una mancha por su espalda.

– Ah. La pistola. Es verdad. Yo tenia una pistola de plasma. Un arma ilegal, cierto. Lo confieso. Pero me la quitaron. Anoche, cuando me atacaron los asesinos del memorista. Y ahora pienso que probablemente me atacaron por eso. Para coger mi arma y poder inculparme.

Paul cabeceo apretando los labios. Una intensa emocion le endurecia los rasgos. Colera contenida, quiza. ?O tal vez tristeza?

– No deberia haberte contado todo esto. Sospechan de ti. Se que no disparaste a Dani porque murio esta madrugada, y a esa hora tu estabas en mi casa, dormida, sedada, conmigo…

Ese conmigo le produjo a la rep una extrana sensacion en el estomago.

– Pero me ocultas cosas, Bruna. No deberia fiarme de ti. Tal vez sea cierto que hay en marcha una conspiracion tecno, ?quien sabe? Desconfio por igual de humanos y de reps. Todos podemos ser igual de hijos de puta. Asi que a lo mejor quieres matarme…

– O a lo mejor lo que sucede es que alguien me esta tendiendo una trampa.

– Si. Esa seria la hipotesis mas satisfactoria. Lo malo es que desconfio de las hipotesis satisfactorias. Tendemos a creemoslas por encima de lo que nos dice la razon.

– Tal vez… tal vez sea mas sencillo. Cuando me asaltaron, recuerdo haber disparado el plasma. Quiza Dani formaba parte del grupo atacante, quiza la heri en ese momento y murio horas despues…

– Fue ejecutada, Bruna. Un tiro a quemarropa por detras de la cabeza, junto a la oreja. Muerte instantanea. Y sucedio alrededor de las cinco de la manana.

– Entonces…

– Entonces deja de mentirme y cuentamelo todo.

?Como explicarle que no se fiaba de el, como explicarle que en cierto sentido le tenia miedo? Y, sin embargo… Bruna tomo aire y le dijo todo lo que Lizard aun no sabia. Le hablo de Annie Heart y de su cita con Hericio como quien se deja caer por una pendiente helada, aguantando el vertigo y el temor a estrellarse al llegar abajo.

– ?Quien conocia tu cita con el memorista pirata?

– Ya he pensado sobre eso… Nopal, naturalmente…

Y Habib… pero no sabia ni el dia ni la hora ni la direccion. Y mi amigo Yiannis, pero el esta fuera de toda sospecha.

«Y tu -penso-. Y tu tambien lo sabias, Lizard.»

– No hay nadie fuera de toda sospecha -gruno el hombre.

Fue lo ultimo que dijo antes de cortar la comunicacion, y la frase dejo un poso de inquietud en la androide. De pronto se acordo de Maio. El alienigena era capaz de leerle la mente y, por consiguiente, podria haber captado lo de su cita con el memorista. Ademas procedia de una civilizacion extragalactica… un mundo remoto al que podria retirarse sin miedo a las represalias de los esbirros labaricos. Si, desde luego, supuestamente Maio era un exiliado politico y correria peligro si regresara a su planeta, pero… ?hasta que punto podia creerle? Mas aun, en realidad, ?que sabian los terricolas sobre los bichos? ?Y si los alienigenas estuvieran intentando atizar la violencia entre especies para desestabilizar la Tierra y asi poder colonizarla, como sostenian los grupos xenofobos? Bruna se avergonzo de sus pensamientos y empujo ese miedo irracional hasta sepultarlo en el fondo de su conciencia: no parecia que la inmensa distancia que separaba los mundos fomentara una aventura colonialista. Pero seguia siendo posible que Maio estuviera implicado en alguna conjura. Por dinero, por ejemplo. Ahora que lo pensaba, ?no resultaba sorprendente que el omaa hubiera aparecido de repente en su cama? ?Y que decir de su insistencia en quedarse de guardia en el portal? Por el gran Morlay, que mundo tan paranoico, se dijo Bruna con repentino hastio: no solo recelaba consecutivamente de todos, sino que ademas bastaba con que alguien la hubiera tratado con afecto para que le resultara aun mas sospechoso.

