sentirse devorada, queria fundirse con el y estallar como una supernova. Se arranco su propia ropa a tirones, rompiendo los cierres, e intento hacer lo mismo con la del inspector, que se resistio. Rodaron por el suelo, jadeantes, mordiendose las bocas, apretando y grunendo, en una confusion de brazos y de piernas que mas parecia una pelea cuerpo a cuerpo que un encuentro sexual, hasta que el hombre consiguio sentarse a horcajadas encima de ella, sujetar sus munecas e inmovilizarla.

– Espera… ?Espera! Mi preciosa fiera… Un poco mas despacio… -susurro roncamente.

Y asi, teniendola atrapada bajo su peso, Lizard termino de quitarse la ropa con toda calma, mientras la rep temblaba entre sus piernas y le veia desvestido por vez primera, disfrutando de ese delicioso momento de gloria en el que se descubre el cuerpo del amante. Entonces, desnudos ya los dos, con lentitud, mientras los cuerpos se acoplaban y las pieles se entendian por si solas, Paul se inclino sobre ella y le abrio los labios con sus labios.

El sexo era una cosa rara e incomprensible. Cuando se trataba de un amante ocasional, cuando la pareja solo le calentaba el cuerpo, el sexo era para Bruna facil y agudo y estridente. Pero cuando el otro tambien le calentaba el corazon, como sucedia con Lizard, entonces el sexo se convertia en algo cavernoso y complicado, y el simple hecho de besarse era como empezar a caer dentro del otro. Empezar a perderse para siempre.

Se separaron un momento para tomar aire, se apartaron un poco para mirarse, para confirmar el prodigio de estar juntos. El cuerpo de Lizard era recio, no grueso, con la piel un poco fatigada por la edad. Como adoro Bruna esa piel cansada, ella, que jamas llegaria a envejecer. En el centro del pecho, y subiendo desde el pubis hacia el bajo vientre, dos punados de sorprendente vello en una epoca en la que todos los hombres se depilaban. La rep hundio la cara en los apretados rizos del sexo del hombre, disfrutando del roce de esa suave maleza, del olor a madera de su carne. Necesitaba poseer a Paul entero, conocer cada centimetro de su piel, besar sus pequenas marcas y sus cicatrices, recorrer con su lengua los pliegues secretos. Eso estaba haciendo la rep, oliendo y lamiendo y explorando ese tibio territorio de maravillas, cuando el hombre la agarro por los brazos y, poniendosela encima, la penetro despacio. Estamos mezclando nuestro kuammil, penso Bruna sin pensar, sintiendose redonda, enorme y plena, totalmente llena de Lizard. Y se apreto contra el hasta conseguir rozarle el corazon y hasta matar a la muerte.

Cuando Bruna llego al Pabellon del Oso, Nopal ya estaba alli. Contemplaba melancolico la pared de cristal del enorme tanque. Toneladas de agua azul resplandeciente se apretaban contra el vidrio, quietas y vacias. Melba no aparecia por ninguna parte.

– No tengo suerte con esa maldita osa. Jamas consigo verla. ?Estas segura de que existe? -dijo Pablo a modo de saludo.

– Segura.

Se sento en el banco junto al hombre sin saber muy bien como comportarse. Nopal la habia llamado esa manana, por fortuna despues de que Lizard se hubiera ido. Supuestamente queria devolverle el netsuke, que el memorista habia guardado cuando tuvieron que desnudarla en el Anatomico Forense. Bruna se encontraba todavia en la cama, protegida por el olor de Paul, por la huella de los dedos de Paul y por el recuerdo de la tibieza de su cuerpo, y cuando Nopal le propuso que se vieran, a la rep no le parecio una mala idea. De hecho, se mostro tan receptiva que incluso fue ella quien eligio esta vez el pabellon como punto de encuentro.

Sin embargo, ahora que veia al memorista cara a cara la rep se sentia aturdida e incomoda. ?Que hago aqui?, se pregunto. Y luego, con angustia, penso que habia cometido un grave error viniendo. Entre ellos habia demasiadas cosas no dichas y todas esas palabras se apretaban ahora en la boca de la androide y la dejaban muda.

– Toma. Tu collar.

Bruna lo cogio. El pequeno hombrecito con su saco. Inmediatamente se encendio en su cabeza la imagen de la madre, el olor de su perfume, el traje crujiente, el beso fugaz de despedida en las noches de fiesta. Sintio un pequeno malestar.

– Era de tu madre, claro. Todo eso del beso por la noche… Era tu madre.

– Si.

