eso se les ha fabricado, desgraciadamente. Ningun tecno se nego a luchar, al menos que se sepa; y desde luego las minas de coltan no pertenecen a ningun androide, sino a la familia Nge y a un consorcio armamentistico muy humano que produce robots belicos. Por anadidura, ese supuesto y eminente profesor Lumbre Ras no existe; por mas que se wikee su nombre o los anales de los premios Nobel, no se obtiene ningun resultado. Asi de grosera es la falsificacion de los articulos.

Dado lo expuesto, resulta razonable sospechar que las alteraciones siguen un plan y tienen una finalidad concreta. Cual es esa finalidad y hasta que punto se puede tratar de una conspiracion, dado el critico momento de violencia interespecies que estamos viviendo en la Region (y no solo en la Region: al parecer esta habiendo disturbios similares en Kiev, en Nuevo Napoles, en Ciudad del Cabo…), es algo que no me atane analizar a mi, pero que sin duda deberia ser investigado por quien corresponda con la mayor urgencia. Estoy tan seguro de la extrema gravedad de la situacion que, ante el temor de una posible tardanza en reaccionar, voy a hacer algo que jamas he hecho en los cuarenta anos que llevo de archivero: voy a retener el articulo en mi casillero, en vez de devolverlo a edicion, y ademas voy a enviarme una copia del mismo, y de este memorandum, a mi ordenador personal.

Se despide atentamente a la espera de una rapida respuesta,

Yiannis Liberopoulos, archivero central FT711

La desperto un sabroso olor a cafe y tostadas. Abrio los ojos y tuvo que cerrarlos inmediatamente, cegada por el hiriente resplandor de la nieve. Pero esa brevisima ojeada le basto para colocar el mundo en su lugar. Estaba en casa de Lizard. Habia pasado la noche alli. El inspector la habia sedado. Pero no parecia que la hubiera matado. Bruna sonrio ante la tonteria que acababa de pensar y volvio a levantar los parpados cautelosamente.

– Llevas durmiendo doce horas. Ya empezaba a estar preocupado.

Lizard se afanaba de aca para alla haciendo gala de una energia agotadora.

– Tengo que irme a la Brigada. Quedate todo el tiempo que quieras. Te he autorizado en el ordenador. Puedes entrar y salir de casa y pedirle a la pantalla lo que necesites.

– Bueno, supongo que solo podre pedir algunas cosas… -murmuro ella con la boca

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