nostalgia. Con la intuicion de que el podria entenderla.

En ese momento llamaron a la puerta. Era un robot mensajero; lo mandaba Mirari y dejo en medio de la sala una caja mas bien grande profusamente etiquetada con el aviso de fragil. Bruna, intrigada, abrio el paquete. Una bola peluda salio disparada del contenedor y se abrazo al cuello de la rep con un chillido.

– ?Bartolo!

– Bartolo bueno, Bartolo bonito -gimoteo el bubi.

Por el gran Morlay, se dijo Bruna, espantada ante la idea de tenerlo otra vez en casa. Pero el animal estaba tan asustado que no pudo por menos que acariciarle el lomo a ver si se calmaba. Sentia latir contra su hombro el agitado corazon del tragon, o lo que hiciera las veces de corazon en esos bichos.

Fue con Bartolo aun en brazos hasta la pantalla y llamo al circo. Aparecio la cara de Maio, mas perruno que nunca y con expresion de circunstancias.

– A ver, ?que pasa con el bubi? -pregunto la rep con impaciencia.

– Hola, Bruna. Ya sabes que a mi Bartolo me gusta, nos llevamos bien, pero se ha comido el traje de lentejuelas de la trapecista. Y ella nos ha dicho: o se va el, o me marcho yo.

– Bartolo bueno… -susurro el tragon al oido de Bruna con una voz todavia llena de hipos.

Vale, ?vale!, se resigno la androide. Se quedaria con el bubi, por el momento. Ya buscaria otro lugar que le acogiera.

– Esta bien, Maio. No importa. Y, por cierto, gracias por salvarme la vida. Y por todo.

El alien destello un poco.

– No es nada. Tu tambien salvaste la mia.

– ?Esta Mirari por ahi?

Maio se giro y mostro a la violinista tumbada sobre un sofa en el fondo del cuarto, a sus espaldas.

– Duerme. La despertare dentro de un rato para la funcion.

– Queria saber cuanto puede costar el arreglo del camerino… El plasma negro lo dejo destrozado.

– No importa. El circo esta asegurado y el seguro paga.

De pronto el omaa estiro el cuello y se puso en tension, levantando una mano en el aire como para pedir una pausa. Unos segundos despues se relajo y volvio a dirigirse a la detective.

– Mirari estaba sonando que le cortaban el brazo. Tiene muchas pesadillas con ese brazo. A veces la despierto. Pero ya paso.

Maio y Bruna se quedaron mirando el uno a la otra en silencio durante unos instantes; y en ese tiempo, la rep pudo ver como el bicho iba oscureciendo hasta adquirir un intenso color pardo rojizo.

– Bueno. Adios -dijo el alien en plena apoteosis cromatica.

– Adios, Maio. Y gracias.

La imagen desaparecio. Bruna advirtio que tenia una sonrisa en los labios. Y cierta ligereza en el animo. Se sentia un poco mejor.

– ?De que te ries? -pregunto Lizard.

– De nada.

Desde luego de nada que pudiera contarle.

Dieron de comer al bubi y luego el animal, obviamente agotado, se enrosco sobre el sofa y empezo a roncar. Entonces Paul se puso en pie y se estiro. Sus punos llegaban al techo.

– Me alegra verte mas tranquila, Bruna. Supongo que tengo que marcharme.

La rep callo, sobresaltada. El anuncio del inspector la habia pillado por sorpresa. De pronto se habia visto preparando la comida de Bartolo con el, trajinando en la casa, como si estuvieran instalados en una continuidad muy natural. Pero ahora decia que se marchaba. No lo esperaba. Era absurdo, pero no habia previsto que Lizard se fuera. Tampoco habia previsto que se quedara. Simplemente queria seguir asi, junto a el, en esa pequena paz, en un tiempo sin tiempo y sin conflictos. Solo deseaba que esa sobremesa durara eternamente. Cuatro anos, tres meses y nueve dias. Pero no, esa vieja cuenta ya no valia. Habia reps que vivian veinte anos. Nuevamente el vertigo, el abismo.