El malestar empeoro. No solo su recuerdo era todo mentira, sino que ahora ademas tenia la certeza de que se trataba de la verdad de otro. De Nopal. Y saber que esa memoria falsa era la realidad de alguien convertia su impostura en algo mucho mas danino y mas grotesco, de la misma manera que saber que algunos reps podian vivir mas anos redoblaba la angustia de morir.

– Quedate con tu maldito collar. Yo no lo quiero -dijo Bruna, arrojando el netsuke sobre el banco.

Nopal no lo toco.

– Te di lo mejor que tenia, Bruna -dijo con tranquilidad.

– Y tambien lo peor. Todo ese dolor, ?para que? La muerte de mi padre, ?por que? El mal y el sufrimiento. No tiene sentido nada de eso.

– Posees tres veces mas escenas que los demas tecnos. Eres mucho mas compleja. Conoces la melancolia y la nostalgia. Y la emocion de una musica hermosa, de una palabra o un cuadro. Quiero decir que tambien te he dado la belleza, Bruna. Y la belleza es la unica eternidad posible.

Durante unos minutos contemplaron en silencio el tanque de agua. Ese muro azul hipnotizante. Entonces era verdad que era distinta, penso la rep. Lo que siempre presintio se confirmaba. Y, de alguna manera, esa certidumbre la tranquilizo. Cuatro anos, tres meses y ocho dias. Se mordio los labios, irritada por su automatismo numerico. Ahora, cada vez que se le disparaba en la cabeza la obsesiva cuenta atras, Bruna recordaba con un subito escozor las palabras de Copa Square: «?No serias capaz de hacer cualquier cosa a cambio de vivir siquiera un ano mas?» No, se dijo la rep. Cualquier cosa, no. O eso esperaba.

Todo habia cambiado demasiado en los ultimos dias, todo era tan confuso. Empezando por el hecho insolito de estar sentada junto a su memorista. Lo miro a hurtadillas, asombrada de no experimentar un espanto mayor. Bruna siempre creyo que le horrorizaria conocer a su escritor, que le odiaria por haberle proporcionado una existencia tan dolorosa. Y, sin embargo… La androide no sabia definir que era lo que sentia por Nopal. Habia rencor, pero tambien fascinacion. Y algo parecido al amor. Y gratitud. Pero, gratitud, ?por que? ?Por haberle creado una identidad? ?Por hacerla distinta y orgullosa? ?Por disenarla parecida a el? Pero, por otro lado, si Pablo Nopal la habia hecho a su imagen y semejanza, entonces ?habria heredado tambien sus instintos asesinos? Todas las veces que ella habia matado, ?no fueron solo una consecuencia de su condicionamiento genetico? Pensar en todo esto le puso los pelos de punta.

– Mataste a Habib… Pero me salvaste la vida. Supongo que debo darte las gracias.

– Tu vida es muy importante para mi… porque yo te la he dado. Pero no mate a nadie.

– Mientes.

– ?Como iba yo a saber que estabas en el hospital Reina Sofia? ?O que Habib te iba a atacar?

– En efecto, son muy buenas preguntas. ?Como lo supiste?

Nopal sonrio.

– Dejame que te diga algo, Bruna: soy inocente. Inocente. Y tu tambien lo eres.

Cogio el collar del banco y, poniendose en pie, se acerco a ella y lo coloco en torno a su cuello. Fue un movimiento tan natural que Bruna no se opuso. Simplemente se quedo alli sentada, como una tonta, mirandolo. El memorista se inclino y beso su mejilla.

– Portate bien -dijo.

Y se marcho.

Dos segundos despues aparecio la osa, buceando majestuosamente en el intenso azul, las esponjosas lanas ondeando en torno a su cuerpo como anemonas. Ultima de su especie, esa Melba tan sola. Entonces Bruna hizo lo que llevaba varios dias pensando en hacer y marco un numero en su movil. El rostro lunar de Natvel lleno la pantalla. El tatuador miro a la androide imperterrito y solo dijo:

– ?Ahora si?

– Ahora si. Por favor.

– Un oso. Eres un oso, Bruna.

Las palabras de la esencialista no le sorprendieron en absoluto; si la rep habia venido hoy al pabellon era porque intuia la respuesta del tatuador. No habia nada magico en todo eso, se dijo Bruna con un grunido esceptico; no era mas que una consecuencia de la nexina, la enzima experimental que fomentaba la empatia.

Вы читаете Lagrimas en la lluvia
Добавить отзыв
ВСЕ ОТЗЫВЫ О КНИГЕ В ИЗБРАННОЕ

0

Вы можете отметить интересные вам фрагменты текста, которые будут доступны по уникальной ссылке в адресной строке браузера.

Отметить Добавить цитату
×