Lizard detuvo el vehiculo y el hombre se bajo.

– Nopal… -dijo la rep.

El memorista levanto un dedo.

– Tu calla. En cuanto a ti, voy a acabar contigo. Creeme.

Lizard le miro cachazudo, entornando los pesados parpados.

– Te creo. Es decir, creo que vas a intentarlo. Por eso te tengo vigilado. Porque creo que eres capaz de hacer cosas asi.

Nopal solto una carcajada breve y sardonica.

– Voy a acabar contigo pero en los tribunales. Te denunciare y sera el fin de tu carrera. Disfruta de tu pequeno poder mientras puedas.

Y, dando media vuelta, se marcho calle arriba.

Lo miraron alejarse en silencio.

– Tu lo llamaste -dijo al fin Bruna.

– Mmmmm.

– Pero le odias.

– Cuando me hablaste de tu hijo, supe que seria muy dificil sacarte del delirio que te habian implantado. Entonces me acorde de el y pense que podria ayudarte.

– ?Como… ejem… como sabias que Nopal habia sido mi memorista?

– No lo sabia.

– ?Y como sabes que no he matado a Hericio?

– No se si lo has hecho.

– Entonces, ?por que me ayudas?

– Tampoco lo se.

Bruna callo unos instantes mientras intentaba digerir la informacion y al cabo decidio dejarlo para mas adelante. Estaba agotada y muy confundida. Aunque se encontraba algo mejor, necesitaba dormir urgentemente. Necesitaba un lugar seguro en el que poder descansar.

– ?Sabes que ha pasado con mi movil? -pregunto.

– Lo encontre en tu casa. Toma. He alterado tus datos en el ordenador central de la Brigada para que no puedan rastrearte. Supongo que tardaran un par de dias en descubrirlo.

La rep se cino la flexible hoja transparente a la muneca y llamo a Yiannis. Lizard le habia dicho que tanto el archivero como la mujer-anuncio estaban vivos, que el gas no era mas que una sustancia narcotica y que ambos se habian recuperado sin problemas. Ellos fueron quienes avisaron a la policia de la desaparicion de la detective. El agitado rostro de Yiannis lleno la pantalla.

– ?Ah, Bruna, por todos los sintientes, que gusto verte! ?Donde estas, como estas, que ha sucedido? No hacen mas que sacarte en todas partes diciendo de ti cosas espantosas… Y luego estan esas imagenes que te han tomado entrando en el PSH disfrazada… Por desgracia todo resulta muy creible.

Husky le hizo un breve y fatigado resumen de la situacion y luego planteo la necesidad de encontrar un lugar donde esconderse. Evidentemente la casa de Yiannis tampoco era una opcion: ya habia sido atacada una vez alli. Y no se le ocurria ningun otro sitio. Sobre todo teniendo en cuenta que todo el mundo creia que ella era la asesina.

El rostro del viejo se ilumino.

– Espera… Tal vez… El bicho ese que te habia tomado tanto carino, el omaa… ?no me contaste que lo llevaste al circo con la violinista? ?No podrias quedarte alli un par de dias?

– Pero apenas conozco a Maio y a Mirari… ?Por que se iban a fiar de mi? Pensaran que mate a…

Y entonces se dio cuenta. No, no lo pensarian, porque Maio sabria que ella era inocente. Merecia la pena probar.

– Buena idea, Yiannis. Voy a intentarlo.

Y mientras Lizard conducia hacia el circo, Bruna se relajo y se dejo caer dentro de un sueno atormentado.

Estaba boca arriba en la cama y la oscuridad se apretaba en torno a ella, pesada como una manta humeda. Bruna acababa de despertarse y tenia miedo. Pero lo que la amedrentaba no era que quisieran matarla, ni que le hubieran metido una mema de sal en el cerebro o que alguien la hubiera escogido para ser el chivo expiatorio de una trama siniestra. A fin de cuentas esos eran peligros autenticos, amenazas concretas ante las que podia intentar defenderse. En casos asi, el corazon bombeaba y el cerebro se inundaba de adrenalina. Habia algo enormemente excitante en el peligro real. Una exuberante reafirmacion de vida.

