en torno al cuello del chico. Fue como un calambre, como el paso instantaneo y galvanizador de una corriente electrica. Pero despues ese impulso se fue y no quedo ni rastro. Solo quedo un chico, casi un nino, a punto de llorar bajo sus garras. Y un cielo muy negro sobre sus cabezas.

Entonces Bruna solto al policia y se puso de pie.

– Perdona. Lo siento de verdad. Espero no haberte hecho dano.

El policia se sento en el suelo y nego con un gesto.

– Ha sido un acto reflejo al verte venir hacia mi con la pistola de plasma. Estoy con los nervios de punta, eso puedes entenderlo. Nos estais persiguiendo, nos estais marginando, nos estais odiando. Nos estais matando. Pero fuisteis vosotros quienes nos construisteis.

Dos lagrimas densas y redondas como gotas de mercurio cayeron sorpresivamente por las mejillas de Bruna. ?De donde salia ese agua? ?Como era posible haber vivido antes tanto dolor con los ojos siempre secos, y llorar ahora sin ningun motivo? Entonces, mientras intentaba controlarse y contenerse, la rep vio que el PAC tambien estaba llorando. Sentado sobre el suelo, como un nino chico, mojaba sus pestanas con un pequeno llanto. Tan distintos los dos, y de repente unidos por las lagrimas en esa noche oscura y solitaria. Fue un instante muy extrano. El momento mas raro de la vida de Bruna.

Entre su absurda carrera de madrugada y lo mucho que le costo volver a conciliar el sueno. Bruna no habia dormido nada. Se levanto mas cansada de lo que se habia acostado la noche anterior, torpe hasta la exasperacion, lenta y atontada. Se equivoco al pulsar la cocina dispensadora y en vez de un cafe se sirvio una sopa que tuvo que tirar; decidio entonces coger uno de esos expresos desechables que bastaba con agitar para que adquirieran la temperatura perfecta, pero cuando despego la cubierta del vaso se derramo todo el liquido encima. Ya estaba de suficiente malhumor, pero por anadidura la ducha de vapor dejo repentinamente de funcionar y la androide tuvo que aclararse con agua. Un costoso desperdicio, sobre todo teniendo en cuenta el calamitoso estado de sus finanzas.

Lo unico que le apetecia a Bruna para entonces era volver a meterse en la cama, o tal vez incluso debajo de la cama, por miedo a lo que pudiera traer un dia evidentemente tan nefasto. Pero hizo de tripas corazon y se puso a trabajar con aturdida desgana. Hablo con Habib para informarle de los avances en la investigacion, que en realidad no habia avanzado nada; pero por lo menos le pudo mencionar su proxima cita con el memorista clandestino. Hablo con Yiannis para decirle que todo iba bien porque suponia que estaria intranquilo por su infiltracion en el PSH, y, para su sorpresa, descubrio que el viejo no solo no parecia preocupado, sino que probablemente ni siquiera se acordaba de ello: estaba demasiado alterado con la manipulacion del Archivo y con la falta de respuesta ante sus quejas. Cada vez mas irritada, Bruna reviso su cuenta corriente en Bancanet y comprobo que su situacion era peor de lo que se esperaba, porque le habian cobrado el tercer plazo del prestamo personal que habia pedido meses atras, cuando se encontraba sin trabajo y sin animos. A continuacion llamo al encargado de mantenimiento del edificio para comunicarle la rotura de la ducha de vapor, y el hombre contesto que, segun sus registros de autoanalisis, a la ducha no le pasaba nada, ocasion que la androide aprovecho para arrojarle encima una bronca descomunal de atronadores berridos. Despues, vibrando aun de la descarga de adrenalina, fue a la cocina, extrajo de la pared el horno empotrado y se lo tiro sobre un pie. Es decir, no se lo tiro, sino que el aparato resbalo entre sus manos, y por fortuna no le aplasto el pie porque sus rapidisimos reflejos le permitieron hacer una cabriola en el aire y salvar los dedos por muy poco. Pero el horno se estrello sonoramente contra el piso y la puerta se rajo y desencajo.

– Malditas sean todas las malditas especies… -barboto con desesperacion.