Echo de menos su gran rompecabezas a medio montar: necesitaba relajarse y el puzle era la mejor manera de desconectar con rapidez. De todas formas no le sobraba mucho tiempo, asi es que se maquillo con cuidado y se coloco la peluca de Annie Heart. Envuelta en el albornoz del hotel, entro a traves del movil en una tienda Express y compro un vestuario termico para su personaje. Mientras esperaba la llegada del robot, hablo con Yiannis y le mando un mensaje a Habib: los dos estaban muy preocupados con la situacion politica. La ropa apenas tardo veinte minutos: las tiendas Express eran caras pero eficientes. Se vistio con un mono rosa a juego con una chaqueta acolchada que le parecio abominable, pero que seguramente la rubia Annie adoraria, y luego saco de la caja fuerte de la habitacion sus dos collares, un detalle perfeccionista que se habia traido para la ocasion: nada como una joya para coronar su disfraz de chica convencional e intensa. Descarto enseguida el ligero pectoral de oro, que no casaba con la ropa termica, y cogio la otra pieza, su preferida: un antiguo netsuke de marfil, un hombrecito sonriente con un saco sobre el hombro, que colgaba de un hilo de rubies y pequenas cuentas de oro. El collar formaba parte de su paquete de falsos recuerdos: supuestamente se lo habia regalado su madre antes de morir. Era un objeto extrano, porque la dotacion de souvenires de los tecnohumanos siempre estaba formada por objetos sencillos y comunes: juguetes infantiles, holografias, anillos baratos. Sin embargo, Bruna habia llevado el netsuke a un especialista, que habia certificado que era chino autentico y de la epoca Ming. Una joya demasiado lujosa. Pero no era el valor economico lo que Bruna apreciaba, sino su graciosa rareza e incluso la emocion que despertaba en ella. Aun sabiendo que su madre jamas existio, no podia evitar querer al netsuke con un carino que parecia venir de lo mas hondo de su imposible infancia. De lo mas hondo de si misma. Cuando llevaba puesto al hombrecito del saco, la replicante se sentia protegida. Y necesitaba protegerse para enfrentar a ese Hericio ultimamente tan agigantado. Se coloco el collar, comprobando que el broche quedaba bien cerrado, y, tras una ultima y satisfactoria ojeada en el espejo, bajo al bar del hotel cimbreandose en los altos tacones antideslizantes de sus coquetas botas para nieve. Tambien rosas y horribles.

Cuando se sento en el taburete de la barra eran las 15:40. El bar estaba vacio y el camarero revoloteo solicito hasta ella. Bruna pidio vodka con limon y una pila de sandwiches frios que empezo a devorar a toda prisa: no queria que la entrevista con Hericio la pillara desmayada de hambre. Cuando llego Serra, todavia le quedaba uno en el plato.

– Annie Heart la enigmatica -dijo el supremacista a modo de saludo.

No se le veia muy contento.

– No me la estaras jugando, ?verdad, Annie? No me gustaria nada que me la jugaras…

– ?Y por que crees que te la voy a jugar? ?Quieres un sandwich?

Serra nego con la cabeza. No le quitaba ojo.

– Mejor -dijo la rep, zampandose con deleite el emparedado. Era de queso y nueces. Lo que le hubiera gustado a Bartolo, penso absurdamente.

– ?Que te ha pasado?

– ?Cuando? -farfullo con la boca llena.

– Eso. Y eso. Estas llena de cardenales.

La detective se tomo su tiempo en masticar y deglutir. Luego contesto con sequedad:

– Un accidente.

– ?Que tipo de accidente?

– De circulacion.

– ?Te atropello un coche?

– Me atropellaron los punos de dos tecnos.

Serra la miro con atencion, dubitativo pero impresionado.

– ?En serio?

– Bueno… La verdad es que yo les habia dicho que se apartaran de mi paso… Que se bajaran de la cinta rodante.

– ?Y?

– No se apartaron.

– Por eso no contestabas las llamadas…

– Estaba en el hospital.

– ?Los has denunciado?

– No. ?Para que? Estos jueces chuparreps nunca les hacen nada. Asi estan las cosas, tu lo sabes. Total impunidad para los monstruos.

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