El hombre carraspeo.

– Ha estado bien trabajar contigo. Tal vez coincidamos en algun otro caso.

– Si, claro.

No te vayas, penso Bruna. No te vayas.

Pero ?que le estaba pasando? La androide nunca habia tenido problemas para pedirle a una pareja potencial que se quedara. Nunca habia tenido muchas dudas sobre donde poner las palabras, las manos y la lengua para conseguir que la otra persona reaccionara como ella queria. Pero ahora se encontraba paralizada. Ahora sentia demasiadas cosas. Queria demasiadas cosas y no sabia pedirlas.

– Gracias por la comida.

– De nada. Quiero decir, gracias a ti. La has hecho tu.

Lizard abrio la puerta y el estomago de la androide se contrajo dolorosamente hasta alcanzar el tamano de una canica.

– ?No quieres tomar un whisky? -dijo con desesperacion.

Paul la miro extranado.

– Me estoy yendo…

– ?Para brindar por el final feliz! Es solo un minuto.

– Bueno…

El inspector entro otra vez pero se quedo junto a la puerta. La androide lleno dos vasos de hielo y fue a buscar la botella. Se la habia regalado un cliente y estaba sin abrir. Tras servir los tragos, dio un vaso a Lizard y el otro se lo quedo ella en la mano. Detestaba el whisky y no lo probo.

– Por cierto… -dijo el inspector.

– ?Si?

Se escucho a si misma demasiado ansiosa.

– Lo que mato a Habib fue una bala metalica de 9 mm procedente de una antigua pistola de polvora… Probablemente de una Browning High Power…

No era lo que Bruna esperaba oir. No era lo que queria escuchar, aunque fuera una informacion interesante. Se obligo a responder sensatamente.

– Ah… El mismo tipo de proyectil que usaron para asesinar al tio de Nopal, ?no?

– Mas que eso. Ambas balas fueron disparadas exactamente por la misma arma… Ya te dije que Pablo Nopal no era de fiar.

– Pues si de verdad fue el, esta vez me salvo la vida -contesto con demasiada sequedad.

Lizard se quedo mirandola pensativo con la cabeza un poco ladeada. Luego deposito el vaso en la estanteria que habia junto a la entrada. Ese gesto final, definitivo.

– Muy cierto. Bien, adios.

?Vale! Entonces que se marche, penso Bruna con ira contenida. Que se marche cuanto antes.

– Adios.

El hombre volvio a abrir la puerta. Y la volvio a cerrar. Apoyo la espalda en la hoja, agarro de nuevo la copa y, tras apurarla, mastico pensativo uno de los hielos.

– Una cosa, Bruna… Esta historia se acaba…

– ?Esta historia?

– Si, la investigacion, nuestra colaboracion, la justificacion por la que podemos seguir llamandonos… Quiero decir que es ahora o nunca… El cuento se termina. O me quedo esta noche contigo o no volveremos a vernos.

Tal vez no fuera una propuesta muy romantica, pero resulto suficiente. La rep camino despacio hacia el, notando que una sonrisa boba le bailaba en los labios y sintiendo esa especie de incredulidad maravillada de los primeros momentos de un encuentro sexual largamente esperado. Esta pasando, se decia la androide. Aun mejor: va a pasar. Y asi, Bruna llego junto a Lizard y apoyo las palmas en su pecho, sintiendo el calor de esa carne dura y al mismo tiempo muelle; y, reclinandose sobre el, entro en su boca. Su lengua estaba fria y sabia a whisky. Y a la androide, a quien solo le gustaba el vino blanco, de repente le supo deliciosa esa saliva perfumada. Esa lengua aromatizada y vigorosa.

El deseo se disparo dentro de la rep como un subito ataque de locura. Bruna queria devorar a Lizard, queria

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