria atraerle de verdad. Oh, por todas las malditas especies, mascullo Bruna para si misma, exasperada.

– Escucha, Lizard, no tengo tiempo para tonterias. Si no vas a decirme nada, me voy.

El policia se froto la solida mandibula.

– En realidad si que tengo cosas que contarte. Pero espera un momento…

Se inclino hacia delante y la imagen desaparecio.

– ?Lizard?

– Aqui sigo. Es que no me gusta estar en desigualdad de condiciones.

Habia pasado el tambien al modo invisible. Maldito orgulloso cabezota, se dijo Bruna.

– Por mi, perfecto. Como si quieres enviarme un robot mensajero -rezongo, desdenosa.

Pero lo cierto era que le fastidiaba un poco no verle la cara.

– El cuerpo de Nabokov quedo demasiado destrozado por el explosivo. Ni siquiera se puede establecer si llevaba una memoria artificial o no. Estaba en fase terminal del TTT y tenia metastasis cerebral masiva, de manera que su comportamiento bien pudo ser debido a la enfermedad.

– Esto ya lo sabiamos. ?Es todo lo que tienes que contarme?

– Casi todo.

Hubo un silencio durante el cual la detective no pudo dejar de mirar la pantalla vacia, como si la borrosa bruma de pixeles fuera a revelarle un importante secreto.

– Hemos encontrado algo en el piso de Nabokov y de Chi.

Bruna volvio a ver en su imaginacion el masivo corpachon de Lizard rebuscando entre las vaporosas gasas lilas del dormitorio. Una escena desagradable.

– Era una lenteja de datos disimulada debajo de la piedra de un anillo. Un escondite ingenioso. Tal vez no la hubieramos encontrado nunca si el mecanismo de la piedra no hubiera estado mal cerrado. Al mover el anillo, la lenteja cayo al suelo.

– ?Y…?

– Es una especie de panfleto supremacista. No cita para nada al partido de Hericio, sino que dice hablar en nombre de un vago panhumanismo. Aseguran tener un plan para exterminar a los reps, y lo mas importante es que hay imagenes de todas las victimas, incluso de Chi, mostrando el tatuaje con la palabra venganza. De modo que la lenteja parece haber sido grabada por los asesinos.

Bruna fruncio el ceno, intentando encajar este nuevo dato.

– ?Y tu por que crees que Nabokov tenia eso, Lizard?

– No se. Pero pienso que alguien se lo pudo hacer llegar para calentarle la cabeza.

Era una buena hipotesis. Si Nabokov vio esa basura estando tan enferma como estaba, su violenta reaccion resultaba mas comprensible, penso la detective.

– Por eso me hablo de venganza cuando nos vimos…

– Por cierto, el forense tampoco pudo determinar si Nabokov llevaba tatuada alguna palabra. En lo que queda de ella no hay nada.

– Estan hechos con escritura de poder labarica. Los tatuajes, digo.

Bruna se quedo un poco sorprendida de si misma. Asombrada de la facilidad con que le habia dado el dato al inspector. Claro que el hecho de que alguien te salvara de una paliza solia crear cierta confianza. Dudo apenas un instante y luego le conto a Lizard todo cuanto sabia. Le hablo de Natvel, y del segundo empleo que Cain tenia en Hambre, y de lo que le habia dicho la mutante del tercer ojo. Le dijo todo, en fin, menos que se habia disfrazado de humana y que se disponia a infiltrarse en el PSH. No le parecio prudente revelar que estaba transgrediendo un monton de leyes.

– Tu, que tienes un cargo oficial en la investigacion, podrias exigirle al sacerdote de la embajada labarica que te informe sobre el tatuaje de las victimas…

– No es mala idea, Husky.

– Por cierto, ?pasaste el programa de reconocimiento a los dos reps muertos para ver si coincidian con el ojo del cuchillo?

– Si, lo hice. Y no. No coincidian. No eran ellos. Tambien pase el programa anatomico por ti, a ver si eras tu.

Bruna contemplo la pantalla vacia con indignacion. Unos segundos despues volvio a escucharse la voz tranquila y gruesa del hombre.

– Pero tu tampoco coincidias.

Gracias por la confianza, penso la rep.

– Vaya, es una buena noticia -dijo gelidamente-. Te dejo, Lizard. Tengo trabajo.

No hubo respuesta. La pantalla zumbaba debilmente. ?Habria colgado sin siquiera despedirse? Pero la luz verde de conexion seguia encendida.

– ?Lizard?

Entonces volvio a escucharse la voz del hombre. Lenta, enmaranada, densa.

– Ten cuidado, Husky.

Y colgo. La rep fruncio el ceno: era como si el policia supiera algo. Como si intuyera algo. Resoplo, desechando los pensamientos incomodos. La larga conversacion la habia retrasado; iba a llegar tarde a la cita con Yiannis. Se quito el movil de la muneca y le saco la pila. Luego se ajusto el movil no rastreable y, al encenderlo, vio que la pantalla saludaba a Annie Heart: Mirari pensaba en todo. Metio el ordenador apagado en el bolso y salio corriendo de su casa. Mientras bajaba en el ascensor, se dijo con cierto regocijo que, por lo menos, en esa ocasion el bicho no se iba a enterar de que ella era ella. Pero cuando paso delante de Maio, el alienigena la miro con sus ojos tristones y dijo:

– Ten mucho cuidado, Bruna.

La frase poseia una suavidad acuosa, pero restallo estridentemente en los oidos de la rep: por todas las malditas especies, ?entonces su disfraz no servia para nada? ?Y por que le recomendaba cuidado ese anormal? ?Tambien sospechaba algo, como Lizard?

Furiosa, paro un taxi y dio la direccion del bar de Oli. Aqui y alla, en las esquinas, se veian parejas de soldados en actitud vigilante. Ningun androide de combate, solo humanos. Lo cual era bastante poco usual.

– Desde que han sacado al Ejercito, parece que las cosas estan un poco mas tranquilas. Menos mal -comento el conductor.

La detective solto un grunido de aquiescencia poco alentador: detestaba las vagas conversaciones con los taxistas. El hombre se volvio hacia ella.

– Eso si, por lo menos los disturbios han hecho que desaparezcan los malditos reps. ?No hay ni uno por las calles! Da gusto, ?no? -dijo, guinando un ojo con complicidad.

Bruna penso: que ganas de cruzarle la cara. Penso: esto quiere decir que mi disfraz funciona. Penso: reprimete la furia, disimula. Pero algo debia de notarsele, porque el conductor reculo un poco.

– Bueno, yo no es que les desee mal, entiendeme, no quiero que los linchen ni cosas de esas, pero ?por que no se van y nos dejan en paz? Que se construyan una tierra flotante. Por cierto, ahi tienes a los de Cosmos y

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