de esta membrana se abriran las ampollas y saldra el gas.
Lizard palidecio.
– No, por favor… Solo he avisado a un amigo tuyo, de verdad… Dame diez minutos… No, veinte. Solo te pido eso. Aun no son las 12:00. Solo te pido veinte minutos. Si a las 11:30 sigues queriendo entrar en el intercambiador, te dejare ir. Te lo ruego. Veinte minutos y a cambio de eso me hare cargo del nino. Despues de que tu mueras. Alguien lo tendra que cuidar.
Bruna sintio que se abria un vertiginoso abismo dentro de ella: era verdad, no habia pensado en eso. Alguien tendria que cuidar a Gummy. Cuatro anos, tres meses y once dias. Jadeo, angustiada, y apreto un poco mas los dedos contra la membrana.
– Esta bien. Hasta las 11:30. Y te haras cargo del nino. Pero no llames a nadie y no te muevas.
– No hare nada, tranquila…
Fueron los doce minutos mas largos de la vida de Paul Lizard. En cuanto a la rep, pasaron como una pesadilla, como un delirio febril. Como una bruma lenta punteada por repentinas imagenes atroces que atravesaban su cabeza como cuchilladas.
Y en el minuto trece llego Pablo Nopal.
– Hola, Bruna.
La androide le miro con inquietud. Lo conocia. Y de alguna manera la desasosegaba, aunque no sabia por que.
– Que bello es tu collar. Que hermoso es ese
Eso dijo Nopal con su voz grave y tranquila, y subitamente Bruna se vio alli, dentro de ese cuerpo somnoliento y de esa cama, dentro del tibio capullo de las sabanas y de la fragancia de su madre, que la envolvia como un anillo protector. El recuerdo la atraveso nitido y ardiente, dejandola sin aliento; y solo fue el primero de muchos otros. Nopal fue devanando memorias del enmaranado ovillo de su cabeza y poco a poco el borroso contorno de las cosas comenzo a recuperar su precision. Media hora mas tarde, Bruna habia vuelto a pasar por su baile de fantasmas, habia llorado una vez mas la revelacion de la impostura, habia comprendido que era una androide. Y que no podia tener hijos. Pero Gummy seguia gritando ensordecedoramente dentro de ella. Su nino la seguia llamando y necesitando. La rep gimio. Las lagrimas quemaban en sus ojos. Con la mano izquierda volvio a echar el seguro al cinturon y luego retiro sus entumecidos dedos de la membrana. Lizard hizo ademan de acercarse ella, pero Bruna le paro con un grito feroz.
– ?Quieto!
El inspector se detuvo en seco.
– Ahora soy yo quien te pide cinco minutos…
Nadie hablo.
La rep inclino la cabeza y cerro los ojos. Y se dispuso a matar a Gummy. Rememoro el peso del nino en sus brazos, su olor caliente a animalillo, su manita pringosa rozandole la cara, y luego se dijo: no es verdad, no existe. ?No existe!, repitio con un grito silencioso hasta conseguir que la imagen se fuera borrando poco a poco, como pixeles de una grabacion defectuosa. Entonces paso al siguiente recuerdo del pequeno; y despues al siguiente. Sus primeros pasos tambaleantes. Aquella tarde azul y quieta de verano cuando Gummy se comio una hormiga. La manera en que decia «caramelo» en su media lengua:
Abrio lentamente los ojos, exhausta y dolorida. Miro a los expectantes Lizard y Nopal.
– Entonces, ?el implante me va a matar, como a los demas? ?Reventara mi cerebro? ?Me sacare los ojos? - susurro roncamente.
Y en ese momento alzo la cabeza y se vio. De pronto su imagen inundaba las pantallas publicas: ella al natural y como Annie Heart; ella entrando en el Majestic; Annie entrando en la sede del PSH. Y los grandes flashes rojos tridimensionales de la noticias de ultima hora: «Tecno Bruna Husky Culpable Tortura y Asesinato Hericio.» Acababan de dar las doce.
La idea fue de Bruna. Necesitaba que le quitaran el implante pero si iba a un hospital la detendrian. Entonces penso en Gandara.
– ?El forense? -se extrano Lizard.
– Sabe extraer
– Si, pero… ?estas segura de el? Parece un tipo raro. ?No te denunciara?
Bruna nego con un movimiento de cabeza y eso basto para que el mundo se pusiera a oscilar. Se encontraba cada vez mas mareada.
– No, se portara bien, es un amigo… Y si le damos algo de dinero, sera todavia mas amistoso… -murmuro debilmente.
Estaba segura de que iba a morir y tan solo esperaba que Lizard le impidiera arrancarse los ojos. El inspector llamo a Gandara; el forense trabajaba por las noches y no estaba en el instituto, pero Paul le dio una vaga excusa y consiguio sonar lo suficientemente urgente y oficial como para hacerle prometer que iria corriendo.
– Yo me encargo de que no se vaya de la lengua -gruno Nopal.
– ?Que quieres decir con eso? -pregunto el inspector con cierta inquietud.
– Hablo del dinero… le dare algunos ges.
Iban los tres en el coche del policia. Habian ordenado al vehiculo que oscureciera los cristales para ocultar a la rep; las pantallas publicas repetian imagenes de Bruna de manera incesante, y por desgracia su aspecto era demasiado facil de recordar. Lizard y el memorista parecian haber firmado una tregua, una alianza pasajera que la androide hubiera encontrado muy extrana de haber sido capaz de pensar en ella. Pero se sentia tan mal que las ideas no parecian circular por su cabeza. De hecho, tampoco habia reparado en algo aun mas raro: en vez de detenerla, el inspector la estaba ayudando a escapar.
Al llegar al Anatomico Forense Bruna tenia taquicardia y sudores frios. Lizard estaciono en un discreto rincon del aparcamiento, la dejo en el coche con Nopal y fue a ver si estaba el medico. Regreso con el al cabo de un tiempo que se les hizo exasperantemente largo.
– Que mal aspecto tienes, Bruna. Pareces de los mios -dijo el forense a modo de saludo.
Traian con ellos un carro-robot con una capsula.
– Hay que desnudarla -dijo Gandara.
Le ayudaron a quitarse la ropa y el collar del
– He dicho que era un asunto secreto y oficial y he ordenado que no entre nadie -informo Gandara.
Hizo que el carro-robot se colocara en el centro del cuarto, bajo el modulo de los instrumentos, y que abriera la tapa. La sala estaba helada. Lizard miro el cuerpo desnudo de la rep, tan palido e indefenso dentro de la siniestra capsula, y sintio frio por ella. Y tambien desolacion, y miedo, y una especie de angustiosa debilidad que quiza se pareciera a la ternura.
Gandara se coloco la bata y los guantes y encendio encima de ellos la potente luz antibacteriana.