No. El miedo que Bruna experimentaba ahora era distinto. Era un terror oscuro e infantil. Una desolacion de muerte. Era el mismo miedo que padecia por las noches, siendo pequena, cuando el horror de las cosas se arrastraba como un monstruo viscoso a los pies de su cama, entre las tinieblas. Por todas las malditas especies, se desespero la rep: ?pero si nunca habia sido pequena, si nunca habia existido nada de eso! No era mas que un recuerdo falso, la memoria de otro. De pronto una idea cegadora y desnuda se encendio en su cabeza: probablemente Pablo Nopal habia vivido todo eso de verdad. Por eso ese netsuke tan extravagantemente caro: era el collar de su madre. Por eso la emocion y la autenticidad con que Nopal describio las escenas cuando saco a la androide del delirio. En un vertiginoso instante, Bruna percibio que el memorista estaba dentro de ella convertido en un nino asustado; y sintio asco, y al mismo tiempo una indecible ternura. No queria volver a ver a Pablo Nopal nunca mas. Mentira, si que queria, mas aun, necesitaba verle, necesitaba preguntarle sobre la madre, sobre el padre, sobre la infancia, queria saber mas cosas, mas detalles, tenia hambre de mas vida. Que fascinacion y que pesadilla.

Cuatro anos, tres meses y once dias. En realidad, ya diez, porque eran las 12:41. La madrugada del 1 de febrero.

La vida era una historia que siempre acababa mal.

Respiro pausadamente durante algunos minutos, intentando aliviar el estrujon de angustia. Penso en Merlin y se cobijo en su recuerdo, este si verdadero, este si precioso y unico, el recuerdo vivido y compartido de su sabiduria y de su coraje. «Hay un momento para cada cosa bajo el sol: un tiempo para nacer y un tiempo para morir, un tiempo para llorar y un tiempo para reir, un tiempo para abrazarse y un tiempo para separarse», dijo su amante pocos dias antes de fallecer, muy debil ya pero con la voz clara y tranquila. A Merlin siempre le gusto ese fragmento del Eclesiastes. Palabras bellas para ordenar las sombras y para serenar siquiera por un instante la furiosa tempestad del dolor. Ahora, al revivir esa escena, Bruna tambien experimentaba un pequeno consuelo, como si la pena se colocara obedientemente en su sitio.

La detective se encontraba en el camerino de Mirari, en el camastro situado detras del biombo. Maio dormia ahi junto a Bartolo, pero le habian cedido el lugar. La puerta estaba cerrada con llave y el cuarto carecia de ventanas: la rep se sentia como en el interior de una caja fuerte. Tanto el omaa como la violinista habian reaccionado extraordinariamente bien, ofreciendo su apoyo sin preguntas. Claro que Maio no necesitaba preguntarle nada. Volvio a mirar la hora: 12:48. La ultima funcion tardaria unos veinte minutos en terminar y luego Maio y Mirari vendrian al camerino. Bruna se encontraba mejor y tenia hambre. Pero no queria encender la luz y accionar el dispensador de comida. No queria armar tanto barullo y delatarse. Esperaria a que ellos regresaran.

El bip de su movil sono atronador en mitad del silencio de la noche y la rep se apresuro a callarlo. Era Habib.

– Por el gran Morlay, Husky… -suspiro el rep-. Menos mal que te encuentro…

– Habib, no he hecho nada de eso que dicen.

– Claro, siempre he estado seguro de que no eras culpable… pero pense que podrian haberte metido una de esas memas asesinas, como hicieron con Chi… ?Te implantaron una, Husky? ?Estas bien?

Bruna le explico brevemente la situacion.

– Pero ya me encuentro mucho mejor.

– Pues no tienes buen aspecto. Aunque apenas puedo verte… Estas en un sitio muy oscuro.

– Estoy en…

Habib puso cara de susto y la interrumpio.

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