Tendria que comprar un horno nuevo y ademas muy pronto, pese al calamitoso estado de sus finanzas, porque el aparato ya no entraba en el agujero y no podia arriesgarse a que viniera alguien y descubriera su escondite secreto. Un escondite del que ahora saco la pequena pistola de plasma, que guardo en su mochila: tenia una vaga pero persistente intuicion de peligro, y habia decidido acudir armada a la cita con el pirata de las memas ilegales. Luego se acerco a la pantalla principal y verifico manualmente una vez mas que no habia recibido ninguna comunicacion ni mensaje de Lizard.

– Ese maldito cabezota… -gruno.

Bruna estaba lista y ademas tenia que salir ya si queria ir a la cita con el memorista en transporte publico, pero en vez de hacer eso se dejo caer sobre la silla y pidio al ordenador que llamara al inspector. El rostro del hombre lleno la pantalla, mas granitico e impenetrable que nunca.

– Que quieres.

Evidentemente no estaba de humor. En realidad la androide no sabia que queria, quiza disculparse de algun modo por su comportamiento del dia anterior. Pero la antipatica sequedad de Lizard le hizo adoptar, de manera refleja, una aspereza semejante.

– Una pregunta. ?Piensas que es verdad eso que dijo el embajador de que los tatuajes eran una falsificacion de la escritura labarica? -improviso.

Paul entrecerro un poco mas sus pesados parpados.

– ?Tu que crees? -contesto con un tono vagamente irritado.

La rep reflexiono un momento.

– Me indigna darle la razon a ese miserable, pero creo que si. Las mentiras suelen abundar en detalles innecesarios y el no se esforzo en absoluto en vestir lo que dijo.

– Puede ser. ?Algo mas? Estoy muy ocupado.

– Esta manana voy a verme con un memorista pirata.

Bruna se escucho a si misma diciendo eso y se quedo pasmada. ?Por que le contaba al policia un dato tan importante? Porque no quiero que me cuelgue, se respondio. Porque quiero que volvamos a ser amigos. Pero en realidad habia sido una confidencia estupida: sin duda Lizard se meteria de nuevo con Nopal y le desaconsejaria que acudiera a una entrevista concertada por el.

– Muy bien. Pues que te cunda -respondio Lizard.

Y corto la comunicacion. La rep se quedo mirando la pantalla estupefacta. Como: ?ni siquiera iba a molestarse en discutir con ella? Cuatro anos, tres meses y catorce dias. Cuatro anos, tres meses y catorce dias, repitio mecanicamente. Pero siguio sintiendose igual de desolada.

En ese instante entro una llamada del supremacista Serra en el movil de Annie Heart. Por supuesto, se dijo Bruna con taciturno animo: seguro que ahora me coinciden las citas del supremacista y del pirata. Cuando las cosas iban mal, siempre solian ir peor. Respondio sin imagen.

– Que hay.

– Tienes suerte: Hericio te va a ver. Dentro de media hora, frente al Saturno.

La detective cogio aire.

– No.

– ?No?

– No, hoy no. Manana.

Sintio el silencio alelado del hombre.

– ?Como que hoy no? -dijo al fin.

– Mira, no soy yo la que tengo suerte, sino vosotros, porque puedo ser una buena contribuyente para vuestra causa. Si Hericio quiere verme, es que ya habeis comprobado mis buenas intenciones. Vale, pues ahora yo quiero comprobar las vuestras. Ya que voy a daros un buen pellizco de dinero, quiero que me trateis bien, con educacion e incluso con un poco de adulacion. ?Que es eso de hacerme ir corriendo como quien silba a un perro? Sera manana o no sera, porque me voy pasado. Y como soy generosa, os dejo escoger el momento. Manana tengo todo el tiempo para Hericio.

Callo aguantando la respiracion ante su propia audacia.

– Esta bien. Vere lo que puedo hacer -gruno Serra antes de desconectar.

Bruna dejo escapar lentamente el aire de los pulmones. Esperaba no haberlo estropeado todo. Echo la silla hacia atras para levantarse y las ruedas se trabaron: se habian enganchado con unos trapos deshilachados. Intrigada, la detective tiro del tejido y empezaron a salir apretados ovillos de telas medio roidas. Acababa de descubrir uno de los depositos secretos de comida de Bartolo: la pata hueca de su silla de trabajo estaba rellena hasta reventar con un alijo de harapos variados. Bruna vacio el tubo primero con irritacion, luego con cierta ternura y por ultimo con algo parecido a la anoranza. Y cuando se dio cuenta de que casi echaba de menos a ese animal estupido y de que incluso estaba pensando en guardarle los trapos en algun lado, fue cuando de verdad se

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